lunes, 24 de octubre de 2016

Realmente necesitas limpiar tus relaciones

Copio de uno de los temas del foro:

Realmente necesitas limpiar tus relaciones

Hola Tony y todos por ahí. Me preguntaba Tony, si podrías hablar un poco sobre la frase del título. Hace como un año que esa frase resuena en mi. Se que seguramente la leí en alguna parte de UCDM, pero no recuerdo en que parte y se que la he mal interpretado porque la tomé como si fuera respecto de mi relación con otras personas. Y calzaba porque estoy con mucha ira (toda mi vida) y también con mucho resentimiento. Verdaderamente para mi es imposible abandonar este camino de UCDM-Advaita vedanta, pero siempre lleno de mucho sufrimiento sicológico. Me ocurre que cuando me siento verdaderamente mal, comienzo a perdonar y siento el efecto limpiador del perdón, de la aceptación, pero mejoro y mi practica decrece, y ya se, que nuevamente voy a ingresar en esa montaña rusa de sentirme mejor y luego peor. Leía en un artículo de Alan Watts que así funciona el ego, pero me siento agotado y lo peor es que me resulta muy difícil continuar firmemente con la práctica del perdón todo el tiempo. Enseguida me conformo o me atrapa la mente con las tonterías de siempre. En síntesis, siento que giro en círculos. Y el tiempo pasa, y el sufrimiento siempre ahí. Miro para atrás y me siento completamente solo, aunque eso seguro es cosa de mi ego y son legión los que sienten como yo. No lo se. Y no me consuela. Deseo felicidad, paz, pero no logro verlas.

Veo que empecé con una pregunta y me fui un poco por las ramas. Pero quizás nos sirva a todos. Les mando un abrazo a todos. Y gracias Tony por abrir este foro.

Un apunte del mismo participante en un mensaje inmediatamente posterior: 

Me vino a la mente esa frase, la del título, porque vi que Gary Renard la pone en boca de la supuesta reencarnación de Helen Schucman, y no pude menos que sorprenderme, por cómo me ha resonado en los últimos tiempos. Saludos

Copio también mi comentario al tema:

¡Hola, Edu, bienvenido al foro! Very Happy

El formulismo "limpiar tus relaciones" no aparece en el Curso con esas palabras. Veo que en tu segundo comentario has recordado dónde leíste esa frase. Con otras palabras sí aparece en el Curso esa idea, que se podría expresar como "perdonar las relaciones".

edu escribió: (...) se que la he mal interpretado porque la tomé como si fuera respecto de mi relación con otras personas.

Tal como has intuido, las relaciones abarcan más que las que tenemos con las personas. En primer lugar, la relación primaria es nuestra relación con Dios, que en realidad no es una relación pues nos estamos refiriendo al estado natural de Unidad, más allá de las formas y de la conciencia de "tú" y "yo", de objeto y sujeto. Esa "relación" primigenia es éxtasis, amor, paz, completa e inmutable unidad. No vamos a entretenernos más en ello, pues es indescriptible en palabras; se experimenta cuando dejamos de aferrarnos a las ilusiones.

Luego, ya a nivel de la dualidad, tenemos la relación entre nuestra invididualidad pura (la mente global dividida) y "Dios". Esa ya es una relación que hay que "limpiar" o perdonar, porque nuestra mente inconsciente está convencida de que cuando decidimos separarnos de Dios para conseguir nuestra individualidad, a Dios le hicimos daño o algo o le rompimos su Cielo al arrancarle el trozo que creemos que somos: nuestra individualidad. Esa creencia es lo que el Curso llama "pecado" (la creencia del ego), y añade que lo que la mente egoica considera un pecado (porque la mente cree que es algo muy grave, que sucedió realmente y que Dios nos quiere castigar por ello), en realidad, dice el Curso, no es más que una creencia a la que podemos renunciar en cualquier momento, un simple error que podemos corregir/perdonar. Así podremos limpiar nuestra relación con Dios (que no es el Malvado Dios vengador que nuestra mente cree, sino que en realidad Él es nuestro verdadero Ser, puro Amor).

