Pregunta: Kenneth Wapnick dice que tenemos que ser inflexibles en no considerar como causa a nada externo.
Si por ejemplo me cabrease con alguien y le gritase o le dijese algo que sé que le puede hacer daño y después me sintiese mal por mi comportamiento, ¿esto también se supone que entra dentro de no considerarlo como causa de mi malestar? ¿O sea que si le hago sentir mal a alguien eso sería la percepción de lo que ya ha ocurrido en mi mente? Digamos que en realidad yo no me siento mal por atacar a esta persona sino que debería mirar más allá y ver que realmente me siento mal por sentirme separado.
Respuesta:
Javier.E escribió: Digamos que en realidad yo no me siento mal por atacar a esta persona sino que debería mirar más allá y ver que realmente me siento mal por sentirme separado.
Exactamente. La causa no está nunca en el mundo, sino en tu mente. El mundo es solo la sombra o proyección de lo que has aceptado como cierto en tu mente (la creencia en la separación de Dios). Si rectificas lo que has elegido creer en tu mente, la proyección de eso sobre el mundo deja de afectarte, lo que te demuestra que en realidad eso no era la causa de tu malestar.
Repasemos algunos recordatorios:
La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves (...) es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. La percepción es un resultado, no una causa. (T.21.introd.1.1-2,5-8) (Pág. 497)
Basta con poner causa y efecto en su verdadera secuencia con respecto a algo para que el aprendizaje se generalice y transforme al mundo. (M.5.II.4.4)
Causa: la decisión de aceptar una creencia en la mente. Efecto: el mundo. "Transforme el mundo": se refiere a que cambia nuestra percepción del mundo; puede que externamente veamos lo mismo, pero ahora sin miedo, pues al haber cambiado de mentalidad estamos en paz.
Y el dúo de lecciones cuyos títulos nos sirven de recordatorio básico del perdón:
L-5: Nunca estoy disgustado por la razón que creo.
L-34: Podría ver paz en lugar de esto.
Y finalmente, copiemos uno de los resúmenes que hace el propio Curso, resumiendo la dinámica del perdón:
Tomar esta decisión no puede ser algo difícil. Esto es obvio, si te percatas de que si no te sientes completamente dichoso es porque tú mismo así lo has decidido. Por lo tanto, el primer paso en el proceso de deshacimiento es reconocer que decidiste equivocadamente a sabiendas, pero que con igual empeño puedes decidir de otra manera. Sé muy firme contigo mismo con respecto a esto, y mantente plenamente consciente de que el proceso de deshacimiento, que no procede de ti, se encuentra no obstante en ti porque Dios lo puso ahí. Tu papel consiste simplemente en hacer que tu pensamiento retorne al punto en que se cometió el error, y en entregárselo allí a la Expiación en paz. Repite para tus adentros lo que sigue a continuación tan sinceramente como puedas, recordando que el Espíritu Santo responderá de lleno a tu más leve invitación:
Debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz.
Yo mismo tomé esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra.
Quiero tomar otra decisión porque deseo estar en paz.
No me siento culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito, anulará todas las consecuencias de mi decisión equivocada.
Elijo permitírselo, al dejar que Él decida en favor de Dios por mí. (T.5.VII.6) (Pág. 99)
Hasta aquí lo copiado del foro. Como complemento, además de las citas ya mencionadas, en el Curso hay algunos otros recordatorios o resúmenes de la dinámica básica del perdón. Citaré los que tengo localizados:
Cuando alguna cosa te parezca ser una fuente de miedo, cuando una situación te llene de terror y haga que tu cuerpo se estremezca y se vea cubierto con el frío sudor del miedo, recuerda que siempre es por la misma razón: el ego ha percibido la situación como un símbolo de miedo, como un signo de pecado y de muerte. Recuerda entonces que ni el signo ni el símbolo se deben confundir con su fuente, pues deben representar algo distinto de ellos mismos. Su significado no puede residir en ellos mismos, sino que se debe buscar en aquello que representan. Y así, puede que no signifiquen nada o que lo signifiquen todo, dependiendo de la verdad o falsedad de la idea que reflejan. Cuando te enfrentes con tal aparente incertidumbre con respecto al significado de algo, no juzgues la situación. Recuerda la santa Presencia de Aquel que se te dio para que fuese la Fuente del juicio. Pon la situación en Sus manos para que Él la juzgue por ti, y di:
Te entrego esto para que lo examines y juzgues por mí.
No dejes que lo vea como un signo de pecado y de muerte, ni que lo use para destruir.
