lunes, 31 de agosto de 2015

Un Curso de esperanza (y XII) Ken Wapnick

Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza

Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
 Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA) 

Doctor Kenneth Wapnick

Parte XII
1. Resistencia

Pregunta: ¿Puedes hablar de la diferencia entre la resistencia al Curso si se trata de tu camino y de la resistencia al Curso si no es tu camino? ¿Y podrías después contarnos la historia de Helen y los árboles?

Respuesta:  ¡Una pregunta excelente! Prácticamente todos los que estáis en esta sala os habéis sentido atraídos por Un Curso de Milagros como vuestro camino espiritual y probablemente no os volváis atrás en esto. Sientes que te habla a ti, y sin embargo, como todos somos humanos y todos tenemos la mente dividida al igual que todos los demás, todos nosotros tenemos resistencia a él porque es la verdad.

La sección titulada "La última pregunta que queda por contestar" en el capítulo 21 del Texto ((T.21.VII)), plantea cuatro preguntas. Las tres primeras son relativamente simples de responder, pero entonces Jesús dice: puede que no hayas contestado todavía a la última pregunta, la cual es: "¿Y quiero ver lo que negué porque es la verdad?". Él dice que no te das cuenta de que responder "sí" a esta pregunta significa decir "no al no" ((T.21.VII.12.4 aunque en la cita traducida hubo un pequeño lapsus de traducción que será corregido cuando salga alguna nueva edición del Curso en español. Un ejemplo de la frase corregida sería expresarla así: «Pues has contestado "sí" sin darte cuenta de que "sí" tiene que significar (que has dicho) "no al no"»)). En otras palabras, si estás diciendo realmente que quieres ver lo que negaste, que quieres ver la verdad, entonces primero tienes que mirar a la negación de la verdad —al ego— y decir que ya no quieres eso más.

De hecho, eso se dirige realmente al corazón de la totalidad del proceso del Curso. A menudo me gusta decir que no hay nada positivo en este Curso. Lo que es auténticamente positivo es Dios, y Dios no juega un papel en la teoría del Curso. Dios no es el problema. No sabemos nada sobre Dios o la realidad, así que no se dice mucho sobre a qué se parece Dios o qué es el Cielo. Ciertamente que Dios es mencionado en cada página, pero no en términos de lo que Dios es, porque ese no es el problema. Lo que es positivo en este Curso es el deshacimiento de lo que es negativo. No se titula Un Curso de Amor, sino Un Curso de Milagros, porque el amor es la verdad. El milagro es la corrección de la falsedad. El comienzo del capítulo 28 dice: "El milagro no hace nada. Lo único que hace es deshacer" (T.28.I.1.1-2).

Podríamos decir lo mismo sobre el perdón. El perdón no hace nada. De hecho, la cita que casi siempre menciono del Libro de ejercicios afirma que: "El perdón (...) es tranquilo y sosegado, y no hace nada. Simplemente espera, observa y no juzga" (L.PII.Preg1.4.1,3). Así que el perdón es la corrección, o el deshacimiento del juicio del ego. En la mente correcta, acerca de la cual es de lo que trata este Curso, todo es acerca del deshacimiento o de la corrección de todo lo que pertenezca a la mente errada. El Curso dice: "El ego siempre habla primero y está equivocado" ((la segunda parte de la frase pertenece a T.5.VI.4.2 que literalmente dice: "Las decisiones del ego son siempre erróneas")) y el Espíritu Santo es la Respuesta (T.5.VI.3.5-4.2).

Por lo tanto, lo que es positivo en el Curso, una vez más, es el deshacimiento de lo negativo. Otra línea que frecuentemente cito del capítulo 16 dice: "Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él" (T.16.IV.6). Nuestra tarea no es ir en busca del amor, el cual es el Cielo, Dios, la verdad, y la Unidad, sino buscar y encontrar todas las barreras que hemos puesto entre nosotros mismos y el amor, las cuales son el sistema de pensamiento del ego, y en el contexto de ese pasaje en particular, la relación especial. Cuando encontramos lo que hemos colocado entre nosotros y el amor, lo miramos sin juzgarlo y luego desaparece.

Así que, ¿realmente quiero ver lo que negué porque es la verdad? Ahí es donde se encuentra la resistencia al Curso. Todos nosotros hemos elegido este como nuestro camino espiritual porque reconocemos la verdad aquí. Tanto si entendemos la teoría del Curso como si no, reconocemos que hay verdad aquí, pero eso no nos impide hacer exactamente lo contrario de lo que el Curso dice. Uno de los mensajes cristalinos de este Curso es que no juzguemos. Y bueno, eso no nos detiene, ¿verdad? Todo el Curso va sobre el deshacimiento de nuestras relaciones especiales. Esto no nos detiene de continuar consintiéndolas, y sobre todo de desarrollar una relación especial con el propio Curso. El hecho de que hagamos la misma cosa que el Curso (el cual creemos que es la verdad y que es nuestro camino espiritual) nos dice que no hagamos, refleja nuestra resistencia. Nos resistimos al Curso porque es nuestro curso, porque es nuestro camino a casa.

Por otro lado, puede haber personas que se resistan al Curso por buenas razones (por razones de la mentalidad correcta), debido a que no es su camino. Incluso aunque hayas jurado una y otra vez que amas el Curso —que él es la respuesta— hay algo dentro de ti que dice que el Curso no es para ti. Como sabéis, el Curso dice que él es solo un camino entre muchos miles (M.1.4) ((M.1.4, aunque en la versión en español se tradujo "many thousands of other forms" por "muchas otras formas", en lugar de la más literal y cuantitativa "muchos miles de otras formas")), la cual es siempre una afirmación muy impresionante, dada la naturaleza absoluta de tantas otras religiones. El Curso dice que él no es la única forma de la verdad. Por lo tanto este Curso podría no ser para ti, pero entonces tú puedes apegarte a él debido al orgullo, debido a que todos tus amigos son estudiantes del Curso, o debido a que piensas que vas a fracasar y entonces Jesús se enfadará contigo, o debido a que tienes esto en tan gran estima que esto significa que vas a suspender ((o: fracasar con)) el Curso, cuando la verdad del asunto es que simplemente estás resistiéndote a él, y quizá deberías aceptar eso. El problema es que tú no sabes cuál es ((Nota de Toni: uno a veces no sabe de antemano cuál es el camino espiritual al que se está destinado, el que mejor va a funcionar con nosotros en nuestra actual etapa, aunque eso puede intuirse)).

Recuerdo algo que me sucedió hace muchos años cuando aún estaba convencido de que iba a acabar siendo monje. Eso fue antes de conocer a Gloria ((Nota de Toni: su esposa)), y de hecho antes de haber visto el Curso. Había conocido a Helen y a Bill, pero era tan reciente que no había visto el Curso todavía. Estaba alojándome en un monasterio trapense de Israel. Pensaba que simplemente me quedaría allí una semana por navidad, y acabé sintiéndome muy cómodo, como en casa. El abad quería que me quedara allí, y por un momento pensé que así lo haría. Estuve allí durante tres meses, a pesar de que no había esperado permanecer mucho tiempo allá. Era un monasterio franco-parlante, y yo no era muy hábil con ese idioma, pero me las apañé para hablar algo de francés. El abad, que sabía inglés, me dijo: "Si vas a quedarte aquí, vas a tener que estudiar francés", lo cual era obvio. Yo podía leerlo mejor de lo que podía hablarlo, pero tendría que dominar el idioma si iba a quedarme. Yo podía hablar suficiente francés para conversar con él y con los monjes sobre cosas como pasarme la sal, o hacer preguntas del estilo de "¿Qué hiciste hoy?" (lo cual ni siquiera tenía previsto preguntar), pero no era capaz de tener conversaciones más serias.

Así que el abad me dio libros franceses para estudiar, y quizá los abrí una vez, pero simplemente no podía estudiarlos. Ahora bien, soy un excelente estudiante; soy inteligente; y ya sabía ((algo de)) francés, y pensé que estaba motivado para dominar el idioma y así poder quedarme en el monasterio. Una semana o dos después de esto, se me ocurrió que había dos posibilidades que podían estar influyendo. Y esto es realmente el quid del asunto. Una de dos: o estaba resistiéndome a quedarme en el monasterio, o no debía quedarme en el monasterio y por eso no estaba estudiando francés. Me llevó un tiempo el darme cuenta de que yo no estaba estudiando francés porque no tenía que estar allí. Finalmente dejé el monasterio, una cosa llevó a otra y acabé regresando a Estados Unidos. Y fue justo entonces cuando vi el Curso por primera vez.

Pero no siempre se sabe, y cuando no lo sepas, en la medida en que te sea posible, no tomes una decisión. A veces no tienes elección. Las circunstancias pueden exigir que tomes una decisión de inmediato, pero muy a menudo no te ves obligado a eso. Entonces puedes demorarte, y básicamente deberías asumir que conocerás la respuesta cuando conozcas la respuesta. Así que en el contexto del Curso, si notas que te estás resistiendo al Curso una y otra vez, deberías al menos considerar la posibilidad de que tal vez el Curso no sea para ti. No es un pecado. Este no es el único camino para alcanzar el Cielo, y si piensas por un instante que los estudiantes del Curso de Milagros disponen de un camino más rápido que el de los demás para alcanzar el Cielo, entonces es que no conoces muchos estudiantes del Curso de Milagros. Es solo un camino entre muchos miles. Así que no hay una respuesta fácil.

Esta cuestión es básicamente la misma que decir: "¿Cómo sé si eso es del ego o del Espíritu Santo?". ¿Cómo podemos discernirlo? Resulta de más ayuda decir "Aún no lo sé" que lanzarse a por una respuesta cuando realmente no tienes que hacerlo. Es útil al menos abrirse a la posibilidad de que estés resistiéndote al Curso cuando sigues olvidando una y otra vez la lección del Libro de ejercicios, quedándote dormido al leer el Texto, disgustándote el vocabulario o el lenguaje que usa. Estás teniendo estas experiencias o bien porque este es tu camino a casa, o bien porque este no es tu camino a casa, y deberías escuchar eso. Una vez más, no hay correcto o incorrecto, pero deberías al menos estar abierto a la posibilidad.

2. La historia de Helen y los árboles 

La mayoría de la gente no sabe de qué se trata todo esto, y es interesante que este tema haya surgido ahora, porque el próximo boletín informativo tratará este mismo tema. [Nota del Editor: The Lighthouse, Dec. 2009 ((El Faro, diciembre 2009))]. Es la culminación de una serie de experiencias de Helen, y de hecho tuve la ocasión de compartirlas con ella. Esto empezó una tarde mientras estábamos sentados en su sofá. Ese era el momento del día, tras haber hecho todas nuestras compras y después de que ella hubiera discutido con Bill y le hubiera mandado a paseo para el resto del día, en el que nos sentábamos en el sofá y orábamos. Era entonces cuando ella sentía la presencia de Jesús, y a veces a ella le surgían cosas muy interesantes.

Aquella tarde, ella de repente entró en otro estado. Ella se describió a sí misma estando de pie conmigo. Ella era Helen, pero tenía un vestido blanco que estaba andrajoso, deteriorado y sucio. Yo era un chico. No estaba claro si yo era su hijo, su sobrino, o simplemente un amigo muy cercano, pero era como una relación madre-hijo. Estábamos de pie en la tierra de Qumran, que es donde se encontraron los Manuscritos del Mar Muerto (en Israel). De hecho, en el verano anterior, Helen, Bill y sus amigos, Louis (el marido de Helen) y yo, habíamos estado en Israel. Mientras estábamos allí, Helen tuvo dos experiencias llamativas:

1) En una ella miraba hacia el mar Muerto, el cual podía verse desde Qumran, y dijo: "La altura no es la correcta" ((se refiere a la altura del nivel del mar)). Ya no recuerdo si ella dijo que el nivel del agua debía ser más alto o más bajo, pero ella dijo que no era el correcto. Bill abrió la guía de viaje y, como era de esperar, se decía que hace dos mil años el nivel de las aguas del mar Muerto era como había dicho Helen que debería haber sido ((Nota de Toni: leyendo en otras fuentes, efectivamente se dice que el nivel de las aguas del mar Muerto era considerablemente más alto hace dos mil años, en cambio hoy día ese nivel ha descendido bastante en comparación con entonces y eso debió notar Helen)).