Pero como en realidad no somos conscientes de ese nivel tan profundo de nuestra mente, donde realmente limpiamos esa relación con Dios es en su reflejo: en el espejo del mundo, en las relaciones que establecemos como cuerpos en este mundo.

Incluso aquí "abajo" en el mundo, como seres humanos, limpiar nuestras relaciones no se refiere exclusivamente a nuestras relaciones con otras personas. En realidad se refiere a todo. Pues estamos relacionados con todo. Y cualquier relación, humana o no, que nos parezca conflictiva, es una candidata ideal para perdonarla/limpiarla. Esto incluye nuestras relaciones con las personas, con los animales, con nuestro coche o PC (nuestras posesiones), con nuestro pueblo o entorno, con el clima, con los insectos, con cualquier cosa. En esto también se incluye la relación con nuestro cuerpo (a veces en forma de hambre, sed, enfermedad, autoestima alta o baja, etc), la relación con nuestros pensamientos, creencias, emociones, sensaciones, etc. Cualquier cosa que asociemos con nuestra falta de paz, es ideal para perdonarla. Por ejemplo, si me sobresalto ante el vuelo de una avispa cercana, por temer su posible picadura, ese miedo en realidad viene de dentro, no de la avispa (es miedo a Dios, a la verdad, a nuestro Ser; y sabiendo esto podemos limpiar nuestra relación con la avispa —con el símbolo "avispa"). O si llueve y creo que eso me deprime, podemos perdonar nuestra relación con el clima, simplemente tomando conciencia de que el sentimiento de depresión no viene del clima, sino de dentro, de la decisión mental en favor del ego (creer en la individualidad/separación). Así con todo.

Pero en la práctica, las relaciones con otras personas suelen ser las más relevantes, debido a que proyectamos más intensamente nuestros juicios sobre ellas. Por ejemplo, si voy caminando y me choco con una farola, eso puede contrariarme o hasta dolerme, pero si en vez de ser una farola es una persona, suele ser más fácil que uno se enfade. Esto se debe a que solemos proyectar más intensamente sobre otras personas, y por eso es esencial practicar el perdón con este símbolo: las personas. Pero al final, se trate de una persona o de otro tipo de relación, siempre es todo igual: reconocer que la verdadera causa de nuestra sensación de conflicto no es externa (la persona, animal, objeto, etc) sino que la causa es interna (nuestra decisión en favor de la separación). Basta con que observemos esto. Observamos nuestra sensación de falta de paz, y recordamos que en realidad no se debe al aparente detonante externo, sino que se debe a una decisión mental. Tomemos conciencia del precio que pagamos por esa decisión mental: perder de vista nuestra conciencia de la paz de Dios. Esto nos motivará para dejar de desear esa decisión por el ego. Sin hacer nada, esa decisión se irá debilitando y la individualidad cada vez nos importará menos. Hasta que un día desaparecerá la sensación de que somos un individuo.

Puesto que aún no estamos iluminados, es normal que caigamos en las tentaciones del ego, nos enfademos a veces, sintamos ira, miedo, preocupaciones, etc. Lo principal aquí es procurar no juzgarnos por ello (simplemente, como decía antes, observar y tomar conciencia de que esto no se debe a nada externo, sino que el verdadero meollo de todo es interno). Incluso si notamos que nos estamos juzgando, observemos eso, sin juzgarnos por habernos juzgado. Y no tomándonos el mundo demasiado en serio. El mero hecho de no tomar al mundo demasiado a pecho, es ya una forma de perdón, es una limpieza de nuestra relación con el mundo.

