miércoles, 5 de noviembre de 2014

L-189 Journey ... de Ken Wapnick

Como ya indiqué en el post índice, los comentarios de Ken Wapnick son los que he puesto en color verde:

Lección 189 — Siento el Amor de Dios dentro de mí ahora

Como mencioné al principio de la lección 188, esta lección también se centra en la luz. El mundo real —el reflejo de la luz del Cielo— es también un tema importante en esta lección.

(1.1-3) Hay una luz en ti que el mundo no puede percibir. Y con sus ojos no la podrás ver, pues estás cegado por él. No obstante, tienes ojos con los que poder verla. 

La verdad nunca puede ser vista a través de los ojos del cuerpo. Percibimos su luz cuando nos identificamos con el sistema de pensamiento de Jesús en lugar del nuestro propio, pues su visión es independiente de la vista física. En la lección anterior cité un pasaje que es la fuente de estas primeras líneas, y aquí repito sus primeras cinco frases que describen la luz del mundo real, el cual únicamente puede ser visto con el ojo de la mente sanada: 

Hay una luz que este mundo no puede dar. Mas tú puedes darla, tal como se te dio a ti. Y conforme la des, su resplandor te incitará a abandonar el mundo y a seguirla. Pues esta luz te atraerá como nada en este mundo puede hacerlo. Y tú desecharás este mundo y encontrarás otro. (T.13.VI.11.1-5) (Pág. 280)

De hecho, el propósito de los ojos del cuerpo era no ver la luz del perdón que anuncia el mundo real, la cual se encuentra a través de la visión de Cristo. 

(1.4-7) Está ahí para que la contemples. No se puso en ti para que se mantuviese oculta de tu vista. Esta luz es un reflejo del pensamiento con el que practicamos ahora. Sentir el Amor de Dios dentro de ti es ver el mundo renovado, radiante de inocencia, lleno de esperanza y bendecido con perfecta caridad y amor. 

El ego oculta la luz al hacer real la oscuridad de la culpa. Cuando pedimos ayuda para elegir en contra de lo irreal, nos permitimos a nosotros mismos "ver el mundo de nuevo" y alcanzar el mundo real. Jesús nos recuerda una vez más que este logro no depende de la conducta, pues es el simple resultado de liberar la mente de los pensamientos del ego. Al mirar el mundo desde fuera del sueño, nos damos cuenta de que lo que veíamos antes era ilusorio. Así que el mundo real llega a través de la aceptación de la corrección del Espíritu Santo —Su visión de nuestra eterna inocencia— que corrige nuestra visión durmiente que únicamente ve lo efímero:

La corrección es para todos aquellos que no pueden ver. La misión del Espíritu Santo es abrirles los ojos a los ciegos, pues Él sabe que no han perdido su visión, sino que simplemente duermen. Él los despertará del sueño del olvido y los llevará al recuerdo de Dios. Los ojos de Cristo están abiertos, y Él contemplará con amor todo lo que veas si aceptas Su visión como tuya. (...) 

(...) Él [Cristo] contempla serenamente el mundo real, que desea compartir contigo porque sabe que Su Padre lo ama. Y sabiendo esto, desea darte lo que es tuyo. (T.12.VI.4.1-4; 5.6-7) (Págs. 252 y 253)

(2.1-2) ¿Quién podría sentir temor en un mundo así? Dicho mundo te da la bienvenida, se regocija de que hayas venido y te canta alabanzas mientras te mantiene a salvo de cualquier peligro o dolor. 

Esto no quiere decir que no pueda suceder que alguien te ataque física o verbalmente. Simplemente quiere decir que lo que será atacado es la figura soñada, no el soñador. ¿Cómo podrías entonces ser herido? Análogamente, tú sueñas de noche que eres herido, y luego despiertas y te sientes perfectamente bien. Mientras dormías sentiste dolor, insultos e ira, pero fuera del sueño, tú —la mente tomadora-de-decisiones— te das cuenta de que la figura que sufría no eras tú, y por lo tanto, estando seguro en la cordura del amor de Dios, no experimentas dolor, peligro ni miedo de ningún tipo: 

