sábado, 29 de julio de 2017

Refranes populares a la luz de UCDM (XIX)

Las desgracias nunca vienen solas.

El origen de todo disgusto es nuestra elección en favor del ego. Una vez que decidimos apoyar al ego en nuestra mente, aunque nos olvidemos de esa decisión seguimos experimentando las consecuencias en el mundo: un disgusto tras otro; una desgracia tras otra; la pérdida de nuestra paz. Los disgustos se sucederán uno tras otro mientras no cambiemos la decisión de nuestra mente. Pero cuando dejemos de apoyar al ego y elijamos en su lugar el perdón del Espíritu Santo, los disgustos se desvanecerán y nos sentiremos en paz independientemente de las circunstancias externas. Esto facilita el despertar, tras el cual se comprende que nunca hubo desgracias.

Las malas noticias vuelan.

Esto es así porque al ego le gusta propagar malas noticias; se siente protagonista y especial cuando es portador de novedades trágicas (incluso se emociona cuando se entera antes que otro de una noticia trágica, para así tener el placer de contársela, haciéndose a veces el interesante y demorando ir al grano, pues una vez que ya ha avisado de que sabe algo importante que el otro desconoce, le encanta disfrutar de esos momentos de superioridad durante los que ambos saben que él tiene más "conocimiento" —información— que el otro). Por otro lado, el Espíritu Santo tiene muchas noticias buenas que darnos, pero mientras sigamos identificados con el ego, en esa misma medida nos sentiremos atraídos por la tragedia. No tenemos más que ver los informativos del mundo para ver la importancia que se les da a las noticias trágicas y la poca atención que en comparación despiertan las noticias amables. Por eso el Curso nos explica nuestra atracción por los problemas: nos habla de la atracción por el dolor (T.19.IV.B.i), la atracción de la culpabilidad (T.19.IV.A.i) junto con nuestro deseo de deshacernos de la paz (T.19.IV.A), la atracción por la muerte (T.19.IV.C), etc. Tales atracciones, junto con el miedo a Dios (miedo a la verdad) (T.19.IV.D), son los obstáculos a la paz. Pero cuando queramos más la paz que los conflictos comenzaremos a practicar con más intensidad el perdón, logrando así acelerar enormemente el despertar. ¡Y eso producirá felicísimas noticias! Las noticias felices sí que vuelan, pero de verdad: nos elevan hasta la Realidad. Son noticias que vuelan y nos hacen volar.

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Lo cortés no quita lo valiente.

Este refrán es muy ucedemiano, por lo que nos vale así tal cual, sin necesidad de cambiarle nada. El ego confunde la debilidad con la fortaleza. Cree que el amor es débil. Cree que la crueldad y el ataque son muestras de fortaleza. El ego ve la amabilidad y la bondad como síntomas de debilidad. Al asesino lo considera fuerte, y al inocente y amable, débil. Y en el mundo hay mucha gente que, identificada con estas creencias del ego, considera que las personas amables y bondadosas son fáciles de manipular y así aprovecharse/abusar de ellas. Con una creencia así nos cuesta esfuerzo ser amables, pues tememos que si lo somos el mundo se aprovechará de nosotros. Debido a eso "guardamos las distancias" y nos disfrazamos con una máscara de rigor, de seriedad, a veces mostrando mal genio o indiferencia, todo ello para aparentar fortaleza.

Pero el Espíritu Santo nos explica que lo cortés (ser amoroso) no quita lo valiente (ser fuerte). Los auténticamente fuertes no tienen miedo de que se les tome por débiles, pues saben lo que son. Y cuando lo estiman oportuno pueden actuar de manera tan amorosamente amable que al mundo le daría vergüenza (y la vergüenza es debilidad y miedo). Al mismo tiempo, en otras ocasiones pueden pararle los pies a algún listillo que se les acerque con afán depredador, pero le paran los pies sin perder la amabilidad interior. Exteriormente mostrarán tanta firmeza como sea oportuno, pero sin perder en ningún momento el amor y la paz interior. Por eso los verdaderamente valientes pueden permitirse ser corteses sin miedo a que nadie abuse de ellos. Unirnos al Espíritu Santo aumentará nuestra confianza y nos dará la verdadera valentía y la verdadera fortaleza. Y la cortesía fluirá por sí sola sin esfuerzo mientras nos mantengamos unidos a Él. Y si a veces hay que ser tajantes, fluirá espontáneamente también.

