domingo, 30 de octubre de 2016

Estoy perdonando, pero el sueño sigue igual...

Pregunta: Buenos días, Toni.
 

Me pongo en contacto contigo para consultarte algo. Te pondré en antecedentes de los hechos superficiales:

En mi casa vivimos mi mujer y yo, y desde hace varios años, mi padre que se quedó viudo.
Desde poco tiempo después de llegar, mi mujer y mi padre ya se vio que iban a llevarse mal. Te ahorro detalles, que puedes imaginar fácilmente. En la actualidad, mi padre tiene 105 años. Está bien de salud; sobre todo de cabeza, que se dice.


El caso es que no cruzan ni una palabra desde hace muchos años. Tan solo unos escuetos "Hola" o "Buenos días". Eso es todo. 


Mi mujer y yo tenemos enfrentamientos "kármicos" a cada poco. De resultas estamos bastantes días sin mediar palabra entre nosotros, sin hacer cosas comunes, ni siquiera dar un vuelta por la tarde. 

Yo lo vivo emocionalmente muy mal: me siento intranquilo, lleno de desasosiego, etc. Si asistiera a un psicoanalista, estoy seguro que me diría que experimento una vivencia de abandono. Y a ese nivel superficial, no digo yo que no. 

Pero, como sabes, desde hace bastantes meses -y gracias a ti- he conocido UCDM. 

En los momentos más "fuertes", aplico el perdón a mi mujer, la perdono, perdono esa mujer mala que me sube enseguida a la cabeza y al pecho. Me repito una y mil veces que es completamente inocente, que se trata de una mera proyección conceptual, un personaje del sueño. Perdono las circunstancias, me repito que también son meras apariencias. Me recuerdo a mí mismo que no gozan de autoría alguna, que al igual que "quien yo creo ser" ningún elemento tiene ninguna responsabilidad en el guión de esta película... En fin, creo que no es preciso exponer más reflexiones de las que me hago. 

Después, en referencia a la masa emocional que siento en pecho y boca de estómago, me digo que se trata de una proyección en "este mundo imaginario" del miedo a Dios, del castigo divino, etc. derivado del pensamiento-sentimiento de culpa por tomar la decisión de dar por buena la separación de Dios, una fantasía en la que elegí creer en un estadío primordial, algo que nunca se ha producido ni se ha de producir en la práctica real verdaderamente existente. 

Por último, como ya sabes, hago entrega al Espíritu Santo de tal equívoca decisión con la que produzco la fantasía de mi mujer y nuestras circunstancias. También le entrego lo que siento emocionalmente, tanto si son culpas como intranquilidades o desasosiegos, a sabiendas de que se tratan de proyecciones del miedo a Dios. 

Por último me encomiendo al Espíritu Santo para que por su infinita bondad, fuerza y sabiduría queden deshechos todo aquello que conforma la entrega anterior en la mente subconciente. 

Hasta ahí, creo que no cometo errores significativos en esta práctica, que llevo a cabo desde que la conocí a través de ti, ya hace muchos meses. 

Y ahora viene lo que realmente quiero decirte: 

Toni, no se produce ningún cambio en esta vida mundanal, en esta pesadilla. Seguimos cometiendo los mismos errores, las mismas meteduras de pata, sufriendo todos como fieras... 

Yo me repito siempre al comienzo de la práctica lo afortunado que soy por seguir experimentando esto, la gran oportunidad que es poder verlo a la luz del perdón. 

Pero hoy tengo el día flojito, y la fe en el Espíritu Santo se me oculta por detrás de la fe en el ego. 

Discúlpame por el desahogo.

Respuesta: Hola, ya lo haces bastante bien. Recuerda que esto es un proceso, con frecuencia va poco a poco. Además de seguir practicando la toma de conciencia que ya haces, resumida en "Nunca estoy disgustado por la razón que creo" (L.5) y "podría ver esto de otra manera, podría dejar de elegirlo" ("Podría ver paz en vez de esto", L.34), una vez tomamos conciencia de eso, simplemente procuramos relajarnos. Ya hemos entregado el tema al Espíritu Santo. Ahora simplemente observamos, sin implicarnos. Puedes observar las escenas, incluidas tus emociones. Ante todo tus juicios y emociones (ya que no son las circunstancias las que son conflictivas, sino nuestra manera de interpretarlas). El mero hecho de observar nuestras reacciones, sin alimentarlas más, las deja sin más alimento, por lo que a la larga se irán desinflando.

Al observar tus emociones, desde esa perspectiva que comentas (que la escena externa no es el verdadero motivo del conflicto, y que tu escozor emocional se debe no a la escena externa sino a la decisión interna que estamos aprendiendo a dejar de lado), lo externo, incluso la emoción "interna", va perdiendo poder sobre nosotros.

Aunque estemos perdonando algo, es posible que no percibamos resultados visibles del perdón, debido a que nuevas capas de culpa inconsciente brotan a la superficie y pueden canalizarse a través de los mismos medios que estaban expresando la culpa ya perdonada. Por lo tanto puede parecer que no hay grandes cambios: las asperezas interpersonales pueden seguir ahí en apariencia, y nuestras emociones conflictivas podemos seguir sintiéndolas. Una cosa y otra, incluida la emoción de disgusto, sigue siendo la expresión de la culpa inconsciente. Al seguir observándola sin juzgarla, mediante la misma toma de conciencia que describías en tu email y que he vuelto a resumir brevemente en este email, se van a seguir perdonando más capas de culpa inconsciente. Es posible que finalmente percibas algún cambio externo o interno, pero en realidad ni siquiera es necesario. Lo relevante es que tarde o temprano te permitirás sentir paz: puede que notes que cosas que antes te afectaban, luego te afectan menos, o que te sientes más relajado pese a todo.

Potencialmente, incluso si la situación externa parece seguir igual, e incluso si sigues percibiendo en ti emoción de molestia, si las observas de ese modo, sabiendo que el disgusto no se debe a lo que parece a primera vista, sino que es el "detector automático de culpa inconsciente" haciendo "bip-bip" avisándote de que hay más culpa que puedes perdonar/procesar (observar sin implicarte), podrás llegar, con el tiempo, al punto en que conseguirás sentirte en paz incluso en presencia de la emoción de "disgusto". Es como que percibes tu disgusto, pero al mismo tiempo intuyes un fondo más profundo de ti, donde sigues estando en paz. Cuando aprendas a instalarte en ese "centro tranquilo", en el tranquilo "ojo del huracán" (mediante el perdón), acabarás pudiendo estar tranquilo incluso si tus emociones externas están un poco alborotadas. Esto es posible porque a medida que te identificas menos con los acontecimientos externos y con tus emociones de conflicto, te identificarás más con el nivel más profundo de paz, que siempre está ahí, nunca desaparece, aunque debido a nuestra identificación con los niveles más superficiales podemos creer que se nos va la paz. La paz siempre sigue ahí, aun cuando la pasemos por alto. El perdón nos ayudará a recordar dónde está nuestra paz.

La paz está siempre presente, y solamente podemos taparla mediante la decisión de rechazarla. Eso quiere decir que tenemos la paz siempre a un solo paso: el paso de decidir aceptarla en lugar de rechazarla. Independientemente de las circunstancias, cada vez que no sientes paz, puedes enfocar eso como una oportunidad para perdonarte por la decisión inconsciente en tu mente en favor de rechazar la paz y quedarte con la separación/individualidad. De este modo, conviertes la percepción de falta de paz en algo más útil: una oportunidad más para perdonar. Con la práctica, acabarás cansándote de seguir rechazando la paz, por lo que irás aceptándola gradualmente e irás sintiéndote cada vez más tranquilo, incluso en presencia de emociones "amargas".

No te juzgues por tus reacciones o emociones. Simplemente obsérvalas sin juicio, tomando conciencia de qué cosa son reflejo (de lo de siempre: la condición interna). Y si te juzgas, entonces no te juzgues por haber juzgado. Esto pone fin en algún punto a la cadena de juicios, y al dejar de juzgar en algún punto, comienza la cadena de la inocencia.

Puedes estar haciendo grandes progresos sin saberlo, así que no puedes juzgar por ti solo cómo va tu proceso. Como dice el Curso:

No te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es un avance y lo que es un retroceso. Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y has evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos. (T.18.V.1.5-6)

Los milagros son expresiones de amor, pero puede que no siempre tengan efectos observables. (T.1.I.35.1)

Así que puedes no estar percibiendo resultados tangibles temporalmente, y sin embargo el perdón está deshaciendo capas y capas de culpa inconsciente, por lo que tarde o temprano la paz se abrirá camino: ya está ahí, aunque tenemos la inercia a rechazarla, y esta actitud será deshecha por el perdón.

En el foro hubo algún tema con relación a esto, tal vez en este encuentres alguna idea más que te sirva:

http://concordiayplenitud.foroactivo.com/t14-una-pregunta-sobre-la-practica-del-perdon

((Nota: Finalmente copié ese tema del foro también al blog: ¿Por qué sigo sin paz tras haber perdonado? Así quien prefiera leerlo en un sitio u otro, puede hacerlo, o lectores del futuro pueden revisar ambos links por si en alguno de los dos han surgido nuevos comentarios. Para el tema de la fe/confianza, puede echarse un vistazo a "Pedir o fortalecer fe", que no se mencionó explícitamente aquí porque este tema era el más reciente del blog en el momento de ese email, y quien escribió ya parecía haberlo leído, dado que la penúltima línea de su email alude indirectamente al tema de ese post sobre la fe))

Pregunta: Gracias, Toni. Me queda un matiz: 

Dices: "...las asperezas interpersonales pueden seguir ahí en apariencia, y nuestras emociones conflictivas podemos seguir sintiéndolas. Una cosa y otra, incluida la emoción de disgusto, sigue siendo la expresión de la culpa inconsciente". 

Yo cuando me siento intranquilo y desasosegado no lo relaciono con la culpa inconsciente, sino con el miedo al castigo divino (o miedo a Dios). Más adelante sí, más adelante ya relaciono el miedo a Dios con la culpa incosciente. 

Yendo a un ejemplo emocional: en la proyección "angustia de abandono", rastreo antes el miedo a Dios. No entro directamente a relacionar la emoción con la culpa sin pasar antes por el miedo. No sé si me explico.

Respuesta: Sin problema: al final acabas en lo mismo (dependiendo de cuántas palabras usemos para sintetizar el asunto, lo diremos de un modo u otro, o hablaremos de culpa o miedo, etc). Al final de todo, la ilusoria causa primigenia de todos nuestros problemas es la culpa inconsciente por la creencia en la separación (nuestra mente cree haberle arrancado un trozo a Dios, haber roto el Cielo, etc, lo cual sería el supuesto motivo de la culpa, llamado "pecado" por el Curso, queriendo decir lo seriamente que se lo toma nuestra mente inconsciente). Esta culpa inconsciente genera la cadena de secuencias de la que si has leído a Kenneth Wapnick habrás leído a menudo: pecado-culpa-miedo (miedo a ser castigados por "tan abominable pecado").

El "pecado" (obviamente ilusorio) se refiere a la creencia en la separación. La culpa es la consecuencia de ese pecado. Y el miedo al castigo es la consecuencia de la culpa: si soy culpable de haber roto el Cielo, o en otras palabras, de haberle arrancado un trozo a Dios, ¡entonces Dios debe estar muy enfadado conmigo, ME VA A CASTIGAR!

