viernes, 14 de agosto de 2020

Lo siguiente es un comentario que me hizo un amigo hace años

Un amigo es aquel con quien puedes estar en silencio
sin la obligación de rellenar ese hueco de tiempo con palabras.

viernes, 7 de agosto de 2020

Aceptación. Este Momento es Dios

Cualquier término puede tener múltiples significados según el contexto en el que se utilice. Así ocurre también con la palabra «aceptación».

En un sentido, solo se puede aceptar lo que existe, lo que es verdad. En este sentido solo lo que viene de Dios es aceptable.

En otro sentido, el término aceptar se refiere a una actitud perdonadora de indefensión y mansedumbre, en la que no se rechaza o se lucha sino que se aprecia el reflejo de la verdad que podemos hallar en todas las cosas cuando las miramos con los ojos del perdón.

Todas las cosas obran conjuntamente para el bien. En esto no hay excepciones, salvo a juicio del ego. (T-4.V.1:1-2)

En este sentido todas las cosas son aceptables, pues no son sino reflejos de nuestro verdadero ser, si las sabemos mirar con ojos amorosos. Hay otras citas del Curso que resuenan con esta aplicación de una universal aceptación, ya que todo es uno y rechazar un fragmento del Hijo de Dios sería atacarlo y por tanto perderlo de vista, pero al aceptarlo conseguimos unificarnos y reconocernos:

El ego analiza; el Espíritu Santo acepta. Sólo por medio de la aceptación se puede llegar a apreciar la plenitud, pues analizar significa fragmentar o separar. (T-11.V.13:1-2)

Para lograr este objetivo tenemos que reemplazar el ataque por la aceptación. Mientras sigamos atacando, no podremos entender cuál es el plan de Dios para nosotros. Estaremos, por lo tanto, atacando lo que no reconocemos. (L-72.10:2-4)

Pero en el otro sentido que mencioné, no se puede aceptar lo que no existe en absoluto. No se puede aceptar, por ejemplo, la creencia del ego de que la mentira es verdad, o que el especialismo nos aporta algo valioso. Porque el uso que hace el ego de la aceptación no es verdadera aceptación.

Recuerda no obstante, que lo que el Espíritu Santo rechaza el ego lo acepta. (T-6.V.C.1:7)

Si no le prestases atención a la voz del ego, por muy ensordecedora que parezca ser su llamada; si no aceptases sus míseros regalos que no te aportan nada que realmente quieras, y si escuchases con una mente receptiva que no te haya dicho lo que es la salvación, podrías entonces oír la poderosa Voz de la verdad, serena en su poder, fuerte en su quietud y absolutamente segura de Sus mensajes. (L-106.1)

Es decir, que la aceptación no es aplicable al contenido del ego (creencias erróneas), pero sí es aplicable universalmente a todas las formas, pues en sí mismas son neutras y todas ellas pueden mirarse con los ojos del perdón, de manera que tal aceptación bondadosa nos recuerda la ya mencionada cita de que «Todas las cosas obran conjuntamente para el bien».

De modo que las palabras en sí no contienen la verdad. Y que lo que señalan sea útil o no dependerá del sentido que les estemos dando a las palabras en un contexto dado:

Estrictamente hablando, las palabras no juegan ningún papel en el proceso de curación. (...) No olvidemos, no obstante, que las palabras no son más que símbolos de símbolos. Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad. (M-21.1:1,9-10)

Dicho esto, comentemos unas líneas más sobre un uso significativo del concepto de «aceptación». Hay maestros de no dualidad (incluso en la línea del Curso, como David Hoffmeister) que han hablado favorablemente de la utilidad de la aceptación. Ellos hablan de la aceptación en el sentido siguiente (afín a lo que ya hemos comentado sobre el aspecto útil del término):

¿Qué es la ACEPTACIÓN?

Fluir intuitivamente con alegría y espontaneidad, sin hacer una montaña de un grano de arena. Reconocer la ilusoriedad e irrelevancia del mundo. Lo único relevante es que todo es útil para despertar. Esto es aceptación y paz.

