Copio un poquito del capítulo 8 del libro «Cuando 2+2=5», donde Ken Wapnick habla de Helen Schucman (la escriba de UCDM) entre otras cosas:
En raras ocasiones, Helen experimentó la presencia del amor sin ego. Yo solía estar con ella y, de pronto, ella ya no estaba allí. Se le transformaba el rostro; al hablar, seguía siendo Helen, pero tenía una voz totalmente sin ego. No tenía inflexión alguna y era como si viniera de otra dimensión. Cuando «regresaba» y su cara recuperaba el color natural, ella describía la experiencia como algo que iba más allá de Jesús, más allá de las palabras. Con eso quería decir que Jesús es específico y que esa experiencia trascendía el símbolo de Jesús para convertirse en una vivencia del puro Amor de Dios, que Jesús representaba. Por eso, cuando ella hablaba —no recuerdo sus palabras—, se oía como una voz de otro mundo. Iba más allá de lo específico, de las palabras, de lo que en su experiencia era la persona Jesús. En ese momento, no era la Helen que yo conocía. Me sentía como si estuviese ante una presencia totalmente sin ego.
Con frecuencia yo estaba con Helen cuando ella oía mensajes de Jesús o estaba anotándolos. Por muy santa que fuese la experiencia o por muy hermoso que fuese el mensaje, seguían siendo dualistas. Pero la «Helen» real, cuando se encontraba en ese estado de otro mundo, iba más allá. (...) Era como estar en presencia del amor puro, un amor que no era de este mundo. En ese estado, no hay tomador de decisiones, pues está literalmente más allá de la mente dividida.
En mi libro acerca de Helen, lo llamé el lado de la sacerdotisa [Nota del Traductor: «Ausencia de felicidad: la historia de Helen Schucman y su labor como escriba de "Un curso de milagros"». Véase el capítulo 17 y el Epílogo], la «Helen» que es la verdadera fuente de Un curso de milagros. Esta presencia sin ego es lo que hace que el Curso tenga tanta autoridad y que incite a las personas a responder a él como lo hacen. En este sentido muy real, Un curso de milagros va más allá del símbolo que llamamos Jesús. Llegó a través de una persona llamada Helen cuya mente tradujo a la forma —palabras y conceptos— su amor inespecífico y sin ego. No estaríamos leyendo este libro ahora si ella hubiese permanecido en ese estado. Era como si, en un nivel más profundo, su mente hubiese elegido ser Helen, con todos los elementos contradictorios que constituían su personalidad y la mantenían aquí. Ella no habría podido tomar el dictado de este curso si se hubiese identificado con la sacerdotisa sin ego.
(...)
Lo diré una vez más: Un curso de milagros nació de ese amor puro sin ego. Pero, puesto que Helen se identificaba como Helen, su labor de escriba se convirtió en una experiencia dualista, en la que el hombre Jesús le hablaba y ella anotaba lo que oía. (...)
(Ken Wapnick)
Fuente: «Cuando 2+2=5», de Kenneth Wapnick, páginas 102-104.
Es un libro muy recomendable para aquellos a quienes les gusta UCDM. Podéis leer el capítulo 6 de este libro en este post de mi otro blog: Cuando 2+2=5
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