2) La otra experiencia sucedió mientras yo estaba a solas con ella en Qumran, el emplazamiento de las ruinas de la comunidad esenia que fue destruida por los romanos en el año 70 d.C. La comunidad esenia era una comunidad judía, una especie de comunidad monástica, lo cual era poco frecuente en el judaísmo. Existía antes de la época de Jesús. Ellos eran muy estrictos. Algunos de los rollos descubiertos hablan de que algún día llegaría un maestro de justicia, sobre lo cual a los cristianos les gusta pensar que es una alusión a la venida de Jesús que sucedió después. Hay también alguna creencia de la Nueva Era que dice que Jesús era un esenio. Ellos fueron destruidos por los romanos, pero en las ruinas se puede ver dónde estaban la biblioteca y la cocina, dónde dormían, etc. Helen dijo que caminara con ella, y llegamos a lo que resultó ser un cementerio. Ella se sentía muy atraída a caminar por el cementerio, y después se puso muy nerviosa. Ella me dijo: "Se dijo" (refiriéndose a Jesús), "Dejad que los muertos entierren a los muertos". Helen no creía en las vidas pasadas —toda esa idea le hacía sentirse muy incómoda— pero tenía la clara sensación de que ella había sido enterrada allí. Así que "dejad que los muertos entierren a los muertos" era realmente Jesús diciendo: el pasado ya pasó, sigamos adelante.

En esta secuencia, la cual empezó con Helen describiéndome a mí lo que estaba viendo ((ahora se refiere a la anécdota que empezó a contar unos párrafos más arriba, cuando una tarde se habían quedado a solas ella y él en el sofá de Helen, y ella se había visto a sí misma de pie en la tierra de Qumran con un vestido blanco andrajoso, y junto a ella estaba Ken como un chico joven)), a medida que ella lo describía, yo podía de hecho verlo con ella: estábamos de pie en Qumran mirando todas estas ruinas. Repito, ella estaba sucia y su vestido roto o deteriorado, rasgado. Lo que sucedió después de eso aconteció a lo largo de varias tardes sucesivas. Fuimos de viaje rumbo al norte. Caminamos por el río Jordán y sucedieron todo tipo de cosas, algunas de las cuales he olvidado, pero recuerdo una de ellas muy claramente. Estábamos caminando a orillas del Jordán y en la playa había una estrella de mar que tenía un brazo roto. Helen sintió que era su tarea ayudar a esta estrella de mar a regresar al agua, con el entendimiento de que así podría regenerarse. Esa fue una experiencia muy significativa para Helen. Un día —ese día yo no estaba con ella— ella estaba con Jesús en la Quinta Avenida de Nueva York. Ella entró en una de las joyerías y sintió que Jesús le compró una estrella dorada. (De hecho, es la estrella que yo llevo ahora). Ella sintió que la estrella era un regalo que Jesús le hacía a ella. Para ella, la estrella era un símbolo de Jesús, y yo creo que la estrella de mar fue, en cierto sentido, un símbolo del Cristo fracturado, y que ella estaba haciendo su parte para sanar a la Filiación al ayudarla a regresar.

La totalidad de esta serie de episodios ((se refiere a los episodios que ha dicho antes que tuvieron lugar a lo largo de varias tardes sucesivas, las sucesivas visiones de ese viaje juntos por la zona de Israel)) culminó cuando llegamos a la Baja Galilea, que fue el sitio bíblico en el que se crió Jesús —Nazareth, según la Biblia, y donde él hizo gran parte de su ministerio, allí predicó un montón. Llegamos a un bosquecillo de árboles. Era muy, muy hermoso. De repente Helen rompió a llorar, y en medio de los árboles vio la figura de Jesús. Ella me dijo: "Nunca pensé que vería esos árboles otra vez". Esa es la historia.

El viaje realmente representa —y repito que no recuerdo mucho de los incidentes concretos— un viaje desde el ego hasta el Espíritu Santo, desde la mente errada hasta la mente correcta, comenzando con la destrucción de Qumran, que en términos de cómo se sintió Helen durante esas visiones fue realmente una devastación. Es casi como ir desde la crucifixión hasta la resurrección, y culminó en lo que fue para ella esta increíblemente conmovedora experiencia de que ella nunca pensó que vería aquellos árboles otra vez. Es como si la inocencia que creíamos que había sido destruida, que la habíamos tirado lejos y la habíamos perdido para siempre, ahora la tuviéramos de nuevo.

La frase "Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo, no para perdernos sino para encontrarnos a nosotros mismos; no para que se nos vea, sino para que se nos conozca" (T.19.IV.D.19.1) trata sobre la inocencia que pensábamos que habíamos perdido debido a que nos habíamos deshecho de ella ((traducciones alternativas: "la habíamos tirado lejos", o "la habíamos tirado a la basura")), y de repente, es encontrada. No creo que podamos tener una experiencia más importante o más gozosa que reconocer repentinamente que la inocencia que creíamos que nunca jamás disfrutaríamos de nuevo, está ahí. Eso llega de la experiencia de realmente saber, casi por primera vez, que estás verdaderamente perdonado. No creo que haya nada en este mundo que pueda igualar la pura alegría y felicidad, o que pudiera ser ni de cerca tan conmovedor, como esa experiencia de saber que no importa qué cosas horribles pienses que has hecho, o en qué cosa horrible crees haberte convertido, el amor y la luz de tu interior nunca se han alejado de ti, y esa inocencia siempre ha estado ahí.

Índice de las traducciones (esta serie consta de 12 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-milagros-una-espiritualidad.html

domingo, 30 de agosto de 2015

Un Curso de esperanza (XI) Ken Wapnick

Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza

Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
 Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA) 

Doctor Kenneth Wapnick

Parte XI
Culpa frente a remordimiento

Últimamente he empezado a hacer una distinción entre la culpa y el remordimiento ((Nota de Toni: la palabra inglesa remorse significa principalmente remordimiento, pero también recoge en parte el significado de arrepentimiento)). El problema con la culpa es que una vez que eres culpable, inevitablemente seguirás haciendo lo que te hace culpable. La culpa dice que he hecho algo terrible en el pasado, soy una persona terrible en el presente, y merezco ser tratado como una persona terrible en el futuro. Por lo tanto, la culpa retiene el "pecado". Recuerda, la culpa no existe, así que lo más devastador de la culpa no es la culpa en sí, sino lo que sucede cuando creemos que somos culpables. La culpa dice: esto es tan horrible, no puedo ni siquiera mirarlo. Estamos tan abrumados por el odio que sentimos hacia nosotros mismos, que lo reprimimos, lo proyectamos. Una vez más: la culpa se asegura de que sigamos haciendo lo que nos hizo culpables en primer lugar. Eso es lo que Freud llamó compulsión de repetición ((Nota de Toni: también llamada simplemente repetición; es la compulsión a repetir aquello que nos produce dolor o nos desagrada)).

El remordimiento, en la forma en que estoy usando el término, reconoce que hice algo que fue un error, no algo que fue pecado —mi error probablemente hizo daño a otras personas, y sin duda me hizo daño a mí, y no quiero cometerlo de nuevo. Podemos llamar "culpa saludable" a cuando miras algo que has hecho y en lugar de sentirte culpable y esconderte bajo tierra porque eres un gusano tan reprobable, dices: "Fue un error, y ahora entiendo por qué lo hice. No quiero hacerlo otra vez porque causa demasiado dolor tanto a otras personas como a mí". En ese punto, eso no es culpa. Es simplemente decir que cometiste un error y no quieres cometerlo otra vez. A eso es a lo que yo llamaría remordimiento ((Nota de Toni: al ser en este sentido, es conveniente no perder de vista otro significado de ese término: arrepentimiento; el cual es útil de recordar cada vez que en este texto leamos la palabra remordimiento)). La culpa, por su parte, se asegura de que seguirás repitiendo ese "pecado"-error. Toda la idea de mirar con Jesús es para cambiar la percepción del ego desde la culpa hasta el remordimiento ((arrepentimiento)).

La totalidad del Curso, desde la primera hasta la última página, nos dice simplemente una y otra vez: "Cometiste un error. No te estoy juzgando por él. No eres una persona mala ni pecadora, pero has cometido un error y te voy a explicar por qué motivo lo cometiste: es porque tienes miedo del amor. Te voy a mostrar cada una de las diferentes formas mediante las cuales se comete el error —todas tus defensas y todas las formas de especialismo. Te las muestro para que puedas mirarlas conmigo sin juzgarlas". Eso es remordimiento ((arrepentimiento)). No es el error en la forma ((Nota de Toni: el remordimiento, a nivel de la forma no es un error. El verdadero error es a nivel del contenido, o sea, la decisión mental en favor del ego, de la separación y de la culpa; a consecuencia de ese error mental —que es "el error" en singular, pues no hay otro error que ese realmente— se proyecta dicho error, que es mental, al nivel de la forma y entonces aparecen conflictos que podemos interpretar incorrectamente como culpa a nivel de la forma, o podemos interpretarlos correctamente en clave de remordimiento/arrepentimiento a nivel de la forma; y puesto que ese remordimiento a nivel de la forma contiene la actitud de no querer repetir el error, entonces no es un error el remordimiento a nivel de la forma, sino que es más bien el reflejo en la forma de nuestra intención de cambiar de decisión a nivel mental)). La culpa siempre se adhiere a los hechos concretos y entonces la culpa se reprime ((Nota de Toni: la culpa se reprime; o sea que la culpa es algo de carácter más inconsciente que el remordimiento)). El remordimiento dice que eso fue un error en el contenido: elegí al maestro equivocado, y debido a eso hice y dije todas esas cosas, pero no quiero hacer eso más, porque ahora veo las consecuencias de haber elegido a mi ego. Veo lo que eso me cuesta. No siento la paz de Dios. No siento Su Amor, y eso es lo que quiero. Ahora uso mis errores como un aula de clases donde puedo mejorar y aprender para no repetirlos. La culpa me mantiene encarcelado en sí misma.

Una vez más: una vez que sientes culpa, tienes que reprimirla, y cualquier cosa que reprimas la proyectarás. Ello encontrará su camino de salida. Lo que necesitas es mirar a tu error y no llamarlo pecado. Simplemente di: "Esto es algo que no quiero volver a hacer". Practica lo que se dice al comienzo del capítulo 18. Esa sección, "El substituto de la realidad", empieza a hablar del error original ((Nota de Toni: sobre todo a partir del cuarto párrafo, y ya de manera explícita a partir del quinto)). El siguiente párrafo habla de todas las formas que ha tomado el error original, todas nuestras formas de especialismo, pero ahora el contexto es el error original. Necesitamos aplicar esto a todas las formas concretas que simbolizan el error original de separarse del Amor.