La Voluntad de Dios es que nada, excepto Él Mismo, ejerza influencia sobre Su Hijo, y que nada más ni siquiera se aproxime a él. Su Hijo es tan inmune al dolor como lo es Él, Quien lo protege en toda situación. El mundo que le rodea refulge con amor porque Dios ubicó a Su Hijo en Sí Mismo donde no existe el dolor y donde el amor le rodea eterna e ininterrumpidamente. Su paz no puede ser perturbada. El Hijo de Dios contempla con perfecta cordura el amor que le rodea por todas partes y que se encuentra asimismo dentro de él. Y negará forzosamente el mundo del dolor en el instante en que se perciba rodeado por los brazos del amor. Y desde este enclave seguro mirará serenamente a su alrededor y reconocerá que el mundo es uno con él. (T.13.VII.7) (Pág. 282)

(2.3-6) Te ofrece un hogar cálido y tranquilo en el que permanecer por un tiempo. Te bendice a lo largo del día, y te cuida durante la noche, cual silencioso guardián de tu sueño santo. Ve en ti la salvación, y protege la luz que mora en ti, en la que ve la suya propia. Te ofrece sus flores y su nieve como muestra de agradecimiento por tu benevolencia. 

Este mundo —el mundo real— es el hogar que precede a nuestro despertar en el Cielo, hacia lo cual nos conduce suave y tranquilamente el Espíritu Santo: 

Siempre que te sientas tentado de emprender un viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz, recuerda lo que realmente quieres, y di: 
El Espíritu Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir? ¿Qué otra necesidad tengo, salvo la de despertar en Él? 
Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que Él te conducirá a salvo a través de todos los peligros que este mundo pueda presentar ante ti para alterar tu paz mental. (...) y no pierdas la calma, pues el viaje que estás emprendiendo hacia la paz de Dios, en cuya quietud Él quiere que estés, es un viaje sereno. (T.13.VII.14; 15.1,3) (Pág. 284)

(3.1-4) Éste es el mundo que el Amor de Dios revela. Es tan diferente del mundo que ves a través de los enturbiados ojos de la malicia y del miedo, que uno desmiente al otro. Sólo uno de ellos puede percibirse en absoluto. El otro no tiene ningún significado. 

Cuando estoy en un estado egoico, el mundo real es una ilusión y no significa nada. Sin embargo, en el mundo real el amor es mi única identidad y el mundo del ego no tiene sentido. Son estados mutuamente excluyentes —no puedes estar en la luz y en la oscuridad al mismo tiempo. Por lo tanto, la vista del ego ve lo que no está ahí, mientras que la visión de Cristo revela lo que está realmente ahí: 

Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es verdad se volvió invisible para ti. No obstante, de por sí no puede ser invisible, pues el Espíritu Santo lo ve con perfecta claridad. Es invisible para ti porque estás mirando a otra cosa. Mas no es a ti a quien le corresponde decidir lo que es visible y lo que es invisible, tal como tampoco te corresponde decidir lo que es la realidad. Lo que se puede ver es lo que el Espíritu Santo ve. (...) 

(...) Lo que no es real no es visible ni tiene valor. (...) Has hecho invisible la única verdad que este mundo encierra. (...) Al conferirle realidad a lo que no es nada, lo has visto. Pero no está ahí. Y Cristo es invisible a causa de lo que has hecho que sea visible para ti. 

Dios te dio el mundo real en amoroso intercambio por el mundo que tú construiste y que ves. Recíbelo simplemente de la mano de Cristo y contémplalo. Su realidad hará que todo lo demás sea invisible, pues contemplarlo es una percepción total. Y al contemplarlo recordarás que siempre fue así. Lo que no es nada se hará invisible, pues por fin habrás visto verdaderamente. (T.12.VIII.3.1-5; 6.2, 7, 9-11; 8.1-5) (Págs. 258, 259 y 260)

(3.5) A aquellos que ven surgir del ataque un mundo de odio listo para vengarse, asesinar y destruir, les resulta inconcebible la idea de un mundo en el que el perdón resplandece sobre todas las cosas y la paz ofrece su dulce luz a todo el mundo. 

