Lección 49 — La Voz de Dios me habla durante todo el día
Esta es una lección de la que muchos estudiantes de Un Curso de Milagros han sacado un gran kilometraje [supongo que se refiere a que da pie a una gran cantidad de interpretaciones... en inglés dice: "(...) have derived a great deal of mileage"], desafortunadamente yendo por el camino equivocado [o sea: que es una lección frecuentemente malinterpretada]: yendo hacia el infierno en lugar de hacia el Cielo. Ellos a menudo toman esta lección interpretando que ellos oyen que el Espíritu Santo les dice cosas maravillosas —todo el tiempo. Sin embargo, si seguimos atentamente el hilo de pensamiento de estas lecciones, es obvio que no podemos oír la Voz de Dios durante todo el día, debido al constante desbarajuste [desorden, embrollo, lío] de nuestra mente. Jesús ya ha explicado la presencia de este desorden: viene de nuestra resistencia a perder nuestra identidad individual y especial. Esta resistencia se refleja en nuestra actitud de apreciar o abrigar la voz del especialismo del ego, lo cual hacemos con el fin de evitar escuchar la Voz del Espíritu Santo, como vemos en este incisivo pasaje del Texto:
Tú no eres especial. Si crees que lo eres y quieres defender tu especialismo en contra de la verdad de lo que realmente eres, ¿cómo vas a poder conocer la verdad? ¿Qué respuesta del Espíritu Santo podría llegar hasta ti, cuando a lo que escuchas es a tu deseo de ser especial, que es lo que pregunta y lo que responde? Tan sólo prestas oídos a su mezquina respuesta, la cual ni siquiera se oye en la melodía que en amorosa alabanza de lo que eres fluye eternamente desde Dios a ti. Y este colosal himno de honor que amorosamente se te ofrece por razón de lo que eres parece silencioso e inaudible ante el "poderío" de tu especialismo. Te esfuerzas por escuchar una voz que no tiene sonido, y, sin embargo, la Llamada de Dios Mismo te parece insonora.
Puedes defender tu especialismo, pero nunca oirás la Voz que habla en favor de Dios a su lado. (T.24.II.4; 5.1) (Pág. 563)
Por lo tanto, si bien es cierto que la Voz de Dios nos habla durante todo el día —porque el Espíritu Santo está en nuestras mentes—, esto no quiere decir que nosotros la escuchemos. Presta cuidadosa atención a las palabras de la lección: Jesús no dice que nosotros escuchamos la Voz de Dios durante todo el día, sino que dice que la Voz de Dios nos habla durante todo el día. Nosotros no estamos escuchando a causa, repito, de nuestra resistencia a perder nuestra identidad, expresada a través de nuestra inversión en perpetuar nuestro especialismo. Es por eso por lo que es tan importante leer esto (y todos los pasajes de Un Curso de Milagros) con mucho cuidado.
Otro punto importante, dirigido al corazón de los estudiantes del Curso que se confunden, es que nosotros siempre estamos escuchando una voz interior. ¡No podemos escuchar ninguna otra cosa! Nuestros cuerpos son los vehículos (o canales) a través de los cuales "hablan" tanto la voz del ego como la del Espíritu Santo. Los estudiantes a menudo piensan que sólo porque escuchan una voz interior ya tiene que ser la del Espíritu Santo. Lamentablemente ellos se han olvidado por completo de la otra voz, la cual se hizo específica e intencionalmente para ahogar la voz suave y apacible del Espíritu Santo, como vimos en el pasaje de más arriba. Por esto es por lo que Jesús hace hincapié en ayudarnos a eliminar nuestra inversión en el ego, para que podamos de manera natural e inevitable "oír" la Voz que habla en favor de la verdad. Mi esposa Gloria señaló algo similar cuando ella recordaba a los estudiantes que oír una voz interior que ellos creen que pertenece a una entidad "del más allá" [en inglés: "on the other side", literalmente: "al otro lado"] no significa necesariamente que esa entidad esté más avanzada o libre de ego que ellos. En definitiva, el discernimiento es un prerrequisito primordial para cualquier buscador espiritual, al igual que para los estudiantes de Un Curso de Milagros, quienes necesitan discernir la diferencia entre las dos voces.
(1) Es muy posible escuchar la Voz de Dios durante todo el día sin que ello interrumpa para nada tus actividades normales. La parte de tu mente [la mentalidad correcta] donde reside la verdad está en constante comunicación con Dios, tanto si eres consciente de ello como si no. Es la otra parte de tu mente [la mentalidad errada] la que opera en el mundo y la que obedece sus leyes. Ésa es la parte que está constantemente distraída, y que es desorganizada y sumamente insegura.