Quienes han elegido al ego y se comportan cruelmente no pueden escapar al miedo y la cobardía, por más que traten de disimularlo y ocultar eso incluso de sí mismos. Pero quienes se han unido al Espíritu Santo han elegido la inocencia, que es fortaleza. La inocencia fortalece; el ataque recicla la culpa y nos debilita. Puesto que el perdón deshace la culpa y desvela la inocencia, nos fortalece porque nos une al Espíritu Santo y nos acerca a nuestro Ser.

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Lo mío, mío, y lo tuyo, de entrambos.

Es uno de los lemas del ego. Lo mío es solo mío, y lo de los demás es para compartirlo entre todos. Se parece a la actitud del atracador que, según un chiste, repartía así con su cómplice el dinero que ambos habían robado: Aquí está el saco de billetes que hemos robado; vamos a hacer dos montones, uno para ti y el otro para mí. Voy sacando y repartiendo los billetes uno por uno: uno para mí, otro para ti y otro para mí; uno para mí, otro para ti y otro para mí; uno para mí, otro para ti y otro para mí...

En cualquier situación, el ego siempre está mirando qué es lo que puede sacar para sí. Y las personas le interesan también en el mismo sentido: en función de lo que pueda obtener de ellas (compañía, cariño, belleza, sexo, dinero, cuidados, disponer de alguien con quien discutir, a quien culpar, de quien sentirse víctima, a quien victimizar, a quien criticar, etc).

El ego entabla relaciones con el solo propósito de obtener algo. (T.15.VII.2.1)

El cuerpo es el arma predilecta del ego para obtener poder mediante las relaciones que entabla. (T.20.VI.4.3)

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Lo que no mata, engorda.

Interpreto el refrán a mi manera, con el fin de destacar algo interesante de recordar. En el mundo todo tiene contraindicaciones, pues es un mundo de conflictos y opuestos, generado por el ego. Cualquier sustancia tiene algún lado nocivo. Lo que no mata, engorda; lo que ni mata ni engorda, empeora la salud o es un pecado, o tiene algún tipo de defecto, o perjudica de alguna manera. De ahí también el dicho de que todo placer es pecado, que hoy en día ha llegado incluso a los anuncios de la tele, donde para enfatizar el placer de comer determinado dulce, lo presentan como un pecado: "comer algo tan bueno tiene que ser un pecado... disfruta de este pecado...".

Pero cuando practicamos el perdón, la situación se invierte y entonces todas las cosas pierden su poder de dañarnos y se convierten en bendiciones, pues nos ayudan a recordar la verdad.

Finalmente, como curiosidad, al redactar este comentario me he enterado del verdadero significado de este refrán, que hasta hoy desconocía. Resulta que la clave es que antiguamente la gordura era vista como fortaleza (esto me recuerda que a mi abuela siempre le agradaba mucho verme la cara más redondita, síntoma de que había engordado). Entonces el refrán está diciendo que si algo no te mata, al sobrevivir te haces más fuerte ("engordas"). Una forma más moderna de este refrán se expresa con estas palabras: Lo que no te mata, te hace más fuerte. Pero este otro significado del refrán no resulta tan interesante para nuestro propósito.

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Lo que no quieres para ti no lo quieras para mí.

Esto se parece a la regla de oro:

La Regla de Oro te pide que te comportes con los demás como tú quisieras que ellos se comportasen contigo. (T.1.III.6.2)

Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ellos, porque en esto se resumen la ley y los profetas. (Mt 7:12)

Esto forma parte de la enseñanza del Espíritu Santo de ver los intereses compartidos, en vez de intereses separados. Si nos vemos iguales y hermanos con los demás, lo que deseemos para nosotros (paz, felicidad) deberíamos desearlo también para ellos. Y lo sepamos o no, lo que deseamos para los demás lo estamos decretando para nosotros mismos porque nuestra mente inconsciente sabe que somos lo mismo. Así que más nos vale desear a todos el bien. La regla de oro no puede aplicarse exitosamente sin disponer de discernimiento, pues de no ser así nuestra mente confundida podría creer que desea dolor, y entonces querer causar dolor también a los demás. Ese masoquismo desaparece cuando tenemos discernimiento (cuando nos unimos al sistema de pensamiento del Espíritu Santo).

Debido a estos matices, el Curso explica con un poco más de detalle:

Respondes a lo que percibes, y tal como percibas así te comportarás. La Regla de Oro te pide que te comportes con los demás como tú quisieras que ellos se comportasen contigo. Esto significa que tanto la percepción que tienes de ti como la que tienes de ellos debe ser fidedigna ((= sin distorsiones; con discernimiento)). La Regla de Oro es la norma del comportamiento apropiado. Tu no puedes comportarte de manera apropiada a menos que percibas correctamente ((con discernimiento)). Dado que tú y tu prójimo sois miembros de una misma familia en la que gozáis de igual rango, tal como te percibas a ti mismo y tal como lo percibas a él te comportarás contigo mismo y con él. Debes mirar desde la percepción de tu propia santidad a la santidad de los demás. (T.1.III.6)

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Lo que no se comienza, nunca se acaba.