Así piensa nuestra ilusoria mente ontológica. Otra manera de decirlo: "Uy, he matado a Dios, qué mal me siento!!" (carencia, culpa por el "pecado" de la separación), pero de repente: "Uy, no lo maté del todo, DIOS HA REVIVIDO Y ESTÁ SEDIENTO DE VENGANZA!!! ¿Y AHORA DÓNDE ME ESCONDO?" (miedo al castigo, a consecuencia del cual finalmente nos escondimos: proyectando un mundo del espacio/tiempo, etc).

De modo que si te resulta cómodo entrar en contacto con el miedo al castigo divino, pues genial, así está bien. Ese miedo te lleva aún más atrás hacia la ilusoria culpa que es la que genera el miedo... y una vez que ves que la causa de esa culpa, el pecado de la separación, en realidad no ocurrió (T.6.II.10.7), entonces al desaparecer el pecado (dejando de creer en él... esto es el perdón) dejamos de creer también en la culpa, y al reducirse la culpa se reduce también el miedo que ésta causaba. Como consecuencia de la reducción del miedo/culpa, esto afecta también a nuestra percepción del "escondite" que habíamos proyectado (el mundo de las formas), y entonces los acontecimientos externos nos afectan menos (cada vez menos, a medida que cada vez vamos creyendo menos en el pecado, culpa y miedo), porque las proyecciones son menos necesarias como "chivo expiatorio" cuando dejamos de tener tanta culpa/miedo en la mente. Cuando hay culpa/miedo, la mente, asustada, trata de desembarazarse de eso, proyectándolo en el mundo de las formas... pero cuando vamos dejando de creer en la culpa/miedo, se va reduciendo también la necesidad de proyectar, por lo que empezamos a usar las formas para proyectar inocencia, en lugar de odio/miedo/culpa ((Nota: utilizo las palabras "proyectar inocencia" aunque eso no es estrictamente una proyección, en el sentido de que al ser la percepción correcta no implica separación, y en el lenguaje del Curso se podría haber dicho "extender inocencia"; sin embargo, he preferido utilizar la palabra "proyectar" para no confundir el otro uso que el Curso hace del término "extensión": referido al ámbito de la pura realidad: el Cielo o conocimiento del Ser)). Tanto si las escenas externas parecen cambiar como si no, al proyectar ahora inocencia sobre ellas, podemos estar en paz. Y esto facilita el despertar, porque a medida que en la mente ontológica elegimos la inocencia en vez de la culpa, ya no veremos motivos para huir de la verdad y sentiremos paz y alegría de reaceptar lo que realmente somos. Pues Dios no es un Asesino que busca venganza contra nosotros, sino el Amor de nuestro verdadero Ser, nuestra propia plenitud. 

¿Por qué sigo sin paz tras haber perdonado?

Del foro: http://concordiayplenitud.foroactivo.com/t14-una-pregunta-sobre-la-practica-del-perdon

Una pregunta sobre la práctica del perdón

Pregunta: Hay algun tiempo requerido para centrarse en la sensacion de perdida de paz o simplemente al notarla ya la entregas y te olvidas aunque sigas sintiendote mal?
Muchas veces la sensacion de resistencia o de perdida de paz me dura mucho y a ratos vuelvo a ella y la siento y vuelvo a repetir los pasos del perdon. Me podeis aconsejar algo amigos? muchas gracias


Respuesta: Cuando detectas la falta de paz (sensación de conflicto, sea cual sea la forma que adopte), y aplicas el perdón, con ese perdón ya has tenido éxito, ya has perdonado y el perdón funciona. Si sigues sintiendo falta de paz, el conflicto que sientes no es más que nuevos fragmentos de la culpa inconsciente, que emergen a la superficie de tu conciencia para darte la oportunidad de que los perdones también. Pero cada vez que has aplicado el perdón, ha funcionado. Incluso si no ves los resultados, en tu mente inconsciente ha sido deshecho algún fragmento del ego (y esto tiene consecuencias muy prácticas, aunque no las veas o sientas). Repito, esto es así aunque no veas los resultados. Veamos un par de los "principios de los milagros", de la primera sección del Texto:

Los milagros son expresiones de amor, pero puede que no siempre tengan efectos observables. (T.1.I.35.1)

Un milagro nunca se pierde. Puede afectar a mucha gente que ni siquiera conoces, y producir cambios inimaginables en situaciones de las que ni siquiera eres consciente. (T.1.I.45.1-2)

Recordemos que para el Curso las palabras "milagro" y "perdón" son sinónimas, pues en su significado principal el milagro no es algo externo (aunque pueda reflejarse en lo externo) sino algo interno (nuestro cambio mental o de perspectiva: el perdón). Así que aunque el Curso se llama Un Curso de Milagros, se refiere al perdón que despeja el camino para volver a sentir la paz interior.

Cuando dice que "un milagro nunca se pierde", significa que el perdón siempre funciona, aunque no veamos los resultados (efectos observables).

Lo de los "cambios inimaginables en situaciones de las que ni siquiera eres consciente" abarca tanto los cambios relativamente externos (en vidas paralelas, en otras épocas, en otras personas del mundo actual a las que conoces o no conoces personalmente, pero cuyos cambios no llegas a conocer, o cuando a veces algo conflictivo que ibas a experimentar porque estaba en tu guión, es eliminado ese fragmento del guión, por ejemplo no sufres un accidente o enfermedad que estaban programados, pero de eso nunca llegas a enterarte conscientemente, puesto que a nivel consciente no conoces el futuro, la totalidad del guión; cambios grandes y pequeños de cualquier tipo, etc, pero abarca también los importantísimos cambios del interior de la mente: la limpieza interior de la mente ontológica que el Espíritu Santo lleva a cabo en tu mente gracias a tu perdón, de la cual no eres consciente aunque podrás deducir que algo debió limpiarse adentro cuando sientas la paz que es el resultado natural de limpiar las creencias de conflicto).

Cuando tras perdonar sigues sintiendo conflicto, aun así el perdón ha funcionado, pero puesto que emerge nueva culpa inconsciente y te incomoda, puedes volver a perdonar cada vez que lo sientas oportuno. Déjate guiar por tu intuición. Permítete hacer una vida normal. Obviamente no vamos a estar perdonando cada segundo (excepto cuando tras años de práctica el perdón se convierte automático y sin palabras, pues es una actitud que habrá empapado toda nuestra vida), vas a trabajar o lo que sea, te comportas normal, pero de vez en cuando puedes recordar por un par de segundos que no tienes por qué sufrir. En momentos tranquilos del día, puedes aplicar el perdón con más detenimiento, usando las ideas de Un Curso de Milagros, usando cualquiera de las formas que puede adoptar el perdón.

Ciertamente que en el Manual para el maestro se dice: 

7. ¿Debe repetirse la curación? 

En realidad, esta pregunta se contesta a sí misma. La curación no puede repetirse. Si el paciente se ha curado, ¿qué queda por curar? Y si la curación siempre tiene lugar, como ya hemos dicho, ¿qué es lo que hay que repetir? Si un maestro de Dios se sigue preocupando por el resultado de una curación, no hace sino limitarla. (M.7.1.1-5)

Y en la misma sección, añade algunos comentarios muy relevantes en párrafos posteriores. Por ejemplo:

Cada vez que un maestro de Dios trató de ser un canal de curación tuvo éxito. De sentirse tentado de dudar de ello, no debería repetir su esfuerzo previo. Éste ya fue máximo, pues el Espíritu Santo así lo aceptó y así lo utilizó. El maestro de Dios tiene ahora ante sí sólo un camino a seguir. Tiene que hacer uso de su razón para decirse a sí mismo que le ha entregado el problema a Uno que no puede fallar; y debe reconocer que su propia incertidumbre no es amor, sino miedo, y, por consiguiente, odio. (M.7.2.1-5)

Una de las tentaciones más difíciles de reconocer es que dudar de la curación debido a que los síntomas siguen estando presentes es un error que se manifiesta en forma de falta de confianza. (M.7.4.1)

Dudar de uno mismo es la causa fundamental de que se dude del resultado de cualquier problema que se le haya entregado al Maestro de Dios para que lo resuelva. Y eso implica necesariamente que se ha puesto la confianza en un ser ilusorio, ya que sólo de un ser así se puede dudar. Esta ilusión puede adoptar muchas formas. (M.7.5.1-3)

Por lo tanto, la curación (el perdón) no se repite, pues siempre ha funcionado desde el principio. El Espíritu Santo ha hecho ya uso del perdón que le hemos entregado. Si persiste la falta de paz, simplemente está brotando a nuestra conciencia más culpa que antes era inconsciente, y podemos perdonarla. Eso no es repetir el perdón, puesto que la culpa perdonada no es la misma: son nuevos fragmentos de la culpa ontológica, de los que nos vamos volviendo conscientes.

Por otro lado, este proceso podemos llegar a realizarlo desde una sensación general de paz (esto es convertirnos en el "alumno feliz" del que habla el Curso). Pero debemos ser pacientes con nosotros mismos, y si todavía creemos no sentir paz, no nos juzguemos. Reconozcamos simplemente que todavía debe haber en nosotros resistencia inconsciente a la paz. Tal como se dice en la sección del Texto "Los obstáculos a la paz", lo presenta resumidamente en 4 obstáculos principales, del cual el primerito de todos es este:

El primer obstáculo que la paz debe salvar es tu deseo de deshacerte de ella. (T.19.IV.A.1.1)

Simplemente reconoce que una parte de ti rechaza la paz. Y este reconocimiento es un aspecto del perdón. Sigue eligiendo la paz desde la parte de ti que sí la quiere: esto se hace aplicando el perdón con asiduidad. Finalmente, poco a poco irás llegando a experimentar más paz, pues la resistencia a la paz se irá deshaciendo gradualmente.

Aprovecho para mencionar otra idea llena de perdón y que sirve como comodín para cualquier situación. Si sentimos cualquier tipo de conflicto (físico, mental, emocional, lo que sea), una forma de empezar a perdonarlo es acordarnos de que Dios es solo Amor, y si Dios es Amor, lo que contradiga eso tiene que ser ilusorio y sería bueno que empecemos a dudar de ello, que empecemos a dejar de creer en la realidad de la ilusión. Una forma de apuntar a esta actitud, la presenta Un Curso de Milagros así:

No hay más voluntad que la de Dios. (L.74)

Esto significa que solo existe la paz, el Amor, el Cielo. ¡El mundo que percibimos ni siquiera existe! Tampoco existe lo que está en el mundo: el cuerpo, nuestra personalidad individual, nuestra falta de paz, etc. Porque la Voluntad de Dios es que todo sea lo que ES: UNO. Y que todo sea puro Amor, Bienestar sin interrupciones. Otra forma de decir lo mismo es la idea que dice que seguimos siendo tal como Dios nos creó (somos Uno con Él, en el Cielo de nuestro verdadero estado natural de Unidad inmutable). Esta idea se puede practicar como otra forma de perdón, y una de las maneras en que el Curso la expone es así:

Soy tal como Dios me creó.
Su Hijo no puede sufrir.
Y yo soy Su Hijo.

(T.31.VIII.5.2-4)

Esto es una especie de "comodín" que podemos usar para practicar el perdón en cualquier circunstancia. Es una idea tan importante y útil para practicar el perdón, que aparece ahí, justo casi al final del Texto, y además la repite de nuevo en el párrafo 6 de la lección 110. Es un magnífico modo de perdonar. Podemos practicar las diversas variantes del perdón, ya que así poco a poco nuestra mente va tomando nota y se va quedando con las ideas de los diversos aspectos del perdón, lo que permite que practiquemos el perdón cada vez más profunda y eficazmente.

