En el fondo, se trata de una especie de nostalgia de Dios. En el fondo de nuestro ser sabemos que este mundo no es nuestro verdadero hogar, y que el lugar al que verdaderamente pertenecemos nos sigue esperando. Ese lugar, ese estado, esa plenitud, es Dios, lo Absoluto, nuestro verdadero Ser. Podemos llamarlo Cielo, Plenitud, Unidad o como sea, el nombre no importa. Pero todos echamos de menos la Realidad, pues en el fondo de nosotros intuimos que podemos retornar a lo que creemos haber abandonado. Esto podemos sentirlo a veces como una especie de nostalgia de lo Divino, como si en nuestro interior sintiéramos ecos de la eternidad que nos hacen entender que este mundo no es nuestro destino porque lo Auténtico, nuestro verdadero Hogar, existe, sigue intacto y está simplemente esperándonos. Esperándonos por así decir, pues en realidad nunca hemos salido del Hogar y simplemente somos nosotros mismos los que estamos a la espera de volver a prestar atención a la bellísima y felicísima Verdad, dejando así atrás este soñado mundo de limitaciones, insuficiencias y sufrimientos.
Traduzco a continuación un comentario de un usuario de uno de los subforos de REDDIT (en uno de los subforos dedicados la espiritualidad, pero en inglés), pues este mensaje me pareció muy certero a la hora de expresar esta nostalgia de Dios, y de hecho al leerlo me acordé de dos pasajes del Curso donde se expresa también esta nostalgia, así que respondí al mensaje (más abajo traduzco también mi comentario de respuesta) incluyendo los dos pasajes del Curso. Y todo junto, el mensaje certero de este compañero en el camino, junto con los dos pasajes del Curso, me ha parecido que aportan un buen recordatorio sobre este tema de la nostalgia del Hogar, por lo que me ha parecido útil traducir ambos comentarios para este blog. ¡Espero que a alguien le venga bien! :-)
Comentario de splah_dash, martes 17 septiembre 2019:
Siento que no puedo expresarme
Pido perdón a los policías de la no-dualidad que lean esto, porque este comentario no va a ser "no-dualmente correcto", pero realmente me gustaría escuchar vuestras respuestas de la manera que se requiera. Quizá te pase lo mismo, y quizá este comentario pueda traerte algo de luz.
Dentro de mi cuerpo va creciendo un nudo de sentimientos. Es este sentimiento constante de que independientemente de con quién hable, en realidad no estoy hablando con ellos, y ellos en realidad tampoco me están hablando a mí. Me refiero a cualquier conversación o comunicación verbal o más allá de lo verbal con cualquier otra persona. La sensación es como si de alguna manera las conversaciones fueran como restos de confeti sin sentido, y que la capacidad de la conversación no alcanza el nivel de una verdadera comunicación de corazón a corazón (ni siquiera sé qué sería eso, tal vez algún tipo de comunicación completa del ser, del cuerpo). Siento como que todas las interacciones son descafeinadas, insuficientes, más delgadas que una hoja de papel. Tengo la sensación de que aunque soy el único que se pone a pensar en esto, en el fondo la otra persona con la que estoy hablando (ya se trate de mi padre, mi ex, un amigo o mi casero) también sabe de esta herida permanente. Incluso si se están riendo, aparentemente divirtiéndose, esta herida secreta vive en su interior, y la risa se acabará en cinco segundos y se darán cuenta de que no ha cambiado nada: la herida sigue ahí.
Si esta herida pudiera hablar tal vez se expresaría con palabras como estas: "No hay nada que yo pueda hacer para expresarme, no hay disponible para mí ninguna comunicación auténtica. No existe la auténtica compañía". La prole de esta falta de comunicación son el malestar, la tristeza, la soledad, que no me molestan en absoluto, por supuesto que esos sentimientos son totalmente bienvenidos. Otro descendiente de esa falta de comunicación es que en las conversaciones estoy como ahogado, reprimido. Es difícil de describir lo que realmente siento en esas situaciones, es literalmente como tratar de hablar sobre algo de lo que no puedo hablar... Ni siquiera puedo pensar sobre esto, estoy tratando de escribir este comentario, ¡por el amor de Dios!
No estoy buscando remedios para el dolor. Lo principal es dejar que este "dilema" se exprese con naturalidad y se cure y se vaya danzando. Así es como ha funcionado con todos los otros dilemas hasta ahora en mi camino del despertar.