«No llames pecado a esa proyección sino locura, pues eso es lo que fue y lo que sigue siendo. Tampoco la revistas de culpabilidad, pues la culpabilidad implica que realmente ocurrió. Pero sobre todo, no le tengas miedo» (T.18.I.6.7-9)

Esa es la definición de remordimiento. Yo digo ((reconozco)) que esto fue una locura; esto nunca podría haber sucedido, y ya no tengo que tenerle miedo. Esto garantizará que nunca lo repita. Si llamo pecaminoso a lo que hice y me siento culpable, tendré miedo de eso, y estaré preparando el escenario para que se repita continuamente, no necesariamente de la misma manera, pero el odio que siento hacia mí mismo en mi interior encontrará la manera de expresarse a través de lo que yo diga o haga.

Por lo tanto, la idea es mirar a nuestros errores y reconocer que son errores. No lo llames pecado sino locura. No lo revistas de culpabilidad... Y sobre todo, no le tengas miedo. A medida que transcurre el día y me vuelvo consciente de las diferentes formas en que reflejo mi creencia en la realidad de la diminuta y alocada idea ((T.27.VIII.6.2)) —todas las veces que me enfado, así como cuando me siento ligeramente contrariado o irritado, nervioso, ansioso, inquieto, con miedo, desmemoriado ((descuidado)), siendo insensible con alguien, o cualquiera de las diferentes formas en que me muestro no amoroso— puedo mirar eso en mí mismo y no juzgarlo. No me califico a mí mismo con los feos nombres del Curso: eres culpable, estás defendiéndote contra la verdad, etc ((Nota de Toni: o sea, que no echo más gasolina al fuego, sino solo agua-perdón: no aprovecho los términos duros del Curso para hacerme reproches a mí mismo; simplemente reconozco tranquilamente mi error, pero no me juzgo por ello calificándome de manera negativa)). Estoy desaprendiendo el error que yo y todos los demás hicimos en aquel instante inicial en el que miramos la diminuta y alocada idea, nos horrorizamos por ella, la calificamos de pecaminosa, y la tomamos seriamente. En el momento en que la tomamos seriamente, fue como si en ese mismo momento aquel diminuto fragmento se involucrara ((o enredara)) en lo concreto —se volvió real, sólido y siniestro. Por lo tanto tuvimos que huir de eso corriendo como demonios, así que inventamos un infierno en el que poder huir para escapar, el cual es el mundo y el cuerpo. Todo esto fue para escapar de un pensamiento de pecado que nunca ocurrió, todo porque nos tomamos en serio la diminuta y alocada idea.

Una vez más, el problema no fue el pensamiento de estar separado, porque eso nunca ocurrió. ¿Cómo puede tomarse seriamente lo que no sucedió y jamás podría suceder? Ese fue el problema —que lo tomamos en serio. Eso se tradujo en nuestro mundo al expresarse de todas las diferentes maneras en las que no somos amorosos ni amables, ya fuese con nosotros mismos o con los demás. Estar en nuestra mentalidad correcta significa estar en nuestra mentalidad errada y reconocer las decisiones de nuestra mentalidad errada, pero sin sentirnos culpables por ellas. No me juzgo a mí mismo por elegir a mi ego, no lo justifico, no lo consiento ((referido a la dejadez, a la indulgencia, a disimularlo, fingir que es otra cosa y no lo que es, etc)), y no lo racionalizo. Digo: "Esto es lo que hice, y no quiero volver a hacerlo". Esa es la diferencia entre la culpa y el remordimiento ((arrepentimiento)). La culpa te instala en el mundo pecaminoso que garantiza que seguirás siendo no-amoroso y no-amable. El remordimiento dice: "Cometí un error. Solo fue eso". Eso es acordarnos de reírnos. ¡Cometí un simple error!

Parte XII: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-y-xii-ken-wapnick.html

Índice de las traducciones (esta serie consta de 12 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-milagros-una-espiritualidad.html

sábado, 29 de agosto de 2015

Un Curso de esperanza (X) Ken Wapnick

Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza

Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
 Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA) 

Doctor Kenneth Wapnick
 
Parte X
"Entrando en la Presencia de Dios" (Conclusión)

Solo para complicar la cosa —lo cual es el motivo de que el ego sea tan brillante (la madre de todos los genios malignos, podríamos decir)—, una vez que elegimos la culpa como defensa, tenemos que defendernos de la culpa. El ego solo extiende capas de defensa sobre defensa sobre defensa. Nosotros elegimos la culpa como una defensa que dice que el pecado es real, y después tenemos que protegernos a nosotros mismos de los horrores de la culpa; concretamente, de que Dios nos va a castigar, porque es uno o el otro. Una de dos: o yo destruyo a Dios, o Él me destruye a mí. Entonces proyectamos nuestra culpa sobre un mundo que nosotros mismos fabricamos y sobre toda la gente que ponemos en él. Y luego nos enfadamos con la gente, esperando que por arte de magia Dios vea lo que está pasando, reconozca como sacrosanto el principio de uno o el otro y diga: "Sí, es uno o el otro y aquí están los culpables, son esos". Con lo que nosotros ahora nos convertimos en los inocentes.

Si tienes la culpa, entonces no la tengo yo. Yo soy no-culpable ((queriendo decir: inocente)). Bueno, la no-culpabilidad es el sinónimo de la inocencia ((Nota de Toni: por aportar un poco de contexto a esto, si no recuerdo mal, en Estados Unidos cuando se juzga a alguien no se decide entre "culpable" o "inocente" —que es la terminología judicial usada en España—, sino que allí se juzga entre "culpable" y "no culpable". Puede sobreentenderse que alguien "no culpable", o "inocente" como sería llamado en España, no es que sea con toda seguridad inocente, sino que simplemente no se pudo demostrar su culpabilidad durante el juicio. Es interesante este contexto porque nos indica que para el ego —y para nuestra sociedad basada en el ego— siempre queda la duda sobre la inocencia, como si no pudiese existir nadie 100% inocente: solamente existiendo los culpables y quienes son "no culpables" porque todavía no se ha podido demostrar fehacientemente su culpabilidad)). Yo soy inocente. Esa persona de ahí es la que es pecadora. Es a ella a la que hay que matar. Pero el problema es que cuando te ataco proyectando mi culpabilidad sobre ti, hay una parte de mí que sabe que estoy inventándome esto y que tú no eres responsable de que yo esté enfermo o de que me sienta molesto ((tb: disgustado, descontento, alterado, a disgusto, etc)), ni eres responsable por mi perpetuo estado de inquietud. Tú no has hecho nada. Por lo tanto si yo tengo esa creencia es porque estoy atacándote, y entonces tú estás justificado para responderme con un contraataque, y entonces tengo miedo. Ese es el ciclo de ataque-defensa del que habla la lección 153: "Los ciclos de ataque y defensa, y de defensa y ataque (...)" (L.153.3.2). Te ataco como una manera de deshacerme de mi culpa ((o sea, ataco a modo de defensa: como un método para defenderme de mi propia culpa; por eso lo de "ciclo de defensa-ataque", o de ataque-defensa)). Así paso de tener yo la culpa, a culparte a ti; pero ahora me vas a atacar como respuesta a mi ataque, y tengo miedo, lo cual significa que la culpa que se originó en mi mente al tratar de protegerse ((de protegerse la mente a sí misma)) de su miedo al amor, ahora engendra miedo. Así que primero tengo miedo y luego siento culpa como una defensa contra el miedo, la cual me conduce al miedo ((Nota de Toni: Con otras palabras: 1) Siento miedo del amor, de Dios; lo cual equivale a rechazar a Dios-amor, o sea, atacar a Dios-amor, lo cual me hace sentir miedo de la venganza de Dios, etc. 2) Siento culpa para defenderme de ese miedo por haber rechazado el amor. 3) Proyecto esa culpa, lo cual es atacar, pero ahora tengo miedo de las consecuencias de mi ataque)). ¡Brillante! —porque no sabemos lo que ha pasado. Lo único que sabemos es que tenemos miedo de que se nos ataque desde cualquier parte. Cada vez que tenemos un pensamiento de ataque —lo cual quiere decir cada vez que nos sentimos culpables porque inevitablemente la culpa siempre conduce a pensamientos de ataque— sentiremos culpa por el pensamiento de ataque, y la culpa exige castigo. Creeré que la persona a la que estoy atacando responderá devolviéndome el ataque.

¿A causa de qué crees que enfermamos? Enfermamos porque cada vez que respiramos, cada vez que damos un paso, estamos matando cientos de miles de microorganismos, los cuales ahora se van a vengar de nosotros, por eso cogemos la gripe, los diversos virus, resfriados, y toda clase de extrañas y exóticas enfermedades. ¿Por qué elegimos enfermar? Porque enfermar es una manera de mitigar el castigo de Dios. Pensamos que nos merecemos ser castigados por Dios a causa de lo que hemos hecho. Y por supuesto que el castigo final es la muerte y ser expulsados del Reino para siempre, lo cual significa el infierno. Así que hacemos un trato con Dios. Las relaciones especiales funcionan siempre mediante tratos y regateos. Decimos: "Mira, sé que hice algo terrible. Sé que Tú estás muy ocupado, hay un montón de asuntos pendientes en Tu mundo, así que me castigaré a mí mismo para que así no tengas que molestarte en hacer ese trámite Tú Mismo. Voy a enfermar". Y de hecho pensamos que Dios se traga ese cuento.

¿Qué agentes nos hacen enfermar? Todos esos microorganismos que deliberadamente destruimos (en el colmo de nuestro egoísmo y egocentrismo) cada vez que respiramos, cada vez que comemos algo, y cada vez que damos un paso. Cada vez que nos metemos en un coche y conducimos, Dios sabe los estragos que estamos causando. Estamos matando a todos, pero no creemos que sean personas porque son muy pequeños y no podemos verlos. Pero nosotros sabemos que ellos lo saben y ellos tienen familia, y la noticia se propaga. Venguémonos de este tipo. Él acaba de pisotear a cientos de miles de nuestros parientes. ¡Cogedle! Y entonces me enfermo.

Una conocida teoría dice que el cáncer es causado por un virus. Pues bien, son todas esas personas que matamos, aunque no las llamamos personas porque establecemos diferencias entre lo que risueñamente llamamos seres vivos. A algunos los llamamos personas, y a otros los llamamos gérmenes, chicos malos, y no pensamos sobre eso. Cuando Buda dijo que debíamos tener compasión de todos los seres vivos, hablaba en serio. Por eso el budismo, cuando se practica verdaderamente en la forma en que se originó, es una disciplina y una espiritualidad muy amable y gentil. Enseña compasión hacia todos los seres vivos. Pero nosotros forjamos una creencia basada en las diferencias. No vemos a todos y a todo como lo mismo.

No estoy diciendo que deberíamos dejar de respirar, o usar filtros especiales ((Nota de Toni: por ejemplo mascarillas para respirar sin matar microbios)), o caminar con una escoba como hacen algunos budistas para no pisar a ningún ser vivo ((insectos por ejemplo)). Simplemente tenemos que entender la locura del sistema, y cómo todo gira en torno a la culpa y el castigo. Es por eso por lo que constantemente elegimos venir a este mundo. Es nuestra culpa la que nos trae a este mundo; es la culpa la que nos mantiene en este mundo; y es la culpa la que refuerza a la propia culpa que nos trajo a este mundo. Es un círculo muy vicioso. Estamos atrapados en este tornillo de banco de la culpa ((Nota de Toni: un tornillo de banco es un instrumento que se compone de una parte fija y otra que se mueve mediante un tornillo, y entre ambas se puede sujetar o ir apretando cada vez más la pieza con la que se trabaja; para entenderlo puede ser mejor ver primero una imagen, como la que podéis ver debajo del final de este párrafo; no cuesta imaginarse un intrumento de tortura basado en sistemas parecidos, como el histórico "garrote vil" que se usaba para las ejecuciones, como podemos ver en la imagen inmediatamente posterior. Valen como metáforas de cómo la culpa nos asfixia y nos limita, torturándonos implacablemente mientras sigamos creyendo en ella)). La culpa nos impulsa a atacar; el ataque nos lleva a temer un contraataque, lo cual significa que tenemos que defendernos, con lo cual lo único que conseguimos es sentirnos más culpables.