Así que empecemos ya a perdonar. Cuanto antes empecemos el proceso del perdón, antes finalizará. Incluso una maratón comienza con un simple paso. La iluminación comienza también con pasos muy simples: los pasos del perdón. Si perdonamos con constancia, la meta es nuestra.

Lo que sea, sonará.

Significado: "Se dice para expresar conformidad ante una situación. No debe uno preocuparse por lo que todavía no ha sucedido y, por consiguiente, debe esperar el resultado con calma" (CVC).

Se trata de una invitación a que permanezcamos en calma, sin dejarnos llevar por la ansiedad ante los posibles resultados de un tema que nos interesa. Añado dos dichos relacionados, uno de ellos de UCDM:

Lo que tenga que pasar, pasará.

Pongo el futuro en Manos de Dios. (L.194)

De esta lección del Libro de ejercicios extraemos las siguientes ideas:

Acepta la idea de hoy, y habrás dejado atrás toda ansiedad (...). Y así, cada instante que se le entrega a Dios, con el siguiente ya entregado a Él de antemano, es un tiempo en que te liberas de la tristeza, del dolor y hasta de la misma muerte. (...) Tu futuro está en Manos de Dios, así como tu pasado y tu presente. Para Él son lo mismo (...) Sólo se te pide que te desentiendas del futuro y lo pongas en Manos de Dios. Y mediante tu experiencia comprobarás que también has puesto en Sus Manos el pasado y el presente, porque el pasado ya no te castigará más y ya no tendrá sentido tener miedo del futuro. Libera el futuro. Pues el pasado ya pasó, y el presente, libre de su legado de aflicción y sufrimiento, de dolor y de pérdida, se convierte en el instante en que el tiempo se escapa del cautiverio de las ilusiones, por las que ha venido recorriendo su despiadado e inevitable curso. (...) ¿Qué preocupación puede asolar al que pone su futuro en las amorosas Manos de Dios? (...) ¿Qué podría temer? ¿Y de qué otra manera podría contemplar todo sino con amor? Pues el que ha escapado de todo temor de futuros sufrimientos ha encontrado el camino de la paz en el presente y la certeza de un cuidado que el mundo jamás podría amenazar. (L.194.2.1; 3.4; 4.1-2,5-6; 5.1-2; 7.1,4-6)

Más adelante, en el 6º repaso:

El pasado ya pasó y el futuro aún no ha llegado. (L.214.1.2)

Y anteriormente:

Pues el pasado ya pasó y el futuro es tan solo algo imaginario. (L.181.5.2)

También en el Texto:

El milagro no hace sino mostrar que el pasado ya pasó, y que lo que realmente ya pasó no puede tener efectos. (T.28.I.1.8)

Y al deshacer el pasado, desaparecen también el futuro y la culpa y ansiedad del presente, pues todos procedían de un pasado amenazador que en realidad era inexistente.

La noción de pagar por el pasado en el futuro hace que el pasado se vuelva el factor determinante del futuro, convirtiéndolos así en un continuo sin la intervención del presente. (T.13.IV.4.4)

Por lo tanto, perdonamos. Y esto nos conduce al auténtico presente que es la paz, donde ya no escuece el pasado ni preocupa el futuro ni hay conflicto en el presente.

No es el presente lo que da miedo, sino el pasado y el futuro, mas éstos no existen. El miedo no tiene cabida en el presente cuando cada instante se alza nítido y separado del pasado, sin que la sombra de éste se extienda hasta el futuro. Cada instante es un nacimiento inmaculado y puro (...).  Es tan bello, puro e inocente, que en él sólo hay felicidad. (T.15.I.8.2-4,6)

Así pues, los milagros:

Cancelan el pasado en el presente, y así liberan el futuro. (T.1.I.13.3)

Es decir, nos liberan para permanecer en la paz intemporal. Esta paz es el conocimiento eterno, el recuerdo de Dios:

No es ni del pasado ni del futuro, al ser eterno para siempre. (T.12.VIII.4.8)

En la realidad del "ahora", sin pasado ni futuro, es donde se puede empezar a apreciar lo que es la eternidad. (T.13.IV.7.6)

O como lo expresó Ralph Waldo Emerson:

Este momento es tan bueno como cualquier momento de la eternidad. 

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Índice de la serie sobre los refranes populares a la luz de UCDM: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2017/08/refranes-populares-la-luz-de-ucdm-indice.html

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