Así que, resumiendo, si persiste la sensación de falta de paz, simplemente reconozcamos nuestra resistencia, no nos juzguemos por ello (el no juzgarnos es perdón), y simplemente sepamos que el perdón ha funcionado, pero puesto que brotan más capas de culpa hasta nuestra conciencia, podemos ir perdonándolas también, al ritmo que nos resulte cómodo. Tarde o temprano, nuestra resistencia a sentir paz irá cediendo, y cada vez iremos sintiéndonos más livianos y en paz durante mayor tiempo. El proceso del perdón irá volviéndose cada vez más cómodo conforme lo practicamos. Y aunque el despertar completo del sueño o la iluminación sea el objetivo a largo plazo del Curso, debemos saber que a corto plazo, ya mismo, somos libres de elegir la paz. La paz, cuando se lo permitimos, puede aceptarse ya ahora, aunque no estemos iluminados. Por eso el Curso dice:

¿Por qué esperar al Cielo? Se encuentra aquí hoy. El tiempo es la gran ilusión de que el Cielo se encuentra en el pasado o en el futuro. (L.131.6.1-3)

¿Por qué esperar al Cielo? Los que buscan la luz están simplemente cubriéndose los ojos. La luz ya está en ellos. La iluminación es simplemente un reconocimiento, no un cambio. (L.188.1.1-4)

Solo he copiado las primeras frases de esos dos párrafos, pero es recomendable leerlos enteros, y de paso leer también los títulos de esas dos lecciones, títulos que de manera resumida dicen las cosas bien claras. La paz ya está aquí. Simplemente hemos de reconocerla (dejando de negarla; es decir, perdonando).

Esas dos citas son útiles tanto viéndolas como referidas al objetivo final de la iluminación, como también referidas a nuestro día a día: la paz ya está con nosotros, ¿por qué esperar que se retrase a un futuro indeterminado? El tiempo es ilusorio, no es una barrera que nos impida ser lo que somos (paz), excepto que nos aferramos a lo contrario. Practicar el perdón ayuda a poner remedio a esta resistencia que tenemos a nivel inconsciente. Es una actitud en favor de la verdad, en favor del despertar; y esta actitud la confirmamos mediante nuestra práctica asidua del perdón.

Tengamos paciencia con nosotros mismos, porque esto es un proceso, y poco a poco el panorama se va aclarando y nos vamos permitiendo sentir más paz. En cierto modo es una cuestión de ir ganando confianza (lo cual el perdón va a facilitar). Nuestra confianza irá aumentando gradualmente conforme practicamos el perdón, y con ella la paz. Como dice el Curso:

El dolor es imposible. (...) Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño. Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. Más tarde se considera seriamente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad. Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas. (L.284.1)

Eso es aplicable a cualquier conflicto (creencia en la falta de paz). A medida que practiquemos el perdón, poco a poco tendremos más confianza en lo que enseña Un Curso de Milagros, e iremos permitiéndonos sentir cada vez más paz durante mayor tiempo.

Es un proceso. No hay prisas, pues nada nos amenaza realmente. Y en cuanto a las molestias que percibimos, tomen la forma que tomen, tenemos un remedio para practicarlo justo ahora: el proceso del perdón que nos permite reconocer que tales molestias no son más que ilusiones sin sentido. Pasito a pasito. La paz será el resultado inevitable de dejar de rechazar la paz, mediante el perdón.

La paz terminará siendo tan inmensa, que ningún suceso externo podrá afectarnos:

La inmutabilidad del Cielo se encuentra tan profundamente dentro de ti, que todas las cosas de este mundo no hacen sino pasar de largo, sin notarse ni verse. (T.29.V.2.3)

Para llegar a ese punto, el perdón es el camino. Pasito a pasito.

sábado, 29 de octubre de 2016

Pedir o fortalecer la fe

Del foro: http://concordiayplenitud.foroactivo.com/t30-pedir-o-fortalecer-la-fe

Pregunta: ¿Qué dice el Curso, de la falta de fe?; ¿Es con la practica del perdón, como se aumenta la fe? Para creer en Dios se necesita fe; pero... ¿para tener la experiencia de Dios (certeza), es necesaria la fe?; ¿es una argucia del ego, la falta de fe?

Respuesta: El perdón lo despeja todo, sí. Es lo único que necesitas.

La fe es necesaria, pero en realidad ya la tienes. Lo que pasa es que tal vez hemos puesto la fe en el ego, en vez de ponerla en la verdad. No necesitamos más fe; basta con que cambiemos de sitio la fe que ya tenemos en el ego. Hemos estado eligiendo inconscientemente al ego. Sin embargo el perdón corrige este error, y conforme nuestra fe vuelve a su hogar natural (a la verdad), nuestra confianza aumenta. Todo esto es obra del perdón. Por eso se dice que el Curso es algo muy simple: el perdón es la llave maestra que nos abre todas las puertas; es el antídoto que deshace todos nuestros problemas; la respuesta a todo es perdonar.

Complementemos el tema con unas citas relacionadas. En primer lugar, dos párrafos de la sección "La simplicidad de la salvación" (T.31.I):

Nadie que entienda lo que tú has aprendido, con cuánto esmero lo aprendiste, y los sacrificios que llevaste a cabo para practicar y repetir las lecciones una y otra vez, en toda forma concebible, podría jamás dudar del poder de tu capacidad para aprender [o de la intensidad de tu fe]. No hay un poder más grande en todo el mundo. El mundo se construyó mediante él, y aún ahora no depende de nada más. Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las aprendiste con tanto esmero y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas cortinas para nublar lo simple y lo obvio. No digas que no puedes aprender. Pues tu capacidad para aprender es tan grande que te ha enseñado cosas tan difíciles como que tu voluntad no es tu voluntad, que tus pensamientos no te pertenecen, e incluso, que no eres quien eres.

¿Quién podría afirmar que lecciones como éstas son fáciles de aprender? Sin embargo, tú has aprendido eso y más. Por muy difícil que haya sido, has seguido dando cada paso sin quejarte, hasta construir un mundo de tu agrado. Y cada una de las lecciones que configuran al mundo procede del primer logro de tu aprendizaje, el cual fue de tal enormidad que, ante su magnitud, la Voz del Espíritu Santo parece débil e inaudible. El mundo comenzó con una extraña lección, lo suficientemente poderosa como para dejar a Dios relegado al olvido y a Su Hijo convertido en un extraño ante sus propios ojos, exiliado del hogar donde Dios Mismo lo había ubicado. Tú que te has enseñado a ti mismo que el Hijo de Dios es culpable, no digas que no puedes aprender las sencillas lecciones que la salvación te enseña. (T.31.I.3-4)

Aunque ahí se hable del aprendizaje, la fe también está incluida, pues uno aprende aquello en lo que cree.

Veamos ahora unas citas del Manual para el maestro, en las que se habla de aprendizaje y confianza, teniendo ambos (tanto el aprendizaje como la confianza) mucho que ver con la fe:

¿Cuál es, entonces, la función del maestro de Dios con respecto a esta lección final? Simplemente tiene que aprender cómo considerarla y estar dispuesto a encaminarse en esa dirección. Necesita confiar simplemente en que si Dios le dice que ésta es una lección que él puede aprender, es porque la puede aprender. No juzga si es difícil o fácil. Su Maestro se la señala, y él confía en que Él le enseñará cómo aprenderla.

(...) Convertir el infierno en Cielo es la función de los maestros de Dios porque lo que enseñan son lecciones que reflejan el Cielo. Siéntate ahora por un momento con verdadera humildad y date cuenta de que puedes hacer todo lo que Dios desea que hagas [despertar del sueño de separación]. No seas arrogante ni digas que no puedes aprender Su programa de estudios. Su Palabra afirma lo contrario. Su Voluntad se hará. No puede ser de otra manera. Y da gracias de que así sea.
(M.14.4.4-8; 5.9-15)

Y también en el Manual, comentando sobre nuestra creencia en la muerte, podemos ver cuánta fe hemos depositado en lo ilusorio, en la muerte (como dice la frase popular del ego: "Lo único seguro es la muerte"), cuando con la misma facilidad podríamos creer en la VIDA:

La muerte es el sueño central de donde emanan todas las ilusiones. ¿No es acaso una locura pensar que la vida no es otra cosa que nacer, envejecer, perder vitalidad y finalmente morir? Ya hemos planteado esta pregunta anteriormente, pero ahora debemos examinarla con mayor detenimiento. La creencia fija e inalterable del mundo es que todas las cosas nacen para morir. Se considera que así es como "opera la naturaleza", y ello no se debe poner en tela de juicio [dada la fe que ponemos en la realidad de la muerte], sino que debe aceptarse como la ley "natural" de la vida. Lo cíclico, lo cambiante y lo incierto; lo inestable y lo inconstante; lo que de alguna manera crece y mengua siguiendo una trayectoria determinada, es lo que se considera la Voluntad de Dios. Y nadie se pregunta si un Creador benigno hubiese podido disponer algo así.

(...) Si la muerte es real para una sola cosa, la vida no existe. La muerte niega la vida. Pero si la vida es real, lo que se niega es la muerte. En esto no puede haber transigencia alguna. O bien existe un dios de miedo o bien Uno de Amor. [Nosotros elegimos en cuál depositar nuestra fe]

La "realidad" de la muerte está firmemente arraigada en la creencia de que el Hijo de Dios es un cuerpo. Y si Dios hubiese creado cuerpos, la muerte sería ciertamente real. Pero en ese caso Dios no sería amoroso. (...)

"El último enemigo destruido será la muerte". ¡Por supuesto que sí! Sin la idea de la muerte no habría mundo. Todos los sueños acabarán con éste. Ésta es la meta final de la salvación, el fin de todas las ilusiones. Y todas las ilusiones nacen de la muerte. ¿Qué puede nacer de la muerte y tener vida? Por otra parte, ¿qué puede originarse en Dios y morir? Las inconsistencias, las transigencias y los ritos que el mundo fomenta en sus vanos intentos de aferrarse a la muerte y al mismo tiempo pensar que el amor es real, no son más que necios trucos mágicos que no tienen sentido ni eficacia. Dios es eterno, al igual que todas las cosas creadas en Él. ¿No ves que de no ser así, Él tendría un opuesto y el miedo sería tan real como el amor?

Maestro de Dios, tu única tarea puede definirse de la siguiente manera: no hagas ningún trato en el que la muerte sea parte integrante de él. No creas en la crueldad, ni permitas que el ataque oculte la verdad de ti. Lo que parece morir, tan sólo se ha percibido incorrectamente y se ha llevado al campo de las ilusiones. De ahí que tu tarea sea ahora permitir que las ilusiones sean llevadas ante la verdad. Mantente firme sólo en esto: no te dejes engañar por la "realidad" de ninguna forma cambiante. La verdad no cambia ni fluctúa, ni sucumbe ante la muerte o ante la destrucción. ¿Y cuál es el final de la muerte? Nada más que esto: el reconocimiento de que el Hijo de Dios es inocente ahora y siempre. Nada más que eso. Pero no olvides que tampoco es menos.
(M.27.1; 4.2-6; 5.1-3; 6; 7)

Es recomendable leer ese apartado (M.27: ¿Qué es la muerte?) entero.