Tornillo de banco

Garrote vil

Por lo tanto tenemos estos dos ciclos que se alimentan el uno al otro: el ciclo de culpa-ataque y el ciclo de ataque-defensa, y ambos terminan donde empezaron, con la culpa. Simplemente vamos girando y girando: culpa, ataque, ataque, defensa, y no hay manera de salir de eso. Veamos un maravilloso pasaje de la lección 153:

Es como si estuviera encerrada [se refiere a la mente] dentro de un círculo, dentro del cual otro círculo la atenaza, y dentro de ése, otro más, hasta que finalmente pierde toda esperanza de poder escapar. Los ciclos de ataque y defensa, y de defensa y ataque, se convierten en los círculos de las horas y los días que atenazan a la mente con gruesos anillos de acero reforzado, que parecen aflojarse por un momento, mas sólo para iniciar todo el proceso de nuevo. No parece haber respiro ni final para este aprisionamiento que atenaza cada vez más a la mente. (L.153.3) ((Nota de Toni: esta cita la he traducido con la frase 2 modificada con respecto a la publicación oficial de UCDM en español, para hacerla claramente entendible))

¡Un retrato muy claro de a qué se parece la vida en este mundo! Y la gente cree que este es un mundo agradable. ¿Cómo puede ser un mundo agradable cuando está sucediendo esto todo el tiempo? Los gobiernos, las religiones, las razas viven así porque los individuos viven así. Esto es el sistema de pensamiento del ego; esto es lo que fabricó el mundo. ¿Por qué está la mente aprisionada? Porque la mente elige estar aprisionada.

Hay dos secciones similares en el Texto: "La confusión entre dicha y dolor" y "La diferencia entre aprisionamiento y libertad" (T.7.X; T.8.II). Nosotros las entendemos al revés. Creemos que el pasaje de arriba de la lección 153 trata sobre la libertad: de que soy libre de mi culpa. Pues bien, realmente es aprisionamiento. A veces pensamos que nuestra vida va de maravilla porque hemos dominado la parte del ataque, pero nos hemos olvidado de la culpa. La mente-tomadora-de-decisiones elige aprisionarse a sí misma porque tiene miedo de lo que sucedería si la mente fuera libre. Si la mente fuese libre, reconocería libremente su decisión equivocada y libremente elegiría de nuevo. Cuando elija la Expiación del Espíritu Santo, cuando elija a Jesús como su maestro, y el perdón en lugar del resentimiento ((en lugar de quejas, críticas)), nuestro ser individual desaparecerá, porque este ser se sustenta mediante la culpa y se preserva mediante el ataque.

Elegimos aprisionar nuestra mente por medio de la culpa y entonces atacamos, para que así nunca tengamos que retroceder hasta esa parte tomadora de decisiones y elegir de nuevo. Todos nosotros huimos de la mente, colectivamente como el Hijo único. Hicimos la totalidad del cosmos, la totalidad del universo, y nos dividimos en pequeñas porciones de ego, las metimos en cuerpos, olvidamos que hicimos eso, y todo lo que nos queda a todos nosotros es esta vida aquí en el cuerpo, regida por principios de los que no somos conscientes: uno o el otro, mata o muere ((matar o ser matado)). Alguien detrás de nosotros está moviendo los hilos de nuestras marionetas, y ni siquiera lo sabemos. Creemos que estamos vivos. Esa es la absurda naturaleza de todo esto.

Cuando das un paso atrás, te das cuenta de que es una farsa. Alguna otra cosa ((diferente de nosotros)) está moviendo los hilos que nos hacen actuar, decir, pensar y sentir. No tenemos ni idea de que somos simples robots, programados por una mente que está impulsada por la culpa y dice: "Dios nunca se ha olvidado, así que identifícate con el cuerpo y estarás a salvo". No recordamos eso. De lo contrario, tal como lo describe un pasaje en forma humorística, le diríamos al ego: Me diste gato por liebre. Me dijiste que yo estaría seguro en un cuerpo. Pero ahora estoy en un cuerpo y estoy siendo atacado todo el tiempo. (T.4.V.4). Pero nos olvidamos de que se nos dijo eso, así que todos nosotros nos hemos quedado aquí siendo un cuerpo, escuchando la misma voz que dice "ataca, ataca, ataca", y nos olvidamos de la decisión mental en favor de la culpa que nos sigue conduciendo a atacar, atacar, atacar, y después a defender, defender, defender. Eso es lo único que oímos, y así es como vivimos.

Creemos que el principio de uno o el otro tiene que ver con mi cuerpo frente a tu cuerpo, mi religión contra tu religión, mi país contra tu país, mi equipo deportivo contra el tuyo, mi sexo contra el tuyo. Eso no importa. Siempre estamos librando una batalla, y nos olvidamos de que el principio de uno o el otro no tiene nada que ver con cuerpos. Tiene que ver con un sistema de pensamiento demente que está en la mente, pero está protegido en la mente por su decisión de olvidar que tenemos una mente, y después identificarnos con un cuerpo que creemos que es externo a la mente. De hecho, ni siquiera sabemos que tenemos una mente. Simplemente pensamos que el cuerpo está aquí.

Pero si las ideas no abandonan su fuente, entonces los cuerpos del mundo y el mundo mismo son simplemente proyecciones de un sistema de pensamiento que nunca ha abandonado su fuente en la mente. Por eso el problema tiene que verse donde está, no en otra parte. Mi problema no es la relación especial que tengo contigo o con mis padres. Mi problema no es que mi cuerpo envejezca, ni las personas con las que estoy viviendo o trabajando. El problema no es con el gobierno del que soy ciudadano. El problema es la decisión de mi mente en favor del ego, pura y simplemente. Es tan simple que no podemos creer que ese sea el problema, por lo cual el ego construyó un sistema de pensamiento muy complicado que desemboca en un mundo muy complicado en el que no hay soluciones. Nunca resolveremos los problemas del mundo o del cuerpo, porque el cuerpo y el mundo no son el problema. El problema es que estamos aterrorizados de que nuestra mente elija entrar en la Presencia de Dios. Así que apreciamos ((valoramos)) nuestra culpa, apreciamos la gravedad del pecado ((es decir, nos parece valioso considerar el pecado como algo serio y grave, como algo realmente importante y de enorme gravedad, algo muy serio)), apreciamos nuestro miedo a ser castigados por Dios, y apreciamos la defensa que aparentemente nos protege de todo eso, la cual es vivir en el mundo como un cuerpo. Y entonces nos olvidamos de que el único propósito del Curso es que Jesús nos anime para regresar a la mente para que podamos elegir de una manera diferente: la libertad en lugar del encarcelamiento. Y esa es nuestra única esperanza.

Parte XI: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-xi-ken-wapnick.html

Índice de las traducciones (esta serie consta de 12 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-milagros-una-espiritualidad.html

viernes, 28 de agosto de 2015

Un Curso de esperanza (IX) Ken Wapnick

Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza

Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
 Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA) 

Doctor Kenneth Wapnick
 
Parte IX
"Entrando en la Presencia de Dios" (continuación)

El siguiente pasaje habla sobre este proceso:

(T.11.IV.4.5-6) Las fases iniciales de esta inversión son con frecuencia bastante dolorosas [el cambio desde la mente errada a la mente recta], pues al dejar de echarle la culpa a lo que se encuentra afuera, existe una marcada tendencia a albergarla adentro. Al principio es difícil darse cuenta de que esto es exactamente lo mismo, pues no hay diferencia entre lo que se encuentra adentro y lo que se encuentra afuera. 

Este es otro pasaje que contiene todo el Curso ((que resume la esencia del Curso)), tanto la metafísica como la aplicación práctica. No hay diferencia entre dentro y fuera. Si no hay diferencia entre dentro y fuera, las mismas palabras son irrelevantes y sin sentido. La palabra dentro tiene significado solo cuando hay un fuera. Un interior es lo opuesto de un exterior. De lo contrario, ¿qué significa interior? Y si no hay interior, ¿entonces qué significa exterior? Tenemos que recordar que este es un sistema no-dualista; no hay dentro y fuera.

El principio central del Curso que explica o describe eso es que las ideas no abandonan su fuente. El pensamiento de la separación, la idea de la separación, nunca ha abandonado su fuente que es la mente, lo cual significa que la proyección no funciona ((Nota de Toni: la proyección es para sacar/separar las ideas de su fuente, pero si las ideas no han salido de su fuente, si no han salido de su origen en la mente, entonces la proyección no ha hecho nada)). La mentira fundamental del ego es que podemos deshacernos de lo que no queremos poniéndolo fuera de nosotros mismos. Dios no se ha olvidado, y Dios nos agarrará ((incluso: nos "cazará", nos atrapará)) en la mente, así que nos deshacemos del mundo interior que nos desagrada proyectándolo afuera y fabricando un mundo exterior. Pero las ideas no abandonan su fuente, no hay mundo exterior. No hay fuera; por lo tanto, no hay dentro. Lo único que hay es la mente.

Uno de los preciosos poemas de Helen titulado "Despierta en quietud" empieza con la línea: "La paz te recubre, dentro fuera lo mismo". No podemos tener paz exterior si no hay paz interior, y si hay paz interior, tiene que haber paz exterior, por lo que nunca va a haber paz en este mundo, porque las personas están siempre procurando forjar una paz que es externa. Dado que el mundo funciona con el principio egoico de uno o el otro, en cualquier clase de tratado de paz o de acuerdo de paz habrá siempre un vencedor y un perdedor. El perdedor, por supuesto, simplemente espera hasta tener fuerza, y entonces él se convertirá en el ganador y algún otro será el perdedor. Por eso es que cada revolución exitosa contiene las semillas de la siguiente revolución, y nada cambia jamás. Las personas tienen miedo de la paz interior.

Recuerda, "El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena ((tranquila))" (T.23.I.1.1). Así que la manera de no tener una mente serena ((tranquila)) es no tener un mundo tranquilo, por lo cual nuestro mundo es cualquier cosa menos tranquilo. Está siempre en estado de guerra, ya sea que estemos en guerra con otros gobiernos, con otras razas, otras religiones, u otras especies, como por ejemplo los microorganismos. Siempre estamos en guerra. Tenemos todas esas guerras personales en las que siempre estamos luchando, dentro de nuestra familia, con nuestros amigos y colegas del trabajo, etc.

Una vez más, todo es intencional ((deliberado)). Primero nos culpamos a nosotros mismos, nos atacamos a nosotros mismos, y luego mágicamente creemos que podemos librarnos de la culpa proyectándola sobre algún otro.

(T.11.IV.5.1-2) Si tus hermanos son parte de ti y los culpas por tu privación, te estas culpando a ti mismo. Y no puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos. 

"No puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos" porque la proyección da lugar a la percepción ((T.21.introd.1.1)). Cualquier cosa que hagamos real para nosotros mismos en nuestra mente, la proyectaremos, y debido a que la proyectamos, la percibiremos ahí fuera ((es el significado profundo del refrán que dice: "Cree el ladrón que todos son de su condición")). Percibimos nuestros propios "pecados secretos y odios ocultos" ((T.31.VIII.9.2)) y nuestra culpa. Hacemos todo eso real y entonces decimos que es intolerable y que tenemos que librarnos de eso. Proyectamos eso y ahora creemos que algún otro es el malo, el pecador. Como un pensamiento en la mente, digo que no soy yo el que se ha separado de Dios, algún otro hizo eso. Entonces ¡voilà! ((¡ahí está!)) he nacido, y ahora me doy cuenta de que fueron mis padres quienes me separaron de Dios. Yo no quería salir de mi reino del cielo en el vientre de mi madre. Alguien o algo me empujó afuera, y entonces ellos le dieron mucha importancia a eso. Nadie prestó atención al hecho de que yo estaba llorando, al hecho de que yo no quería venir aquí.

