domingo, 25 de enero de 2015

L-50 Journey ... de Ken Wapnick

Como ya indiqué en el post índice, los comentarios de Ken Wapnick son los que he puesto en color verde:

Lección 50 — El Amor de Dios es mi sustento

La lección 50 difiere de las precedentes, y nos introduce a temas a los que volveremos en lecciones posteriores. En concreto, esta lección hace otra declaración, mucho más clara que en la lección anterior, sobre la naturaleza de la relación especial. Los términos "relaciones especiales" y "especialismo" [o deseo de "ser especial"] no aparecen en el Libro de ejercicios en absoluto; sin embargo, es evidente en pasajes como estos que este es el referente de Jesús. 

(1) He aquí la respuesta a cualquier problema que se te presente, hoy, mañana o a lo largo del tiempo. Crees que lo que te sustenta en este mundo es todo menos Dios. Has depositado tu fe en los símbolos más triviales y absurdos: en píldoras, dinero, ropa "protectora", influencia, prestigio, caer bien, estar "bien" relacionado y en una lista interminable de cosas huecas y sin fundamento a las que dotas de poderes mágicos. 

Si estas declaraciones son leídas en el contexto de Un Curso de Milagros en su conjunto, es obvio que Jesús no está diciendo que deberíamos sentirnos culpables porque tomamos una píldora, usamos ropa de abrigo en invierno, o por tener amigos con quienes nos gusta pasar el tiempo. Este pasaje es similar a la lección 76 "No me gobiernan otras leyes que las de Dios", la cual abordaremos en su momento y donde repetiremos la misma advertencia. Además, Jesús no está diciendo que debamos dejar de lado nuestras preocupaciones [o asuntos, cuidados, intereses] corporales. Eso sería confusión de niveles —mente y cuerpo— sobre la cual él nos advierte en el Texto (ver, por ejemplo, T.2.IV.3.8-11). Podemos pasar por alto nuestro cuerpo físico y psicológico —si estamos en el mundo real, porque en ese punto sabemos que ellos [el cuerpo físico y el psicológico] no forman parte de nuestra identidad. Pero Jesús conoce a sus estudiantes, y nos conoce bien, y quiere que seamos conscientes del sistema de pensamiento en el que se basan las dependencias (o las relaciones especiales), y que entendamos el origen de nuestra confianza en las cosas del mundo. Solo entonces podemos tomar la decisión significativa en contra de ellas. Él continúa con la fuente u origen de estos apegos especiales: 

(2) Todas esas cosas son tus substitutos del Amor de Dios. Todas esas cosas se atesoran para asegurar la identificación con el cuerpo. Son himnos de alabanza al ego. No deposites tu fe en lo que no tiene valor. No te sustentará. 

Una vez más, Jesús no está diciendo que debamos renunciar a todo aquello que nos hace sentir mejor física o mentalmente. Sin embargo, sí nos está diciendo que debemos ser conscientes de nuestra dependencia de eso, a lo cual en el Texto llama ídolos. Tal dependencia es una declaración diciendo que el Amor de Dios no es suficiente; que queremos más

El mundo cree en ídolos. Nadie viene a él a menos que los haya venerado y trate todavía de buscar uno que aún le pueda ofrecer un regalo que la realidad no posee. Todo idólatra abriga la esperanza de que sus deidades especiales le han de dar más de lo que otras personas poseen. Tiene que ser más. No importa realmente de qué se trate: más belleza, más inteligencia, más riqueza o incluso más aflicción o dolor. Pero para eso es un ídolo, para darte más de algo. Y cuando uno falla otro viene a ocupar su lugar, y tú esperas que te pueda conseguir más de otra cosa. No te dejes engañar por las formas en que esa "otra cosa" se manifiesta. Un ídolo es un medio para obtener más de algo. Y eso es lo que va en contra de la Voluntad de Dios. (T.29.VIII.8.4-13) (Pág. 700)