En definitiva: le hemos dado tantísima credibilidad a la muerte y a las ilusiones... ¡cómo podemos entonces decir que no tenemos fe! Tenemos una fe abismal, así que simplemente tenemos que ponerla donde corresponde: No en lo indigno, sino en lo que es digno; no en lo que nos perjudica, sino en lo que nos despierta; no en el cuerpo, el mundo o la muerte, sino en la plenitud inmutable e intemporal; no en las ilusiones, sino en la verdad. Porque fe, lo que es fe... hemos demostrado tenerla de sobra, hasta el punto de haber conseguido, en apariencia, aprender lo imposible. Pero ahora podemos elegir empezar a poner nuestra confianza en lo contrario. En la inocencia, en vez de en la culpabilidad. En lo ilimitado, en vez de en lo concreto y separado.

Sobre los pensamientos

Del foro: http://concordiayplenitud.foroactivo.com/t29-una-pregunta-sobre-los-pensamientos

Pregunta: Toni nos podrias hablar sobre la diferencia entre los pensamientos del cerebro y los pensamientos de la mente que esta fuera del espacio-tiempo?
En la leccion 23 del libro de ejercicios que es una leccion que suelo escuchar bastante, Kenneth al explicar la leccion hace referencia a esta diferencia entre pensamientos,pero nunca acabo de entenderlo del todo.
Muchas gracias amigo


Respuesta: El único verdadero pensamiento es el Pensamiento de Dios, que es Uno. Poco puede decirse de Esto, pues es el conocimiento, no puede describirse en palabras, pero puede ser experimentado y el proceso del perdón nos conduce infaliblemente a esta experiencia.

A nivel de las ilusiones tenemos los otros dos tipos de pensamiento, a los que te refieres. En el Curso se habla de uno de estos dos tipos de pensamiento como "los pensamientos que piensas que piensas" (por ejemplo, en el primer párrafo de la lección 15). Así que, brevemente, los dos tipos de pensamiento ilusorio son:

1) "Los pensamientos que piensas que piensas" (o "pensamientos del cerebro"). Son los pensamientos y las percepciones de los que normalmente somos conscientes. Cualquier percepción y pensamiento humano cotidiano podría servir de ejemplo: (Ejemplos de PERCEPCIONES): ver un árbol, ver el mundo, los cuerpos, oír sonidos, percibir enfermedades, etc [todas estas percepciones o imágenes, que interpretamos como "cosas", en realidad son pensamientos en la mente que proyecta, y por eso el Curso nos dice en algunas lecciones que podemos aplicar la lección indistintamente a lo "externo" (percepciones) y a lo "interno" (pensamientos)]. (Ejemplos de PENSAMIENTOS): "Tengo hambre, voy a hacerme un bocadillo de jamón", "Lo que me ha dicho mi vecina iba con segundas", "Me pica la espalda", "Soy una persona humana", "Me llamo fulano, nací en tal año, etc". Este nivel de pensamiento no es nada, es ilusión montada sobre otra ilusión, es meramente un reflejo del nivel más profundo de pensamiento ilusorio:

2) El pensamiento de la separación. Este es el pensamiento o creencia que hay que perdonar, y que se refleja en todos los pensamientos del otro nivel, que ya hemos citado arriba (los pensamientos que pensamos que pensamos).

Los pensamientos del nivel 1 son la imagen externa de una condición interna: la condición interna es el pensamiento de nivel 2.

[El mundo que ves] es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. (T.21.introd.1.5)

Cuando el Curso habla de "pensamiento de ataque", puede referirse a cualquiera de estos dos niveles, pues puede referirse a nuestros juicios a nivel humano contra otras personas, pero al mismo tiempo en el fondo siempre está el pensamiento de ataque primordial u original: la creencia en la separación (el resto de pensamientos de ataque son reflejos de este).

Así que el proceso es simple. Tomamos conciencia de "los pensamientos que pensamos que pensamos" (nivel 1), entonces recordamos que en realidad simplemente son el símbolo del pensamiento ontológico de ataque (el pensamiento de la separación, nivel 2), y al entregarle al Espíritu Santo nuestra decisión equivocada por la individualidad/separación, ya hemos perdonado. El resto fluye por sí solo, hasta que se deshaga el ego y se restaure en nuestra experiencia el verdadero Pensamiento: la Plenitud de Dios.

El proceso del perdón se centra en el pensamiento de separación (el que puse arriba como número 2).

Los pensamientos de nivel 1 son un truco del ego, pues elegir entre ellos no es elegir (por ejemplo, elegir si voy al cine o me quedo en casa, o si ceno carne o pescado, si leo el Curso o una revista porno, todo eso es irrelevante, aunque el ego trata de que veamos que una forma es mejor que otra en sí misma). El objetivo del ego es que el nivel 1 nos distraiga de recordar que existe el nivel 2, ya que el nivel 2 es el único nivel relevante para tomar la decisión de despertar, que es lo que el ego nunca quiere que hagamos.

El pensamiento de nivel 2 es la única elección que realmente tenemos (y el ego trata de que nos olvidemos de esto, de la mente): si elegimos condenar o liberar; rechazar o aceptar; separar o unir; juzgar o percibir inocencia.

El pensamiento de nivel 1 son las formas. El pensamiento de nivel 2 es el contenido. Y cuando elegimos el contenido del perdón de manera definitiva, recuperamos nuestra experiencia del Pensamiento de Dios.

El soñador (la mente que está fuera del espacio/tiempo) eres tú mismo. Cuando te identificas con los pensamientos de nivel 1, te conviertes en el personaje del sueño, al menos en tu experiencia. Cuando aplicas el perdón, pasas al pensamiento de nivel 2: del personaje al soñador. Al practicar el perdón estás contactando contigo mismo fuera del espacio/tiempo (la "mente ontológica", es otra manera de decir lo mismo). Desde este nivel del soñador, es desde donde podemos hacer la única elección útil: despertar y reconocer nuestro verdadero Ser, que está más allá de todas las ilusiones (más allá del personaje y también más allá del soñador). Más allá del nivel 1 y más allá del nivel 2. Y, como siempre, el perdón sigue siendo la única solución, la única respuesta con sentido.

Pedir la iluminación

Del foro: http://concordiayplenitud.foroactivo.com/t28-pedir-la-iluminacion

Pregunta: El Curso insta a que pidamos corrección al Espíritu Santo; pero ¿sería correcto pedir la iluminación? Yo cuando me despierto por la mañana, aún en la cama, experimento desde intranquilidad hasta pánico (justo lo contrario cuando me acuesto por la noche: paz y felicidad), por eso, lo primero que hago al despertar es pedir al Espíritu Santo la iluminación, ¡¡sí tal como suena!! Digo más o menos: Espíritu Santo que estás en mi mente, deseo despertar de esta pesadilla lo antes posible. Ayúdame a salir de este mundo demente y de este maldito cuerpo que yo mismo he fabricado. Amén. Me ha quedado muy claro, que la vía hacía el despertar, es ir eliminando las capas de culpa mediante la práctica del perdón, hasta que llegue el momento que no haya más culpa que perdonar; pero ¿sería eficaz, pedir la iluminación directamente?

Respuesta: Efectivamente, la manera de pedir la iluminación es practicar el perdón.

Esto es así porque la verdadera petición/oración no son las palabras. Las palabras son simplemente, tal como dice el Curso, símbolos de símbolos (las palabras se refieren a las cosas, y las cosas se refieren o simbolizan lo interno —la también ilusoria decisión interna de nuestra mente, de creer en la idea de la separación y entonces dormir en la dualidad, o dejar de creer en esa idea y entonces despertar), por lo que están doblemente alejadas de la realidad. Por lo tanto, las palabras las usamos como apoyo mientras aún nos parecen útiles, pero lo esencial es lo que está ocurriendo más allá de las palabras, de lo cual nuestras palabras puede ser un reflejo o no (dependiendo de la sinceridad de nuestras palabras jejeje).

Pedir la iluminación con palabras puede ser una positiva manera de reflejar nuestra predisposición a perdonar, pero donde realmente mostramos qué estamos pidiendo es con nuestra actitud, no con nuestras palabras. Si además de pedir algo con palabras, usamos el perdón, entonces podemos estar seguros de que estamos despejando el camino de obstáculos para el reconocimiendo de la verdad, que es la iluminación.

Algunas citas del Curso relacionadas con esto:

Y no es necesario que tratemos de hablar de lo que por siempre ha de estar más allá de las palabras. (T.18.IX.11:2)

Lo primordial no son las palabras, sino nuestra actitud, en favor del ego o del perdón. Lo cual es la verdadera oración que estamos haciendo. Por ejemplo, si condenamos o juzgamos a alguien, estamos pidiendo separación. Si perdonamos a alguien dejando de juzgarle, estamos pidiendo la iluminación. Relacionado con esto, en el Anexo "El canto de la oración", el Curso dice, en el contexto de las diversas formas de oración, según la etapa de aprendizaje alcanzada:

La oración es tan continua como la vida. Todo el mundo ora sin cesar. Pide y ya has recibido, pues has determinado qué es lo que quieres.

Es posible asimismo alcanzar una forma más elevada de pedir-desde-la-necesidad, puesto que en este mundo la oración es reparadora y, por lo tanto, entraña niveles de aprendizaje. En ese caso, la petición puede estar dirigida a Dios con verdadera fe, pero aún sin comprensión.
(O.1.II.2:4-6; 3.1-2)

Es muy interesante leer esa sección entera, titulada "La escalera de la oración", y en realidad también el resto de secciones, hasta la V, de esa primera sección del Canto de la oración. Citemos aún algunas citas más de ese Anexo:

Sin culpa no hay escasez. Quien está libre de pecado no tiene necesidades. (O.1.II.3:5-6)

Antes de hacerse santa, la oración es una elección. (O.1.II.6:4)

Y sigamos con algunas citas del resto del Curso:

Las palabras que utilices no es lo que realmente importa. (L.PI.Repaso2º.introd.6:4) (Pág. 155)

Las palabras, sin embargo, no son sino recursos auxiliares y, excepto por el uso que hacemos de ellas al principio y al final de cada período de práctica, se usarán sólo para recordarle a la mente su propósito, según lo dicte la necesidad. Ponemos nuestra fe en la experiencia que se deriva de las prácticas, no en los medios que utilizamos. Esperamos la experiencia, y reconocemos que sólo en ella radica la convicción. (L.PI.repaso5º.introd.12:1-3) (Pág. 354)

Tu motivación se intensificará de tal manera que las palabras dejarán de ser relevantes. (L.PI.introd*.2:5) (Pág. 359)

Las palabras son irrelevantes y las peticiones innecesarias cuando el Hijo de Dios invoca el Nombre de su Padre. (L.183.10:3)

La siguiente cita se refiere a las palabras "Deseo la paz de Dios", título de la lección 185, pero lo que ahí se dice es igualmente válido para las palabras "Deseo la iluminación":

Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo. Si pudieras decirlas de corazón, aunque sólo fuera por un instante, jamás volverías a sentir pesar alguno, en ningún lugar o momento. (L.185.1:1-3)

"Decirlas de corazón" es con una actitud de completo perdón.

