domingo, 16 de octubre de 2016

La crisis de la mediana edad

Me preguntaron por email sobre la crisis de la mediana edad. Aquí incluyo la pregunta, seguida de los dos emails que envié en respuesta, aunque esos dos emails los voy a copiar en orden inverso: en vez de primero el email principal y después la post-data que fue el otro email, aquí voy a poner primero la post-data y después el email largo.

Pregunta: Llevo con el Curso medio año más o menos, justo hoy estoy en la lección 181. Cuando empecé con el Curso coincidió con mi crisis de la mediana edad, jamás tuve crisis en ningún momento de mi vida, y menos aún complejos, no me puedo creer que a mis casi 50 años me estén pasando estas cosas. Mi rostro y mi cuerpo están cambiando, los signos de la edad empiezan a ser visibles. Yo de joven era presumido, me veía atractivo y daba demasiada importancia a mi imagen. Ahora evito los espejos porque me doy asco, incluso estoy modificando mi comportamiento con los demás, huyo de la gente. Como podrás imaginar, no estoy pasando por un buen momento; pero a pesar de todo, creo que si no fuera por el Curso, estaría mucho peor.

¿Crees que todo esto, es una argucia del ego?, ¿es miedo, es culpa, es escasez?

Respuesta: Una post-data para el email anterior, para decir de manera explícita algo que se podía leer entre líneas en lo que comenté:

Preguntas si se trata de miedo, culpa o escasez. Los tres son lo mismo, pues son tres aspectos o maneras de manifestarse de una misma causa ilusoria común. La creencia en la separación (principalmente a nivel de nuestra mente inconsciente) produce sensación de escasez (falta de plenitud, pues la creencia en la separación es la creencia de habernos separado de la plenitud, de Dios, de la Totalidad, por lo que inevitablemente va a surgir una aparente sensación de carencia, que a continuación será proyectada en el mundo en forma simbólica) y también produce culpa (por la creencia de haber "roto" el Cielo o la plenitud; y la culpa por sentir escasez, de la cual nos sentimos responsables creyendo que es una escasez real y que todo es por nuestro "pecado" al haber elegido la separación y así haber roto el Cielo del Amor/Plenitud), y a su vez la culpa produce miedo: los culpables van a ser castigados, teme nuestra mente.

Esta inmensa escasez, culpa y miedo a nivel de la mente metafísica nos abrumaba tanto (como una sola Mente Dividida) que para ocultar todo esto y olvidarnos de ello, decidimos proyectar un mundo de formas (el universo "físico" de los cuerpos), pero aun así, en el universo de las formas seguimos sufriendo las consecuencias e incomodidades de las proyecciones de miedo, culpa y escasez, que nos rodean por todas partes en forma de innumerables símbolos, ilusorios pero molestos en nuestra experiencia.

Así que las tres palabras expresan sabores de un mismo pastel envenenado. La escasez, la culpa y el miedo son distintos disfraces para una misma falsa creencia. Son 3 colores o sabores de un mismo pastel envenenado, y el perdón nos va a demostrar que el pastel envenenado es ilusorio. No hay veneno, solo hay paz: la Unidad del SER.

Respuesta: Lo que te sucede es normal (dadas nuestras circunstancias, bañados como estamos aún de ego) y hay muchas personas que experimentan sensaciones similares a las tuyas. Uno de los momentos típicos es el que mencionas, ese que solemos llamar "crisis de la mediana edad". Y quien no experimenta crisis en ese momento, la experimenta en otros momentos, por ejemplo muchas personas experimentan crisis igualmente intensas durante su adolescencia, otras personas en otros momentos de su vida, por ejemplo a partir de algún suceso puntual que parece hacer detonar una crisis o depresión (por ejemplo tras la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, un accidente, problemas de salud, o simplemente, a veces, surge una profunda tristeza y depresión sin que la persona llegue a sospechar por qué pasa eso).

Y sí, tal como dices, es una argucia del ego, porque todo conflicto que experimentamos es una argucia del ego. En realidad no tenemos problemas (nuestro único "problema" es la creencia —inconsciente en su mayor parte— en la separación de Dios, pero incluso ese "problema" es una falacia, pues la separación no ha ocurrido, tal como sabremos por experiencia propia cuando completemos el proceso del perdón y despertemos del sueño del ego).