Pero de todos modos sabíamos todo esto, de lo contrario no estaríamos en el mundo, porque nadie viene aquí, como acabamos de leer, a menos que él busque más de lo que el Amor de Dios ha ofrecido. Ten cuidado de no usar la enseñanza de Jesús como una justificación para golpearte a ti mismo o a otros en la cabeza. Úsala  más bien como una manera de recordarte a ti mismo que el viaje te lleva a través de tu especialismo; un viaje que no puedes hacer hasta que primero reconozcas tu intensa participación [implicación] en esto. Lecciones como esta, así como gran parte del Texto, dejan eso muy claro. Volveremos a este tema una y otra vez, por la misma razón que lo hace Jesús: el viaje —a través del infierno— hacia el Cielo es el camino en el que Jesús nos guía, y entender los detalles del viaje nos capacitará para ser guiados suavemente a casa.

(3) Sólo el Amor de Dios te protegerá en toda circunstancia. Te rescatará de toda tribulación y te elevará por encima de todos los peligros que percibes en este mundo a un ambiente de paz y seguridad perfectas. Te llevará a un estado mental que no puede verse amenazado ni perturbado por nada, y en el que nada puede interrumpir la eterna calma del Hijo de Dios. 

Jesús está recordándonos que nuestro objetivo es caminar a través del sueño sin miedo. Cuando seamos capaces de hacerlo, nos daremos cuenta de que no estamos en el sueño en absoluto: la figura soñada que llamamos nosotros mismos no hace sino reflejar un pensamiento del amor con el cual ahora nos identificamos. Recuerda que esto es un proceso, y en esta lección se nos presenta el viaje en su totalidad: dónde empezamos, la naturaleza del viaje —ir a través de nuestro especialismo— y luego por fin el final del viaje. 

(4.1-4) No deposites tu fe en ilusiones. Te fallarán. Deposita toda tu fe en el Amor de Dios en ti: eterno, inmutable y por siempre indefectible. Ésta es la respuesta a todo problema que se te presente hoy. 

Hay muchas secciones encantadoras y pasajes en el Texto sobre no poner nuestra fe en las ilusiones. Leemos, por ejemplo, este pasaje sobre la falta de fe, poniendo nuestra fe en lo que no es nada: 

No es posible que al Hijo de Dios le falte fe, pero sí puede elegir dónde desea depositarla. La falta de fe no es realmente falta de fe, sino fe que se ha depositado en lo que no es nada. La fe que se deposita en las ilusiones no carece de poder, pues debido a ello el Hijo de Dios cree ser impotente. De ese modo, no se es fiel a sí mismo, pero sí tiene gran fe en las ilusiones que abriga acerca de sí mismo. (T.21.III.5.1-4) (Pág. 505)

El comienzo de "No busques fuera de ti mismo" resume toda la sección: 

No busques fuera de ti mismo. Pues será en vano y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone. El Cielo no se puede encontrar donde no está, ni es posible hallar paz en ningún otro lugar excepto en él. Ninguno de los ídolos que veneras cuando llamas a Dios te contestará en Su lugar. Ninguna otra respuesta que puedas utilizar como substituto te proporcionará la felicidad que sólo Su respuesta brinda. No busques fuera de ti mismo. Pues todo tu dolor procede simplemente de buscar en vano lo que deseas, y de insistir que sabes dónde encontrarlo. (T.29.VII.1.1-7) (Pág. 695)

Siempre que estamos preocupados, es porque creemos que no estamos siendo sostenidos por el Amor de Dios. Aún más cercano a la verdad sería decir que no queremos ser sostenidos por el Amor de Dios, sino que en su lugar elegimos ser sostenidos por todo lo demás, siempre y cuando esté fuera de nuestras mentes. Mirar ese horrible pensamiento sin juicio ni culpa es la manera de ir más allá de eso hasta el estado de verdadera impecabilidad, la inocencia que es nuestra Identidad natural como el Hijo de Dios.

(4.5-8) Por medio del Amor de Dios en ti puedes resolver toda aparente dificultad sin esfuerzo alguno y con absoluta confianza. Dite esto a ti mismo con frecuencia hoy. Es una declaración de que te has liberado de la creencia en ídolos. Es tu reconocimiento de la verdad acerca de ti.