No hay nadie que pueda decir estas palabras de todo corazón y no curarse. Ya no podría entretenerse con sueños o creer que él mismo es un sueño. (L.185.2:1-2)

Decir estas palabras de corazón es reconocer la futilidad de las ilusiones y pedir lo eterno en lugar de sueños cambiantes que parecen ofrecerte distintas cosas, pero que en realidad son igualmente insubstanciales. (L.185.7:6)

Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. (L.PI.Repaso6º.introd.4:1) (Pág. 419)

Las palabras apenas significarán nada ahora. Las utilizaremos únicamente como guías de las que no hemos de depender. Pues lo único que nos interesa ahora es tener una experiencia directa de la verdad. Las lecciones que aún nos quedan por hacer no son más que introducciones a los períodos en que abandonamos el mundo del dolor y nos adentramos en la paz. (L.PII.introd.1:1-4) (Pág. 431)

Diremos más bien algunas palabras sencillas a modo de bienvenida, y luego esperaremos que nuestro Padre Se revele a Sí Mismo, tal como ha prometido que lo hará. (L.PII.introd.3:3) (Pág. 431)

En lugar de palabras, sólo necesitamos sentir Su Amor. (L.PII.introd.10:3) (Pág. 433)

Las palabras tendrán todavía cierta utilidad. (L.PII.introd.11:1) (Pág. 433)

Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas. (L.PII.284.1:8)

La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. (L.PII.Preg14.2:1)

Obviamente la cita anterior alude a una etapa muy avanzada del proceso, ya que la mayor parte del tiempo las palabras son muy útiles como apoyo.

En nuestras lecciones finales utilizaremos la mínima cantidad de palabras posible. Tan sólo las utilizaremos al principio de nuestras prácticas, y únicamente para que nos recuerden que lo que buscamos es ir más allá de ellas. (L.PII.introd.1:1) (Pág. 519)

Es un método de conversión que no se lleva a cabo sólo con palabras. (M.introd.2:8)

Quizá prefiera usar otras palabras, o sólo una, o ninguna. (M.16.10:7)

Estrictamente hablando, las palabras no juegan ningún papel en el proceso de curación. El factor motivante es la oración o petición. Recibes lo que pides. Pero esto se refiere a la oración del corazón, no a las palabras que usas al orar. A veces las palabras y la oración se contradicen entre sí; otras veces coinciden. Eso no importa. Dios no entiende de palabras, pues fueron hechas por mentes separadas para mantenerlas en la ilusión de la separación. Las palabras pueden ser útiles, especialmente para el principiante, ya que lo ayudan a concentrarse y a facilitar la exclusión, o al menos el control, de los pensamientos foráneos. No olvidemos, no obstante, que las palabras no son más que símbolos de símbolos. Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad. (M.21.1)

Dice que "Dios no entiende de palabras". Eso es porque las palabras son formas, y Dios no sabe de formas, sino que Él solo conoce el contenido, y Su único contenido es Amor. Como también dice la Clarificación de términos: «Dios no se ocupa en absoluto de la forma, pero al haber otorgado el contenido, Su Voluntad es que se comprenda. Y eso basta. Las formas se adaptan a las necesidades, pero el contenido es inmutable, tan eterno como su Creador» (C.3.3:3-5)

Las palabras, por consiguiente, son símbolos de las cosas que se piden, pero las cosas en sí no son sino la representación de las experiencias que se anhelan. (M.21.2:6)

Por ejemplo, si alguien le pide a Dios una casa nueva, o que le toque mucho dinero en la lotería, lo que en realidad hay tras esas peticiones es la petición de la felicidad que la mente cree que hallará si consigue esos objetos. Esos objetos representan simplemente la manera en que esa mente representa la felicidad. Pero lo que realmente pedimos no son los objetos, sino el contenido: felicidad o, por el contrario, culpabilidad/carencia.

La oración que pide cosas de este mundo dará lugar a experiencias de este mundo. Si la oración del corazón pide eso, eso es lo que se le dará porque eso es lo que recibirá. Es imposible entonces que en la percepción del que pide, la oración del corazón no reciba respuesta. Si pide lo imposible, si desea lo que no existe o si lo que busca en su corazón son ilusiones, eso es lo que tendrá. El poder de su decisión se lo ofrece tal como él lo pide. En esto estriba el Cielo o el infierno. Al Hijo durmiente de Dios sólo le queda este poder. Pero es suficiente. Las palabras que emplea son irrelevantes. Sólo la Palabra de Dios tiene sentido, ya que simboliza aquello que no corresponde a ningún símbolo humano. Sólo el Espíritu Santo comprende lo que esa Palabra representa. Y eso, también, es suficiente. (M.21.3)

¿Debe evitar, entonces, el maestro de Dios el uso de las palabras cuando enseña? ¡Por supuesto que no! (M.21.4:1-2)

No juzgues las palabras que te vengan a la mente, sino que, por el contrario, ofrécelas lleno de confianza. (M.21.5:6)

Nunca olvides que el Espíritu Santo no depende de tus palabras. Él comprende las peticiones de tu corazón, y las colma. ¿Quiere esto decir que mientras te siga atrayendo el ataque Él te responderá con maldad? Por supuesto que no. Dios le ha dado el poder de traducir las oraciones de tu corazón a Su lenguaje. El Espíritu Santo comprende que un ataque es una petición de ayuda, y, consecuentemente, responde ofreciendo ayuda. (M.29.6)

Por lo tanto, se vale de palabras, las cuales son simbólicas y no pueden expresar lo que se encuentra más allá de todo símbolo. (C.introd.3:3)

Y te dirá exactamente qué debes hacer, en palabras que puedas entender y también utilizar. (O.2.III.5:7)

El resumen de todo esto podría ser esta cita:

Mas la única oración que tiene sentido es la del perdón porque los que han sido perdonados lo tienen todo. (T.3.V.6:3)

En definitiva: todo deseo es una forma de petición/oración. Y en este sueño dual, la petición más elevada que podemos hacer es el perdón, ya sea que nos apoyemos en palabras para practicarlo o no.

Por supuesto, es perfecto utilizar las palabras que nos vienen a la mente y que sentimos inspiradoras para nosotros, pues si nos ayudan a sentir paz, entonces nos son dadas por el Espíritu Santo, como reflejos de la mentalidad recta. Simplemente, además de utilizar las palabras que nos resuenen, es también muy útil que nos acordemos de lo principal: mantenernos alerta (T.6.V.C) para detectar nuestra sensación de conflicto y aplicar el perdón. Porque el perdón es el fondo del asunto; el perdón es la verdadera oración; el perdón es la manera "directa" de pedir la iluminación, de la cual las palabras "quiero la iluminación" serían simplemente un útil reflejo, pero ese reflejo sería vacío si no viene acompañado de la actitud del perdón.

PD: Por consiguiente, de todo lo dicho se deduce que en el ejemplo que das, obviamente usar esas palabras u oración como recordatorio de lo que verdaderamente quieres, es una actitud fabulosa, la cual forma parte de la aplicación del perdón. Todo lo que usemos para ayudarnos a recordar lo que realmente queremos, lo realmente valioso, el perdón, es beneficioso.

viernes, 28 de octubre de 2016

Fobia social

Pregunta: ¿Por qué razón, le tengo tanto miedo a mi hermano?; ¿por qué motivo, huyo de él?; ¿por qué me incomoda?; ¿Por qué esta tendencia, a la soledad? ¡Eso sí!, practicando esta especie de magia (búsqueda de la soledad, evitando la sociabilidad) me encuentro muy bien. Tengo claro que las relaciones especiales no me interesan, quizás eso, sea favorable ¿no?; aunque evitar al hermano, no creo que tenga nada de favorable. ¿Cómo debería lidiar con esto?

Respuesta: Todo miedo a nivel de la forma simboliza el miedo a Dios en nuestra mente inconsciente. Al haber en nuestra mente inconsciente la creencia de haberse separado de Dios, y con ello haberlo "roto" (al arrancar un trozo de la Unidad para fabricar nuestra individualidad), luego surge el miedo a la ira de Dios, a que Dios nos castigue en venganza. Ese miedo atroz nos impulsa a huir de la mente, proyectando un mundo de formas en el que escondernos y olvidarnos de eso, pero el miedo es también proyectado y ahora tememos a las formas que nos rodean: a nuestros hermanos, a los insectos, al clima, al tiempo que avanza implacablemente provocando nuestra vejez, miedo a las bacterias, al cáncer, al dinero o a la falta de él, etc. Todo es miedo a Dios.

Y el miedo a Dios, a su vez, simboliza el miedo a la verdad, el miedo a nuestro propio Ser. En otras palabras, una parte de nuestra mente teme al verdadero Ser porque siente que si acepta de nuevo la verdad, perderá su querida individualidad.

Así que también podemos expresar el problema en términos de apego a la individualidad. Nuestra mente está constantemente eligiendo entre la individualidad o la verdad. Y recibe lo que elige. El proceso del perdón nos ayuda a irnos desapegando de lo falso (de la separación, la individualidad, el cuerpo, el mundo) y a ir aceptando la verdad (paz pura independientemente de las formas).

El miedo a Dios es lo mismo que miedo a despertar. Pero el proceso del perdón nos ayuda con esto, y es un proceso suave, que se adapta al ritmo de nuestra transición: mientras nuestro miedo sea alto, iremos muy suavemente. Cuando nos sintamos preparados para dejar a un lado la individualidad, sucederá de manera espontánea. Entonces la felicidad será maravillosamente abismal.

En cuanto al evitar a tus hermanos, uno mismo debe sopesar si eso se hace desde una actitud de miedo/rechazo, o desde una actitud de paz y amor. La palabra elegida, "evitar", parece apuntar al miedo, pero solo uno mismo puede saberlo. Si fuera algo basado en el miedo, simplemente se trata de otra oportunidad para practicar el perdón. Pero si no hay miedo ni rechazo, puede que simplemente estés muy cómodo a solas, te sientes pleno y no sientes necesidad de frecuentar a las personas. En ese caso, cuando debido a las circunstancias te reúnas con gente, te sentirás igualmente tranquilo, pleno y en paz. Si no es así, revisa cuál es la verdadera motivación, pues probablemente habría miedo y necesidad de perdonar. Y es muy bueno que nos demos cuenta de nuestras oportunidades de perdonar, pues el tomar conciencia de ellas nos permite practicar el perdón y agilizar el despertar. Y lo único necesario es perdonar. NO hay necesidad de cambiar nuestro comportamiento, ni de forzarnos a encontrarnos con gente si no tenemos ganas. Simplemente basta con tomar conciencia de si hay miedo/rechazo o no, y si fuese así, entonces perdonar. Lo demás irá fluyendo por sí solo.

Una cosa más. Dices: "Tengo claro que las relaciones especiales no me interesan (...)". Es interesante recordar que las relaciones especiales, aunque pueden reflejarse en lo externo mediante interacciones sociales, pero en realidad son un asunto de nuestra mente. Y siempre tenemos relaciones especiales (de otro modo ya estaríamos iluminados). No hace falta que haya nadie físicamente a nuestro alrededor. Nuestra mente sigue con sus apegos (relaciones especiales). Continúan viniendo pensamientos sobre tal o cual conflicto, o sobre tal o cual persona. Continúa habiendo una relación especial básica con nuestro propio cuerpo (que se manifiesta en forma de hambre, sed, calor, frío, limitación, incomodidad, placer temporal, etc.). Incluso si me voy a una cueva del lejano Himalaya, seguiré teniendo mis pensamientos, emociones, sensaciones corporales e incluso el ataque físico, que si no hay personas entonces podría adoptar otra forma, por ejemplo conflicto con un oso, con un tigre, con insectos, bacterias, enfermedad, con el clima, frío, soledad, etc.

