lunes, 17 de octubre de 2016

La muerte del cuerpo

Pregunta: Tengo un enorme deseo de despertar del sueño, de iluminarme, de dejar de percibirme en un cuerpo y en un mundo y, al fin, reconocer mi verdadera naturaleza. Últimamente he perdido el miedo a la muerte del cuerpo, es más, a veces la deseo, me siento bien paseando por el cementerio. Creo que estoy relacionando la muerte del cuerpo con el despertar espiritual. Considero que la muerte no existe (la muerte del Ser); pero la muerte física es inherente al despertar, ya que no es coherente salir del sueño y seguir en el sueño (cuerpo). Entiendo mi deseo de despertar de esta pesadilla; aunque no entiendo porque me siento tan bien imaginándome dentro de un féretro. Me hago un lió, salir del sueño implica dejar el cuerpo (mente recta); pero coquetear con la idea de muerte corpórea... No sé... ¿Dónde está el ego en todo esto?

Respuesta: La iluminación o resurrección no tiene nada que ver con la muerte del cuerpo, sino con el deshacimiento del sistema de pensamiento del ego (la mentalidad errada). La mentalidad errada es lo que produce las interferencias que parecen ocultar la paz. Cuando uno se ilumina ya no hay mentalidad errada, por lo que solamente hay paz (continua, permanente, profunda, sin nada de conflicto), y la paz es vida. No importa si sigue apareciendo el cuerpo o no, pues ya nada afecta y se ha comprendido experimentalmente la irrealidad del cuerpo y del mundo, por lo que se vive en constante paz, con cuerpo o sin él.

Aunque en el cristianismo se suele considerar que Jesús resucitó corporalmente, en la enseñanza del Curso la resurrección no es física sino de la mente (la sanación completa de la mente), y en ese sentido puede decirse, como dijeron los "gurus" de Gary Renard, Arten y Pursah, que Jesús resucitó primero, y años después fue cuando ocurrió la crucifixión y todo aquello de la muerte de su cuerpo físico.

Cuando una mente se ilumina, puede que deje el cuerpo a un lado de inmediato o relativamente pronto, a los pocos días o semanas de iluminarse. Pero también hay muchos casos en los que el cuerpo continúa mientras se le pueda dar alguna utilidad. Por ejemplo, el cuerpo de Jesús puede que viviera alrededor de 5 o 6 años más tras su iluminación, según expresó una vez Gary Renard. De Pursah se dice que estuvo 11 años iluminada, antes de dejar el cuerpo. Cuando un iluminado mantiene el cuerpo, lo usa como una especie de instrumento de comunicación, como si fuera un micrófono con el que poder comunicarse con quienes aún creen estar dormidos. El cuerpo no es un problema cuando ya no hay mentalidad errada.

Evidentemente, llegará el día en que el cuerpo se deja de lado definitivamente, y más aún, el día en que todos estarán iluminados, y todos los cuerpos dejados de lado, junto con todo el universo físico, que terminará desapareciendo para siempre, pues ya no habrá ningún rincón de nuestra mente que todavía quiera mantener un universo-interferencia que oculte la verdad. Y entonces disfrutaremos de una vida plena, como siempre ha sido, una vida perfectamente unificada, todos como Uno, sin formas, con una felicidad desbordante, con una paz que no se ve interrumpida por la más mínima gota de inquietud, pues en el Cielo la paz es la verdad constante, sin interrupciones (esto es verdad ya y siempre, pero hasta que no completemos nuestro perdón no lo sabremos experimentalmente).

Pero para llegar a eso, hace falta el perdón, que es el punto en el que estamos ahora. Cada uno podemos ocuparnos de uno mismo. Dependemos cada uno de nuestro propio perdón. Cuando culminamos nuestro proceso del perdón y nos iluminamos, da igual si en términos del sueño mantenemos por un "rato" (años inclusive) el cuerpo o no, pues ya no es un estorbo: el cuerpo ya no puede impedir que experimentemos al mismo tiempo la verdad. Y si dejamos el cuerpo a un lado y nos "giramos" hacia el Cielo, resulta que todos están iluminados, todos como Uno, desde siempre.

Pero el papel que nos toca desempeñar ahora, es el de practicar el perdón. Antes de que hayamos perdonado y deshecho todo nuestro ego, si sentimos ganas de desprendernos del cuerpo, cabría sopesar qué es ese sentimiento realmente. Si conlleva ansiedad, es probable que provenga del ego, como buscando una vía de escape de este mundo, pues en el fondo hay miedo a seguir en el mundo. A veces el tener prisas por iluminarse indica algo parecido; es decir, las prisas son del ego porque implican miedo, desagrado ante el mundo, ansias de huir de lo que tememos.

Cuando nos iluminemos no habrá ninguna prisa por abandonar el mundo ni dejar el cuerpo. Pero como tampoco estaremos aferrados a ellos, en cualquier momento el iluminado podría dejar el cuerpo de lado (fallecimiento aparente del cuerpo) desde el instante en que ya no sea útil para inspirar a alguien a despertar (esto se decide desde una perspectiva global de lo mejor para el despertar general, lo que UCDM llama la "cadena eslabonada de perdón"). Así que no hay regla fija. Si un cuerpo es útil, se puede mantener o incluso hacerlo aparecer de nuevo (al estilo Arten/Pursah). Si ya no es necesario, el iluminado tampoco lo necesita y simplemente deja que fluya lo debido (el cuerpo, al ser ilusorio, no resistirá cuando uno se vuelva por completo en el puro conocimiento... el cuerpo acaba desvaneciéndose, sin uno planearlo conscientemente).

Por nuestra parte, los temas relacionados con el despertar y con la muerte suelen llevarnos a nuestra clave básica: el perdón.

Está muy bien perder el miedo a la muerte, sentir paz en cementerios, etc. Lo que tal vez no sea tan apropiado es sentirse atraído por la muerte, o tener "prisas" por despertar.

No estás solo en esto. Por ejemplo, lo de las prisas por despertar es algo que nos pasa a muchos. Y lo que estoy diciendo simplemente es que esto nos da un tema más para practicar el perdón. Pues las prisas pueden significar (esto cada uno que lo vea por sí mismo, pues cada caso es un mundo) que en el fondo tenemos miedo del mundo, y vemos el despertar como un escape. Que lo es: al despertar "escapamos" del conflicto, pero quien está despierto no teme al mundo porque sabe a ciencia cierta que es ilusorio y ya no le afecta de ningún modo, y por lo tanto no tiene prisas en "irse", ni en dejar el cuerpo mientras pueda ser útil para ayudar a "otros" a despertar. Además, ¿adónde podría irse un iluminado, si ya está en todas partes? ¿Y qué importa un símbolo como un cuerpo a aquel que sabe que no tiene cuerpo y que vive en todas partes? El cuerpo del iluminado es como le ven los demás, no como se siente él mismo.

Pero volviendo a lo básico, a nosotros, lo que nos ocupa ahora es nuestra práctica del perdón. Al practicar el perdón, todo lo demás fluirá automáticamente por sí solo, al ritmo debido y sin tener que controlarlo.

¡Un abrazo!

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(Copiado de un intercambio de emails de octubre de 2016)

1 comentario:

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