Enséñame a no hacer de ello un obstáculo para la paz, sino a dejar que Tú lo uses por mí, para facilitar su llegada. (T.19.IV.C.11)
Podemos encontrar otro de los recordatorios del proceso del perdón, esta vez en el Libro de ejercicios, en la lección 23, titulada "Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque", donde en el párrafo 5 se comentan brevemente los 3 pasos del perdón:
El mundo que ves es un mundo vengativo, y todo en él es un símbolo de venganza. Cada una de las percepciones que tienes de la "realidad externa" no es más que una representación gráfica de tus propios pensamientos de ataque. Uno podría muy bien preguntarse si a esto se le puede llamar ver. ¿No es acaso "fantasía" una mejor palabra para referirse a ese proceso, y "alucinación" un término más apropiado para su resultado?
Ves el mundo que has fabricado, pero no te ves a ti mismo como el que fabrica las imágenes. (...)
La idea de hoy introduce el pensamiento de que no estás atrapado en el mundo que ves porque su causa se puede cambiar. Este cambio requiere, en primer lugar, que se identifique la causa ((paso 1: discernimiento)) y luego que se abandone ((paso 2: desapego)), de modo que pueda ser reemplazada ((paso 3: la gracia; se facilita con la confianza en el Espíritu Santo, dejando en Él los detalles o resultados)). Los primeros dos pasos de este proceso requieren tu cooperación. El paso final, no. Tus imágenes ya han sido reemplazadas. Al dar los dos primeros pasos, comprobarás que esto es cierto.
(...)
Durante las sesiones de práctica, asegúrate de incluir tanto los pensamientos de ataque contra otros como los de ser atacado. Los efectos de ambos son exactamente lo mismo, puesto que ambos son exactamente lo mismo. (L.23.3; 4.1; 5; 7.1-2) (Págs. 39 y 40)
Como vemos en estas citas, el perdón es básicamente una decisión: algo propio de la mente, en vez de ser algo basado en acciones a nivel de la forma (por eso a veces se dice eso de "no hagas nada", pues no hay necesidad de reaccionar ante los símbolos proyectados si los observamos sin juzgarlos y recordamos que solo son símbolos y que podemos cambiar tranquilamente su causa en nuestra propia mente).
También en el Libro de ejercicios (esta vez en la Segunda parte, en la Pregunta 1: ¿Qué es el perdón?) encontramos estos destellos finales sobre el perdón:
El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado. Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados. ¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de Dios? El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo tanto, la descarta. Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios.
(...)
El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa, espera y no juzga. (...)
No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Protector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente triunfarás. Él ya te ha perdonado, pues ésa es la función que Dios le encomendó. Ahora tú debes compartir Su función y perdonar a aquel que Él ha salvado, cuya inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de Dios. (L.PII.Preg1.1; 4.1-3; 5) (Pág. 434)
Fin de las citas. En definitiva, que el problema nunca está en el mundo (que es una simple proyección mental), sino en la decisión que hemos aceptado en la mente de tomarnos en serio la creencia de la separación. La mente es muy poderosa en este sentido, pues reaccionamos no ante el mundo realmente, sino ante nuestras interpretaciones, pero sin darnos cuenta del truco (creemos que es el mundo lo que nos molesta, sin darnos cuenta de que lo que realmente nos perturba son simplemente nuestras interpretaciones mentales de lo que percibimos).
Hay un relato oriental que ilustra esto hasta cierto punto. Copio de un email donde lo describí así:
La mente es muy poderosa, y si dejamos que las interpretaciones mentales nos influyan, nos sentimos mal o como sea. Hay un relato de la tradición zen que ilustra esto. En un pequeño pueblo del lejano oriente, donde vivían familias muy pobres, dos familias vieron partir cada una al mayor de sus hijos, ambos en busca de mejor suerte en el extranjero. Al cabo del tiempo, llegaron noticias sobre lo que el destino había deparado a ambos muchachos. Uno de ellos se había hecho rico y ya iba camino de regreso al pueblo, en busca de sus familiares para compartir su riqueza con ellos. El otro muchacho había fallecido en una trifulca, y había muerto tan pobre como era al partir de su pueblo. Pero he aquí que la persona que informó a ambas familias se había confundido de nombres, y a la familia del muchacho vivo y rico les había contado que su hijo era el que había fallecido lleno de pobreza. Y a la familia del muchacho fallecido, les contó que su hijo se había hecho rico y pronto regresaría al pueblo con ellos, cargado de riquezas.
Así, en la familia del chico muerto estaban felices, no cabían en sí de gozo, pues pensaban que eran ricos y pronto verían a su muchacho. Y la familia del chico rico (que ya estaba en camino, con sus riquezas) lloraban desconsolados, pensando que su muchacho había muerto.
Esto ilustra que unos estaban alegres no por causas externas, sino por sus propias interpretaciones mentales: su hijo había fallecido, pero ellos estaban repletos de felicidad porque pensaban (interpretación mental) que todo iba genial.
Lo mismo con la otra familia: estaban deprimidos y llorando no por causas externas realmente (a fin de cuentas su hijo era rico y ya estaba en camino hacia el pueblo), sino porque ellos creían erróneamente que había muerto (lloraban, entonces, por sus propias interpretaciones mentales).