Por lo tanto, no es que las relaciones especiales nos interesen o no nos interesen. Simplemente las tenemos (mientras aún no estemos iluminados), y la cuestión es para qué las vamos a usar: para fortalecer el propósito de separación del ego, o para el propósito de unidad del Espíritu Santo. De hecho, las relaciones especiales (en sus diversas formas) son el núcleo central de la práctica del Curso, pues el perdón podría describirse como el proceso de transformar nuestras relaciones especiales en relaciones santas. Esto, como decía, no obliga a nada en cuanto a la conducta, porque son cuestión de juicios y apegos, todo a nivel mental. Lo que importa es nuestra actitud mental. Pero, en la práctica, si uno trata de esquivar obsesivamente las interacciones personales con sus semejantes, cabe la posibilidad de que se trate de una argucia del ego para evitar lo que él considera conflictos, sin reconocer que el verdadero conflicto es interno en la mente, y no externo en las personas. De hecho, el reflejo externo del conflicto, el cual percibimos al interaccionar con otras personas, puede ayudarnos a tomar conciencia del conflicto interno. Si nos negamos a ver los espejos (nuestros hermanos), puede tratarse del ego evitando mirar el reflejo de su propia culpa, de la falta de perdón. Lo más útil es tomar conciencia de nuestras relaciones especiales y la culpa que reflejan, sin miedo a mirarla en los espejos, aunque también sin apego a los espejos. Pero la clave en cualquier caso es el perdón, y esto es a nivel mental. Si perdonamos, lo que fluya a nivel externo será lo apropiado, pues no actuaremos desde el miedo, sino desde la confianza que nos brinda la actitud del perdón.

Una actitud equilibrada, puede que no se exprese en la forma de anhelar relaciones sociales, pues no hay necesidad de ellas. Pero tampoco se rehúye ese tipo de relaciones, pues no hay miedo. Así que simplemente se puede fluir con lo que sea mejor para todos.

martes, 25 de octubre de 2016

Agradecido por la oportunidad de perdonar

Vía emails:

Agradecido por la oportunidad de perdonar

Pregunta: Más largo es el título de esta pregunta (asunto del email) que la pregunta en cuestión: ¿Debería de estar agradecido a esa persona desagradable por cruzarse en mi vida? 

Un abrazo Toni.

☼☼☼

Respuesta:

Si le estás agradecido a tu hermano, le estarás agradecido a Dios por lo que Él creó. (T.4.VI.7.4)

No puedes apreciar aquello en lo que no crees ni puedes sentirte agradecido por algo a lo que no le atribuyes valor. (T.9.II.9.4)

La única reacción apropiada hacia un hermano es apreciarlo. Debes estarle agradecido tanto por sus pensamientos de amor como por sus peticiones de ayuda, pues ambas cosas, si las percibes correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia. Toda sensación de esfuerzo procede de tus intentos de no hacer simplemente eso. (T.12.I.6.1-3)

Siempre se trata de lo mismo: estamos siempre eligiendo entre dos actitudes posibles, la de amor/unión o la de rechazo/separación. Si elijo ver a mi hermano a través de los ojos del ego, le rechazaré y reforzaré la separación/dualidad en mí y en él. Si elijo verlo con los ojos de Jesús, le estaré agradecido pues se ha convertido en mi salvador: veré que mi hermano siempre me está aportando algo valioso, siempre una de estas dos cosas: o me está expresando amor, o si no, entonces me está pidiendo amor (me está pidiendo ayuda, como dice el Curso). Al percibirle así, siempre resulto beneficiado, por lo que es natural sentirse uno agradecido ante el salvador que porta el espejo en el que nos miramos para saber dónde nos queda perdón por aplicar.

Otras citas relacionadas:

Cuando ves a tu hermano como un cuerpo, lo estás condenando porque te has condenado a ti mismo. (T.8.VII.15.7)

¿Qué prefieres, unirte a la resurrección o a la crucifixión? ¿Condenar a tus hermanos o liberarlos? ¿Te gustaría trascender tu prisión y ascender hasta el Padre? Estas preguntas son todas la misma y se contestan al unísono. (T.11.VI.2.1-4)

Cuando condenas a un hermano estás diciendo: "Yo que soy culpable elijo seguir siéndolo". Has negado su libertad, y al hacer eso, has negado el testigo de la tuya. Con igual facilidad podías haberlo liberado del pasado y haber eliminado de su mente la nube de culpabilidad que lo encadena a él. Y en su libertad habrías encontrado la tuya. (T.13.IX.4.4-7)

Nadie que condena a un hermano puede considerarse inocente o que mora en la paz de Dios. (T.13.X.11.7)

Mas tuviste que haberte condenado a ti mismo primero, o, de lo contrario, nunca habrías podido pensar que necesitabas que tus hermanos fuesen diferentes de como son. (T.15.V.6.5)

Antes de condenar a tu hermano, recuerda quién es él. (T.19.IV.D.i.16.2)

Lo que tienes que recordar es que ni tú ni tus hermanos sois cuerpos, sino puro espíritu. Consiguientemente, ambos sois inocentes: ninguno de los dos es culpable a pesar de las apariencias urdidas por el ego.

Y no le otorgues ningún valor al cuerpo de tu hermano, el cual no hace sino condenarlo a fantasías de lo que él es. (T.20.VIII.3.4)

Tu hermano es para ti, pues, el símbolo de tus propios pecados, y lo condenas silenciosamente, aunque con tenaz insistencia, por esa cosa odiosa que eres. (T.31.V.6.8)

Es decir, condenamos a nuestros hermanos no por lo que han hecho realmente (pues eso que percibimos son ilusiones), sino por nuestro propio pecado interno: la creencia de nuestra mente inconsciente de que soy culpable por haber destrozado el Cielo y roto la Unidad de Dios, y esa es la culpabilidad que de manera disimulada proyectamos sobre nuestros hermanos, y entonces los percibimos como que nos roban o nos miran mal, o que son perversos por ser gays o por ser del PP jejeje... En realidad nos estamos condenando secretamente (inconscientemente) a nosotros mismos.

Si percibimos que nuestro hermano hace algo malo, o que su actitud hacia nosotros es malintencionada, externamente podemos tomar las medidas oportunas (incluso denunciarlo y que vaya a la cárcel si humanamente ha cometido un delito), pero internamente sabemos que es un símbolo de la ilusoria culpa inconsciente, y que tras las ilusorias capas de culpa hay solo amor (por lo que podemos hacer externamente lo que sea oportuno, pero aun así no tendremos necesidad de odiar: uno puede apoyar que un hermano sea encarcelado y aun así amar lo que él realmente es, sin tomarnos en serio lo que los cuerpos parecen hacer).

Los motivos o intenciones verdaderos de nuestro hermano son siempre expresarnos amor, o pedirnos ayuda para experimentar amor:

Sólo hay una forma sensata de interpretar motivos. Y por tratarse del juicio del Espíritu Santo, no requiere esfuerzo alguno por tu parte. Todo pensamiento amoroso es verdadero. Todo lo demás es una petición de ayuda y de curación, sea cual sea la forma que adopte. ¿Cómo puede estar justificado reaccionar con ira ante la súplica de un hermano? Ninguna reacción podría ser apropiada, excepto estar dispuesto a ayudarle, pues eso, y sólo eso, es lo que está pidiendo. (T.12.I.3.1)

Ayudarle significa verlo con los ojos de la mentalidad recta, con ojos del perdón. Aunque nuestro hermano se ve a sí mismo como un cuerpo, nosotros le liberamos al verle como espíritu inocente e inmortal. Esto nos permite apreciarle, amarle y agradecerle por ser. E incluso sus "peticiones de ayuda" podemos aprender a percibirlas tal como son, como peticiones de ayuda y no como ataques. Así liberamos a nuestro hermano (dejamos de reforzar su culpa inconsciente) y simultaneamente nos liberemos a nosotros mismos (soltamos nuestra propia culpa inconsciente, la cual habíamos proyectado contra nuestro hermano).

En el Cielo, el agradecimiento es Gozo puro (conocimiento, Unidad, Plenitud) de Uno Consigo Mismo.

En el sueño de la dualidad, el agradecimiento se puede ofrecer mediante el perdón a los reflejos (a "los hermanos" y a "uno mismo"). Sea lo que sea lo que te parece que hace o piensa tu hermano, eres libre de percibirlo con los ojos del ego o del Espíritu Santo, y por lo tanto de ver a tu hermano como quien te conduce al infierno, o como tu salvador quien te conduce al Cielo. Sea lo que sea que elijas, lo eliges para los dos: o los dos condenados (culpables), o los dos salvados (inocentes).

Todo aquel a quien liberes de la culpabilidad te mostrará tu inocencia. El círculo de la Expiación es infinito. Y con cada hermano que incluyas dentro de los confines de seguridad y perfecta paz de dicho círculo, tu confianza de que estás incluido y a salvo dentro del mismo aumentará. (T.14.V.7.5-7)

A todo aquel que ves, o bien lo ubicas dentro del santo círculo de la Expiación o bien lo dejas afuera, juzgándolo como que merece ser crucificado o redimido. Si lo incluyes dentro del círculo de pureza, descansarás allí con él. Si lo excluyes, te quedas afuera con él. No juzgues, excepto desde una quietud que no emana de ti. Niégate a aceptar que alguien pueda estar exento de la bendición de la Expiación y condúcelo a ésta bendiciéndolo. La santidad tiene que ser compartida, pues en ello radica todo lo que la hace santa. Ven gustosamente al santo círculo y contempla en paz a todos los que creen estar excluidos. No excluyas a nadie del círculo porque en él se encuentra lo que tu hermano y tú estáis buscando. Ven, unámonos a él en el santo lugar de paz en el que nos corresponde estar a todos, unidos cual uno solo dentro de la Causa de la paz. (T.14.V.11)

Dice, "No excluyas a nadie (...)" del perdón, y esto es importante, porque basta excluir a un solo hermano para que no podamos aceptar de manera completa el despertar a la Verdad. Creer que determinado hermano es más difícil de perdonar que los demás, es hacerlo especial en el sentido negativo, y esa creencia de que hay asuntos especiales que son más difíciles de perdonar o de corregir que otros es uno de los pilares del ego, es lo que el Curso llama "primera ley del caos", la cual puede expresarse como que "la verdad es diferente para cada persona", o como que existe "una jerarquía de ilusiones, siendo unas más importantes o reales que otras" (T.23.II.2). Y esta creencia errónea se corrige mediante el antídoto que nos da el Espíritu Santo, que es que "No hay grados de dificultad en los milagros" (T.1.I.1.1), justo la primera línea del primer capítulo del Texto. De hecho, si hubiera alguien en particular que es la excepción (nos resulta fácil amar/perdonar a todas las personas excepto a esta), este hermano "excepcional" nos estaría brindando el más grande de los regalos, pues nos estaría señalando mejor que ningún otro qué capa de ego todavía ocultamos del perdón. Y esto nos da la oportunidad de rectificar nuestra actitud y lograr la total felicidad del despertar.

Más allá del cuerpo que has interpuesto entre tu hermano y tú, y reluciendo en la áurea luz que le llega desde el círculo radiante e infinito que se extiende eternamente, se encuentra tu relación santa, que Dios Mismo ama. (T.22.II.12.1)

El cuerpo es ilusorio. Vemos a nuestros hermanos como cuerpos porque creemos que nosotros mismos somos cuerpos. Y nos vemos a nosotros mismos como cuerpos porque creemos que nuestros hermanos son cuerpos. ¡Vaya círculo vicioso! Es un círculo egoico que se puede romper mediante el perdón, percibiendo inocencia en nuestro hermano, en nosotros y en todas partes.