Esto no quiere decir que si tú estás en tu mentalidad correcta no vas a obedecer las leyes del mundo, como desafortunadamente algunos estudiantes podrían malinterpretar. Jesús está hablando de cuando se obedecen las leyes del mundo por creer que son leyes reales. Repito, él no está diciendo por ejemplo que tú deberías hacerte anarquista o libertario. Leemos por ejemplo las siguientes intrucciones que les da a los maestros de Dios, sus estudiantes que quieren ir más allá de sus egos:
Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo, aunque parezca serlo. No cambias de apariencia, aunque sí sonríes mucho más a menudo. Tu frente se mantiene serena; tus ojos están tranquilos. (L.155.1.1-3) (Pág. 312)
En otras palabras, no se nos pide mirar de manera diferente ni comportarnos de manera diferente que cualquier otra persona. Lo que cambia es nuestra actitud, o a qué maestro interior hemos elegido seguir. Cuando escuchamos al Espíritu Santo, el mundo se convierte en un aula en la que sus símbolos se convierten en el lenguaje mediante el que expresamos Sus enseñanzas. La lección 184 toca este tema con mayor detalle, por lo que vamos a aplazar el añadir más aclaraciones hasta entonces.
La cuestión es obedecer las leyes de ilusión del mundo, no porque creamos que ellas sean verdad, sino, repito, porque ellas son la forma mediante la cual expresamos el contenido de verdad de la mente de una manera en la que las personas pueden responder sin miedo. Un pasaje temprano del Texto señala este punto de encontrar a las personas donde ellas están —la ilusión de la forma— y sin embargo expresar la correctora verdad del contenido, conocida como el milagro:
El valor de la Expiación no reside en la manera en que ésta se expresa. De hecho, si se usa acertadamente, será expresada inevitablemente en la forma en que le resulte más beneficiosa a aquel que la va a recibir. Esto quiere decir que para que un milagro sea lo más eficaz posible, tiene que ser expresado en un idioma que el que lo ha de recibir pueda entender sin miedo. Eso no significa que ése sea necesariamente el más alto nivel de comunicación de que dicha persona es capaz. Significa, no obstante, que ése es el más alto nivel de comunicación de que es capaz ahora. El propósito del milagro es elevar el nivel de comunicación, no reducirlo mediante un aumento del miedo. (T.2.IV.5) (Pág. 26)
Es el contenido de amor lo que debería ser nuestra inspiración y guía, no las ideas preconcebidas sobre la forma en que el amor va a expresarse. Esto garantiza que nuestra respuesta será amable y sin prejuicios [nonjudgmental: sin críticas; sin criticar], aceptando a las personas donde ellas están, no donde queremos que estén.
(2.1-3) La parte que está escuchando a la Voz de Dios es serena, está en continuo reposo y llena de absoluta seguridad. Es la única parte que realmente existe. La otra es una loca ilusión, frenética y perturbada, aunque desprovista de toda realidad.
Esto trae a la mente la famosa analogía de Platón, en Fedro, del auriga y sus dos caballos, y ofrece una poética descripción de las mentes equivocadas:
Que [el alma] sea semejante a la unión de poderes de un equipo de rápidos corceles y su rápido auriga (...). Con nosotros los hombres (...) hay un par de corceles que el auriga controla; adicionalmente, uno de ellos es noble y bueno, y de buena cepa, mientras que el otro tiene el carácter opuesto y su linaje es lo opuesto. Así que la tarea de nuestro auriga es difícil y problemática. (...) Uno [de los dos caballos], el que está en el lado más honorable, es erguido y bien proporcionado, llevando su cuello en alto, con una especie de nariz aguileña; de color es blanco, con ojos negros; un amante de la gloria, pero con templanza y modestia; a eso se le suma su buena fama, y no se necesita del látigo, pues este caballo es conducido solamente por la voz de mando. El segundo caballo es de figura encorvada, de toscas articulaciones, de grueso y corto cuello, de achatada testuz, pelaje negro y ojos grises; de sangre ardiente, que se asocia con el desenfreno y la vanagloria, de peludas orejas, sordo, y apenas obediente al látigo y los acicates. (Fedro 246a; 253d-e)
Esta fue una analogía que influyó en el punto de vista de Freud sobre la psique, para lo cual la descripción de Platón fue la base de la comprensión de Freud del ello [nota de Toni: término psicológico, también llamado id; en el psicoanálisis el id o ello es uno de los tres elementos de la mente, junto con el ego y el superego, también llamados yo y superyo], o sea el inconsciente. Eso, por supuesto, es la naturaleza del sistema de pensamiento del ego: un depósito de odio, asesinato y crueldad.