Puesto que el mundo es ilusorio, no merece la pena que lo tomemos demasiado en serio. Y lo mismo con nuestras relaciones. Podemos usarlas como oportunidades para perdonar, como espejos o resortes en donde ver nuestros juicios contra nosotros mismos (aparentemente dirigidos contra "otros").

edu escribió: Me ocurre que cuando me siento verdaderamente mal, comienzo a perdonar y siento el efecto limpiador del perdón, de la aceptación, pero mejoro y mi practica decrece, y ya se, que nuevamente voy a ingresar en esa montaña rusa de sentirme mejor y luego peor. Leía en un artículo de Alan Watts que así funciona el ego, pero me siento agotado y lo peor es que me resulta muy difícil continuar firmemente con la práctica del perdón todo el tiempo.

Ve a tu ritmo. Cada vez que aplicas el perdón, se deshace un fragmento del "iceberg del ego". Si no perdonas a menudo, perdona cuando surja, de vez en cuando. Valdría incluso perdonar solamente los viernes, por decir algo. En el sentido de que cada vez que perdonamos, estamos un paso más cerca de la iluminación, de la paz definitiva.

Sin embargo, cuando tomamos conciencia de lo enorme que es el premio de reconocer nuestro Ser, nos entran cada vez más ganas de llegar antes a ese reconocimiento, por lo que de manera espontánea nos entrarán ganas de perdonar con mucha más frecuencia.

Practicar el perdón se puede convertir en una costumbre. Un truquito es aplicarlo en las cosas pequeñas, en las cosas sencillas cotidianas. Cada uno puede elegir las cosas que le resuenan. Puede ser incluso divertido. Uno puede perdonar incluso la sensación de hambre, de sed, el frío o las ganas de orinar. Todo eso son reflejos de la incomodidad de la mente ontológica, y son muy manejables por ser pequeños en intensidad. Si nos entrenamos a perdonar las pequeñas molestias, nuestra mente se acostumbra a los pensamientos de mentalidad correcta y facilitamos el reconocimiento de la paz. Y además, cuando surja algo que nuestro ego etiquete como "gordo" o "grave", ya tendremos el hábito de usar el perdón y será más probable que nos acordemos antes de aplicarlo. Y cuanto antes lo aplicamos, más pronto es posible que dejemos de tomarnos en serio el conflicto y retornemos a la paz.

En realidad, toda sensación de conflicto (ira, tristeza, soledad, dolor, calor, frío, confusión, preocupación, miedo) es siempre lo mismo: necesidad de perdonar. Cuando perdonamos del todo, estamos en paz. Cuando hay conflicto, es que nos aferramos al sistema de pensamiento del ego. El primer paso para distanciarnos del ego es, en ese caso, simplemente observar nuestra sensación de conflicto, y acordándonos de que todo esto es ilusorio tomar conciencia de que parte de mí lo ha elegido, pues nunca soy víctima de nada (el conflicto es siempre elegido en algún rincón de nuestra mente). Entonces, simplemente observamos el conflicto sin juzgarnos por ello, sin tomarlo demasiado seriamente. Y con esto hemos dado comienzo a la actitud del perdón. Es un proceso, así que paciencia y pasito a pasito. De la dualidad se sale, porque es temporal, ilusoria. Y lo único que tenemos que hacer es decidir que ya no queremos sufrir más. Y aceptar ver las cosas de otra manera. Sin tomarlas tan en serio.

edu escribió: Enseguida me conformo o me atrapa la mente con las tonterías de siempre. En síntesis, siento que giro en círculos. Y el tiempo pasa, y el sufrimiento siempre ahí.

Como comentaba antes, toda sensación de conflicto implica una falta de perdón. Nos aferramos al conflicto negándonos a perdonar. Pero como el conflicto es ilusorio, da igual; no importa. Simplemente, cuando ya no queramos el conflicto, perdonemos entonces. A veces puede suceder que nos sale la vena masoquista (nuestra resistencia a experimentar paz) y nos negamos a soltar el conflicto, nos negamos a perdonar. Si es así, no nos juzguemos; simplemente tomemos nota de ello y sepamos que parte de nosotros se resiste, pero que sigue estando en nuestra mano soltar el conflicto cuando lo decidamos. El conflicto es siempre elegido, al igual que el perdón. Elegimos uno u otro. Y no hay prisas. Nadie nos va a empujar a ello. Simplemente, cuando nos hartemos de sufrir, nos sentiremos más motivados para dejar de tomarnos tan en serio las ideas del ego, y nos entrarán más ganas de perdonar.