Una percepción así de temerosa es inevitable una vez que crees estar separado. La culpa que procede de la creencia de que has destruido el Cielo tiene que ser proyectada afuera, y el resultado es que ves el pecado y el asesinato alrededor de ti, pero no en ti mismo. Esto da lugar a la "cara de inocencia", como leemos ahora: 

No se te puede culpar por lo que eres, ni tampoco puedes cambiar lo que ello te obliga a hacer. Tu hermano es para ti, pues, el símbolo de tus propios pecados, y lo condenas silenciosamente, aunque con tenaz insistencia, por esa cosa odiosa que eres. (T.31.V.6.7-8) (Pág. 741)

(4) Sin embargo, el mundo del odio es igualmente invisible e inconcebible para aquellos que sienten dentro de sí el Amor de Dios. Su mundo refleja la quietud y la paz que refulge en ellos; la tranquilidad y la inocencia que ven a su alrededor; la dicha con la que miran hacia afuera desde los inagotables manantiales de dicha en su interior. Contemplan lo que han sentido dentro de sí, y ven su inequívoco reflejo por todas partes. 

Es necesario recordar que Jesús está hablando únicamente de nuestro mundo interior. El maestro al que elegimos es la única cuestión, y el mundo real es la culminación de haber elegido al Maestro correcto. Si te ves a ti mismo como siendo vulnerable en un mundo hostil, rodeado de gente malvada, entonces sabes que has elegido al ego y que te has juzgado a ti mismo como merecedor de odio. Pero Cristo piensa de otra manera, mientras silenciosamente nos conduce a casa: 

Has estado equivocado con respecto al mundo porque te has juzgado erróneamente a ti mismo. ¿Qué podías haber visto desde un punto de vista tan distorsionado? Toda visión comienza con el que percibe, que es quien determina lo que es verdad y lo que es falso. Y no podrá ver lo que juzgue como falso. (...) Cristo sigue estando ahí, aunque no lo reconozcas. Su Ser no depende de que lo reconozcas. Él vive dentro de ti en el sereno presente, y está esperando a que abandones el pasado y entres en el mundo que te ofrece con amor. 

(...) ¡Cuán jubilosamente te muestra el camino el Amor! Y a medida que lo sigas, te regocijarás de haber encontrado Su compañía, y de haber aprendido de Él cómo regresar felizmente a tu hogar. (T.13.VII.5.1-4, 7-9; 6.3-4) (Págs. 281 y 282)

El valor del mundo consiste en ser un aula que refleja nuestra decisión equivocada, de modo que ahora podamos tomar la decisión correcta. Para lograr esto es necesario ser conscientes de cuántas veces no hemos querido elegir correctamente, y perdonarnos a nosotros mismos. 

(5) ¿Cuál de ellos quieres ver? Eres libre de elegir. Mas debes conocer la ley que rige toda visión y no dejar que tu mente se olvide de ella: contemplarás aquello que sientas en tu interior. Si el odio encuentra acogida en tu corazón, percibirás un mundo temible, atenazado cruelmente por las huesudas y afiladas garras de la muerte. Mas si sientes el Amor de Dios dentro de ti, contemplarás un mundo de misericordia y de amor. 

Puede que recuerdes a Jesús diciendo algo similar en "La simplicidad de la salvación": hay únicamente dos lecciones que podamos aprender, cada una de las cuales da lugar a un mundo diferente: 

El mundo que ves es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. Es un mundo de terror y desesperación. En él no hay la más mínima esperanza de hallar felicidad. Ningún plan que puedas idear para tu seguridad tendrá jamás éxito. No puedes buscar dicha en él y esperar encontrarla. (...)

En el mundo que resulta de la lección que afirma que el Hijo de Dios es inocente no hay miedo, la esperanza lo ilumina todo y una gran afabilidad refulge por todas partes. (T.31.I.7.4-8; 8.1) (Pág. 729)

Este importante tema refleja uno de los principios clave de Un Curso de Milagros, que ya es bastante familiar para nosotros: la proyección da lugar a la percepción.

(6) Hoy pasamos de largo las ilusiones, según intentamos llegar hasta lo que es verdad en nosotros y sentir su infinita ternura, su Amor que sabe que somos tan perfectos como él mismo, y su visión, el don que su Amor nos ofrece. Hoy aprenderemos el camino, el cual es tan seguro como el Amor mismo, al que nos conduce. Pues su sencillez nos protege de las trampas que las descabelladas complicaciones del aparente razonar del mundo tienen como propósito ocultar. 