(2.4-6) Trata hoy de no prestarle oídos. Trata de identificarte con la parte de tu mente donde la quietud y la paz reinan para siempre. Trata de oír la Voz de Dios llamándote amorosamente, recordándote que tu Creador no se ha olvidado de Su Hijo.
Una vez más, podemos observar lo que implica el apremio de Jesús: nos pide reconocer nuestra llamada al ego, y que entonces elijamos contra eso, en favor de nuestra mentalidad correcta, donde mora la quietud y la paz. Se nos anima a elegir de nuevo, a pesar de que Jesús es consciente de que nuestra resistencia es elevada. Pero es el principio de nuestro entrenamiento, y todavía hay mucho que aprender y practicar.
(3) Hoy necesitaremos por lo menos cuatro sesiones de práctica de cinco minutos cada una, e incluso más si es posible. De hecho, trataremos de oír la Voz de Dios recordándote a Dios y a tu Ser. Abordaremos el más santo y gozoso de todos los pensamientos llenos de confianza, sabiendo que al hacer esto estamos uniendo nuestra voluntad a la Voluntad de Dios. Él quiere que oigas Su Voz. Te la dio para que la oyeses.
Otra arenga: la Voz de Dios está dentro de nosotros, y pacientemente aguarda nuestra decisión.
(4) Escucha en profundo silencio. Permanece muy quedo y abre tu mente. Ve más allá de todos los chillidos estridentes e imaginaciones enfermizas que encubren tus verdaderos pensamientos y empañan tu eterno vínculo con Dios. Sumérgete profundamente en la paz que te espera más allá de los frenéticos y tumultuosos pensamientos, sonidos e imágenes de este mundo demente. No vives aquí. Estamos tratando de llegar a tu verdadero hogar. Estamos tratando de llegar al lugar donde eres verdaderamente bienvenido. Estamos tratando de llegar a Dios.
Jesús quiere que tengamos muy claro nuestro propósito. Sin embargo, no podemos llegar a Dios sin ir más allá de "los chillidos estridentes e imaginaciones enfermizas" del ego; y no podemos ir más allá de esos chillidos y fantasías sin mirarlos. Por lo tanto, abrir la mente significa que nuestro "tomador-de-decisiones" elige el perdón del Espíritu Santo en lugar del ataque del ego. Ya hemos visto que para llegar a Dios tenemos que dejar de lado nuestra identificación con la voz de especialismo del ego, y el objetivo del Libro de ejercicios es ayudarnos a llegar a Dios por medio de este proceso.
(5) No te olvides de repetir la idea de hoy frecuentemente. Hazlo con los ojos abiertos cuando sea necesario, pero ciérralos siempre que sea posible. Y asegúrate de sentarte quedamente y de repetir la idea cada vez que puedas, cerrando los ojos al mundo, y comprendiendo que estás invitando a la Voz de Dios a que te hable.
Jesús vuelve a enfatizar que las lecciones se pueden hacer con los ojos abiertos o cerrados, aunque su actual preferencia en esta etapa de nuestro entrenamiento es que lo hagamos con los ojos cerrados, lo cual maximiza la experiencia de que son nuestros pensamientos los que necesitan corrección. Tal como hemos visto en varias ocasiones en las lecciones recientes, se nos insta a aplicar la idea del día tan a menudo como lo podamos recordar: "con mucha frecuencia", "siempre que puedas", "siempre que sea posible", etc. De esta manera reforzamos nuestro aprendizaje de que es la sabiduría y amor del Espíritu Santo lo que verdaderamente queremos —y eso se encuentra en nuestra mente, no en el mundo.
☼☼☼
Fuente: Journey Through the Workbook of a Course in Miracles, de Ken Wapnick.
Índice de capítulos traducidos en este blog, aquí: link-indice.
te estoy muy agradecido por estas traducciones
ResponderEliminarbencidiones!!!
Yo también te lo agradezco mucho. Más bendiciones.
ResponderEliminarYo también te lo agradezco mucho. Más bendiciones.
ResponderEliminarGracias por este apoyo, me ayuda a comprender mejor la lección
ResponderEliminar