Pero nuestra resistencia nos lleva al masoquismo de aferrarnos al conflicto. Es por eso que el Curso habla de cosas como de la "atracción de la culpabilidad" (T.19.IV.A.i), que está justo después de la explicación sobre el "primer obstáculo a la paz", que es "El deseo de deshacerte de la paz" (T.19.IV.A). Una parte de nuestra mente rechaza la paz; se siente atraída por la culpabilidad (por el conflicto); tiene miedo de Dios, de la verdad (T.19.IV.D), lo cual es el llamado cuarto obstáculo a la paz. Pero cuando finalmente nos damos cuenta de que el conflicto no nos ofrece realmente nada... que la individualidad no es más que conflicto... entonces dejamos de rechazar abiertamente la paz y comenzamos a perdonar.

Mientras elijamos el sufrimiento, seguirá ahí. Nuestra resistencia nos hace aferrarnos al sufrimiento. Es como que una parte de nuestra mente pensara que no nos merecemos estar en paz (esto es debido a la culpabilidad inconsciente; nuestra mente cree haber "roto" el Cielo). Así que nos negamos a sentirnos en paz e inocentes. El Curso dice:

El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere fácilmente sí te niegas diligentemente a dejar que tu mente divague. No se trata de un problema de falta de concentración, sino de la creencia de que nadie, incluido tú, es digno de un esfuerzo continuo. Ponte de mi parte sistemáticamente contra este engaño, y no permitas que esa desafortunada creencia te retrase. (T.4.IV.7.1-3)

Esa sección T.4.IV, titulada "Esto no tiene por qué ser así", es interesante leerla entera, con respecto a este tema.

edu escribió: Miro para atrás y me siento completamente solo, aunque eso seguro es cosa de mi ego y son legión los que sienten como yo. No lo se. Y no me consuela. Deseo felicidad, paz, pero no logro verlas.

No estamos solos (y además en la Verdad somos Unidad, que es Plenitud, lo contrario a la paupérrica soledad), pero mientras aún estemos aferrados a la individualidad, tendremos sentimientos derivados de ella, sean ocasionales o frecuentes. La individualidad es separación, división, por tanto carencia, limitación, soledad, etc. Como siempre, el perdón es el antídoto. Inconscientemente le echamos la culpa de nuestro destino a X... a Dios... a la Vida... a la "mala suerte"... a los políticos, a nuestros padres, al vecino, al jefe, etc. Pero todas esas proyecciones son para olvidarnos de que en realidad nosotros mismos estamos tomando la decisión de sentirnos así, al elegir ser individuos. Ser individuo es ser pobre, solitario y carente, porque la individualidad, al ser un trozo separado y necesitado, es lo contrario de la Unidad/Plenitud. Pero si hemos elegido creer en la individualidad, igualmente podemos elegir recordar que la individualidad es ilusoria, y tomar conciencia del precio (falta de plenitud) que estamos pagando. Entonces de manera espontánea cambiaremos de parecer. Y podemos empezar por tomar este mundo de ilusiones menos en serio de lo que lo tomábamos hasta ahora. A fin de cuentas es ilusorio: no es un mundo amenazador, ni por el que merezca la pena obsesionarse. Simplemente no es nada, y la sensación de que este mundo de conflictos existe irá desapareciendo conforme vamos dejando de creer en él y en la individualidad.

Porque nadie nos está haciendo esto. No somos víctimas. Uno mismo es el soñador del sueño. Y cuando me empiezo a cansar del sueño y de sus conflictos, comienzo a recordar que yo mismo lo elegí... y que ESTO NO TIENE POR QUÉ SER ASÍ. Y al opinar de esta manera, ya he empezado a elegir desde una perspectiva diferente. El proceso del perdón ha dado comienzo. El resto es historia: pues el gozoso final del despertar, está garantizado.

Un abrazo

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