lunes, 4 de noviembre de 2019

Entregarse receptivamente a Dios

El Curso contiene algunos pasajes donde describe directamente la actitud receptiva adecuada mediante la que invitamos a Dios a comunicarse directamente con nosotros, abriéndonos así a la experiencia de nuestra eterna e indisoluble unión con Dios. No hace falta decir que para facilitar esto disponemos del procedimiento principal que nos enseña el Curso, el perdón, el cual es la necesaria preparación para la posterior invitación a Dios. Cuando nuestra mente ha sido constantemente entrenada en el perdón y se vacía de conceptos, de juicios, resentimientos y todos los pensamientos del sistema del ego, estamos listos para ofrecernos humildemente a Dios.

Los siguientes pasajes contienen indicaciones útiles tanto para nuestra actitud durante sesiones donde nos hemos recogido silenciosamente en un sitio tranquilo, por ejemplo dedicándole un rato a Dios en nuestro cuarto con actitud silenciosa y los ojos generalmente cerrados, como también son indicaciones útiles como destellos intuitivos para nuestra vida cotidiana y en nuestra práctica del perdón, pues se nos habla de humildad ("por mí mismo no sé nada"), de receptividad, de no tratar de hacer las cosas por nuestra cuenta sin recurrir a la inspiración interior, etc.

El eje central de estas citas es el frecuentemente citado y muy reconocible pasaje del séptimo párrafo de la lección 189 del Libro de ejercicios. Incluimos aquí muchos otros pasajes que mantienen la misma onda, incluidos los párrafos que continúan a ese párrafo 7º de la lección 189, pues desde ahí hasta el final de la lección todo está relacionado. La gran variedad de pasajes aquí incluidos pueden estimular nuestra comprensión intuitiva de lo que realmente se busca. En el Curso, por supuesto, hay mucho más.

Vamos a copiar las citas siguiendo el orden en que aparecen en el Curso, comenzando por el Texto:

Texto

Capítulo 10

Si quieres recordar la eternidad, debes contemplar sólo lo eterno. (T-10.V.14:5)

Capítulo 15

Elige este preciso instante, ahora mismo, y piensa en él como si fuese todo el tiempo que existe. (T-15.I.9:5)

Capítulo 31

Permanezcamos muy quedos por un instante y olvidémonos de todas las cosas que jamás hayamos aprendido, de todos los pensamientos que hayamos abrigado y de todas las ideas preconcebidas que tengamos acerca de lo que las cosas significan y de cuál es su propósito. Olvidémonos de nuestras propias ideas acerca del propósito del mundo, pues no lo sabemos. Dejemos que toda imagen que tengamos acerca de cualquier persona se desprenda de nuestras mentes y desaparezca. 

No abrigues ningún juicio, ni seas consciente de ningún pensamiento, bueno o malo, que jamás haya cruzado tu mente con respecto a nadie. Ahora no lo conoces. Pero eres libre de conocerlo, y de conocerlo bajo una nueva luz. Ahora él renace para ti, y tú para él, sin el pasado que lo condenó a morir, y a ti junto con él. Ahora él es tan libre para vivir como lo eres tú porque una vieja lección que se había aprendido ha desaparecido, dejando un sitio donde la verdad puede renacer. (T-31.I.12-13)

Estate muy quedo y escucha. Despeja tu mente de viejas ideas. (T-31.II.7:2-3)

Sumérgete en la más profunda quietud por un instante. Ven sin ningún pensamiento de nada que hayas aprendido antes, y deja a un lado todas las imágenes que has inventado. Lo viejo y decrépito se derrumbará ante lo nuevo tanto si te opones a ello como si lo apoyas. Ninguna de las cosas que consideras valiosas y dignas de tu atención será atacada. Tampoco se atacará tu deseo de oír un llamamiento que jamás existió. Nada te hará daño en este santo lugar adonde vienes a escuchar en silencio y a aprender qué es lo que realmente quieres. Esto será lo único que se te pedirá aprender. Mas al oírlo, comprenderás que lo único que necesitas hacer es abandonar los pensamientos que ya no deseas y que nunca fueron verdad. (T-31.II.8)

El mundo no puede hacer que aprendas estas imágenes de ti mismo a no ser que tú desees aprenderlas. Llegará un momento en que todas desaparecerán, y te darás cuenta de que no sabes lo que eres. A esta mente abierta y receptiva es a la que la verdad retorna, sin impedimentos ni limitaciones. Allí donde todos los conceptos del yo han sido abandonados, la verdad se revela exactamente tal como es. Cuando todo concepto haya sido cuestionado y puesto en tela de juicio, y se haya reconocido que está basado en suposiciones que se desvanecerían ante la luz, la verdad quedará entonces libre para entrar a su santuario, limpio y despejado ahora de toda culpa. No hay afirmación que el mundo tema oír más que ésta: 
No sé lo que soy, por lo tanto, no sé lo que estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo considerar al mundo o a mí mismo. 
Sin embargo, con esta lección nace la salvación. Y lo que eres te hablará de Sí Mismo. (T-31.V.17)

