lunes, 24 de octubre de 2016

Miedo a la ilusión

Vía emails:

Hola Toni.

Antes de empezar con el Curso leía libros de autores y maestros de la no-dualidad, desde Ramana Maharshi a Eckhart Tolle pasando por Rupert Spira o Mooji, seguía religiosamente las actualizaciones de una web que trata sobre las enseñanzas de la no-dualidad, "logré" reconocer que todo lo que veía con los ojos físicos es maya; pero no fue hasta adentrarme en UCDM cuando me di perfecta cuenta que había estado haciendo una especie de bypass espiritual, Un darle la espalda a la percepción para que mi ego no sufriera, un mirar para otro lado, un cambiar una ilusión por otra. Ahora con el Curso, sinceramente lo estoy pasando mal, no soy feliz; pero quiero entender que la felicidad vendrá y, que estas molestias son resistencias del ego. El Curso dice que este mundo es demente, y a pesar de ser ilusorio, siento terror de este mundo demente, porque reconocer la demencia del mundo sin estar despierto (iluminado) es lo peor que alguien puede experimentar.

Saludos.

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Sí, el Curso es simple (todos los problemas son ilusorios reflejos de un único problema igualmente ilusorio, y la solución para todo es siempre la misma: el perdón), pero no es necesariamente fácil. Hay espiritualidades bellas y hermosas en la forma, que se centran en lo agradable, el amor, la paz, etc., reprimiendo la "fea cara del ego", que se asoma simbólicamente de innumerables maneras, aunque no las reconoceremos si preferimos seguir reprimiendo la fealdad de la dualidad.

Sin embargo, la ventaja de las espiritualidades como el Curso (las que Gary Renard llama, en "La desaparición del universo", caminos de "pura no dualidad") es que en ellas no se reprime esa fealdad del ego, pero al mismo tiempo se nos recuerda que disponemos de una herramienta (el perdón) para cortar el problema desde su misma raíz (nuestra mente inconsciente).

Todos los caminos tienen su grado de utilidad, y como explica Gary en ese libro, todos pasamos por las 4 etapas de aprendizaje: dualismo, semidualismo, no dualismo y puro no dualismo. No son etapas del todo lineales, sino que normalmente vamos botando de una a otra, avanzando y retrocediendo muchas veces. Por ejemplo, podemos estar practicando el perdón (pura no dualidad), cuando de repente aparece una avispa y por un instante nos sobresaltamos; hemos regresado por un instante al dualismo (peligro, "otroidad avispal"); en seguida nos acordamos de perdonar, volvemos al puro no dualismo; luego leemos un libro de un autor famoso que tal vez corresponda a otra etapa (semidualismo, no dualismo, etc), y así vamos poco a poco. Cuanto más usamos el perdón, más nos centramos en la etapa final del puro no dualismo.

En cuanto a tus sensaciones, acuérdate de perdonarlas. Es cierto que hay resistencia (todos la tenemos, excepto tras la iluminación), pero parte de ti quiere despertar, y tu resistencia se va debilitando. Un signo de que estás deshaciendo tu resistencia es lo que comentabas de que "no soy feliz", o tu sensación de miedo al mundo, miedo a lo ilusorio (por cierto, si es ilusorio no puede ser temible, así que puedes utilizar este miedo para ayudarte a tomar conciencia de que parte de ti aún cree que la ilusión es real; así podrás acelerar el perdón de la ilusión). Es muy bueno tomar conciencia de todo eso (nuestro miedo, conflicto, infelicidad, carencia, etc.). Reconocer eso es muy buen síntoma, pues demuestra que has comenzado a dejar de reprimir tu situación práctica, que por ilusoria que sea, hay que afrontarla, dirigiendo la luz del perdón hacia ella, y desaparecerá, como desaparecen todas las sombras ante la luz, o como desaparecen todas las ilusiones ante la paz y la verdad. Así que es muy buena señal que reconozcas tu falta de felicidad, que reconozcas tus percepciones de conflicto; y por supuesto, no te quedes solamente ahí, pues ahora sabes qué aplicar a eso: el perdón que te permitirá ir más allá de la apariencia de infelicidad, hasta llegar a reconocer la paz y plenitud que realmente eres.

Recuerda que el mundo (en su sentido más amplio incluye también tus creencias, emociones, sensaciones) es un sueño, que es ilusorio. Al dejar de reprimir su fealdad, nos vamos a desapegar cada vez más de él conforme perdonamos sus feos símbolos de conflicto. Conforme avanza el proceso del perdón, la fealdad del mundo nos afecta cada vez menos. Uno acaba convirtiéndose en un alumno feliz, con los repuntes del ego, sí, pero sabiendo perfectamente qué hacer con ellos: perdonar. Y así, suceda lo que suceda, nos afecta cada vez menos tiempo y con menos frecuencia.

Cuando estamos preparados para este proceso, es mucho mejor ponernos manos a la obra y abordar el verdadero problema, en vez de seguir cerrando los ojos. Es mejor abrir los ojos y abordar por fin un problema que en realidad es fácilmente solucionable, pero que se mantenía debido a que por miedo cerrábamos los ojos. Ahora podemos aplicar la solución del perdón, y con esto ha comenzado el bello proceso del amanecer espiritual.