Nuestros hermanos son espejos de nuestras creencias internas (de culpa o de inocencia). Cuando nos miramos en un espejo y vemos que tenemos la cara manchada, no limpiamos el espejo, sino nuestra propia cara. Y por lo tanto no nos enfadamos con el espejo ni tratamos de cambiarlo, sino que le estamos agradecidos porque nos ha ayudado a ser conscientes de la mancha que había en nosotros mismos, que sin su ayuda no veíamos. Igualmente con los espejos que son nuestros hermanos.

Si vemos una brizna de hierba en el ojo de nuestro hermano ("no ve bien, se equivoca, sus intenciones no son buenas"), esto es un reflejo para ver si nos damos cuenta de la viga que atraviesa nuestro propio ojo (soy yo mismo el que estoy equivocado, el que estoy haciendo real la separación y la culpa). ¡Nuestro malestar no tiene nada que ver con nuestro hermano, ni con las circunstancias! Nuestro malestar depende únicamente de nuestra decisión mental en favor de la separación, lo cual se sana dejando de creer en la separación (lo cual es el perdón).

Si la petición de ayuda de nuestro hermano nos hace enfadar o irritarnos contra él, entonces nosotros mismos estamos también emitiendo una desconsolada petición de ayuda. El perdón se vuelve doblemente necesario, en beneficio de ambos, pues nosotros mismos estamos percibiendo erróneamente, de lo contrario estaríamos en paz.

En la Realidad o Cielo de nuestro estado natural, no hay hermanos, pues solo hay la Unidad resplandeciente en su Plenitud. Pero mientras sigamos aferrados a la individualidad, percibiendo el sueño ilusorio de separación, nuestro hermano nos da la oportunidad de ver reflejada nuestra decisión equivocada en favor del ego, y por lo tanto nos está ayudando a corregir esa equivocada decisión, y así despertar junto con nuestro hermano en el reconocimiento de la verdad, de la Unidad. ¡Es un motivazo para estar agradecidos a nuestro hermano y a la mentalidad correcta que nos guía a despertar!

Respuesta a la respuesta: Me resulta muy difícil, me queda mucho camino. Yo perdono y deseo ver eso de otra manera; pero... tengo que estar perdonando el resentimiento resultante del desaire de mi hermano, cada cinco minutos. en fin... 

Muchas gracias amigo Toni.

Respuesta a la respuesta de la respuesta (jejeje):  Paciencia, simplemente procuremos no tomarnos demasiado seriamente nada del ego, ni en nuestro hermano ni en nosotros. Como dice una de las lecciones del Libro de ejercicios, "Podría ver paz en lugar de esto" (L.34). Es decir, cuando tomas conciencia de que tu actual manera de percibir no te produce paz, entonces reconoces que no quieres eso. Tomando conciencia de que "Nunca estoy disgustado por la razón que creo" (L.5), y entonces no deseando seguir igual (disgustado, en conflicto), solo por el mero hecho de tomar conciencia de eso y de que la paz depende de ti, poco a poco irás cambiando de parecer y cada vez proyectarás menos tu ira/conflicto sobre tu hermano, reconociendo la ilusoriedad de la causa (la ilusoria creencia en la separación, que generó la también ilusoria culpa), y poco a poco irás sintiendo más paz y menos tendencia a proyectar la ira, la cual siempre parece rebotarnos de nuevo por mucho que tratemos de desprendernos de ella proyectándola. Siempre rebota y vuelve porque las ideas no abandonan su fuente, es decir, la ira y culpa que proyectamos siguen en su fuente: en nuestra propia mente... ¡normal, entonces, que nos escueza!, jeje. (Y el otro significado de que "las ideas no abandonan su fuente" es que nuestro Ser no se ha separado de Dios, pues por así decir somos una Idea de Dios y las Ideas no abandonan su Fuente; esto es lo que el Curso llama "principio de la Expiación", es decir, que la separación nunca ocurrió [T.6.II.10.7]).

Por cierto, si cada 5 minutos, como dices, tienes que estar repitiendo el perdón para deshacer el resentimiento, ¡esto significa que cada 5 minutos tienes una nueva oportunidad de dar un pasito más hacia la iluminación! En realidad, visto así, es buena noticia. Pero recuerda que el perdón no siempre requiere de que refresquemos todas nuestras ideas de mentalidad-recta en ese momento. Una vez podemos enfocarnos en una de las ideas o claves del perdón, otras veces en otra, y muchas veces ni siquiera usando palabras, pues el perdón es una actitud y el mero hecho de observar tu ira o resentimiento sin juzgarte por ello (recordando que la causa es interna y que simplemente una parte de tu mente todavía se aferra al resentimiento y a la separación, haciéndolos reales en vez de admitir su ilusoriedad), con ese simple observar ya estás perdonando sin necesidad de palabras, y al no juzgarnos, el resentimiento se irá quemando a sí mismo a medida que le demos menos y menos importancia. Una de las formas en que alimentamos el resentimiento (le echamos gasolina, inconscientemente, al fuego del resentimiento) es precisamente al tomarlo demasiado en serio. En realidad no tiene importancia, y cuando el resentimiento ve que le hacemos poco caso, finalmente tiene que irse en busca de alimento a otra parte jejeje

Saludos y ¡paciencia! :-)

PD: "Me queda mucho camino" es simplemente un juicio que puedes perdonar. El tiempo es ilusorio. El único obstáculo o distancia no es el tiempo, sino el dejar de juzgarnos: cambiar nuestra mentalidad. Nuestro perdón está produciendo esto, poquito a poco. Aunque no veamos claramente el resultado, cualquier día de repente podemos empezar a sentir más facilidad para reírnos de nuestros resentimientos, dejándolos marchar y en su lugar estar en paz. Las señales de que nuestra mente está siendo perdonada, sin duda llegarán, pues al haber menos culpa inconsciente, inevitablemente acabaremos notando el reflejo de eso en nuestra experiencia consciente. Mientras tanto, paciencia para no juzgarnos. Como dice el Curso: «Ahora debes aprender que sólo la paciencia infinita produce resultados inmediatos» (T.5.VI.12.1). Este aprendizaje no requiere tiempo. La meta está tan cerca como nuestras sinceras ganas de ella. Nuestra mente sigue dividida (una parte de nosotros quiere despertar, otra parte no), así que parece que seguimos en el tiempo, convirtiendo esto en un proceso, pero el perdón acorta muchísimo este proceso. Aunque una parte de tu mente piense que "aún queda mucho camino por recorrer", el perdón acorta el tiempo, acorta el camino, y cuanto más nos volvemos hacia el perdón, menos tiempo hay, menos camino parece haber. HASTA QUE DE REPENTE, EL PROCESO LLEGA A SU FIN Y YA NO HAY CULPA. ¡ESO SÍ QUE ES PAZ...! ES LO QUE SIEMPRE SOMOS, PERO MIRADO EN TIEMPO LINEAL, VA A PARECER QUE ESTE FELIZ DESENLACE, EL FINAL DEL SUEÑO, ES EL RESULTADO DE QUE HAYAMOS ESTADO PRACTICANDO EL PERDÓN. Todo está ya consumado y esperando a que abramos los ojos :-)

Lidiar con las fobias

Aunque obviamente no voy a copiar aquí en el blog todo lo que hablamos en el foro, de vez en cuando puedo seguir copiando algún tema, como este que ha surgido hoy con respecto a las fobias, lo cual se relaciona con el uso de la magia y/o el perdón.

Lidiar con las fobias

Pregunta: Empleando términos propios de la psicología, diríamos que el Curso, es un curso "cognitivo" no "conductual"; pero pese a eso, tengo una duda, y pongo un ejemplo: ¿Si padezco algún tipo de fobia, por ejemplo, a los ascensores, debo evitar subirme en ellos? Ni que decir tiene que ante una fobia, siempre practicaría el perdón; pero... ¿debería subir, o no?; ¿estaría reforzando, la creencia en la ilusión si subo?; ¿y... si no subo, estaría reforzando la creencia en la separación?

Respuesta: Si practicas el perdón, da igual si subes o no subes al ascensor. Simplemente haz lo que te parezca más sensato o te haga sentir mejor.

Por cierto, Kenneth Wapnick, que siempre repetía a los estudiantes de Un Curso de Milagros que en su vida cotidiana se comportaran con normalidad, haciendo las cosas normales que hacen las personas normales, aconsejaba muchas veces que la persona se planteara la posibilidad de buscar ayuda externa, además de practicar el perdón. Al igual que si te duele la cabeza está bien tomar una aspirina (aun sabiendo que es "magia"), o si una muela tiene caries y el dolor es insoportable uno puede ir al dentista y seguir practicando el Curso, en el caso de padecer uno problemas emocionales o psicológicos, si uno se ve agobiado, Ken aconsejaba muchas veces que se buscara algún tipo de apoyo, como ir a un psicólogo o leer libros de autoayuda o de psicología, o apuntarse a un programa de esos de 12 pasos (en el caso de las adicciones), etc. Estas cosas, que son "magia", no resuelven la raíz del problema. Pero puesto que nuestra mente les ha adjudicado equivocadamente poder a las cosas externas, esta creencia nuestra hace que algunas cosas externas parezcan aliviarnos y otras perjudicarnos. Cada uno siente por sí mismo qué es lo que le hace sentir bien o le da confianza, y qué es lo que le sienta mal o le da miedo. Y una vez usada la magia, a menudo las personas se sienten más sueltas y tranquilas, por lo que pueden volver a concentrarse en el perdón más profundamente, sin el dolor de muelas o lo que le molestara, pareciese físico, emocional, psicológico o lo que sea.

La magia no es mala de por sí. Buscar pareja es magia; ir al dentista es magia; ir a un psicólogo es magia; incluso respirar es magia. El Curso no nos pide que renunciemos a la magia (a nuestras relaciones especiales, ya sean con personas, con objetos, con ideas, con emociones, etc.), lo que nos invita es a que miremos todo eso de otra manera. Al mirar la magia reconociendo su ilusoriedad y practicando el perdón, ya estamos liberándonos de ella, tomándola con menos seriedad y despertando del sueño de magia/dualidad.

En el comienzo, el ego global (la mente dividida mayor) proyectó todo el universo como un recurso mágico cuya finalidad era distraernos de la mente, de nuestra capacidad de elegir a favor de la Expiación del Espíritu Santo (dejar de creer que la separación ocurrió). Pero una vez ya se ha proyectado el universo, en la práctica ahora es neutro y podemos elegir cómo usarlo, qué propósito darle: podemos seguir usándolo para lo que el ego lo diseñó (para reforzar el sueño de la dualidad/individualidad) o podemos usarlo para darle el uso que nos aconseja el Espíritu Santo (usarlo para practicar el perdón y despertar). Pero se trata del propósito, que es algo mental. En cuanto a las acciones aparentemente externas, seguimos haciendo lo que nos parezca normal, lo que nos sintamos inspirados a que será lo más adecuado para nosotros. En el caso de la mayoría de las personas seguiremos respirando, comiendo, y yendo a quien nos ayude cuando sintamos que necesitamos algo (pareja, dentista, médico, medicamentos, ir a tiendas a comprar, etc). Estas cosas las haríamos de todos modos, aunque no practicáramos el perdón. El perdón trata del asunto interior, de nuestra decisión mental sobre nuestras creencias y actitudes. En cuanto a lo externo, es irrelevante, y unas personas harán unas cosas y otras no las harán y preferirán hacer otras cosas. Por ejemplo, puede haber quien prefiera no ir al dentista y aguantarse el dolor o sacarse la muela él mismo con sistemas muy variopintos, como en las películas del oeste. Y lo mismo con respecto a ir al psicólogo o con respecto a cualquier otro tipo de magia.