Podemos ver cómo la vida física comienza de esa manera. Vinimos a la existencia no a causa de una decisión tomada por nuestra mente, sino a causa de un espermatozoide y un óvulo. Toda la brillantez biológica que han aportado los científicos desde hace décadas describe espermatozoides, óvulos, cigotos, y luego aparecemos y estamos en marcha. Resulta obvio que es por eso por lo que estamos aquí; es por eso por lo que nacimos. Pero si las ideas no abandonan su fuente, nada sucede biológicamente, porque no existe lo biológico. Solo existe lo psicológico. No hay nada del cuerpo que estudiar ni entender. Lo único que hay es una mente y la manera en que esta funciona. No hay problemas biológicos, fisiológicos, ni neurológicos. Únicamente hay un problema psicológico: el de la mente eligiendo al maestro equivocado. Y hay una única solución: la de la mente eligiendo al maestro correcto. ¡Eso es! Muy simple. Entonces finalmente:

(T.11.IV.5.3) Por eso es por lo que la culpa tiene que ser deshecha, no verse en otra parte. 

Estas simples afirmaciones lo están diciendo todo. Donde vemos la culpa es en el mundo de los cuerpos. Las personas leen el Curso y por desgracia lo entienden todo mal. Creen que trata sobre la sanación de las relaciones. Pues bien, el Curso dice eso, pero no quiere decir eso ((o: "pero no significa eso")). Jesús no siempre dice la verdad (risas), no en la forma, de cualquier modo. Es el contenido de lo que él dice lo que tenemos que entender. Él siempre dice la verdad, pero no en el nivel de la forma. Él simplemente nos dice: "la culpa tiene que ser deshecha, no vista en otra parte", no vista en algún otro cuerpo. El problema no está en mi relación contigo. Mi relación contigo no tiene que ser sanada. Yo no tengo una relación contigo. No hay "fuera". La relación que tiene que ser sanada es la relación de mi mente con mi ego. Ese es el problema.

El Curso está escrito de la manera en que se escribió porque creemos que somos cuerpos, y resulta que los cuerpos están en relación con otros cuerpos. Puesto que es ahí donde nuestra atención mental está enfocada, es ahí donde el Curso comienza, únicamente para que podamos aprender que la proyección da lugar a la percepción ((T.21.introd.1.1)). La horrible relación que tengo contigo es un reflejo de la horrible relación que mantengo conmigo mismo. En mi mente elegí identificarme con el pensamiento equivocado, es decir, con el ego. Ahora bien, esto no significa que no sea útil decirle las cosas claras a otra persona, pero al final, si realmente estás haciendo las cosas bien, te darás cuenta de que no hay nada de qué hablar con la otra persona. La otra persona no es el problema. No importa lo que hayas hecho o lo que hayas dejado de hacer, tú no eres mi problema. Mi problema soy yo, pero ese "yo" no es la figura o el personaje que tiene un nombre y que está encerrado en un cuerpo. La persona que es el problema es mi mente que ha elegido al maestro errado ((o: "al mal profesor", o "al maestro equivocado", etc)). Ahí es donde la culpa es deshecha.

El problema no es la culpa. La culpa dice: "yo pequé"; y el pecado dice: "yo me separé". Pues bien, no me separé, así que no hay pecado ni culpa. ¿Cómo podría la culpa ser un problema? El problema no está en la culpa. El problema está en la decisión de mi mente de creer en la culpa. Hay una gran, gran diferencia. Así que no lucho contra mi culpa. No lucho contra la culpa que proyecté sobre ti. Lo que hago es usar la culpa que proyecté sobre ti para retroceder hasta la culpa en mi mente, a favor de la cual decidí en mi mente, para que así ahora pueda elegir de manera diferente. Esta distinción es absolutamente crucial. "Por eso es por lo que la culpa tiene que ser deshecha, no verse en otra parte".

Saltando una frase llegamos a esta:

(T.11.IV.5.5) Culparse uno a sí mismo es, por lo tanto, identificarse con el ego, y es una de sus defensas tal como culpar a los demás lo es. 

"Culparse a uno mismo", lo cual sigue siendo culpabilidad ((como ya se ha dicho, si en vez de culpar a otros nos culpamos a uno mismo, eso no cambia nada: sigue siendo una manera de expresar culpa)), "es, por lo tanto, identificarse con el ego", lo cual nos indica que ese es el problema. La identificación de la mente con el ego es el problema. Muy claro. Aquí se explica punto por punto. ¿Por qué elegimos la culpa si es tan dolorosa? La razón es que la culpa dice que nos separamos, y si nos hemos separado, ya no estamos en la Presencia de Dios. La culpa también nos dice que lo que hemos hecho es tan inadmisible ((excesivo, irrazonable, desmesurado)) que incluso si creyéramos que hemos deshecho nuestra culpa, aún así Dios no nos permitiría regresar con Él, no nos admitiría de nuevo en el Cielo. Esto nos revela la importancia de la culpa como defensa. Es una defensa, tal como lo son también la ira, la enfermedad, la depresión y todo lo demás aquí. La culpa dice que nunca podremos estar en la Presencia de Dios porque nos separamos de Él, y no solo eso, nosotros no merecemos estar en Su Presencia.

Me gusta siempre recordar a la gente que si piensan que yo o el Curso hemos inventado todo esto, simplemente lean la historia de Adán y Eva en el tercer capítulo del Génesis. Ese es el mito de Occidente. El capítulo 3 es absolutamente brillante. Los que lo escribieron eran expertos ((maestros)). Es una brillante representación del surgimiento del sistema de pensamiento del ego con los mismos conceptos exactamente que encontramos en el Curso, culminando en el castigo final. Por si fuera poco que Adán y Eva fueran castigados con el sufrimiento y la muerte por su pecado, además de eso fueron también expulsados del jardín, desterrados del reino, con Dios poniendo ángeles con lanzas de fuego para evitar que pudieran regresar. Eso es el destierro definitivo.

¿Por qué es ese el mito de Occidente? ¿Por qué la totalidad de la Biblia desde el capítulo 3 del Génesis se deriva de ese mito? De acuerdo a las historias cristianas, Jesús no habría sido enviado a este mundo si no fuera por el pecado. Todo en la Biblia tiene sus raíces en ese tercer capítulo. Por eso ruego a los estudiantes del Curso que no piensen ni por un minuto que el Curso es una ampliación de la Biblia, un "tercer testamento". No tiene absolutamente nada que ver con la Biblia excepto en su lenguaje, pero no en su enseñanza. En la Biblia, el pecado es hecho tan real que incluso Dios responde a él con mano dura, lo cual obviamente certifica la realidad del pecado. Parece como si Él tuviese un lado tierno en su corazón. Él siente un poco de lástima por algunas de sus criaturas, pero no por todas. Entonces Él envía a Jesús a redimir al mundo del pecado que cometió Adán. San Pablo, el arquitecto de la teología cristiana, habla sobre el pecado de Adán.

Ese es el sistema de pensamiento que subyace tras todas las personas de este mundo, independientemente de si creen en Dios o no. Es la idea de que hemos hecho algo totalmente inadmisible, inconcebible. La culpa es lo que nos mantiene fuertemente vinculados con esa idea, motivo por el cual la culpa es la defensa del ego de la que surge todo lo demás. Pero es una defensa, lo que significa que la elegimos para protegernos de lo que tememos. Lo que tememos como egos individuales, como entidades individuales, como seres únicos ((en el sentido de exclusivos, o sea, únicos en cuanto a diferentes de otros)) y especiales, es recordar que todo esto es un sueño y que nosotros lo inventamos todo, porque en aquel punto era obvio que desapareceríamos en la Presencia que hay más allá del velo, y el mundo habría desaparecido —no solo el mundo tal como lo conocemos, sino que la totalidad del mundo desaparecería. El mundo es "el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido" (T.13.introd.2.2). Si eliminas la culpa deja de haber mundo. Y si no hay mundo, el "yo" que pienso que soy, instalado/acomodado en este cuerpo, cesaría de existir. Por lo tanto protejo el mundo y a mí mismo usando todo tipo de defensas, todas las cuales provienen en última instancia de la culpa. Sin embargo la culpa es una decisión, al igual que el ataque, la enfermedad y la depresión son decisiones.

Es necesario para nosotros, entonces, darnos cuenta del propósito para el que sirve la culpa. Es una defensa del ego. Eso es lo que atacarse a uno mismo es. El ataque es una defensa del ego. Más adelante en el Texto hay una sección muy importante titulada "Los dos cuadros", en la que Jesús dice que "todas las defensas dan lugar a lo que quieren defender" (T.17.IV.7.1). El propósito de una defensa es protegernos de lo que tememos. El mero hecho de que usemos una defensa está diciendo que tenemos miedo de algo. En consecuencia, cada vez que elegimos una defensa y luego nos identificamos con ella, estamos eligiendo identificarnos con su propósito, el cual es escapar del miedo, lo cual nos dice que hay algo de lo que debemos tener miedo.

Parte X: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-x-ken-wapnick.html

Índice de las traducciones (esta serie consta de 12 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-milagros-una-espiritualidad.html

jueves, 27 de agosto de 2015

Un Curso de esperanza (VIII) Ken Wapnick

Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza

Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
 Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA) 

Doctor Kenneth Wapnick
 
Parte VIII
"Entrando en la Presencia de Dios" (continuación)

Una vez más, es uno o el otro. O existo yo como un objeto separado, una cosa separada, comenzando como un pensamiento separado en la mente y luego más tarde volviéndose un cuerpo separado, o la alternativa: es Dios lo que hay. Lo uno o lo otro. Dado que creemos que existimos, eso significa que no hay Dios, lo cual desde luego es lo que el ego quiere. Si no hay Dios, ¿cómo podemos entrar en Su Presencia? Eso, por supuesto, es lo que todos queremos ((que no haya Dios)). No queremos entrar en la Presencia de Dios porque en esa Presencia no hay individualidad, no hay exclusividad ((literalmente "uniquicidad": un ser diferente, especial, original, único, bien separado y diferenciado de los demás)), ni hay especialismo. Únicamente hay "una Unidad unida cual Una sola" ((T.25.I.7.1)). Al tener miedo de eso, siempre estamos eligiendo estar separados, y dado que el cuerpo es la encarnación de la idea/pensamiento de la separación, siempre estamos eligiendo hacer nuestros cuerpos reales.

Una de las mejores formas de hacer el cuerpo real es atacar a los demás, para vernos a nosotros mismos como separados ((tb: aparte, distintos)) de los otros cuerpos. Tú me has herido, tú has abusado de mí, tú me has ridiculizado, tú me has traicionado, tú me has abandonado, tú has sido desagradable conmigo. Hay un "tú" que ha sido el agresor, y un "yo" que es la víctima. Por lo tanto hay separación, y por consiguiente es uno o el otro.

Ver todo como lo mismo es la corrección para la creencia del ego de que todos somos diferentes. El principio de uno o el otro está diciendo que somos diferentes, comenzando con la percepción de que Dios es diferente de Su Hijo, el Hijo es diferente de Su Padre. Eso se traslada a todas las cosas de este mundo con nuestros cuerpos diciéndonos que somos diferentes de los otros cuerpos. No hay dos cuerpos iguales. Incluso los gemelos idénticos acaban no siendo perfectamente iguales. Ellos tendrán personalidades diferentes, gustos y aversiones diferentes, y desarrollarán síntomas ((síntomas de enfermedad, o también cualidades diferentes en general)) diferentes. Aquí nadie ni nada es lo mismo; aquí todos somos diferentes. Uno o el otro.

