Nota: Este es el 5º y último post de esta serie. Y como se trata de una serie de emails
que se siguen entre sí, quien quiera leer los emails anteriores puede
encontrarlos en este link:
https://hablemosdeucdm.blogspot.com/2020/02/duda-con-bill-thetford-y-paranoias-con.html De todos modos, en este caso el tema de estos últimos intercambios se puede entender bien independientemente de los emails anteriores, ya que estos últimos emails, de este mismo mes de febrero, fueron escritos casi un mes después que los anteriores. Leer los anteriores puede servir, no obstante, para ver el contexto más amplio en el que surgió la conversación.
Duda con Bill Thetford y "paranoias" con UCDM (5)
(email enviado por XXX en febrero de 2020):
Hola Toni!
He leído el libro de Bill ampliado que me recomendaste, muy esclarecedor. Muchas gracias!
Hace un tiempo había releído de nuevo el libro "Ausencia de felicidad", y
leyendo el de Bill ahora, uno ve ciertas diferencias en las versiones
en que se cuenta el relato de los acontecimientos. Algo normal entiendo,
ya que uno mismo con su propia pareja, familia y amigos cuenta
diferentes versiones de la misma situación. Como el famoso "efecto
Rashomon" ya ha demostrado jeje.
En este caso, por citar alguna, en Ausencia de felicidad y la biografía
de Helen, se dice que a raíz del famoso discurso de Bill "Tiene que
haber otra manera" fue que Bill comenzó a leer acerca de Edgar Cayce y
que ante de las visiones de Helen, Bill no sabía nada de estos fenómenos
y por eso adquirió el libro del hijo de Cayce a modo de informarse.
En la biografía de Bill, él cuenta que fue en abril, dos meses antes de
su discurso "tiene que haber otra manera", que por curiosidad leyó el
libro del hijo de Cayce.
Se puede ver que esto hizo una impresión en él y que quizás fue el
impulso que le motivó a dar su famoso discurso. Ya que, como cuenta, el
libro le impresionó bastante y en el fondo creía más en estos fenómenos
de lo que su mente consciente hubiera imaginado.
Esta diferencia en la versiones no tiene nada de especial. Y es
comprensible que Bill no lo hubiese querido compartir con Helen hasta lo
ocurrido con sus visiones a modo de buscar una respuesta.
Otra diferencia, que me parece más rara es esta:
En "Ausencia de felicidad", Ken cuenta cómo conoció a Helen y a Bill.
Cuenta que poco tiempo tras su bautismo de conversión al catolicismo, el
capellán que le bautizó le informó que un sacerdote, el Padre Michael,
quería conocerle. Ya que Bill le había hablado de Ken por su artículo
"esquizofrenia y misticismo" que había sido incluido en un libro que
Bill leyó.
Ken llamó al padre Michael, se hicieron amigos y después éste le presentó a Helen y a Bill.
Por el contrario, en la versión de Bill, el Padre Michael es reconocido
como sacerdote y amigo suyo. No obstante, Bill cuenta que la
conversación del artículo de Ken, de "esquizofrenia y misticismo" fue
con el Padre Benedict, y que fue él, el padre Benedict, quien se encargó
de buscar a Bill.
Pienso que Bill puede haberle contado a ambos Padres, y que quizás de
forma sincrónica ambos estaban buscando a Ken. Aunque en el caso del
Padre Michael, no es que lo buscara, sino que el capellán que bautizó a
Ken le mencionó al Padre Michael sobre Ken y éste lo reconoció por la
conversación con Bill.
Como quise ver otra versión de esto, hojeé en el libro de Carol "Nunca
te olvides de reir" y, aunque sé que su versión en este caso va a ser la
leída por Bill de su autobiografía, menciona lo que dice Ken del padre
Michael, pero como si fuera el padre Benedict. Que se hicieron amigos,
etc...
Entonces, tenemos
la versión por el lado de Ken, que dice que el Padre Michael fue una de
las pocas personas que conocía el curso, que fue a través de él que
conoció a Bill y Helen, que se hicieron amigos, etc...
Y por el otro lado, la versión de Bill y Carol de que fue a través del padre Benedict.
Lo único medio relevante en esto es que al buscar en Internet sobre
el Padre Benedict, leo en diferentes Webs que éste no habla precisamente
bien ni de UCDM ni de Bill. Y, aunque no me extrañaría teniendo en
cuenta la amenaza que supone UCDM para un católico, me parece un poco
raro.
Y hay más diferencias... pero esta última es la más extraña. Me pregunto
si Ken nombró a Michael y no a Benedict por sus críticas o que...
Te lo menciono porque como sé que hablas con mucha gente del curso,
quizás alguien más haya visto estas diferencias y las hayan discutido.
Un fuerte abrazo y gracias por compartir!