El Amor de Dios es el contenido que sana automáticamente todas las "aparentes dificultades", las cuales tratan unicamente de la forma. El ego, como ya hemos visto, fabricó literalmente el mundo de las formas —tanto colectiva como individualmente— para alejarnos de elegir el contenido de la Expiación que pone punto final al reinado del ego en nuestras mentes. Cuando el problema externo se mantiene aparte de la respuesta interna, el problema nunca será resuelto, pues puede ir cambiando de una forma a otra. Sin embargo, cuando el problema es llevado a la verdad interior, él no puede sino desaparecer. Tal como señala una lección posterior sobre el perdón: "Perdonaré, y esto desaparecerá" (L.193.13.3; cursivas omitidas). 

La referencia a los ídolos, de los cuales somos liberados, alude a las relaciones especiales. Invocamos estos substitutos para el Amor de Dios para así sustituir cualquier cosa que amenace la existencia de nuestro ego, los cuales [los sustitutos] proporcionan la ilusión de que nuestras necesidades se satisfacen: 

No dejes que las formas que adoptan te engañen, pues los ídolos no son sino substitutos de tu realidad. De alguna manera crees que completan tu pequeño yo, ofreciéndote así seguridad en un mundo que percibes como peligroso, y en el que hay fuerzas que se han aglutinado a fin de quebrantar tu confianza y destruir tu paz. Crees que los ídolos tienen el poder de remediar tus deficiencias y de proporcionarte la valía que no tienes. (T.29.VIII.2.1-4) (Pág. 698)

Por lo tanto, podemos ver que el propósito de Jesús para nosotros en estas lecciones es ayudarnos a reconocer el ídolo del especialismo por lo que es, para que podamos elegir en su contra. 

Ahora Jesús nos pide que ahondemos dentro de nuestra conciencia, lo cual significa ir profundamente dentro de nuestra mente, una instrucción que ya hemos visto, y el gráfico que incluimos en la lección 43 nos ayuda a visualizarla:

(5.1-3) Durante diez minutos dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche, deja que la idea de hoy se adentre muy hondo en tu conciencia. Repítela, reflexiona sobre ella, deja que pensamientos afines vengan a ayudarte a reconocer su verdad, y permite que la paz se extienda sobre ti como un manto de protección y seguridad. No permitas que ningún pensamiento vano o necio venga a perturbar la santa mente del Hijo de Dios. 

La manera de prevenir que estos pensamientos perturben tu santa mente es mediante tu reconocimiento de ellos. Sin ese reconocimiento, ellos simplemente permanecen. La idea, una vez más, es ver los "pensamientos vanos y necios" del especialismo en todas sus formas, pidiéndole ayuda a Jesús para entender lo que son, y aún más importante, para qué están [para qué sirven, para qué son].

(5.4-5) Tal es el Reino de los Cielos. Tal es el lugar de descanso donde tu Padre te ha ubicado eternamente. 

Una agradable manera de poner fin a esta primera gran sección del Libro de ejercicios: el recuerdo de nuestro objetivo final. 

Con esto concluyen las primeras 50 lecciones, lo que conduce al primer repaso. Hemos visto cómo Jesús nos ha dado una comprensión del viaje, haciendo hincapié en la importancia de tomar en serio el estudio y la práctica de su Curso. Esto significa, como hemos dicho repetidamente, mirar los pensamientos de nuestro ego y pedirle ayuda a Jesús. Este proceso implica claramente la existencia de nuestra mente separada, dividida entre la mentalidad-errada o sistema de pensamiento de la separación, la culpa y el odio (el ego), y la mentalidad-correcta de la Expiación, el perdón y la paz (el Espíritu Santo). Así que somos entrenados por Jesús para reconocer estos dos sistemas de pensamiento, pidiendo ayuda para ejercer el poder de nuestra mente para elegir al Maestro que solamente nos brindará paz.

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Fuente: Journey Through the Workbook of a Course in Miracles, de Ken Wapnick.

Índice de capítulos traducidos en este blog, aquí: link-indice.

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