Uno puede llegar a disfrutar de las cosas del mundo mientras practica el perdón. Simplemente ya no se toman en serio ni como si fuesen reales. Pero conforme perdonamos, al haber menos culpa en nuestra mente inconsciente, los momentos agradables resultan más agradables. Disfrutamos más de nuestras aficiones. Simplemente no nos apegamos a las cosas agradables (si algo que nos gusta desaparece de repente, simplemente lo perdonamos, sin hacer un drama de ello) ni nos dejamos hundir por las cosas desagradables (simplemente las perdonamos, riéndonos de su ilusoriedad y de su falta de poder: no pueden afectarnos si no les damos permiso).

La recompensa final es la plenitud, la totalidad que somos. Esa es la única verdadera riqueza, que es ilimitada. Al habernos desapegado del mundo mediante la práctica del perdón —y así habiendo comprendido que el mundo no va a darnos nunca felicidad ni seguridad, y que tampoco nos puede perjudicar ni robarnos nuestra paz— finalmente el fruto del perdón culmina: se deshace toda la culpa de la mente inconsciente y reconocemos lo que siempre hemos sido. Eso es nuestra herencia (ya es nuestra, en cuanto dejemos de rechazarla volveremos a ser conscientes de la verdad). Los pasos del perdón, uno por uno son pasitos pequeños, pero la meta es MAYÚSCULA. Y el Premio, nuestro Ser, nos está atrayendo desde el Cielo de lo que somos. Poco a poco, vamos a ir aceptando dejar de rechazar la verdad. Y el proceso del perdón nos ayuda a esto.

Ayer mencioné en el foro un fragmento del Texto, la sección T.4.IV, titulada "Esto no tiene por qué ser así", que nos recuerda que cuando percibimos cualquier conflicto (sea emocional, situacional, del tipo que sea) podemos elegir abordarlo de otra manera, sin dejarnos afectar por él. La paz está tan cerca de nosotros como estemos dispuestos a que lo esté. Cuando nos sentimos sin paz, podemos usar ese sentimiento para tomar conciencia de que una parte de nuestra mente ha elegido al ego, y que ya no queremos eso: esto no tiene por qué ser así. Una vez tomada esta actitud, no hay que hacer nada más. Simplemente observamos las ilusiones desapegadamente, sin juzgar. Finalmente nos daremos cuenta de que podemos sentirnos en paz incluso en mitad de lo que antes llamaríamos una "tormenta" o acontecimiento "dramático". La paz la aceptamos mediante una simple decisión (siempre se trata de la mente), no tiene nada que ver con los sucesos externos. Y con esta actitud, podemos reírnos incluso de los feos símbolos del ego, pues ya no son tan feos, ahora son chistes que únicamente dan risa. Sabemos para qué fueron inventados (por el ego), pero ahora que les hemos dado otro propósito, esos mismos símbolos brillan con el resplandor de la paz.

Y el mundo tan feo inventado por el ego, se convierte en una cabañita preciosa cuando aplicamos sobre él la varita mágica del perdón. Ahora el mundo es una cabañita provisional (porque no nos apegamos, sabiendo su ilusoriedad) donde descansamos por un ratito antes de dejar atrás al mundo definitivamente y lanzarnos a los brazos de nuestro Padre, de Dios, de la Verdad, de nuestro verdadero e inmutable Ser, la felicísima Plenitud.

Resumiendo, que el mundo del ego es feo, conflictivo y atacador, y no nos conviene reprimir que esto es así, sino reconocer su propósito, cambiarle el propósito mediante el perdón, así lo convertimos en algo cuyo propósito es ayudarnos a despertar, usando los símbolos conflictivos para perdonar en vez de para desanimarnos. Y así, con este proceso de perdón, el feo mundo del ego se va convirtiendo en el bellísimo "mundo real" del Espíritu Santo, también ilusorio porque todo lo perceptual es ilusorio y temporal, pero es la "cabañita" bella y agradable desde donde aceptaremos el definitivo despertar. Y mientras llega ese definitivo despertar, podemos compartir nuestra paz y esperanza con nuestros hermanos, permitiendo que vean en nuestro rostro la felicidad de saber que ya no estamos negando la paz. Que nuestros rostros muestren el alivio de la culpa deshecha. Ahora el mundo es precioso, pues ya no lo necesitamos. Y es precioso porque primero hicimos lo que hicimos: dejar de cerrar los ojos a la fealdad del ego, pero abrirlos con la compañía de Jesús, para ver que esos símbolos feos no son nada, simplemente son chistes de los que podemos reírnos, y al reírnos las ranas se convierten en príncipes, el mundo del ego se convierte en el precioso mundo real, y finalmente llegará el instante en que incluso el mundo real, cuando ya haya cumplido su función, desaparecerá, pues todas las ilusiones han de desaparecer para dejar su lugar al Cielo, la verdad de nuestro estado natural, más allá de las formas: la Plenitud eterna, inmutable, indescriptible.

Esa Plenitud (Dios, nuestro Ser) es lo único que existe. Pero para nosotros, que todavía creemos vivir en el tiempo, el perdón es el camino. El perdón nos llevará tranquilamente de la mano hasta la Plenitud que realmente somos como Uno, en total Unidad.

Dios ES, y nada más es.

El perdón es el "camino sin distancia" que nos va a mostrar la verdad de esto.

Saludos

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