Así que, exceptuando a quienes ya estén iluminados, el resto seguimos en el proceso de despertar, en el proceso de ir deshaciendo todas las capas de ego, y por lo tanto experimentamos conflicto, tarde o temprano. Conocer una enseñanza como el Curso nos da una gran ventaja en esto, pues ahora podemos utilizar los aparentes conflictos como oportunidades para practicar el perdón, lo cual nos beneficia más allá de lo que podamos imaginar, pues cada vez que perdonamos, estamos quemando capas del ego. Y cuanto menos ego, menos obstáculos habrá entre nosotros y la paz. La paz es lo que somos, pero el ego parece ocultar nuestro propio ser de nosotros. El proceso del perdón nos ayuda a resolver este conflicto absurdo.

Nuestros conflictos, del tipo que sean, y sucedan en la etapa de nuestra vida que sucedan (mediana edad, adolescencia, etc.) son símbolos de algo más profundo que se cuece por dentro, en nuestra mente inconsciente: nuestra decisión de estar separados de Dios, con individualidad propia. Teniendo como tenemos tal deseo y creencia inconsciente por la separación, esto tarde o temprano acaba emergiendo en lo que llamamos "mundo físico o externo". Puede que en tu caso, en las anteriores etapas de tu vida no fueses consciente de todo esto, pero estaba ahí, agazapado en tu inconsciente, para asomar la nariz algún día. Ahora ha asomado la nariz (tarde o temprano iba a suceder). Y puedes considerarlo no como una maldición, sino como una oportunidad de tomar conciencia de lo que ya estaba ahí en tu mente inconsciente, y entonces comenzar a perdonarlo.

La mayoría de las personas no conocen el proceso del perdón (o alguna otra herramienta que les ayude a deshacer el ego), de modo que cuando experimentan conflictos, simplemente esperan poder capear el temporal, incluso "solucionar" las situaciones a nivel externo, pero al no haberse deshecho la creencia inconsciente en la mente, los conflictos vuelven a reaparecer una y otra vez, vida tras vida. Al aplicar el perdón, en cambio, cada asunto que perdonamos se disuelve para siempre para nunca más reaparecer. Si seguimos percibiendo símbolos conflictivos (incluso con la misma forma que el que ya hemos perdonado), simplemente es que se utiliza el símbolo para representar más de la culpa inconsciente, la culpa que aún no hemos perdonado. Completar este proceso lleva años, por eso Kenneth Wapnick y Gary Renard nos aconsejan que lo enfoquemos como un proceso de por vida.

Con el tiempo practicando el perdón, iremos reconociendo la paz que siempre nos rodea, sintiéndola cada vez más establemente. Esto puede parecernos algo lejano cuando estamos en mitad de una "tormenta", pero las tormentas del ego no son nada, son ilusiones y podemos decidir en contra de ellas en cualquier momento.

Tú no eres un cuerpo. No somos cuerpos, sin embargo creemos que es así, pues el ego nos ha convencido de que somos eso. De modo que nos preocupamos excesivamente por nuestra apariencia física, los cuidados del cuerpo (salud, comida, higiene, mantenimiento, etc.) y todo eso. Pero el cuerpo no es lo que somos. Podríamos verlo como un traje. Obviamente cuidamos del traje, pero no estamos obligados a identificamos con él hasta el punto de hacer depender nuestra felicidad del estado del traje.

