lunes, 8 de agosto de 2016

Facimoutreach P-954

¿Cómo podría haber algún otro camino verdadero que no sea el Curso?

P-954: Un Curso de Milagros dice que es sólo uno entre muchos caminos al hogar ((M.1.4.1-2)). Sin embargo he oído que el único camino a casa es abandonar el sueño. Pero puesto que no hay otros caminos que digan que este mundo es un sueño, o que expliquen cómo llegamos aquí, o el sistema de pensamiento del ego, o la culpa ontológica, o que los cuerpos no existen, o que sólo hay uno de nosotros y no billones y billones, etc., etc., ¿cómo puede haber realmente otros caminos que nos conduzcan a la paz y entonces al hogar? Los fundamentos metafísicos son tan esenciales que, en mi opinión, el Curso es el único camino al hogar. ¿Podríais explicar a qué otros caminos se refiere el Curso en esa cita que he mencionado? ¿Y podemos realmente llegar a casa sin entender nuestra propia psicología y por qué actuamos como lo hacemos? Me parece que el Curso fue escrito porque ningún otro camino nos había despertado a estas ideas.

Respuesta: Tienes razón en que la metafísica y la psicología de Un Curso de Milagros son únicas.Y es casi inevitable que si el Curso te habla (te resuena), vas a sentirlo como el único posible camino al hogar. Pero los seguidores de la mayoría de los caminos podrían hacer exactamente la misma reivindicación —y tal como atestigua la historia del mundo, con demasiada frecuencia se hace de un modo muy poco amable. La convicción de que el nuestro es el único camino es el resultado de la confusión entre forma y contenido.

Cuando reflexionamos sobre los caminos espirituales, podríamos considerar el contenido como siendo sinónimo de propósito o de objetivo, y la forma como siendo el método para alcanzar ese objetivo. El Curso nos dice que el instante santo, la relación santa y la enseñanza del Espíritu Santo «todos ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cambiar tus sueños de terror a sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al conocimiento» (T.18.V.1.4). De hecho, ese es un excelente resumen del propósito del Curso mismo. Trata de ayudarnos a cambiar nuestra mente desde nuestra imaginaria culpa (simbolizada en el Curso por el ego), hasta el recuerdo del todo-abarcador Amor de Dios (simbolizado en el Curso por el Espíritu Santo). Dentro de este mundo soñado, una vez que hayamos hecho ese cambio, pasaremos de proyectar culpa a todos lados, a extender amor. Cómo y cuándo conducirá este cambio a despertar del sueño no es tampoco asunto nuestro, ni asunto del Curso —que nos dice que Dios mismo será el responsable de ese paso final (T.18.IX.10).

El Curso, entonces, no es nuestro camino al hogar. Más bien es una herramienta para crear las condiciones en nuestra mente en las que podamos encontrar nuestro camino al hogar. Aunque el Curso puede conducirnos a la verdad, no hay que confundir sus palabras, su metafísica y su psicología con la verdad misma. Tal como el Curso dice, «las palabras no son más que símbolos de símbolos. Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad» (M.21.1.9-10). De manera que aunque el amor que inspiró el Curso es real, en algún momento tenemos que tomar conciencia de que el Curso mismo es todavía parte de la ilusión.

Si es la parte de la ilusión que nos ayuda a despertar a lo que se encuentra más allá de la ilusión, entonces eso es una cosa maravillosa. Pero eso no quiere decir que sea la única cosa en este sueño que sirva para ese propósito, ni que el Curso sea útil para ese propósito con todas las personas. Para algunos, la explicación del Curso de cómo llegamos aquí y por qué hacemos lo que hacemos podría no tener absolutamente ningún sentido. Pero ciertamente eso no significa que ellos no puedan despertar al Amor de Dios. Una persona podría tener una experiencia de mentalidad recta leyendo el Curso, contemplando una puesta de sol, leyendo la Biblia, hojeando la guía telefónica, en medio de una zona de guerra o en millones de otros posibles escenarios. Este es el motivo de que el Curso diga que «existen muchas otras miles de formas, todas con el mismo desenlace» (M.1.4.1-2). En declaraciones como esa, Jesús en realidad está diciendo que la forma es irrelevante —lo que importa es el significado o propósito que nosotros le damos a la forma. Por lo tanto, Jesús no se está refiriendo a otras formas en concreto. Más bien está reconociendo que el prerrequisito para despertar no es ningún conocimiento, forma o punto de vista en concreto, sino más bien una simple decisión. Y lo que lleva a cualquier otra persona a tomar esa decisión, o el motivo por el que la toma, está más allá de nuestra comprensión y no es asunto nuestro.

En este sentido, es útil recordar que: «Un maestro de Dios es todo aquel que decide serlo. Sus atributos consisten únicamente en esto: de alguna manera y en algún lugar ha elegido deliberadamente no ver sus propios intereses como algo aparte de los intereses de alguien más» (M.1.1.1-2).

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions192.htm#Q954

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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