Pasamos de largo las ilusiones del ego al confiar en el Guía que nos llevará a casa. Así que seguimos a lo largo del silencioso camino, el título de este precioso poema de Helen: 

Elige de nuevo. Pues esto te es dado
para seguir el rastro de la paz de Dios a lo largo del mundo
sin excepción. Cada niño recibe
los regalos que traes, y los hombres y las mujeres se vuelven
hacia ti en señal de agradecimiento. Eres aceptado
con alegría en todas partes. Pues has llegado
únicamente para traer un llamamiento del Infinito
a aquellos que son tan infinitos como Él. 
Llegas con el recuerdo de Dios en ti, 
para despertar ese mismo recuerdo en aquellos
en quienes tal recuerdo parece dormitar. El mundo moriría
sin sus salvadores. No niegues, entonces,
tu lugar apropiado. Pues Cristo te ha llamado
para que Le sigas, y elijas el silencioso camino
que te trae la eternidad hoy. 
(The Gifts of God, p. 29)

Silenciar nuestros pensamientos es el camino, permitiendo que llegue el único Pensamiento: 

(7) Haz simplemente esto: permanece muy quedo y deja a un lado todos los pensamientos acerca de lo que tú eres y de lo que Dios es; todos los conceptos que hayas aprendido acerca del mundo; todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo. Vacía tu mente de todo lo que ella piensa que es verdadero o falso, bueno o malo; de todo pensamiento que considere digno, así como de todas las ideas de las que se siente avergonzada. No conserves nada. No traigas contigo ni un solo pensamiento que el pasado te haya enseñado, ni ninguna creencia que, sea cual sea su procedencia, hayas aprendido con anterioridad. Olvídate de este mundo, olvídate de este curso, y con las manos completamente vacías, ve a tu Dios. 

Si queremos ir más allá de las ilusiones comenzamos por olvidar todo lo que pensamos, y permitiendo que Jesús nos enseñe de nuevo. Él nos pide que lo olvidemos todo porque hemos estado equivocados acerca de todo. "Solamente entonces" —nos dice, en efecto— "te darás cuenta de cuán en lo cierto estoy, y cuán en lo cierto estarás tú cuando te unas a mí. Deja ir el pasado y ven a mí con las manos completamente vacías. No me pidas que elimine un problema que tú has hecho real, sino que en lugar de eso deja que te enseñe el problema y su solución. Deja que te lleve a casa, y no decidas el camino por ti mismo. Por encima de todo, deja a un lado todo lo que jamás hayas aprendido sobre Dios y Su verdad —lo que te han enseñado, sea en la Biblia, en la sinagoga o en iglesias— y escúchame únicamente a mí". Recuerda esta declaración paralela mencionada cerca del final del Texto

Permanezcamos muy quedos por un instante y olvidémonos de todas las cosas que jamás hayamos aprendido, de todos los pensamientos que hayamos abrigado y de todas las ideas preconcebidas que tengamos acerca de lo que las cosas significan y de cuál es su propósito. Olvidémonos de nuestras propias ideas acerca del propósito del mundo, pues no lo sabemos. Dejemos que toda imagen que tengamos acerca de cualquier persona se desprenda de nuestras mentes y desaparezca. (T.31.I.12) (Pág. 730)

Este punto es reiterado desde aquí hasta el final de la lección. Por cierto, aunque las palabras de Jesús dicen que Dios nos lleva a casa, estrictamente hablando es el Espíritu Santo quien es nuestro Guía. 

(8.1-3) ¿No es acaso Él Quien sabe cómo llegar a ti? Tú no necesitas saber cómo llegar a Él. Tu papel consiste simplemente en permitir que todos los obstáculos que has interpuesto entre el Hijo de Dios y el Padre sean eliminados silenciosamente para siempre. 

Jesús nos dice muchas veces que nuestra única responsabilidad es aceptar la Expiación para nosotros mismos; elegir la corrección en lugar de lo que hicimos que fuese la verdad. No tenemos que saber lo que es Dios, ni el Amor, ni el camino a casa. Todo lo que necesitamos saber es que nuestra única función es observar al ego y pedir la ayuda de Jesús para dejarlo ir. De este modo nuestros obstáculos —basados todos ellos en el miedo— son llevados a su amor, como vemos en la sintetizadora declaración siguiente, de la sección de los cuatro obstáculos a la paz: 