Gracias por leer y bienvenidos a casa.
☼☼☼
Respuesta de ToniGM, sábado 21 septiembre 2019:
Creo que de un modo u otro todos reconocemos en alguna medida (aunque sea inconscientemente) esa herida interna que está siempre presente en todas nuestras interacciones, aunque muchas veces no nos demos cuenta. Hay una sensación de que no estamos completos, de que parece faltarnos algo, de que ninguna comunicación es completa o profunda, de que no logramos ser capaces de compartir plenamente nuestra vida con los demás.
Esto me recuerda algunas enseñanzas no duales que dicen que en algún nivel inconsciente sentimos nostalgia de nuestro verdadero Ser: nostalgia de Dios (de experimentar la Unidad con el Infinito), nostalgia de la plenitud que se siente cuando deshacemos el ego y dejamos ir nuestra creencia en la separación. Detrás de la creencia en la separación, la cual produce la ilusión de que el ego existe, está nuestra verdadera Vida de Unidad y Plenitud (sólo Aquí compartimos plenamente; sólo Aquí es posible una comunicación completa y profunda).
La herida que todos sentimos es el ego: la creencia de que estamos separados de Dios, separados de nuestro verdadero Ser. En esta dualidad proyectamos un mundo ilusorio y un ser ilusorio (el ego, la individualidad) con quien una comunicación profunda y completamente satisfactoria es algo imposible. El ego implica separación, que es lo opuesto a la comunicación. Sólo en nuestro verdadero Ser hay una comunicación total, que es comunión, que es la Unidad del Ser-Uno.
Es interesante que tu comentario me ha recordado un par de pasajes de una enseñanza no-dual llamada 'Un curso de milagros', en los que se habla de esta herida interna. Copio esos dos pasajes:
Lección 182: Permaneceré muy quedo por un instante e iré a mi hogar.
Este mundo en el que pareces vivir no es tu hogar. Y en algún recodo de tu mente sabes que esto es verdad. El recuerdo de tu hogar sigue rondándote, como si hubiera un lugar que te llamase a regresar, si bien no reconoces la voz, ni lo que ésta te recuerda. No obstante, sigues sintiéndote como un extraño aquí, procedente de algún lugar desconocido. No es algo tan concreto que puedas decir con certeza que eres un exiliado aquí. Es más bien un sentimiento persistente, no más que una leve punzada a veces, que en otras ocasiones apenas recuerdas, algo que descartas sin ningún miramiento, pero que sin duda ha de volver a rondarte otra vez.
No hay nadie que no sepa de qué estamos hablando. Sin embargo, hay quienes tratan de ahogar su sufrimiento entreteniéndose en juegos para pasar el tiempo y no sentir su tristeza. Otros prefieren negar que están tristes, y no reconocen en absoluto que se están tragando las lágrimas. Hay quienes afirman incluso que esto de lo que estamos hablando son ilusiones y que no se debe considerar más que como un sueño. Sin embargo, ¿quién podría honestamente afirmar, sin ponerse a la defensiva o engañarse a sí mismo, que no sabe de lo que estamos hablando?
Hoy hablamos en nombre de todo aquel que vaga por este mundo, pues en él no está en su hogar. Camina a la deriva enfrascado en una búsqueda interminable, buscando en la obscuridad lo que no puede hallar, y sin reconocer qué es lo que anda buscando. Construye miles de casas, pero ninguna de ellas satisface a su desasosegada mente. No se da cuenta de que las construye en vano. El hogar que anda buscando, él no lo puede construir. El Cielo no tiene substituto. Lo único que él jamás construyó fue un infierno.
Tal vez pienses que lo que quieres encontrar es el hogar de tu infancia. La infancia de tu cuerpo y el lugar que le dio cobijo son ahora recuerdos tan distorsionados que lo que guardas es simplemente una imagen de un pasado que nunca tuvo lugar. Mas en ti hay un Niño que anda buscando la casa de Su Padre, pues sabe que Él es un extraño aquí. Su infancia es eterna, llena de una inocencia que ha de perdurar para siempre. Por dondequiera que este Niño camina es tierra santa. Su santidad es lo que ilumina al Cielo, y lo que trae a la tierra el prístino reflejo de la luz que brilla en lo alto, en la que el Cielo y la tierra se encuentran unidos cual uno solo.
