sábado, 5 de agosto de 2017

Refranes populares a la luz de UCDM (XXVI)

Pecado confesado, medio perdonado.

O el refrán sinónimo:

Dios perdona a quien su culpa llora.

Un Curso de Milagros prefiere usar la palabra "error", en vez de "pecado" (en seguida explicaré por qué). Por lo tanto, nosotros vamos a hablar de "error confesado, medio perdonado". Por "error confesado" nos referimos al error reconocido, es decir, al error del que somos conscientes. No podemos perdonar/rectificar un error del que somos inconscientes. El error de creer en el ego (en su sistema de pensamiento de la separación) se ha convertido para nosotros en un hábito inconsciente, y mientras siga siendo inconsciente no nos ocuparemos de deshacerlo. Pero una vez que somos conscientes del error, lo más difícil ya está hecho. Ya solo falta que nos demos cuenta del dolor que el error nos acarrea, y entonces estaremos dispuestos y felices de perdonarlo/rectificarlo.

El otro refrán significa lo mismo, aunque expresado de manera más metafórica. Cuando reconocemos nuestro error, el camino del perdón queda despejado. Quien "su culpa llora" se refiere a cuando nos damos cuenta del dolor que nos acarrea nuestra creencia en el sistema de pensamiento del ego, basado en el pecado, la culpa y el miedo. Al darnos cuenta del dolor que esto acarrea, "lloramos" y nos volvemos dispuestos a perdonar, y cuando lo hacemos, descubrimos que Dios ya nos había perdonado de antemano desde el principio de los tiempos, pues el pecado en realidad nunca ocurrió: no fue más que algo imaginado.

En cuanto a por qué el Curso nos invita a ver nuestros problemas como errores en vez de como pecados, es porque los errores se pueden deshacer. El Curso se reserva la palabra "pecado" para la creencia del ego en haber hecho algo perverso que no se puede solucionar, no se puede volver atrás, no se puede deshacer. Debido a esta creencia, el ego cree que hay pecados imperdonables (especialmente nuestro supuesto pecado contra Dios: la separación). Pero el Espíritu Santo nos enseña que pecar es imposible y que eso que llamamos pecado no es más que un simple error, fácil de desvanecer si lo iluminamos con la luz del perdón. Un error no es más que oscuridad —una creencia errónea, una imaginación imposible—, y cuando la luz —el perdón, la mentalidad recta— ilumina la oscuridad, el error se desvanece y solo queda lo eterno que es paz.

Algunas citas del Curso relacionadas con esto son las siguientes:

La mente que no perdona no ve errores, sino pecados. (L.121.4.1)

Es esencial que no se confunda el error con el pecado, ya que esta distinción es lo que hace que la salvación sea posible. Pues el error puede ser corregido, y lo torcido, enderezado. Pero el pecado, de ser posible, sería irreversible. (...) El pecado exige castigo del mismo modo en que el error exige corrección, y la creencia de que el castigo es corrección es claramente una locura. (T.19.II.1.1-3,6)

Uno de los principales dogmas de la descabellada religión del ego es que el pecado no es un error sino la verdad, y que la inocencia es la que pretende engañarnos. (T.19.II.4.1)

El ego siempre considerará injustificable cualquier intento de reinterpretar el pecado como un error. La idea del pecado es absolutamente sacrosanta en su sistema de pensamiento. (T.19.II.5.1-2)

Puede ciertamente afirmarse que el ego edificó su mundo sobre el pecado. Únicamente en un mundo así podría todo ser a la inversa. (T.19.II.6.1-2)

La atracción de la culpabilidad reside en el pecado, no en el error. (T.19.III.1.1)

La razón no puede ver pecados pero sí puede ver errores, y propicia su corrección. (T.21.VI.1.1)

No permitas que tu temor del pecado impida la corrección del error, pues la atracción que ejerce la culpabilidad es sólo miedo. (T.22.I.4.6)

La razón puede reconocer la diferencia entre el pecado y el error porque desea la corrección. Te dice, por lo tanto, que lo que pensabas que era incorregible puede ser corregido, y que, por consiguiente, tuvo que haber sido un error. (T.22.III.2.4-5)

El ego quiere conservar todos los errores y convertirlos en pecados. (T.22.III.4.6)

¿Y es esto acaso un pecado o simplemente un error? (T.25.III.9.4)

Esto es lo que tenemos que decidir (esto que me aflige ¿es un pecado o simplemente un error?), y el Curso nos enseña cómo decidir correctamente (el significado del perdón).

Para un repaso más completo del tema sería muy conveniente releer enteramente las secciones "El pecado en contraposición al error" (T.19.II) y "La irrealidad del pecado" (T.19.III).

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Persona envidiosa no puede ser dichosa.

Si sentimos envidia de alguien es porque nos hemos identificado con el cuerpo, que es limitado y por lo tanto nos sentimos carentes. El cuerpo es el símbolo de la separación del ego, por lo tanto, mientras sigamos identificados con él, ni todos los tesoros del mundo juntos lograrán satisfacer nuestro profundo vacío interior. Nuestra inmutable plenitud sigue brillando eternamente, pero seguiremos inconscientes de ella hasta que renunciemos a identificarnos con el cuerpo, lo cual hacemos al abandonar el sistema de creencia de separación del ego.

La envidia, que es falta de paz, nos está avisando de que nos hemos negado a perdonar. El perdón, que es inocencia y paz, nos conduce dulcemente a despertar, tras lo cual se desvela nuestra verdadera realidad de plenitud eterna.