Cada obstáculo que la paz debe superar se salva de la misma manera: el miedo que lo originó cede ante el amor que se encuentra detrás, y así desaparece el miedo. (...) Desde más allá de cada uno de los obstáculos que te impiden amar, el Amor Mismo ha llamado. Y cada uno de ellos ha sido superado mediante el poder de atracción que ejerce lo que se encuentra tras ellos. El hecho de que deseases el miedo era lo que hacía que pareciesen insuperables. Mas cuando oíste la Voz del Amor tras ellos, contestaste y ellos desaparecieron. (T.19.IV.D.5.1, 6-9) (Pág. 469)

(8.4-8) Dios hará lo que le corresponde hacer en gozosa e inmediata respuesta. Pide y recibirás. Mas no vengas con exigencias, ni le señales el Camino por donde Él debe aparecer ante ti. La manera de llegar a Él es simplemente dejando que Él sea lo que es. Pues de esa forma se proclama también tu realidad. 

Todo el mundo le pide cosas a Jesús: "Esto es lo que quiero de ti", o "He estudiado tu curso y he sido un fiel estudiante, y sin embargo no soy feliz. ¡Haz algo!". Nuestra relación con Jesús será como nuestra relación con cualquier otra autoridad: una relación a regañadientes, o quizá respetuosa pero también resentida porque las autoridades no siempre hacen lo que queremos que hagan. En cualquier relación con una autoridad hay una demanda subyacente: "tu propósito es hacernos felices y satisfacer nuestras necesidades" —en el caso de Jesús, llevarnos a casa. Así que él nos insta a que veamos las demandas que le haríamos a él o a Dios, y entonces las soltemos. Él no nos pide cambiar —que es lo que nosotros hicimos al principio al cambiar nuestra realidad, y por lo tanto la de Dios— sino que aceptemos la verdad de nosotros mismos y de nuestro Creador. Esto significa soltar la inversión que hicimos en los sustitutos de la verdad. 

El tema de fondo aquí es la humildad. Jesús quiere que me acerque humildemente a mi trabajo con Un Curso de Milagros y con él. La arrogancia dice que yo sé lo que es la salvación; yo sé lo que necesito, lo que me será de ayuda, lo que este curso dice, y lo que Jesús debería hacer por mí. La humildad dice que no entiendo nada, incluyendo Un Curso de Milagros, por el cual estoy felizmente agradecido. Por lo tanto nuestra arrogancia toma la forma de pedir ayuda específica para problemas específicos en satisfacer nuestras necesidades específicas, como si tal vez pudiésemos entender lo que ellas son —todas nuestras demandas están centradas en el cuerpo, el cual, como hemos visto repetidamente, fue fabricado para mantener el problema de la separación de la solución: fue diseñado para mantener el problema separado de la solución, o en otras palabras, para mantenernos alejados de la solución en la mente, siendo esa solución la Expiación. Ya hemos considerado un pasaje de El Canto de la Oración que aborda el problema de pedir ayuda específica. Aquí hay una exposición paralela que viene más adelante en el panfleto, en el contexto de dos personas que oran juntas: 

Incluso pueden pedir cosas juntos, y así dar lugar a la ilusión de que comparten una misma meta. (...) 

De modo que incluso unirse a otros no es suficiente, si los que oran juntos no preguntan, ante todo, cuál es la Voluntad de Dios. Sólo de esta Causa puede proceder la respuesta en la que todo lo específico se satisface, y todos los deseos particulares se unifican. Orar por cosas específicas es pedir que de alguna manera el pasado se repita. (...) El objetivo de la oración es liberar el presente de su encadenamiento a las ilusiones del pasado, y que la dejes ser un remedio que se escoge libremente para corregir cada elección errónea que se haya tomado. Lo que la oración puede ofrecer ahora excede en tal medida todo cuanto antes pedías que sería una lástima que te contentases con menos. 

(...) No restrinjas tu pedir. La oración puede traer la paz de Dios. ¿Qué cosa ligada al tiempo podría darte más que esto durante el breve lapso que perdura antes de desmoronarse en polvo? (O.1.IV.2.5; 3.1-3, 5-6; 4.3-5) (Págs. 17 y 18)

En otras palabras, al dejar a un lado nuestras demandas específicas, permitimos a Su Amor ser. ¿Quién que esté en su sano juicio [o en su mente recta] podría jamás desear alguna cosa más que el Todo? 

(9.1-3) Así pues, hoy no elegiremos el camino por el que vamos a Él. Pero sí elegimos dejar que Él venga a nosotros. Y con esta decisión descansamos.