Pero en el nivel de la mente, en el cual está nuestra verdadera realidad, todos somos lo mismo, y es en ese nivel donde reconocemos la verdad del principio que dice: juntos, o de ningún modo en absoluto. No puedo entrar en la Presencia de Dios a menos que lo haga contigo. Esto no se refiere a que tenga que hacerlo contigo físicamente. Tú podrías haber fallecido hace 30 años, y yo todavía podría tener algún reproche ((queja)) contra ti. Eso es suficiente para mantenerme fuera del Cielo, lo cual es lo que quiero. Esa es la idea clave que subyace a todo en este Curso. No queremos entrar en el Cielo, porque si lo quisiéramos, estaríamos ya en él. Estaríamos ya en él porque ya estamos en él. En otras palabras, despertaríamos del sueño que nos dice que no estamos en el Cielo. "Estás en tu hogar en Dios, soñando con el exilio (...)" (T.10.I.2.1). Aquí todo es un sueño. Estamos en casa en Dios. Esa es nuestra realidad. Nunca nos fuimos. Aún somos el único Hijo de Dios, perfectamente unificados con Él ((con Dios)), indiferenciados de Él, pero estamos soñando que estamos en el exilio de la separación, protegidos por la defensa del especialismo ((el deseo de ser especial)).

Así que soy una persona especial con necesidades especiales, y tú eres una persona especial con habilidades especiales que pueden satisfacer mis necesidades especiales. Mis necesidades especiales y tus habilidades especiales se encontrarán, y ese es el "matrimonio hecho en el Cielo", que por supuesto es realmente el infierno, pero nosotros creemos que es el Cielo ((Ken no menciona la localización de la cita, además la modifica un poco al usar la palabra "matrimonio" en lugar de "unión", que aquí de todos modos significa lo mismo. Pero la cita a la que se refiere es la de T.16.V.8.3 la cual en inglés decía "a union made in Heaven", que se tradujo en español como "una unión bendecida en el Cielo", refiriéndose obviamente al infierno de las relaciones especiales, como se ve claramente si se lee el párrafo completo)). Es el Cielo, porque es nuestra versión del Cielo. Nuestra versión del Cielo es la existencia, y no importa si se trata de una existencia feliz o de una existencia miserable. No importa si estamos felices o tristes, vivos o muertos. Si estoy muerto, entonces existo en otro punto, y dependiendo de cuál sea mi sistema de creencias, puedo seguir existiendo después de que mi cuerpo muera. Mientras existimos, todo está en orden, todo marcha bien, todo OK. Eso es el Reino del Cielo para el ego.

El ataque es una manera maravillosa de reforzar nuestra existencia. Tu existencia amenaza la mía, así que tengo derecho a defenderme. Del mismo modo, tú crees que mi existencia amenaza la tuya y entonces crees que tienes derecho a defenderte. La mayoría de las relaciones se mueven en torno a eso. De hecho todas las relaciones giran en torno a eso hasta que nos damos cuenta de en torno a qué giran verdaderamente, y entonces cambiamos de mentalidad y pedimos ayuda. Todas ellas giran en torno a intentar reafirmar nuestra existencia ((por lo tanto, en torno a la culpa)).

Hay una importante sección hacia el final del capítulo 28 titulada "Los votos secretos" que habla de los votos ((juramentos, promesas)) que hacemos los unos con los otros (T.28.VI). El contexto del discurso es la enfermedad, pero el principio funciona con todo lo demás. Todos hacemos un voto —de hecho hay un párrafo que habla de un juramento ((oath en inglés: en T.28.VI.4.4 y en T.28.VI.5.4 aunque en esta segunda cita "oath" se tradujo en español como "voto", en lugar de como "juramento"))— que continuamente renovamos los unos con los otros para defender y apoyar nuestra existencia. No importa quién está en la cima ((quién manda)), quién triunfa, quién pierde o quién gana. No hay ninguna diferencia, en tanto que estamos ayudándonos los unos a los otros a confirmar la realidad de nuestra existencia aquí como cuerpos, como criaturas separadas. No importa si tú crees que estás en una relación de amor o en una relación de odio, porque son lo mismo. Y son lo mismo en última instancia porque sirven al mismo propósito, y no solo eso, por debajo de ese aparente amor lo que hay es odio subyacente de todos modos. Ellas ((las relaciones de amor especial y de odio especial)) reflejan un voto secreto, un juramento sagrado, una promesa que nunca romperemos de reforzarnos la existencia los unos a los otros. Al ego no le importa si nos amamos el uno al otro ((con cada relación especial)) durante 50 años o si nos odiamos el uno al otro durante 50 años, siempre que siga habiendo un "uno al otro".

Esa es otra forma de entender por qué, cuando escribimos nuestro guión como individuos y soñamos nuestro sueño, empezamos nuestra vida física con padres. Ellos son el "otro". En primer lugar, hay dos de ellos. Tienen que ser dos si va a haber un tercero. En algún momento el bebé nace. Ahora hay un "otro" en relación con los otros dos, o con los sustitutos de los padres. Eso no supone ninguna diferencia. Siempre hay un "otro". El bebé no puede sobrevivir sin la ayuda de alguien más. Si no hay alguien más, el bebé muere, porque no va a ser capaz de conseguir comida ni de protegerse a sí mismo. Por lo tanto, en el sistema está incluido el hecho de que hay un "otro". Eso es lo que creemos sobre nuestro nacimiento físico, pero es solo una reconstrucción ((o recreación)) del nacimiento del ego.

El ego nace a raíz de su oposición a Dios. Es por eso que el Curso aborda el problema de la autoridad. ((Quien quiera repasar este tema en el Curso, puede consultar sobre todo la sección T.3.VI y también echar un vistazo a T.3.VII y los alrededores de las citas T.5.V.3.3 y T.11.introd.2.3)) Aquí todo el mundo tiene un problema de autoridad. ¿Quién es el autor de mi existencia? Dios y el ego, desde el punto de vista del ego, están luchando por la autoría de nuestra existencia. Y evidentemente el dios que está luchando es solo una proyección del ego, porque el verdadero Dios ni siquiera sabe que nos fuimos, porque no nos fuimos. Siempre tiene que haber alguien en la oposición.

El ego surgió de su creencia de que él estaba en oposición a Dios y de que Dios está en oposición con nosotros. Uno o el otro. Hay una cita del Manual para el maestro que dice: "No creas que Él se ha olvidado" (M.17.7.4). Dios nunca se ha olvidado de nuestro pecado. Así que Él, el padre enfadado ((o iracundo)), "persigue a su hijo culpable. Mata o muere ((mata o te matarán)) (...)" (M.17.7.10-11). Uno o el otro. Ese es el fundamento ontológico de cualquier cosa que haya acontecido jamás. La totalidad del universo físico, abarcando miles y miles de millones de años —no solo nuestro sistema solar ni solo nuestra galaxia— surge de la proyección de ese único pensamiento de uno o el otro. Nosotros (el único Hijo) nos opusimos a Dios al abandonarle y decirle, en definitiva, que Su Amor no era suficiente, y que queríamos algo más que el Todo. Luego proyectamos esa idea hacia fuera y creímos que Dios ahora estaba abandonándonos y que estaba enfadado con nosotros. Esa es la eterna batalla de la que tratamos de escapar; pero nunca escaparemos. No podemos escapar porque el recuerdo de eso está siempre ahí: "No creas que Él se ha olvidado". Dios nunca se olvidará de lo que hicimos.

Eso es lo que continuamente nos impulsa a hacer real el mundo. La pregunta que la gente a veces se hace es: ¿por qué la gente sigue viniendo aquí? ¿Es que no saben lo que se van a encontrar? ¿No se acuerdan de lo horrible que era? ¿Quién quiere pasar otra vez por la adolescencia? ¿Quién quiere luchar con todas estas relaciones horribles? ¿Quién quiere experimentar el dolor de hacerse viejo y luego morir? ¿Quién quiere hacer eso? ¿Por qué seguimos haciéndolo? Bueno, no es que nos olvidemos. Lo recordamos sobradamente ((el original tiene un tono algo más picante, tal vez parecido a "lo recordamos jodidamente bien", o "lo recordamos condenadamente bien", etc)). Queremos el sufrimiento, el dolor, el Sturm und Drang de nuestras vidas ((Sturm und Drang puede traducirse como "tormenta e ímpetu", o "arrebato y asalto"; en realidad es una corriente literaria y artística de Alemania, del siglo XVIII, que se oponía a las normas usuales y prefería la sorpresa, el drama, el dejarse llevar por las emociones, lo rebelde: ver por ejemplo en la Wikipedia)). Queremos el conflicto, porque el conflicto es lo que demuestra que existimos. Eso es lo que la gente no entiende. Recordamos nuestro propósito. Nos gusta ser individuos, motivo por el cual Jesús nos llama constantemente dementes ((locos)). Nos olvidamos del dolor —no del dolor físico y psicológico: ese lo recordamos y nos encanta. Nos encanta el hecho de que estamos aquí. Lo que olvidamos es el dolor de estar separados, lo costoso que es para nosotros. Ese momento fugaz del placer de decirle a Dios que se largue ((que se esfume, que queremos perderle de vista, que queremos que se vaya lejos y deje de molestar)), creyendo que nos salimos con la nuestra ((en que perdimos a Dios de vista, o sea, que ¡conseguimos la "independencia"!)), y entonces fabricar un mundo entero para apoyar el hecho de que nos salimos con la nuestra, un mundo que nos sostuviera —y nos olvidamos de la agonía. No hay palabras en ningún idioma que puedan verdaderamente expresar la punzante agonía y dolor de estar separados. Lo único que sabemos es que apreciamos nuestra existencia, y estaríamos encantados de morir, y de hecho morimos una y otra vez, para apoyar-sostener-mantener-continuar esa existencia.

Lo que tenemos que hacer con este Curso es permitirnos a nosotros mismos elevarnos por encima del campo de batalla ((ver por ejemplo la sección T.23.IV: Por encima del campo de batalla)) y mirar de nuevo con Jesús hacia abajo a este mundo para ver a qué se parece realmente. Por eso hay tantos pasajes en el Curso que hablan de a qué se parece el mundo. En el Curso se habla muy poco de a qué se parece el Cielo, pero se habla mucho de a qué se parece el mundo y a qué se parece la vida en el cuerpo. El comienzo del capítulo 13 es uno de esos pasajes incisivos que describen esto. El pasaje empieza con la línea que dice: "El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido" (T.13.introd.2.2). Esa culpabilidad se refiere al sentimiento de culpa por la creencia de que hemos destruido el Cielo. Uno o el otro: si yo existo, el Cielo tiene que ser destruido. Después Jesús describe a qué se parece el mundo y a qué se parece estar en un cuerpo. Y acaba el pasaje diciendo: "Si este fuese el mundo real, Dios sería cruel" (T.13.introd.3.1). Si esto es lo que la realidad realmente es, Dios sería cruel, porque ¿quién crearía un mundo en el que hubiera tanto dolor y sufrimiento? Bueno, la respuesta es obvia: Dios no. Nosotros lo hicimos, y hay un método en nuestra locura, una razón por la que hacemos esto, y la razón es que esto prueba que hicimos posible lo imposible ((que conseguimos sacar adelante lo imposible)). Esto demuestra claramente que nunca volveremos a casa. Creemos eso porque no queremos volver. No queremos entrar en la Presencia de Dios.