Por cierto, ese asco que dices sentir ante el espejo es un reflejo o símbolo del asco que sientes por tu decisión inconsciente a favor del ego: la decisión original de la cual proceden todos tus problemas. A todos nos pasa lo mismo (excepto a los ya iluminados), aunque cada uno lo manifestemos de un modo diferente, percibiendo símbolos diferentes. Surge algo que detestamos (una persona, una situación, nuestro propio cuerpo, el estado de salud, etc.), pero como dice el Curso en la lección 5 del Libro de ejercicios, "Nunca estoy disgustado (o asqueado, etc.) por la razón que creo". Creemos que lo que detestamos es el símbolo externo que percibimos (el cual equivocadamente creemos que es la causa de nuestra desazón), pero en realidad eso simplemente está reflejando lo que verdaderamente detestamos: estar sufriendo por propia elección, por haber elegido al ego y la separación. A nivel inconsciente, en lo profundo de nuestra mente seguimos eligiendo la separación, y eso es lo que detestamos. Al mismo tiempo deseamos la separación (inconscientemente al menos) y tenemos miedo de despertar porque tememos perder nuestra querida individualidad. Todo esto, si así lo elegimos, podemos ir deshaciéndolo mediante el perdón. Perdonando los reflejos. Lo inconsciente de nuestra mente es inconsciente para nosotros, OK, vale, pero sí percibimos los reflejos de esa causa interna, sí somos conscientes de los símbolos externos que representan a lo inconsciente, y al perdonar los símbolos externos de los que sí somos conscientes, estamos dando permiso al Espíritu Santo para limpiar nuestra mente inconsciente también, con lo cual se va deshaciendo el ego. Así conseguimos llegar hasta, y sanar, la verdadera causa de nuestros problemas, que es la causa interna en lo profundo de nuestra mente.

El Libro de ejercicios de Un Curso de Milagros nos enseña a poner en práctica el perdón, con muchos ejemplos diferentes, con diversos enfoques, por eso hay tantas lecciones, siendo la esencia de todas ellas la misma, aunque varíen de forma para ayudarnos a captar lo esencial. El Texto nos enseña los fundamentos teóricos (ayudan a que el perdón sea más efectivo, a que funcione mucho más rápidamente).

Es bueno que tengamos paciencia con nosotros mismos, confiando en el proceso, que está a cargo del Espíritu Santo, pues así lo hemos aceptado.

Cómo se desenvuelve este proceso es algo distinto para cada uno de nosotros. Como dice el Curso, por ejemplo en un par de lugares del Manual para el maestro:

No hay, sin embargo, una norma fija al respecto, toda vez que el entrenamiento es siempre altamente individualizado. (M.9.1.5)

El programa de estudios es sumamente individualizado, y todos sus aspectos están bajo el cuidado y la dirección especial del Espíritu Santo. (M.29.2.6)

Así que nuestras circunstancias externas pueden parecer diferentes, pero todos los símbolos representan lo mismo para todos nosotros, una de estas dos opciones: o amor (unión, perdón, paz, despertar) o miedo (separación, culpa, especialismo, conflicto). Cada vez que sentimos miedo o culpa, o cualquiera de sus ramificaciones (inseguridad, nerviosismo,incomodidad, etc), estamos ante otra oportunidad para practicar el perdón.

Aunque cada uno de nosotros vivimos este proceso de una manera diferente, finalmente todos llegamos a una misma meta: despertar del sueño de la dualidad, reconociendo la verdad, en la que todos somos uno. Entonces no queda ego y solamente se experimenta paz, sin que las circunstancias externas puedan volver a afectarnos, pues ya no creemos en ellas ni siquiera a nivel inconsciente.

Pero hasta que lleguemos a eso, y pueden pasar años, nuestra tarea es simplemente ir volviendo nuestra mente hacia adentro, es decir, practicar el proceso del perdón.

Aunque completar el proceso del perdón puede requerir años de práctica, sin embargo podemos disfrutar de la paz que nos ofrece el perdón desde las primeras etapas del proceso. Solamente tenemos que abrirnos a aceptarla, y el perdón nos ayuda a esto. No es difícil, y aunque al principio no parezca tan obvio, el perdón va disipando estas nubes de resistencia a la luz de la paz. Podemos experimentar paz ya, si nos abrimos a ella mediante el perdón. Podremos perder la paz de vista una y otra vez, pero siempre podemos regresar a ella mediante el perdón.

Poquito a poco, llegamos a Casa (paz total y permanente, sin recaídas). Y cuando por fin estemos en Casa, sabremos que en realidad nunca habíamos salido de Ella.

¡Un sueño no es nada, pero el perdón es lo que lo va a deshacer!