Nosotros "elegimos dejar que Él venga a nosotros" al reconocer que hicimos una mala elección al aceptar al ego como nuestro maestro. Este reconocimiento es lo único que necesitamos hacer. Esto es la base del mensaje de Jesús cuando dice que su curso nos ofrece mucho, mientras que pide tan poco: 

Este curso apenas requiere nada de ti. Es imposible imaginarse algo que pida tan poco o que pueda ofrecer más. (T.20.VII.1.7-8) (Pág. 491)

(9.4-8) Su Amor se abrirá paso por su cuenta en nuestros corazones serenos y en nuestras mentes abiertas. Es indudable que lo que no ha sido negado se encuentra ahí, si es que es verdad y puede alcanzarse. Dios conoce a Su Hijo y sabe cómo llegar a él. No necesita que Su Hijo le muestre el camino. A través de cada puerta abierta Su Amor refulge hacia afuera desde su hogar interno e ilumina al mundo con inocencia. 

La segunda y tercera leyes del caos describen cómo le decimos a Dios lo que Él debería creer y pensar (T.23.II.4-6). Esto es una reminiscencia de nuestro discurso anterior sobre exigirle a Dios lo que nosotros queremos. Es crucial que seamos conscientes de las sutilezas con las que se manifiesta la arrogancia del ego en nuestras vidas. Nosotros realmente pensamos que sabemos qué es mejor para nosotros en términos de nuestros cuerpos: dónde deberíamos vivir, qué trabajo deberíamos tener, etc; y sin duda creemos que sabemos lo que se necesita para nuestra salvación. Sin embargo así únicamente exhibimos la arrogancia de estar preguntándole a la única cosa en el universo que no sabe (T.20.III.7.6); en este caso nuestros cerebros, los cuales piensan que piensan, y piensan que saben y que entienden nuestras necesidades: 

¿Por qué piensas que el cuerpo es un mejor hogar, un albergue más seguro para el Hijo de Dios? ¿Por qué preferirías ver el cuerpo en vez de la verdad? ¿Cómo es posible que esa máquina de destrucción sea lo que prefieres y lo que eliges para reemplazar el santo hogar que te ofrece el Espíritu Santo, y donde Él morará contigo? 

El cuerpo es el signo de la debilidad, de la vulnerabilidad y de la pérdida de poder. ¿Qué ayuda te puede prestar un salvador así? ¿Le pedirías ayuda a un desvalido en momentos de angustia y de necesidad? ¿Es lo infinitamente pequeño la mejor alternativa a la que recurrir en busca de fortaleza? (T.20.VIII.4.6-8; 5.1-4) (Pág. 494)

Cuando dejemos ir la locura arrogante del ego, nuestros corazones estarán tranquilos y nuestras mentes abiertas, y no negaremos más al Amor que ha estado siempre ahí, el cual brilla más allá de la oscuridad del pecado y de la culpa. 

La lección culmina con esta hermosa oración: 

(10) Padre, no sabemos cómo llegar a Ti. Pero te hemos llamado y Tú nos has contestado. No interferiremos. Los caminos de la salvación no son nuestros, pues te pertenecen a Ti. Y es a Ti a donde vamos para encontrarlos. Nuestras manos están abiertas para recibir Tus dones. No tenemos ningún pensamiento que no pensemos Contigo, ni abrigamos creencia alguna con respecto a lo que somos o a Quién nos creó. Tuyo es el camino que queremos hallar y seguir. Y sólo pedimos que Tu Voluntad, que también es la nuestra, se haga en nosotros y en el mundo, para que éste pase a formar parte del Cielo. Amén. 

Estas hermosas palabras no están realmente dirigidas a Dios, sino que son un ruego hecho a nosotros mismos —al nivel del tomador-de-decisiones— para que nuestra mente sea sanada, y humildemente admitamos con gratitud que nos habíamos equivocado; es un ruego a nosotros mismos para eliminarnos a nosotros mismos y que dejemos que el Amor de Dios dirija el camino.

☼☼☼

Fuente: Journey Through the Workbook of a Course in Miracles, de Ken Wapnick.

Índice de capítulos traducidos en este blog, aquí: link-indice.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios actualmente cerrados. Si quieres comentar algo podrías inscribirte en el foro 'Concordia y Plenitud' mientras siga abierto:

http://concordiayplenitud.foroactivo.com/

Saludos :-)

☼☼☼

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.