Hay otra importante cita que dice: "El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena" (T.23.I.1.1). Pues bien, no queremos el recuerdo de Dios. Si permitimos que ese recuerdo se abra paso en nuestra conciencia, desapareceremos en él, porque no podríamos soportar el Amor de ese pensamiento si nos permitiésemos experimentarlo. Así que no nos permitimos experimentarlo. Si "el recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena" ((quiet mind significa mente serena o mente quieta, mente silenciosa, o mente tranquila, mente aquietada, etc)), lo único que tenemos que hacer es mantener nuestra mente ocupada. Bueno, el pecado, la culpa y el miedo mantienen a nuestra mente muy ocupada ((atareada, inquieta)). Después nuestra mente proyecta todo esto fuera, fabricamos un mundo, y entonces estamos constantemente ocupados reforzando el hecho de que hay un mundo aquí. Parece como si nuestros cuerpos estuviesen ocupados. Ellos están siempre haciendo algo. Incluso cuando creemos estar durmiendo, nuestro corazón está latiendo, nuestros pulmones están respirando, nuestro sistema digestivo está funcionando. Cuando estamos despiertos, todos sabemos lo ocupados que solemos estar, no solo con lo que nuestros cuerpos hacen, sino en términos de cómo pensamos ((cómo pensamos y cuánto pensamos: siempre aferrados a alguna actividad mental limitada, ya sea preocuparnos por algo, criticar a alguien, compararnos con alguien, etc, sin apenas concedernos un momento de descanso)). Siempre estamos muy ocupados, y todo esto es intencional ((deliberado)) porque "el recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena".

Si tenemos miedo de esa calma ((serenidad, silencio, quietud)) a causa de adónde nos conducirá, simplemente tenemos que mantener nuestra mente y nuestro ser en un perpetuo estado de inquietud, y todos somos muy buenos en la invención de un problema tras otro. Somos expertos en eso, maestros de eso. Solo con la manera en que hicimos al cuerpo tan imperfecto ya tenemos prueba de eso. Siempre tenemos que comer, que respirar, que evacuar. Siempre tenemos que hacer algo, y a medida que envejecemos, las cosas se vuelven más y más problemáticas. Entonces toda la idea de las relaciones entra en un nivel psicológico, y (("it": la vida, las relaciones, el pensamiento/idea general de "relación")) se vuelve casi imposible. Es todo intencional. No queremos entrar en la Presencia de Dios, así que atacamos continuamente a Su Hijo, siendo Su Hijo nosotros mismos y todo aquel que aparezca en nuestra vida. Una vez más, no importa si nos atacamos a nosotros mismos o a algún otro.

Parte IX: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-ix-ken-wapnick.html

Índice de las traducciones (esta serie consta de 12 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-milagros-una-espiritualidad.html

miércoles, 26 de agosto de 2015

Un Curso de esperanza (VII) Ken Wapnick

Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza

Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
 Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA) 

Doctor Kenneth Wapnick
 
Parte VII
"Entrando en la Presencia de Dios"

"No puedes entrar en la Presencia de Dios si atacas a Su Hijo" es una frase de la sección "La herencia del Hijo de Dios" en el capítulo 11 del Texto ((Aquí he traducido más literalmente la mencionada cita (T.11.IV.5.6), pues el verbo "entrar" que usa aquí Ken Wapnick —y que se usa literalmente en el Curso en inglés— se ajusta muy bien al tema de este artículo)). Es una de esas frases que resumen en sí mismas toda la teoría del Curso. Nos ayuda a entender por qué nos enfadamos, criticamos, juzgamos y encontramos culpa. También en esa sección, y de hecho en la sección anterior así como en muchas otras partes del Curso, se nos enseña que atacar a otros no es diferente de atacarse uno a sí mismo. Culparse a uno mismo es lo mismo que culpar a otros porque, dado que no hay un mundo ahí fuera ((T.12.III.6.6-7)) y que la proyección produce la percepción ((T.21.introd.1.1)), cualquier cosa que sintamos con respecto a nosotros mismos la expresaremos a continuación exteriormente. Cualquier cosa que expresemos exteriormente es el resultado directo de lo que estamos sintiendo dentro.

Por tanto, la idea de que no podemos entrar en la Presencia de Dios si atacamos a Su Hijo es cierta tanto en el caso de que nos ataquemos a nosotros mismos, como también es cierta para el caso de cuando atacamos a otros. Nuestro terror a entrar en la Presencia de Dios es el motivo por el que hicimos el mundo en primer lugar, y una de las principales formas de defendernos de ese miedo y privarnos a nosotros mismos de entrar en la Presencia de Dios es atacar. Por eso el Curso nos dice que "el mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios" (L.PII.Preg3.2.1). ¡Eso fue! Todo aquí es un ataque contra Dios: nacer es un ataque contra Dios, tomar una respiración es un ataque contra Dios, porque todo esto hace el cuerpo real, y si somos cuerpos, no somos mentes. Si no somos mentes, no hay manera de que podamos tener acceso al pensamiento que nos lleva a la Mente, la Mente de Dios o la Mente de Cristo. Así que atacamos porque no queremos entrar en la Presencia de Dios.

El cuarto obstáculo para la paz, "El temor a Dios", es una sección maravillosa por muchas razones. Las sub-secciones de "Los obstáculos a la paz" del capítulo 19 del Texto ((T.19.IV)) nos llevan a lo largo de un viaje, y cuando llegamos al cuarto obstáculo, la idea es que estamos casi listos para penetrar el velo final —deshacer el obstáculo final y estar en la Presencia de Dios, lo cual realmente es estar en la Presencia de nuestro verdadero Ser. Esa sección final no habla sobre Dios. No es sobre la unidad con la Divinidad o sobre "una Unidad ((o Unicidad)) unida cual Una sola" ((T.25.I.7.1 usando las mayúsculas del original de Ken de este artículo en inglés y del original en inglés de la 3ª edición de ACIM)); no se trata de ninguna quimera o fantasía, ni de ideas no-dualistas de tipo presuntuoso. De lo que habla esta sección es del perdón a tu hermano. Eso es lo que hace que el Curso sea tan diferente de cualquier otra espiritualidad. Al mismo tiempo que contiene todas estas ideas sublimes y maravillosas sobre nuestra unidad con Dios, sobre la naturaleza ilusoria del universo físico, y sobre el hecho de que la única realidad es Dios y la Unidad de Dios, nos anima y nos da pautas muy específicas sobre la manera de vivir en este mundo ilusorio. El principio que debe regir nuestra vida diaria aquí es el perdón. Esa es la manera de que logremos nuestra meta final de retornar a lo que en un pasaje se describe como "una Unidad unida cual Una sola" (T.25.I.7.1). La manera de que entremos en la Presencia de Dios es por medio del perdón total a otra persona, sea quien sea ese amor especial o ese odio especial.

En vez de hablar de a qué se parece la Presencia de Dios, lo que el Curso nos dice es cómo alcanzar la Presencia de Dios, cómo volver al lugar del que nunca salimos. El tema de esta clase ((el tema de esta charla de Ken)), No puedes entrar en la Presencia de Dios si atacas a Su Hijo, lo resume todo. Así es como lo hacemos. Esa idea nos da también una manera de entender por qué estamos constantemente atacándonos a nosotros mismos y los unos a los otros. No importa cuántos años hayamos estado estudiando este material y siendo dedicados, sinceros y serios sobre él, eso no nos impide juzgar, encontrar culpa ((hacer reproches)), criticar, enfadarnos; y ciertamente no nos impide tener todos los sentimientos de auto-odio que son auto-ataque o culpa. Esto explica por qué.

Siempre me gusta citar la famosa frase de Hamlet, "Aunque esto sea locura, hay cierto método en ella" ((se ha traducido de diversas maneras, otra forma que podría ser aún más clara: "Aunque sea locura, aún hay cierto sentido en lo que dice"; pero dejo como principal la otra forma más literal, porque en lo siguiente que dice Ken sigue el hilo de la palabra "método")). Hay un método en nuestra locura. Hay una razón, un propósito detrás de todo lo que hacemos aquí, especialmente para todos nuestros pensamientos de ataque. Esto es un tema importante del Libro de ejercicios, es un tema importante en todo este Curso. Hay esa importante lección, "Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación" (L.72). Pues bien, el plan de Dios para la salvación es el perdón. Si estamos albergando resentimientos, es obvio que no estamos perdonando. Abrigamos resentimientos por una razón: no queremos aceptar el plan de Dios para la salvación, el cual es el perdón. La consumación final de ese plan es la aceptación de la Expiación. Inventamos problemas por una razón. Hay una razón, no solo para enfadarnos, sino para ponernos ansiosos ((nerviosos, inquietos)), temerosos y deprimidos. Hay una razón para inventar problemas cuando no hay problemas, para inventar un mundo y creer que hay un mundo cuando no hay mundo. Hay una razón detrás de todo eso.

La sección "¿Qué es la paz de Dios?" del Manual para el maestro nos dice muy claramente que cuando nos enfadamos, es como si cayera un telón y entonces la paz de Dios desaparece de nuestra vista (M.20.3) ((El artículo en inglés da ese párrafo de M.20.3 como referencia, pero para entenderlo mejor con la metáfora del telón hay que seguir leyendo un par de frases del siguiente párrafo, hasta llegar a M.20.4.2)). Esta es una afirmación intencional ((centrada en actitudes que mantenemos deliberadamente, o sea, intencionalmente)). Nos enfadamos porque no queremos la paz de Dios —queremos que haya un telón, un velo o cortina, algo entre nosotros y la paz de Dios, algo entre nosotros y nuestro entrar en la Presencia de Dios. Por eso nos enfadamos; por eso consentimos todos nuestros pensamientos de especialismo y todas nuestras prácticas de especialismo. Por eso cualquier cosa que hacemos para reforzar el universo fenoménico —para hacer real el mundo físico— es intencional ((deliberada)). Una vez más, eso es lo que hace que este Curso sea único.

Muchas otras espiritualidades, especialmente de Oriente, también dicen que el mundo es una ilusión. Pero ninguna de ellas habla de la naturaleza intencional del mundo, por qué hicimos el mundo, por qué elegimos nacer en este mundo, por qué constantemente elegimos tener todos estos pensamientos, por más ilusorios que ellos sean. Hay una razón para todo eso: estamos aterrorizados de la posibilidad de desaparecer en la Presencia que hay más allá del velo. Hay esa maravillosa cita que viene cerca del final del cuarto obstáculo para la paz donde Jesús nos dice: "Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo, no para perdernos sino para encontrarnos a nosotros mismos; no para que se nos vea, sino para que se nos conozca" (T.19.IV.D.19.1) —no estar más tiempo en el mundo de la percepción, el mundo de sujeto y objeto, el mundo de la dualidad, el mundo de los cuerpos, sino que se nos conozca, lo cual en el Curso es un sinónimo del Cielo o Unidad.

La palabra clave en esa cita es "juntos". "Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo (...)". Juntos, dice Jesús, tú y yo, y con nosotros, todos nuestros hermanos. La misma sección también dice que levantamos este velo "juntos, o no lo hacemos en absoluto" (T.19.IV.D.12.8; cursivas mías). La persona con la que hacemos esto juntos es cualquiera a la que estemos excluyendo, cualquier objeto de nuestro especialismo, sea de amor especial o de odio especial. Elevamos el velo "juntos, o no lo hacemos en absoluto", lo cual es la corrección del Espíritu Santo para el principio del ego de o uno o el otro. El principio de uno o el otro es lo que establece al ego como una aparente realidad, como una entidad separada. Era uno de dos: o el Amor de Dios y la perfecta Unidad, o nuestra separación y el amor especial, porque no pueden ser ambas opciones a la vez. Cuando decidimos creer en las mentiras del ego, cuando elegimos creer que la "diminuta y alocada idea" ((T.27.VIII.6.2)) de estar separados de Dios fue algo real, y la tomamos seriamente, en ese momento el ego nació. Ese fue el instante en que surgió el principio de uno o el otro. Una de dos: o yo existo, o Dios es.