☼☼☼
(email enviado por Toni en febrero de 2020):
Hola XXX. De este tema nadie me había comentado nada, ni
tampoco a mí se me había ocurrido. Hablando en general, es habitual que
siempre haya discrepancias en el mundo de la percepción. No me tengo que
ir lejos para encontrar ejemplos, ya que yo mismo a veces cuento las
cosas de una manera y a veces de otra, en ocasiones con detalles
contradictorios, y en el fondo lo mismo da, porque yo mismo no recuerdo
con detalle un montón de cosas, así que las cuento según me parece,
improvisando cada vez. No me cuesta imaginarme que a alguien le diga que
conocí a tal amiga porque fulano nos presentó, y a otra persona le diga
que fue mengano quien nos presentó, etc. A veces no me acuerdo,
simplemente sé que un amigo (de entre unos pocos de ese contexto) fue el
que nos presentó, y uno da los detalles a veces a modo de medio
suposición muy probable. Si hubiera algún modo de verificar todo lo que
nos decimos unos a otros (con alguna máquina de vídeo del tiempo, o algo
así), veríamos que el 99% de nuestras conversaciones tienen detalles
cambiados, erróneos o confundidos, pero que en esencia el contenido del
mensaje es más o menos transmitido a pesar de todo.
Tampoco
me extraña si alguien que es amigo de un seguidor del Curso, simpatiza
con el Curso o en cambio tiene reticencias, o ambas cosas, o primero una
y luego otra, etc. Además la gente cambia de idea con el paso de los
años, etc.
Yo veo las palabras no como
informes precisos, sino como meras aproximaciones. Incluso quienes creen
ser exactos en sus descripciones, en realidad se toman muchísimas
licencias y además cometen confusiones sin saberlo, continuamente. El
mundo de la percepción es así, ya que la percepción es cambiante. Las
palabras son solo pistas aproximadas en nuestras comunicaciones. Aunque
hay personas con más tendencia a un mensaje aproximado o informal (como
es mi caso) y otras que intentan ser mucho más meticulosas (y pese a
ello sus "informes" siguen siendo aproximaciones, aunque ellos no sean
conscientes de las múltiples distorsiones y equívocos).
Incluso
cuando se trata de asuntos teóricos y no de anécdotas biográficas,
siguen siendo aproximaciones. Incluso el Curso son aproximaciones,
porque todo lo que se dice en palabras son aproximaciones. Y de hecho el
Curso nos intenta ayudar a que no nos apeguemos demasiado a las
palabras. Y en ocasiones nos lo dice bastante clarito, por ejemplo:
Éste no es un curso de especulación filosófica, ni está interesado en una terminología precisa. (C-introd.1:1)
Todos los términos son potencialmente polémicos, y quienes buscan controversia la encontrarán. Mas quienes buscan clarificación, también la encontrarán. (C.introd.2:1-2)
No olvidemos, no obstante, que las palabras no son más que símbolos de símbolos. Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad. (M-21.1:9-10)
Así
que no podemos fiarnos de la exactitud de las palabras, ni siquiera
cuando uno se dice algo a sí mismo (si prestas atención e intentas
describir algo que conozcas muy bien, te darás cuenta de que por muchas
palabras que emplees no podrás describirlo con precisión: tu experiencia
siempre será un "algo" que no será bien capturado por las palabras, e
incluso a veces lo que tratas de transmitir puede que se refleje mejor
con palabras un poco contradictorias o incluso "erróneas" pero que dan
la idea apropiada, que en cambio con otras palabras que sean más
precisas y fieles a "los hechos" pero que en cambio reflejen peor lo que
en el fondo tratas de transmitir).
Ni siquiera
recordaba a esos padres de los que hablas, a pesar de haber leído esos
libros y textos sobre ellos. En mi memoria me olvido de casi todo, solo
me quedo con lo esencial, lo demás para mí es bastante nebuloso... esos
padres son para mí algo impreciso, etiquetados como, digamos que como
"amigos o conocidos de Bill o Helen en aquella época", y a nivel más
general como "colegas", o "aspectos del Ser que todos compartimos". En
mi caso que, como te decía, soy más bien del grupo de los imprecisos o
"despistados", me pasa con mi propia vida y en mi memoria las cosas son
aproximaciones muy informales. ¿No fue contigo con quien confundí
aquello de que tenías un blog en el que salía una foto del Curso, y
resulta que eso no era un blog tuyo, sino que simplemente mezclé
impresiones con otra persona que me había escrito a la vez? Pues así son
las cosas; es un ejemplo. Mencionas muy bien lo de Rashomon (solo
conozco la peli, pero con eso entiendo el punto), y en realidad hay
"rashomonianismo" no solo al comparar versiones entre diversos testigos,
sino también al comparar distintas versiones en una misma persona
jajaj. Hay estudios psicológicos que muestran cuánto nos engaña nuestra
memoria, a veces incluso recordamos acontecimientos que en realidad
nunca ocurrieron: es típico que entre hermanos a veces no quede claro
quién fue en realidad el protagonista de alguna anécdota de la infancia
en la que estaban ambos hermanos presentes, "y entonces le dije aquello a
papá y se cayó del susto jajaja", y el otro hermano puede comentar:
"qué curioso, yo siempre he pensado que fui yo el que se lo había dicho a
papá cuando se cayó". Y no tiene importancia quién. Lo esencial va más
allá del quién. Y en un sentido más profundo, lo único esencial es
despertar. Por lo tanto, lo único esencial es darnos cuenta de que las
palabras son ilusorias. Pueden servir para darnos pistas y
aproximaciones de un hermoso Mensaje (que el despertar es posible), pero
todas las palabras son imprecisas, porque todas las percepciones son
imprecisas.