Ten confianza, confía en el proceso, valórate: no eres el cuerpo, eres algo que no se puede describir con palabras, puro espíritu, paz y satisfacción sin límites, más allá del ilusorio mundo de las formas.

La creencia en la separación, que está enterrada en lo profundo de nuestra mente inconsciente, nos llena con sus consecuencias: separación equivale a carencia, distancia, falta de plenitud, malestar, y todos los símbolos incómodos que percibimos en nuestro aparente mundo, incluidos los pensamientos y emociones negativos. Pero con el proceso del perdón, deshacemos la creencia en la separación y nos liberamos.

 Ya somos libres desde siempre, pero al haber elegido soñar, ahora necesitamos del perdón para demostrarnos a nosotros mismos que en verdad somos libres.

Un Curso de Milagros y los escritos de Gary Renard y de Kenneth Wapnick son magníficos elementos de apoyo para ponernos en marcha con ímpetu en nuestro proceso de despertar. Todos estos textos nos explican cómo perdonar, y nos recuerdan que practicar el perdón es la clave. No basta con leer sobre el perdón, tenemos que usarlo en nuestras situaciones cotidianas. Poco a poco nuestra habilidad para practicar el perdón irá aumentando, y el ego cada vez podrá hacer menos para obstaculizar la paz. Finalmente no habrá ego, solamente habrá lo que es verdadero: la paz.

El ego no es verdadero, ni siquiera existe, es un símbolo que representa nuestra resistencia a despertar, es decir, nuestro deseo de conservar nuestra individualidad (la cual es el origen de todos nuestros problemas, pues la individualidad es lo mismo que la separación o dualidad). Pero conforme vamos renunciando a esta resistencia/ego, mediante el perdón, el ego queda deshecho y se reconoce experimentalmente su ilusoriedad. Y entonces no quedan más obstáculos que puedan ocultarnos la paz que somos.

Solamente existe la paz, y eso es lo que somos.

¿Es la paz lo que queremos? Si realmente la queremos, debemos decirle "sí" a la paz. Y el sí lo damos de corazón, no con la palabra. Decir sí a la verdad, para nosotros que aún nos percibimos en el sueño significa practicar el perdón.

Practicar el perdón es decir sí a la paz que es nuestro verdadero ser.

Poquito a poco. Sin prisas (de todos modos el tiempo es ilusorio también), pero estamos invitados a aprovechar las oportunidades de perdón que nos surgen. Y todos nosotros disponemos diariamente de oportunidades/invitaciones para perdonar. Esto debería llenarnos de optimismo y felicidad, pues cada vez que surge una oportunidad de perdonar algo, al perdonarlo estamos dando un paso más en dirección a despertar y reconocer la Verdad que siempre ES.

Así que miremos a nuestro alrededor (símbolos "externos") y en nuestro "interior" (emociones incómodas, sensación de carencia, pensamientos de especialismo o limitadores, etc) y veamos qué oportunidades tenemos para perdonar. Si descubrimos algo para perdonar, ¡es motivo de felicidad!, pues podemos dar otro nuevo paso hacia el despertar.

Como dice el Curso:

El perdón es la llave de la felicidad. (L.121)

Y una bella manera de aludir brevemente al proceso del perdón podría ser:

Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él. (T.16.IV.6.1)

Esto lo conseguimos al practicar el perdón con los símbolos incómodos que percibimos en nuestra vida.

Al eliminar los obstáculos a la paz/amor, entonces el amor recorrerá libremente todo nuestro ser, llenando de felicidad nuestra vida. Tal como se dice en la introducción del Texto:

Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está más allá de lo que se puede enseñar. Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural. (T.introd.1.6-7)

Y lo que somos no puede ser amenazado, y es libre:

No soy un cuerpo. Soy libre. (L.199) 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó. (en varias lecciones)

Eso es lo que es cierto de nosotros, y es lo que el perdón nos va a revelar. Somos libres, más allá del cuerpo, y esta libertad que somos permite que nuestro Ser, que es pura felicidad, nos llene de plenitud y nos recorra libremente por completo.

Finalicemos con un breve resumen de la esencia del proceso del perdón, tomado también de la introducción del Texto:

Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios.
(T.introd.2.2-4)

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