Pronto en el Texto, Jesús muestra la diferencia entre existencia ((existence)) y ser ((being; esto último en el UCDM español frecuentemente se prefirió traducirlo como "estado de ser")). Ser es un estado de realidad; existencia es nuestra vida aparente en este mundo. Podemos decir que el ego existe; el espíritu es. Hay una frase en el Libro de ejercicios que dice: «Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio» (L.169.5.4). ¿Qué más se puede decir? Dios es, lo cual significa que Dios es perfecto Ser. Ese es el estado de la perfecta Unidad. «Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las palabras carecen de sentido». No hay labios para pronunciar las palabras, ni oídos para poder escucharlas, porque todo lo que hay en la realidad es "una Unidad unida cual Una sola" ((repitamos la referencia, T.25.I.7.1, ya dada anteriormente un par de veces)), una unidad indiferenciada, que es la manera en que muchos de los místicos se refieren a esa experiencia. No hay comienzo ni final. Hay un hermoso pasaje en el Libro de ejercicios que describe cómo las luces del Cielo se iluminan ((se encienden)), y no hay ningún lugar donde una comience y otra termine (L.129.7.5). Todas se vuelven una sola luz, un solo amor, un solo Ser.

Parte VIII: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-viii-ken-wapnick.html

Índice de las traducciones (esta serie consta de 12 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-milagros-una-espiritualidad.html

martes, 25 de agosto de 2015

Un Curso de esperanza (VI) Ken Wapnick

Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza

Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
 Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA) 

Doctor Kenneth Wapnick
 
Parte VI

(T.31.I.2.7-8)  Lo que te has enseñado a ti mismo constituye una hazaña de aprendizaje tan gigantesca que es ciertamente increíble. Pero lo lograste porque ése era tu deseo (...).

Ése era tu deseo, lo cual quiere decir que no queremos aprender las lecciones que enseña el Curso, porque si lo quisiéramos, lo haríamos. Mira lo que aprendimos en su lugar. Ese es el punto clave. No creo que haya nadie que discutiera esto pensando que podría salirse con la suya. Este mundo es increíblemente complicado. Basta con que pienses en cómo funciona el cuerpo. El cuerpo es muy complicado, y brillantemente concebido para confundirnos más aún cuando se estropea (se enferma, etc) y entonces necesitamos teorías aún más complicadas para arreglarlo. Esto es interminable. Hicimos microorganismos, como los virus, que sufren mutaciones y que son más inteligentes que las vacunas que nos inyectamos para defendernos de ellos. Esto se vuelve cada vez más increíble, confuso y desesperado. Hicimos el mundo de esa manera, y aprendimos a sobrevivir en él.

Así que Jesús tiene todo el derecho de decir: "No me digas que no puedes aprender lo que estoy enseñándote". La razón por la que no aprendemos esto es que no queremos aprenderlo. Por eso él dice: "Lo lograste porque ése era tu deseo". Una de las características que hacen único este Curso es que se centra en la motivación, la cual por supuesto es un importante término psicológico. Cualquier maestro sabe que es muy frustrante enseñar a alumnos que no están motivados. Y cualquier terapeuta sabe que los pacientes forzosos (por ejemplo los enviados por el juzgado o alumnos enviados por la escuela al psicólogo) son los peores pacientes porque no quieren estar ahí. El tribunal (o alguna autoridad) les ha dicho que tienen que ir. Pero como no están motivados, no aprenderán y no cambiarán.

Así que el gran reto de Jesús como nuestro maestro en este Curso es motivarnos a aprender, y el único modo en que él puede motivarnos a aprender es convenciéndonos de que necesitamos aprender, lo cual significa que necesitamos saber lo miserables e infelices que somos debido a lo que nos hemos enseñado a nosotros mismos. Hay dos frases que al ponerlas juntas quedan así: "Renuncia ahora a ser tu propio maestro. (...) pues no fuiste un buen maestro ((lo último, literalmente: "pues te enseñaste mal"))" (T.12.V.8.3; T.28.I.7.1). Tenemos que admitir que nos hemos enseñado mal y que no nos gusta la manera en que estamos viviendo, pero sin echarle la culpa a las circunstancias externas.

Todos los que estamos aquí podríamos ser dichosamente felices al aprender que no estamos aquí. "¿De qué otra forma puedes encontrar dicha en un lugar desdichado, excepto dándote cuenta de que no estás en él?" (T.6.II.6.1). Darnos cuenta de que no estamos aquí es la cosa más gozosa (alegre) que podemos aprender. En eso es donde está la esperanza. Si no estamos aquí, ¿dónde estamos? Estamos en nuestra mente, y podemos hacer algo con respecto a nuestra mente. Podemos hacer algo con respecto a lo que estamos pensando. Eso nos da esperanza. Eso es lo que nos devuelve nuestro poder, no el poder para dominar, oprimir y mandar, sino el poder de elegir.

Una vez más, Jesús nos está diciendo que no debemos dudar de nuestra capacidad para aprender. Miremos lo que nos hemos enseñado a nosotros mismos. Las leyes de las relaciones especiales son increíblemente complicadas, y pasamos toda la vida tratando de dominarlas. El amor no es complicado. Simplemente amas. No haces distinciones. Amas a todos, sin importar lo que ellos hagan, sin importar lo que digan, sin importar quiénes son.

El especialismo no es así. Con el especialismo te ves obligado a averiguarlo todo. ¿Cuáles son los puntos débiles de esta persona? ¿Cuáles son sus puntos fuertes? ¿Qué quiero conseguir? ¿Cómo lo consigo? ¿Cómo puedo hacer que parezca que no estoy consiguiéndolo cuando en realidad lo he conseguido? ¿Cómo puedo engañarlos? Es muy complicado, pero todos somos muy buenos en eso; ahora es nuestra segunda naturaleza. Empezamos a aprender esto al nacer. ¿Cómo puedo conseguir la atención de mis padres? Lloro. Funciona. Ellos me sostienen y entonces me hacen eructar y me siento bien. Entonces si quiero más atención, consigo tener más gases. Somos buenos en eso, y nunca paramos de eructar. Piensa en lo util que sería ir por la vida sabiendo que todo es simplemente un eructo, y que lo que toda la gente quiere es simplemente ser sostenidos y que les den unas palmaditas en la espalda, y que alguien les diga, ya está, ya está, todo está bien. Sabemos cómo conseguir ese tipo de respuestas de la gente.

No estamos hablando de un simple cuerpo, planeta o sistema solar. Estamos hablando de todo un cosmos. Es extraordinariamente complicado. Los científicos están buscando una explicación simple, la única cosa que lo explique todo. Bueno, ellos no saben dónde buscar. He aquí la única cosa que lo explica todo: el tomador de decisiones eligiendo la culpa. Esa es la explicación, y la verdadera teoría de cuerdas es cómo todas esas cuerdas se unen entre sí y forman un mundo. El agujero negro es el agujero negro de la culpa que se lo traga todo. Esto es muy simple, y la solución es simple. Simplemente miras a eso ((la culpa)) y recuerdas reírte de lo absurdo que es que un trozo de la viviente y amorosa Unidad de Dios pudiera arrancarse a sí mismo de esa Unidad y declararse él mismo como su propio ser y su propio creador. Pero esto significa renunciar a lo que creemos que es verdad.

Por eso es por lo que al comienzo del capítulo 24 se dice: "Aprender este curso requiere que estés dispuesto a cuestionar cada uno de los valores que abrigas. Ni uno solo debe quedar oculto (...)" (T.24.introd.2.1-2). Bueno, todos tenemos una multitudinaria lista de valores, pero el valor esencial es: Yo me valoro. Valoro el sistema de pensamiento que me fabricó. Valoro el sistema de pensamiento de ataque que me protege y me preserva, porque el pensamiento que no perdona, el pensamiento de ataque, "protege la proyección" (L.PII.Preg1.2.3). Mientras yo pueda justificar el odio y la ira que siento contra ti, mi ataque contra mí mismo seguirá estando oculto, protegido, y nunca será sanado. Eso es lo que apreciamos; eso es lo que valoramos. Por eso valoramos el ataque y por eso valoramos el cuerpo. El cuerpo demuestra que existimos.

Por eso es por lo que este no es un curso sobre el cuerpo; es un curso sobre la mente. "Este es un curso acerca de causas, no de efectos" (T.21.VII.7.8). El milagro hace retornar el problema hasta la causa para que así pueda ser cambiada. La magia lleva el problema, la causa, adentro del mundo de los efectos y confunde ambos. La magia dice que el mundo, el cual es realmente el efecto, me ha causado. Soy la víctima; estoy a merced de fuerzas que están más allá de mi control. Por eso la lección 76 es tan importante: "No me gobiernan otras leyes que las de Dios". Creemos que estamos sometidos a las leyes del cuerpo, las así llamadas leyes naturales. Las únicas leyes que nos rigen son las leyes de Dios, las cuales son las leyes del Amor, de la Unidad y de la vida eterna. Si quieres llamarlo una ley, la ley del perdón es el puente que recorre la grieta ((de la separación)) y nos lleva desde las leyes del mundo y del cuerpo hasta volver a las leyes de Dios. Por lo tanto, lo único que Jesús nos está diciendo es: "No me digas que no puedes aprender mi curso".

Este curso es autosuficiente. A todas las personas siempre les gusta disponer de un truco. Ellas siempre encuentran otra manera de practicar el perdón, otro libro, etc. Pero está todo aquí. No se necesita una secuela que continúe y que enmascare Un Curso de Milagros. El Curso ya viene completo con un maestro —¡y las pilas incluidas! No necesitas conseguir ningún otro material. Su enseñanza es muy consistente y simple. Por eso no la usamos, porque nos gusta lo complicado. "La complejidad forma parte del ámbito del ego" (T.15.IV.6.2). Una vez más, ¿qué podría ser más simple que decir que lo que es falso es falso y lo que es verdad es verdad? Lo que es falso no puede ser cierto, y lo que es cierto no puede ser falso.

Aunque el Curso nos habla de la Unidad del Cielo, nos enseña cómo vivir ese principio de unidad en este mundo al aprender que todos somos lo mismo. "Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo" (T.15.XI.10.11). Mira a todos como lo mismo porque todos todos tenemos la misma mente. Mira cada situación como lo mismo porque cada situación es parte de nuestra aula de clases, si elegimos aprender de esa situación, o si elegimos aprender las lecciones del perdón. Una vez más, el Curso viene completo con un maestro ((Jesús)) y un plan de estudios. Nosotros somos el plan de estudios. El aula es nuestra vida, y el plan de estudios son todas nuestras relaciones. ¿Por qué buscar en otra parte? Buscamos en otras partes porque esto es demasiado aterrador, y es aterrador porque es la verdad. Algo en nuestro interior sabe que esto es la verdad, y por eso hemos acogido esto ((esta enseñanza, esta práctica)) y le hemos dedicado tanto tiempo, pero es también realmente importante reconocer cuán temerosos estamos. Volvemos de nuevo a la idea de la resistencia. Tenemos que observar nuestra resistencia con respecto a por qué no estamos aprendiendo lo que es tan simple.

Parte VII: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-vii-ken-wapnick.html

Índice de las traducciones (esta serie consta de 12 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-milagros-una-espiritualidad.html