ACEPTAR = PERDONAR

Y otros significados relacionados acordemente:

Indefensión. No luchar. No tratar de controlar el mundo externo, ni defenderse del pasado o el futuro, o buscar resultados en el mundo.

No insistir en que lo importante sea cambiar las cosas externas. Por lo tanto todas las cosas son aceptables, pues en sí mismas no son relevantes ni significan nada y por lo tanto ninguna de ellas es una amenaza. Lo que no es peligroso no nos amenaza y en ese sentido es aceptable, debido a su inofensividad:

La realidad de todas las cosas es totalmente inocua porque la condición de su realidad es la inocuidad total. (T-8.IX.2:2)

Al aceptar, en vez de cambiar lo externo somos capaces de ir adentro de nuestra mente y cambiar nuestros puntos de vista erróneos, es decir, soltando nuestros juicios.

Lo que no existe no se puede aceptar directamente, pues no está ahí para ser aceptable intrínsecamente. Pero podemos dejar de luchar contra ello. Podemos perdonarlo. Y en este sentido todo es aceptable, pues nada hay que sea indigno de nuestro perdón. Al dejar de luchar contra ello, dejamos de verlo como real. Y así desaparece, dejando el sitio para que la paz ocupe su lugar. En este sentido todo es aceptable, pues una de dos: 1) o algo es real, o bien 2) es ilusorio y al perdonarlo vemos en ello un reflejo de la verdad que nos ayuda a despertar.

Recuerda que solo te ves a ti mismo. Que solo ves a Dios, aunque a menudo deformado por tus juicios, miedos, creencias, proyecciones e interpretaciones. ¿Acaso no es Dios aceptable? ¿Acaso no es aceptable tu propio Ser?

     No hay nada externo a ti. (T-18.VI.1:1)

     Él [Dios] es lo único que te rodea. (T-18.VI.10:6)

     Tu hermano es el espejo en el que ves reflejada la imagen que tienes de ti mismo mientras perdure la percepción. (T-7.VII.3:9)

     Lo único que ves en cada hermano es el reflejo de lo que elegiste que él fuese para ti. (T-25.V.4:7)

Tal como veas a tu hermano te estarás viendo a ti mismo en lo profundo de tu mente. Y tu hermano puede ser una persona, un ambiente con sus circunstancias, lo que sea que percibas en el mundo. Aceptarlo no significa considerar que las formas son reales, sino simplemente dejar de luchar mientras al mismo tiempo abres tu mente receptivamente para ver el regalo que toda situación contiene para ti. Si sonríes (aceptas) lo que verás será tu propia sonrisa reflejada.

Como ejemplo de en qué sentido es útil la aceptación, puedes aplicarla a situaciones como las siguientes: digamos que es invierno y hace frío, o es verano y hace mucho calor, o simplemente llueve. La aceptación no consistiría en aceptar que el invierno es real o que el verano, la lluvia, el frío o el calor son reales, sino que la aceptación simplemente abre el corazón a experimentar el momento presente sin quejas ni victimismo, sin proyecciones ni juicios, con una actitud de refrescante perdón. Si obramos así, no nos sentiremos molestos ni con el frío ni con el calor, pues seremos conscientes de que las circunstancias externas del mundo no significan nada y que lo único que realmente nos afecta es nuestra propia mente, nuestros juicios e interpretaciones. El significado que le hemos dado a la situación. Y fácilmente podemos dar un significado aceptable a cualquier situación, y disfrutar incluso de una intensa lluvia sin siquiera disponer de paraguas. ¡Una danza divertida!

No hay nada más bello que la aceptación incondicional del momento presente. Eso es el instante santo y es paz, pues significa que hemos elegido el perdón que abre paso al reconocimiento de la paz.

Podemos danzar con alegría en mitad de una estruendosa lluvia tormentosa, o sentirnos sin miedo y en paz incluso ante un diagnóstico médico que normalmente nos habría resultado amenazador. Y con esta alegre aceptación del momento presente a menudo las apariencias externas también resuenan con nuestra apertura y cambian consecuentemente para reflejar nuestra alegría y aceptación, aunque esto ni siquiera nos resulta necesario porque ya estamos contentos desde antes del principio, debido a nuestra actitud de feliz aceptación. En otras palabras, a veces dejará de "llover", pero incluso si sigue lloviendo, simplemente danzaremos alegremente bajo la apariencia de lluvia.