Pero, además, a menudo la ayuda externa refleja la decisión interna de la mente perdonándose a sí misma. A veces la mente perdona un sufrimiento y eso se refleja en el mundo de la forma en una manera apropiada para esa persona en particular. Por ejemplo, si el problema (la culpabilidad por creer que nos hemos separado de Dios) se había proyectado como un dolor de muelas, puede que tras perdonarlo se decida ir a un dentista, lo que refleja de manera gráfica el alivio y el perdón. O lo mismo con un conflicto psicológico y acudir a un psicólogo, o al guru, o a un libro o documental que explica algo que a la persona le resuena y se siente aliviada. A veces esos símbolos son reflejos del perdón, de la decisión interior de la mente de dejar de culpabilizarse a sí misma por la separación de Dios, y entonces deja de proyectar esa culpa en forma de sufrimiento en el mundo.

Así que, negarse a recibir algún tipo de ayuda, puede ser porque alguien ha perdonado algo tan completamente que ya no ve necesidad de nada más, así que al no necesitar ayuda no la busca y eso está bien (lo importante es que ya no sufre, ya no hay dolor). Pero otras veces el negarse a recibir ayuda puede ser simplemente por arrogancia o porque el ego nos induce a ser masoquistas y así pagar por nuestra culpabilidad: castigarnos a nosotros mismos por haber roto el Cielo, con la esperanza por ejemplo de que al sufrir tanto, Dios nos vea y diga: "Bueno, ¡qué mal estás...! Visto lo visto, no hace falta que Yo te castigue, ¡bastante tienes ya!" jajaja... Suena a chiste, pero actitudes así son naturales para el ego debido a la culpa y el miedo.

Por lo tanto, lo importante es perdonar. Y en lo externo ser normales (todo el mundo intuye lo que le relaja y lo que no). Cualquier conducta es irrelevante. Pero si sabemos que algo nos va a hacer sentir mal (debido a nuestras creencias), y aún así lo hacemos, es muy probable que esa actitud esté influida por el masoquismo del ego. Una vez más, simplemente hay que perdonar eso también: perdonemos nuestras tendencias masoquistas.

Kenneth Wapnick cita con frecuencia un comentario de Jiddu Krishnamurti sobre el sexo. Le preguntaron a Krishnamurti si el sexo era bueno, malo, sagrado o un obstáculo espiritual. Respondió que es neutro, irrelevante; que no importa. Dijo: "Ten sexo o no lo tengas, pero llévate bien con ello". Hagamos que Krishnamurti participe por una vez en este foro, para así destacar sus palabras, que expresan una actitud tan brillante:

Krishnamurti escribió: Ten sexo o no lo tengas, pero llévate bien con ello.

Y Ken Wapnick no se cansaba de repetir esa idea tan inspirada, aplicándola a cualquier otro asunto de la forma: "Hazlo o no lo hagas, pero llévate bien con ello".

Si te duele una muela, ve al dentista o no vayas, pero llévate bien con ello. Si te sientes deprimido o muy agobiado, ve al psicólogo o no vayas, pero llévate bien con ello. Come comida carnívora o vegetariana, pero elijas la opción que elijas, llévate bien con ello (¡lo cual incluye no juzgar a quienes eligen lo contrario que tú hayas elegido!). Come alimentos transgénicos o evítalos, pero en cualquier caso, elijas la opción que elijas, llévate bien con ello. Si tienes fobia a los ascensores, sube al ascensor o no subas, pero llévate bien con ello. Lo que importa no es si subes o no subes al ascensor, sino para qué lo vas a usar: su propósito. Tanto subir al ascensor como no subir a él, ambas opciones pueden tener los dos propósitos posibles: el usarlo para culpabilizarnos y complacer al ego creándonos conflicto donde no lo hay, o usarlo para perdonarnos y reconocer nuestra inocencia, es decir, usarlo como un trampolín que nos ayude a despertar. Si subo al ascensor, puedo hacerlo para complicarme y martirizarme, o puedo hacerlo con tranquilidad y sin sensación de culpa ni miedo. Si no subo, igualmente puedo hacerlo desde la actitud de culpa y miedo, o por el contrario puedo estar haciéndolo desde una actitud de tranquilidad, en cuyo caso cuando nos alejemos del ascensor y subamos por la escalera, sin duda alguna cuando lleguemos al quinto piso nos encontraremos con una vecina bellísima que nos sonreirá dulcemente jejeje. Bromas aparte, en definitiva, que es irrelevante lo que hagamos a nivel de la forma; lo relevante es con qué actitud mental lo hacemos o lo dejamos de hacer: con una actitud de tranquilidad mental e inocencia, o con una actitud de miedo, masoquismo y culpabilidad. Cuando aprendemos a no tomarnos las cosas demasiado en serio y a fluir en paz con todas las circunstancias, lo de menos es qué opciones estemos eligiendo a nivel de la forma. Simplemente elegimos lo que sintamos que es conveniente en cada momento dado, y no nos comemos la cabeza con la opción elegida, sino que estamos en paz (y cuando no sentimos paz, recordemos una vez más, es hora de perdonar, y lo que se haga externamente sigue siendo irrelevante, por lo que lo sensato es, igual que cuando hay paz, hacer lo que nos parezca oportuno, lo que sintamos beneficioso o lo que nos dé menos miedo... esto nos facilitará reducir el miedo, tomar las circunstancias con menos seriedad —recordemos que son un sueño ilusorio— y volver a reconocer la paz).

Un ejemplo final con el ascensor. Si hemos elegido al ego, da igual que subamos al ascensor o no, porque si subimos, en cuanto estemos dentro el ego se pondrá nervioso y empezará a pensar que hubiera sido mejor la otra opción, que debería no haber subido al ascensor y que era mejor ir por la escalera; pero si lo que hemos elegido es no subir por el ascensor, cuando estemos subiendo por la escalera el ego empezará a quejarse del cansancio y empezará a darle vueltas a la cabeza pensando que habría sido mejor tomar el ascensor.

Igualmente, si hemos elegido la paz de la mentalidad recta del Espíritu Santo, también da igual que subamos al ascensor o no. Tanto si tomamos el ascensor como si subimos por la escalera, estamos tranquilos y olvidamos el asunto inmediatamente (nuestra mente no se pone a pensar en ello, ni a dudar de si habría sido mejor elegir la otra opción). Simplemente fluimos con la opción elegida, sin darle más vueltas al asunto.

El llevarte bien con los símbolos (puesto que de por sí son irrelevantes) es una modalidad del perdón. Simplemente haz lo que veas que te sienta bien, y deja que los demás hagan lo que a ellos les parezca que les sienta bien, aunque sea lo contrario de lo que tú haces. Simplemente observa. Y cuando detectes que has rechazado la paz, ese sentirte en conflicto te recuerda que puedes practicar el perdón y deshacer otra capa de ego. Lo demás irá fluyendo por sí solo.

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NOTA: En el hilo del foro donde surgió originalmente este tema, luego hubo otra pregunta sobre la masturbación, planteada en el contexto del tema. Quien quiera leer esa pregunta y respuesta relacionada, está aquí: http://concordiayplenitud.foroactivo.com/t21-lidiar-con-las-fobias#103
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lunes, 24 de octubre de 2016

El instante santo

Copiado del foro:

El instante santo

Pregunta: ¿Es el instante santo una forma de meditación, o una forma de oración?; ¿qué función tiene exactamente, el instante santo?; ¿Es el Espíritu Santo, quien nos concede el instante santo? ¡Gracias de antemano!

Respuesta: En Un Curso de Milagros se hace un uso muy flexible del lenguaje, por lo que las palabras y las expresiones no siempre se usan con el mismo significado. En el caso del "instante santo", los dos significados principales que usa el Curso para esas palabras son los dos siguientes.

1) El "instante santo" es cualquier momento en el que perdonas. Al sustituir el juicio por el perdón, la mente se vuelve hacia dentro (se retira la proyección/juicio y nos volvemos hacia el origen, la mente) y se despeja el camino para experimentar la paz. Este es el uso habitual que le da el Curso al instante santo. Simplemente eso. El instante en que perdonamos. Lo cual es elegir nuestra mentalidad recta, la cual es un recuerdo del Cielo: nuestro verdadero Ser.

2) A veces se usa la expresión "instante santo" para referirse al conocimiento. Por lo tanto el instante santo puede considerarse también como una manera de referirnos a la revelación, al conocimiento. Nos volvemos conscientes del conocimiento gracias al perdón. El perdón limpia nuestra percepción y despeja el camino para el conocimiento del Ser. Incluso la iluminación puede ser considerada como un instante santo: el instante santo definitivo, el último: cuando la última capa de culpa inconsciente ha sido deshecha por el perdón en nuestra mente.

Cuando usamos "instante santo" en el primer sentido, como cada momento del perdón, lo estamos usando para referirnos a la percepción verdadera (la mentalidad recta, el perdón). Cada instante en que estamos en actitud de perdón es santo, y todos esos instantes, aparentemente distintos entre sí, son en realidad un mismo y único instante, tal como experimentaremos cuando el proceso de despertar finalice. En este sentido, la función del instante santo o del perdón es despertarnos del sueño de la dualidad.

Cuando usamos "instante santo" en el segundo sentido (revelación, etc.), entonces no nos referimos a la percepción correcta, sino al conocimiento puro del Ser. En este caso no hay percepción: desaparece el cuerpo, desaparece el mundo, sólo existe la paz, Dios, la Unidad, total plenitud. En ese sentido, el instante santo podríamos decir que es un vislumbre de la Verdad, del Cielo, de nuestro verdadero Ser. Cuando despertemos del todo, ya no es un mero vislumbre, sino nuestro estado permanente. Podría decirse que el Cielo es un instante santo perpetuo, usando "instante santo" con este significado de conocimiento, no de percepción/perdón. Y quien nos concede este instante santo de conocimiento podemos decir que es el Espíritu Santo, es decir, el recuerdo de nuestro Ser, que es un recuerdo que se encuentra oculto muy profundamente en el interior de nuestra mente, tapado por capas y capas de defensas egoicas de culpa inconsciente, siendo el perdón (instante santo perceptual) lo que deshace esas capas y nos permite volver a reconocer la verdad.

El "camino sin distancia" que nos conduce al instante santo de conocimiento, es el camino de los instantes santos de perdón.

Edito para añadir: Al igual que las palabras "instante santo", la palabra "oración" también puede usarse con diversos significados (ver el Anexo, el Canto de la Oración, donde se alude varias veces a la "escalera de la oración", por ejemplo O.1.I,II,V). Así que la oración puede coincidir con varios significados, entre ellos los dos significados del "instante santo".

Por poner 3 ejemplos, podemos referirnos a la oración dualista (pedir que cambien determinadas circunstancias del mundo), podemos también referirnos a la oración que según el Curso es la más alta oración que podemos realizar en este mundo dual: el perdón (el perdón es oración, es la mejor manera de pedir el Cielo, de pedir la verdad, el amor), y el tercer ejemplo, podemos referirnos por "oración" a la oración más elevada, que es el conocimiento, el Cielo. En este sentido, podríamos decir que nuestro estado natural, el Cielo o Unidad, es un estado de constante oración.