Eso mismo nos pasa a todos. No paramos de hacer interpretaciones, y pensamos que nuestras alegrías y tristezas se deben a causas externas. En realidad, mentalmente elegimos cómo reaccionar. Podemos elegir que las ilusiones no nos afecten.
A veces nos sentimos preocupados, deprimidos, porque pensamos que hay motivos para ello, pero simplemente desconocemos que somos ricos en la Realidad de nuestro estado natural.
Fin del relato/comentario copiado.
Esta dinámica de reconocer que el mundo no es la causa de nuestras sensaciones es aplicable no solamente a las sensaciones desagradables, sino también a las agradables. El mundo no solo no es la causa de nuestros pesares, sino que tampoco es la causa de nuestras alegrías ni de nuestros placeres, a pesar de las apariencias. Pues es siempre en nuestra propia mente donde elegimos cómo sentirnos, y luego proyectamos eso sobre el mundo, autoengañándonos al creer que el mundo es causa en vez de ser simplemente un efecto o reflejo (el cual sigue estando en la mente y sigue siendo mente). Por esto el Curso nos dice cosas como:
Nada externo a ti puede hacerte temer o amar porque no hay nada externo a ti. (T.10.introd.1.1) (Pág. 201)
Esto significa también que es imposible que seamos víctimas. No somos cuerpos limitados, viviendo en un mundo externo. Somos mente ilimitada, la cual es libre de elegir qué creer y por consiguiente cómo sentirse. Esta capacidad de creer en la verdad o en ilusiones, que fue lo que aparentemente nos metió en problemas, es también el camino de salida del sueño: tomando conciencia de esto, ahora podemos elegir despertar, en vez de dormir. Vivir, en vez de jugar a morir. Gozar, en vez de sufrir.
La iluminación o despertar (y por consiguiente, el perdón) es para la mente, no para el cuerpo ni para el espíritu. El cuerpo es solo un reflejo de la mente. Y el espíritu, lo que realmente somos, nunca se ha quedado dormido. La paradoja imposible se encuentra únicamente en la mente, por eso ahí radica el perdón. Pero la mente no puede cambiar lo que es (espíritu). Puede —aparentemente— reprimirlo, negarlo, fingir que no recuerda su Ser. Pero la verdad sonríe y espera a que nos cansemos de jugar al juego de agarrar dolorosas espinas. La mente puede negar lo que ella es, pero no puede cambiarse a sí misma, pues Dios estableció el Ser como inmutable. Así pues, la única salida al imposible dilema será volver a aceptar lo que aparentemente había sido negado. Una vez reconocida la verdad, las ilusiones se desvanecen en una sonrisa, pues el espíritu sabe que las ilusiones nunca han existido.
Para aquellos interesados en profundizar en el proceso del perdón, veamos algunas ayudas:
1) Por supuesto, profundizar en el Curso en sí, pues todo él es una profundización del proceso del perdón, abordándolo desde numerosas perspectivas (especialismo, negación, proyección, resistencia, tendencia al conflicto, etc).
2) Los libros de Gary Renard, especialmente el primero: "La desaparición del universo".
3) "El mensaje de Un Curso de Milagros", de Kenneth Wapnick.
4) Y quien quiera comenzar con un pequeño aperitivo para principiantes, el resumen que escribí en otro de mis blogs, titulado "Síntesis del perdón", puede aportar una primera lectura para comenzar a relacionarse uno con este proceso: http://jugandoalegremente.blogspot.com/2010/06/sintesis-del-perdon-sobre-el-perdon.html (( Actualizo para incluir otro link potencialmente inspirador sobre este tema: Otro resumen y aclaraciones del proceso del perdón: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2017/03/otro-resumen-y-aclaraciones-del-proceso.html ))
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Breve resumen de la enseñanza
(de la introducción del propio Curso)
Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios.
(T.introd.2.2-4)
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Breve resumen de la enseñanza
(de la introducción del propio Curso)
Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios.
(T.introd.2.2-4)
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De ayuda incalculable.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo.
Un abrazo.
Opino como Codorniu.
ResponderEliminarMil gracias Toni.
Me alegra que os haya gustado :-)
ResponderEliminarEn realidad comento para avisar, a quienes ya habéis leído el post, que lo he editado un par de veces. La primera, para añadir el breve final con la cita copiada de la introducción del Curso.
Y he vuelto a editarlo justo antes de escribir este comentario, esta vez añadiendo unos párrafos cerca del final del post, justo después del relato-zen. Me refiero a los párrafos que van desde el que empieza con la frase "Esta dinámica de reconocer que el mundo no es la causa de nuestras sensaciones", hasta el que termina con la frase: "pues el espíritu sabe que las ilusiones nunca han existido".
Saludos ;-)
Mira que eres apañao. Cuando me ilumine te invito a tomar algo.
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