Para ser claros, aceptar una enfermedad no significa luchar contra ella ni tampoco resignarnos a padecerla (estos dos extremos son actitudes erróneas que dan realidad a la ilusión de enfermedad), significa simplemente que vemos a través de la ilusión de enfermedad, por encima del campo de batalla, donde no podemos ser dañados, y desde ahí somos un observador feliz que sabe de su invulnerabilidad: ya no somos el personaje del sueño, sino el soñador que es libre de despertar de esa ilusión de enfermedad. No somos cuerpo (nada irreal existe), sino mente (nada real puede ser amenazado).

La aceptación, por tanto, es simplemente dejar de insistir en que tenemos razón y a cambio invitar al Espíritu Santo a que juzgue la situación por nosotros, lo cual Él hará con sabiduría y bondad para guiarnos a despertar.

El que acepta no pelea, y por tanto está relajado y en paz. Donde hay unidad no hay dos que puedan entrar en conflicto o pelear. En este sentido la aceptación es una luz que disipa las sombras y nos permite reconocer que en realidad no hay problema porque lo único que hay es luz en todas partes y esta luz es nuestro ser. Entendida de este modo, la aceptación es equivalente al perdón tal como lo enseña el Curso (porque ya sabemos que las palabras en sí no son nada y otras tradiciones usan el término "perdón" de otro modo que a veces no tiene que ver con el amor ni con la no-dualidad).

Como mini-complemento dejo un par de links a dos posts breves que pueden ayudar a profundizar en algunos matices relacionados con el tema de la aceptación:

Si me defiendo la lío, pero en mi indefensión descubro mi total seguridad: https://hablemosdeucdm.blogspot.com/2020/08/si-me-defiendo-la-lio-pero-en-mi.html

El quid: https://jugandoalegremente.blogspot.com/2020/08/el-quid.html

El segundo post, el más breve de los dos («El quid»), nos ayuda a entender por qué siempre estamos en el momento oportuno, en el lugar oportuno y experimentando lo que es oportuno. Lo cual es otra forma más de decir que todo momento es igual de aceptable. Pues no hay ningún momento excluido de la apacible bendición de Dios.

Al final del proceso de despertar llega la verdarera Aceptación total donde se reconoce que en realidad todos los momentos son un mismo Momento eterno, y este Momento tan puro, pleno y apacible es Dios.

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miércoles, 5 de agosto de 2020

Si me defiendo la lío, pero en mi indefensión descubro mi total seguridad

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Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano.
George Orwell

Es decir, lo que cuenta no es defenderse de —o sobrevivir a— los supuestos peligros de un ilusorio mundo dual, sino ser amoroso.

Si me defiendo he sido atacado. (L-135)

En mi indefensión radica mi seguridad. (L-153)

Si creo necesitar defensas entonces estoy haciendo que los ataques sean reales en mi conciencia. Significa que estoy juzgando y de este modo produciendo apariencias que, aunque sean ilusorias, me molestarán porque las considero realidad.

Es muy significativo que una de las diez características que destaca el Curso de los maestros avanzados de Dios es la indefensión (M-4.VI) y que otra de esas características sobresalientes sea la mansedumbre (M-4.IV):

Cuando se abandonan las defensas no se experimenta peligro. Lo que se experimenta es seguridad. Lo que se experimenta es paz. Lo que se experimenta es dicha. Y lo que se experimenta es Dios. (M-4.VI.1:11-15)

Para los maestros de Dios el daño es algo imposible. No pueden infligirlo ni sufrirlo. El daño es el resultado de juzgar. (M-4.IV.1:1-3)

Y en el Texto se hace alusión a citas bíblicas relacionadas con esto:

Los mansos heredarán la tierra porque sus egos son humildes, y esto hace que su percepción sea más fidedigna. (T-4.I.12:4)

     Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz.
Salmos 37:11

     Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Mateo 5:5
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