En realidad somos casi como
ciegos, pues apenas entendemos nada de lo que vemos o percibimos. Somos
como niños o bebés, que no ven nada al principio, aunque si ponen
intención van siendo capaces poco a poco de escuchar, atender y entender
cada vez más, y finalmente el bebé consigue ver a sus padres e incluso
llega a aprender las extrañas palabras con las que le hablan. Por lo
tanto deberíamos ser muy humildes o cautos con nuestras interpretaciones
de nuestras percepciones. Pues lo habitual es que estemos equivocados
en todo, excepto cuando nos alineamos con la intuición o el Espíritu
Santo, lo cual brilla más allá de las palabras y más allá de toda
percepción. Mientras tanto somos como bebés (o ciegos), y lo que vemos
(=interpretamos) no tiene para nosotros más sentido que una serie de
balbuceos casi ininteligibles.
De
todos los mensajes que has recibido y que no has entendido, sólo este
curso está al alcance de tu entendimiento y puede ser entendido. Éste es
tu idioma. Aún no lo entiendes porque tu comunicación es todavía como
la de un bebé. No se puede dar credibilidad a los balbuceos de un bebé
ni a lo que oye, ya que los sonidos tienen un significado diferente para
él, según la ocasión. Y ni los sonidos que oye ni las cosas que ve son
aún estables. Pero lo que oye y todavía no comprende será algún día su
lengua materna, a través de la cual se comunicará con los que le rodean y
ellos con él. Y esos seres extraños y cambiantes que se mueven a su
alrededor serán quienes lo consuelen, y él reconocerá su hogar y los
verá allí junto con él. (T-22.I.6)
Por
tanto, lo más útil es que dejemos que sea el Espíritu Santo Quien nos
explique el verdadero sentido de nuestras percepciones. Nuestra actitud
debería ser más una de escuchar (al Espíritu Santo; a la intuición; a la
esencia que trata de filtrarse a través de las rendijas de nuestras
percepciones), en vez de una actitud de intentar interpretar las
percepciones activamente por nuestra cuenta. Y que así permitamos que
las palabras y las percepciones sean aproximaciones útiles, símbolos o
indicios intuitivos de lo que en realidad queremos: el verdadero
Mensaje, que es lo único existente.
Un abrazo
Toni
☼☼☼
(email enviado por XXX en febrero de 2020):
Totalmente Toni,
Comparto lo que dices. Además de los ejemplos que das, este año viví
algo así muy significativo. Resulta que el padre de mi mujer siempre le
pone los regalos por navidad en un gran sillón, tanto a ella como a mi
cuñado, es decir, a su hermano. Llevo casi 10 años observando este
ritual anual. Y este año, el día antes, hablando con mi cuñado del sitio
donde su padre ponía los regalos de cada uno, yo juraba que era en un
lado y mi cuñado que era en el otro.
Cierro los ojos y puedo ver que es donde yo decía, puedo verlo con todo
detalle. El sillón es en forma de L, así que no es tan fácil confundirse
como con uno normal. Pues resulta que yo estaba equivocado. Tanto mi
cuñado, como mi mujer y mi suegro estaban más que seguros que no era
donde yo decía, sino en el otro lado jejejej. Mi suegro es un tipo con
mucha memoria, muy tradicional y lleva poniendo los regalos en el mismo
sitio para cada uno desde hace décadas. Así que no me quedó más remedio
que aceptar que yo estaba equivocado jajajja. Fue una anécdota graciosa.
Y sí sí, fue conmigo con quien te confundiste con otra persona de un blog :)
Muchas gracias por tu disposición y por tu tiempo Toni, de corazón. Como
siempre, me has sido de gran ayuda para seguir desenredando los nudos
de la resistencia.
Un fuerte abrazo
☼☼☼
(email enviado por Toni en febrero de 2020):
Gracias a ti, XXX. ¡Y muy buena la anécdota que cuentas jajaja!
Un abrazo, y ya sabes, cuando tengas algo más que comentar, por aquí andamos.
Toni
☼☼☼
Índice de esta serie de emails:
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