Este Niño que mora en ti es el que tu Padre conoce como Su Hijo. Este Niño que mora en ti es el que conoce a Su Padre. Él anhela tan profunda e incesantemente volver a Su hogar, que Su voz te suplica que lo dejes descansar por un momento. Tan sólo pide unos segundos de respiro: un intervalo en el que pueda volver a respirar el aire santo que llena la casa de Su Padre. Tú eres también Su hogar. Él retornará. Pero dale un poco de tiempo para que pueda ser lo que es dentro de la paz que es Su hogar, y descansar en silencio, en paz y en amor.
Un curso de milagros, Libro de ejercicios, (L-182.1-5)
La otra cita es de una sección anterior del Curso, el Texto, cuyo capítulo 21 habla metafóricamente de la "canción olvidada":
I. La canción olvidada
Presta atención, y mira a ver si te puedes acordar de lo que vamos a hablar ahora.
Escucha... tal vez puedas captar un leve atisbo de un estado inmemorial que no has olvidado del todo; tal vez sea un poco nebuloso, mas no te es totalmente desconocido: como una canción cuyo título olvidaste hace mucho tiempo, así como las circunstancias en las que la oíste. No puedes acordarte de toda la canción, sino sólo de algunas notas de la melodía, y no puedes asociarla con ninguna persona o lugar, ni con nada en particular. Pero esas pocas notas te bastan para recordar cuán bella era la canción, cuán maravilloso el paraje donde la escuchaste y cuánto amor sentiste por los que allí estaban escuchándola contigo.
Las notas no son nada. Sin embargo, las has conservado, no por ellas mismas, sino como un dulce recordatorio de lo que te haría llorar si recordases cuán querido era para ti. Podrías acordarte, pero tienes miedo, pues crees que perderías el mundo que desde entonces has aprendido a conocer. Sin embargo, sabes que nada en este mundo es ni la sombra de aquello que tanto amaste. Escucha y mira a ver si te acuerdas de una canción muy vieja que sabías hace mucho tiempo y que te era más preciada que cualquier otra melodía que te hayas enseñado a ti mismo desde entonces.
Más allá del cuerpo, del sol y de las estrellas; más allá de todo lo que ves, y, sin embargo, en cierta forma familiar para ti, hay un arco de luz dorada que al contemplarlo se extiende hasta volverse un círculo enorme y luminoso. El círculo se llena de luz ante tus ojos. Sus bordes desaparecen, y lo que había dentro deja de estar contenido. La luz se expande y envuelve todo, extendiéndose hasta el infinito y brillando eternamente sin interrupciones ni límites de ninguna clase. Dentro de ella todo está unido en una continuidad perfecta. Es imposible imaginar que pueda haber algo que no esté dentro de ella, pues no hay lugar del que esta luz esté ausente.
Ésta es la visión del Hijo de Dios, a quien conoces bien. He aquí lo que ve el que conoce a su Padre. He aquí el recuerdo de lo que eres: una parte de ello que contiene todo ello dentro de sí, y que está tan inequívocamente unida a todo como todo está unido en ti. Acepta la visión que te puede mostrar esto y no el cuerpo. Te sabes esa vieja canción, y te la sabes muy bien. Nada te será jamás tan querido como este himno inmemorial de amor que el Hijo de Dios todavía le canta a su Padre.
Y ahora los ciegos pueden ver, pues esa misma canción que entonan en honor de su Creador los alaba a ellos también. La ceguera que inventaron no podrá resistir el vibrante recuerdo de esta canción. Y contemplarán la visión del Hijo de Dios, al recordar quién es aquel al que cantan. ¿Qué es un milagro, sino este recordar? ¿Y hay alguien en quien no se encuentre esta memoria? La luz en uno despierta la luz en los demás. Y cuando la ves en tu hermano, la recuerdas por todos.
Un curso de milagros, Texto, (T-21.I.5:5; 6-10)
'Un curso de milagros' va únicamente de cómo sanar esta herida interna. El mundo y el ego son ilusorios, un sueño de dualidad del cual podemos despertar. Todo va sobre despertar.
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Fuente original de ambos comentarios (en inglés): https://www.reddit.com/r/awakened/comments/d5cj2f/i_feel_like_i_cant_express_myself/ (en Awakened, uno de los subforos de REDDIT).
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