viernes, 28 de octubre de 2016

Fobia social

Pregunta: ¿Por qué razón, le tengo tanto miedo a mi hermano?; ¿por qué motivo, huyo de él?; ¿por qué me incomoda?; ¿Por qué esta tendencia, a la soledad? ¡Eso sí!, practicando esta especie de magia (búsqueda de la soledad, evitando la sociabilidad) me encuentro muy bien. Tengo claro que las relaciones especiales no me interesan, quizás eso, sea favorable ¿no?; aunque evitar al hermano, no creo que tenga nada de favorable. ¿Cómo debería lidiar con esto?

Respuesta: Todo miedo a nivel de la forma simboliza el miedo a Dios en nuestra mente inconsciente. Al haber en nuestra mente inconsciente la creencia de haberse separado de Dios, y con ello haberlo "roto" (al arrancar un trozo de la Unidad para fabricar nuestra individualidad), luego surge el miedo a la ira de Dios, a que Dios nos castigue en venganza. Ese miedo atroz nos impulsa a huir de la mente, proyectando un mundo de formas en el que escondernos y olvidarnos de eso, pero el miedo es también proyectado y ahora tememos a las formas que nos rodean: a nuestros hermanos, a los insectos, al clima, al tiempo que avanza implacablemente provocando nuestra vejez, miedo a las bacterias, al cáncer, al dinero o a la falta de él, etc. Todo es miedo a Dios.

Y el miedo a Dios, a su vez, simboliza el miedo a la verdad, el miedo a nuestro propio Ser. En otras palabras, una parte de nuestra mente teme al verdadero Ser porque siente que si acepta de nuevo la verdad, perderá su querida individualidad.

Así que también podemos expresar el problema en términos de apego a la individualidad. Nuestra mente está constantemente eligiendo entre la individualidad o la verdad. Y recibe lo que elige. El proceso del perdón nos ayuda a irnos desapegando de lo falso (de la separación, la individualidad, el cuerpo, el mundo) y a ir aceptando la verdad (paz pura independientemente de las formas).

El miedo a Dios es lo mismo que miedo a despertar. Pero el proceso del perdón nos ayuda con esto, y es un proceso suave, que se adapta al ritmo de nuestra transición: mientras nuestro miedo sea alto, iremos muy suavemente. Cuando nos sintamos preparados para dejar a un lado la individualidad, sucederá de manera espontánea. Entonces la felicidad será maravillosamente abismal.

En cuanto al evitar a tus hermanos, uno mismo debe sopesar si eso se hace desde una actitud de miedo/rechazo, o desde una actitud de paz y amor. La palabra elegida, "evitar", parece apuntar al miedo, pero solo uno mismo puede saberlo. Si fuera algo basado en el miedo, simplemente se trata de otra oportunidad para practicar el perdón. Pero si no hay miedo ni rechazo, puede que simplemente estés muy cómodo a solas, te sientes pleno y no sientes necesidad de frecuentar a las personas. En ese caso, cuando debido a las circunstancias te reúnas con gente, te sentirás igualmente tranquilo, pleno y en paz. Si no es así, revisa cuál es la verdadera motivación, pues probablemente habría miedo y necesidad de perdonar. Y es muy bueno que nos demos cuenta de nuestras oportunidades de perdonar, pues el tomar conciencia de ellas nos permite practicar el perdón y agilizar el despertar. Y lo único necesario es perdonar. NO hay necesidad de cambiar nuestro comportamiento, ni de forzarnos a encontrarnos con gente si no tenemos ganas. Simplemente basta con tomar conciencia de si hay miedo/rechazo o no, y si fuese así, entonces perdonar. Lo demás irá fluyendo por sí solo.

Una cosa más. Dices: "Tengo claro que las relaciones especiales no me interesan (...)". Es interesante recordar que las relaciones especiales, aunque pueden reflejarse en lo externo mediante interacciones sociales, pero en realidad son un asunto de nuestra mente. Y siempre tenemos relaciones especiales (de otro modo ya estaríamos iluminados). No hace falta que haya nadie físicamente a nuestro alrededor. Nuestra mente sigue con sus apegos (relaciones especiales). Continúan viniendo pensamientos sobre tal o cual conflicto, o sobre tal o cual persona. Continúa habiendo una relación especial básica con nuestro propio cuerpo (que se manifiesta en forma de hambre, sed, calor, frío, limitación, incomodidad, placer temporal, etc.). Incluso si me voy a una cueva del lejano Himalaya, seguiré teniendo mis pensamientos, emociones, sensaciones corporales e incluso el ataque físico, que si no hay personas entonces podría adoptar otra forma, por ejemplo conflicto con un oso, con un tigre, con insectos, bacterias, enfermedad, con el clima, frío, soledad, etc.

Por lo tanto, no es que las relaciones especiales nos interesen o no nos interesen. Simplemente las tenemos (mientras aún no estemos iluminados), y la cuestión es para qué las vamos a usar: para fortalecer el propósito de separación del ego, o para el propósito de unidad del Espíritu Santo. De hecho, las relaciones especiales (en sus diversas formas) son el núcleo central de la práctica del Curso, pues el perdón podría describirse como el proceso de transformar nuestras relaciones especiales en relaciones santas. Esto, como decía, no obliga a nada en cuanto a la conducta, porque son cuestión de juicios y apegos, todo a nivel mental. Lo que importa es nuestra actitud mental. Pero, en la práctica, si uno trata de esquivar obsesivamente las interacciones personales con sus semejantes, cabe la posibilidad de que se trate de una argucia del ego para evitar lo que él considera conflictos, sin reconocer que el verdadero conflicto es interno en la mente, y no externo en las personas. De hecho, el reflejo externo del conflicto, el cual percibimos al interaccionar con otras personas, puede ayudarnos a tomar conciencia del conflicto interno. Si nos negamos a ver los espejos (nuestros hermanos), puede tratarse del ego evitando mirar el reflejo de su propia culpa, de la falta de perdón. Lo más útil es tomar conciencia de nuestras relaciones especiales y la culpa que reflejan, sin miedo a mirarla en los espejos, aunque también sin apego a los espejos. Pero la clave en cualquier caso es el perdón, y esto es a nivel mental. Si perdonamos, lo que fluya a nivel externo será lo apropiado, pues no actuaremos desde el miedo, sino desde la confianza que nos brinda la actitud del perdón.

Una actitud equilibrada, puede que no se exprese en la forma de anhelar relaciones sociales, pues no hay necesidad de ellas. Pero tampoco se rehúye ese tipo de relaciones, pues no hay miedo. Así que simplemente se puede fluir con lo que sea mejor para todos.

1 comentario:

  1. Gracias amigos.
    Me ha encantado leer de nuevo sobre las relaciones especiales.Muchas gracias Toni

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