lunes, 16 de febrero de 2015

L-284 Journey ... de Ken Wapnick

Como ya indiqué en el post índice, los comentarios de Ken Wapnick son los que he puesto en color verde:

Lección 284 — Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor 

Esta es otra lección importante por su concisa descripción del proceso de aprendizaje de Un Curso de Milagros. El tema de la lección evoca la lección 281: "Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño". Esto se desarrolla más a fondo al hacer hincapié en el aspecto de la decisión: dado que estos pensamientos hirientes fueron elegidos por mí, ahora puedo votar por —es decir, puedo elegir— cambiarlos.

(1.1-4) Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente. El dolor es imposible. No hay pesar que tenga causa alguna. Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño. 

La pérdida, el dolor, la aflicción [el pesar] y el sufrimiento son inventados. Como vimos en la lección 187, podemos reírnos de la enfermedad, del hambre, de la pobreza y de la muerte. Nos reímos no porque hagamos burla de nosotros mismos o de otros que sufren, sino porque es una tontería creer que una parte de Dios podría arrancarse a sí misma de Él y como consecuencia sufrir. Nuestra amable risa refleja la Expiación que dice que la separación nunca ocurrió, y es importante reconocer nuestra profunda inversión en el dolor y el pesar, pues estos demuestran que tenemos razón y que Jesús nos ha mentido. Sin embargo, su respuesta es que en el fondo no creemos esto, y él ahora describe el proceso de cómo llegamos a esta verdad: 

(1.5-6) Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. Más tarde se considera seriamente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad. 

Jesús traza la trayectoria del proceso de cada estudiante. Primero leemos las palabras y las decimos una y otra vez, esforzándonos por entenderlas. Seguidamente tratamos de aceptar su verdad —quizá sean ciertas, pero no todo el tiempo—, e incluso si creemos intelectualmente que son verdad, nuestra vida cotidiana ciertamente no demuestra esa creencia. Sin embargo Jesús entiende que no vamos a aceptar esto de inmediato, ya que se trata de un proceso que abarca muchos, muchos años, y no simplemente días o meses. De hecho, la verdad del Curso va en contra de todo lo que creemos y defendemos como entidades separadas. Por lo tanto se requiere mucho tiempo y trabajo duro para aceptar con agradecimiento —aunque sea a regañadientes al principio— que estábamos equivocados acerca de todo, especialmente sobre la persona que creemos ver cada mañana en el espejo de nuestro cuarto de baño. Cuando finalmente aceptamos nuestro error —y Jesús no se refiere a una mera aceptación intelectual— estamos en el mundo real, pues hemos aprendido todo lo que nuestro maestro nos puede enseñar. 

Ahora Jesús vuelve al mensaje de la lección: 

(1.7-8) Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas. 

Consciente de nuestro miedo, Jesús nos pide que practiquemos con este pensamiento, pues la verdad es aterradora para nuestros egos separados. Una vez más, él no espera que aceptemos la lección sin reservas, pero sí solicita nuestra pequeña dosis de buena voluntad de que se nos enseñe la verdad [o: de aprender].

(2) Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. Que mi confianza en Ti no flaquee hoy. Que acepte como Tu regalo únicamente aquello que produce felicidad y que acepte como la verdad únicamente aquello que me hace feliz. 

El regalo de Dios es el principio de la Expiación —Su Amor permanece [continúa, sigue] intacto, y nosotros, Su Hijo, somos sanados y restaurados a la conciencia de nuestra plenitud.

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Fuente: Journey Through the Workbook of a Course in Miracles, de Ken Wapnick.

Índice de capítulos traducidos en este blog, aquí: link-indice.

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