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Por el hilo se saca el ovillo.

Siempre hay un hilo que nos guíe hasta el ovillo, un hilo de Ariadna que nos guíe para salir del laberinto del Minotauro. Es cuestión de que queramos ver el hilo, en vez de seguir prestando atención al imaginario Minotauro. Nuestro "laberinto del Minotauro" es el mundo de la dualidad en el que creemos estar perdidos. El "ovillo" que buscamos es nuestra felicidad, el Cielo, nuestro verdadero Ser. Y el hilo que nos guía hacia nuestra meta fuera del laberinto es el hilo del perdón. Mediante el perdón, los acontecimientos de nuestra vida se convierten en símbolos que nos guían hacia la paz, a través de nuestro cambio de mentalidad. De este modo, con la ayuda de este hilo, escapamos del laberinto y encontramos nuestro ovillo, nuestro Ser.

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Por un oído me entra y por otro me sale.

Debido a nuestra resistencia a despertar nos negamos a escuchar la verdad. Es por esto que el Espíritu Santo tiene tantas dificultades para llegar hasta nuestra conciencia. Incluso cuando leemos las palabras del Curso, con mucha frecuencia nos olvidamos a los pocos minutos de los poderosos mensajes que nos está compartiendo. A veces no nos tomamos sus mensajes en serio ni siquiera mientras los estamos leyendo. Leemos ideas como que «¡El mundo no existe!» (L.132.6.2), «el cuerpo no existe» (T.18.VI.9.2; T.18.VII.3.1), los ojos no ven, el oído no oye, el cerebro no piensa (L.92.2.1,4; P.2.VI.3.1-2), y ni siquiera se nos ocurre pensar que lo que se nos está diciendo es realmente así. O si llegamos a tomarlo en consideración, lo olvidamos a los pocos minutos: por un oído nos entra y por otro nos sale.

No pasa nada, esto es lo normal debido a nuestra resistencia. Y el Curso tiene en cuenta esta resistencia y por eso nos repite tanto las ideas básicas (ante todo las del perdón). Otras ideas, como las que he mencionado, el Curso las menciona en pocas ocasiones, pues sabe que son pocos quienes están maduros para tomarlas en consideración. El proceso del perdón está diseñado para superar nuestra resistencia. Basta con que seamos sinceros practicando el perdón cada vez más constantemente, y poco a poco, conforme nuestra resistencia a despertar se vaya disipando, iremos notando la tremenda verdad de esas otras frases que el Curso repite menos veces. Verdaderamente el mundo no es nada; los ojos no ven (es la mente la que "ve"), etc. Conforme nuestra identificación va cambiando del personaje del sueño (el cuerpo) hasta el tomador de decisiones (la mente) nos iremos dando cada vez más cuenta de que lo que el Curso nos dice es cierto. Mientras tanto, no nos sorprendamos de que por un oído nos entre la información del Curso y por el otro oído nos salga. No nos culpemos por eso (la culpa siempre implica ego); simplemente perdonémonos cuando nos demos cuenta de que hemos hecho esto, y procuremos prestar cada vez más atención a las ideas que el Curso trata de transmitirnos.

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Por un perro que maté, mataperros me llamaron.

El sistema de pensamiento del ego nos lleva a usar el pasado para volvernos ciegos al presente. No vemos el presente de nuestros hermanos porque atendemos principalmente a su pasado: guardamos resentimientos por lo que hace tiempo hizo o nos dijo, etc. De este modo, etiquetamos a nuestro hermano y ya no lo vemos a él, vemos solo la etiqueta, que es del pasado.

El Curso nos dice:

Si recuerdas el pasado cuando contemplas a tu hermano, no podrás percibir la realidad que está aquí ahora. (T.13.VI.1.7)

El milagro te permite ver a tu hermano libre de su pasado, y así te permite percibirlo como que ha renacido. (T.13.VI.5.1)

Pues el presente es perdón. (T.17.III.8.2)

El presente te muestra a tus hermanos bajo una luz que te uniría a ellos y te liberaría del pasado. (T.13.VI.7.1)

Al final del capítulo XIX pusimos también algunas citas sobre el tema del tiempo, en las explicaciones del refrán titulado "Lo que tenga que pasar, pasará".

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Preguntando se llega a Roma.

Cuando tenemos dudas debemos tener la humildad de preguntar a quien sabe la respuesta. Cuando la duda es sobre cómo despertar, el Maestro al que preguntar es el Espíritu Santo, Quien está deseoso de señalarnos el camino a la paz y la verdad.

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Prometer y no cumplir, mil veces lo vi.

El mundo del ego es un mundo de promesas incumplidas, porque el propio ego miente: su promesa de que el mundo nos dará la felicidad es una mentira. Nosotros, al habernos identificado con el sistema de pensamiento del ego, también mentimos. Por ejemplo, cuando prometemos a alguien "amor eterno" y más adelante las cosas cambian. O en un sentido más profundo, cuando aseguramos que queremos dejar de sufrir, y sin embargo nos negamos a perdonar. Si de verdad queremos despertar del sueño de la dualidad, el perdón es el medio para ello. O dicho al revés: si incumplimos nuestro compromiso con el perdón, esto significa que en el fondo no queremos ser felices sino que todavía nos aferramos al juego del sufrimiento. Y reconocer esto ya es un paso importante para comenzar a cambiar nuestra mentalidad.

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Índice de la serie sobre los refranes populares a la luz de UCDM: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2017/08/refranes-populares-la-luz-de-ucdm-indice.html

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