Libro de ejercicios

Lección 74

Si estás llevando a cabo el ejercicio correctamente, sentirás una profunda sensación de dicha y mayor agudeza mental en vez de somnolencia y enervamiento. (L-74.5:4)

Lección 132

Luego simplemente descansa, alerta pero sin tensión, y permite que en la quietud se efectúe un cambio en tu mente, de manera que el mundo pueda quedar libre junto contigo. (L-132.15:4)

Lección 185

Dedica hoy tus sesiones de práctica a escudriñar minuciosamente tu mente a fin de descubrir los sueños que todavía anhelas. ¿Qué es lo que realmente deseas de corazón? Olvídate de las palabras que empleas al hacer tus peticiones. Considera solamente lo que crees que te brindará consuelo y felicidad. Pero no te desalientes por razón de las ilusiones que aún perduran, pues la forma que éstas adoptan no es lo que importa ahora. No dejes que algunos sueños te resulten más aceptables, mientras que te avergüenzas de otros y los ocultas. Todos son lo mismo. Y puesto que todos son lo mismo, debes hacer la siguiente pregunta con respecto a cada uno de ellos: "¿Es esto lo que deseo en lugar del Cielo y de la paz de Dios?". (L-185.8)

Lección 188

Siéntate en silencio y cierra los ojos. La luz en tu interior es suficiente. Sólo ella puede concederte el don de la visión. Ciérrate al mundo exterior, y dales alas a tus pensamientos para que lleguen hasta la paz que yace dentro de ti. Ellos conocen el camino. Pues los pensamientos honestos, que no están mancillados por el sueño de cosas mundanas externas a ti, se convierten en los santos mensajeros de Dios Mismo. (L-188.6)

Lección 189

Haz simplemente esto: permanece muy quedo y deja a un lado todos los pensamientos acerca de lo que tú eres y de lo que Dios es; todos los conceptos que hayas aprendido acerca del mundo; todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo. Vacía tu mente de todo lo que ella piensa que es verdadero o falso, bueno o malo; de todo pensamiento que considere digno, así como de todas las ideas de las que se siente avergonzada. No conserves nada. No traigas contigo ni un solo pensamiento que el pasado te haya enseñado, ni ninguna creencia que, sea cual sea su procedencia, hayas aprendido con anterioridad. Olvídate de este mundo, olvídate de este curso, y con las manos completamente vacías, ven a tu Dios. 

¿No es acaso Él Quien sabe cómo llegar a ti? Tú no necesitas saber cómo llegar a Él. Tu papel consiste simplemente en permitir que todos los obstáculos que has interpuesto entre el Hijo y Dios el Padre sean eliminados silenciosamente para siempre. Dios hará lo que le corresponde hacer en gozosa e inmediata respuesta. Pide y recibirás. Mas no vengas con exigencias, ni le señales el camino por donde Él debe aparecer ante ti. La manera de llegar a Él es simplemente dejando que Él sea lo que es. Pues de esa forma se proclama también tu realidad. 

Así pues, hoy no elegiremos el camino por el que vamos a Él. Pero sí elegimos dejar que Él venga a nosotros. Y con esta decisión descansamos. Su Amor se abrirá paso por su cuenta en nuestros corazones serenos y en nuestras mentes abiertas. Es indudable que lo que no ha sido negado se encuentra ahí, si es que es verdad y puede alcanzarse. Dios conoce a Su Hijo y sabe cómo llegar a él. No necesita que Su Hijo le muestre el camino. A través de cada puerta abierta Su Amor refulge hacia afuera desde su hogar interno e ilumina al mundo con inocencia. 

Padre, no sabemos cómo llegar a Ti. Pero te hemos llamado y Tú nos has contestado. No interferiremos. Los caminos de la salvación no son nuestros, pues te pertenecen a Ti. Y es a Ti a donde vamos para encontrarlos. Nuestras manos están abiertas para recibir Tus dones. No tenemos ningún pensamiento que no pensemos Contigo, ni abrigamos creencia alguna con respecto a lo que somos o a Quién nos creó. Tuyo es el camino que queremos hallar y seguir. Y sólo pedimos que Tu Voluntad, que también es la nuestra, se haga en nosotros y en el mundo, para que éste pase a formar parte del Cielo. Amén. (L-189.7-10)

Lección 190

Rinde tus armas, y ven sin defensas al sereno lugar donde por fin la paz del Cielo envuelve todas las cosas en la quietud. Abandona todo pensamiento de miedo y de peligro. No permitas que el ataque entre contigo. Depón la cruel espada del juicio que apuntas contra tu propio cuello, y deja a un lado las devastadoras acometidas con las que procuras ocultar tu santidad. (L-190.9)

Lección 194

Pongo el futuro en Manos de Dios

Tus pies ya se han posado sobre las praderas que te dan la bienvenida a las puertas del Cielo: el tranquilo lugar de la paz en el que aguardas con certeza el paso final de Dios. ¡Qué lejos nos encontramos ahora de la tierra! ¡Y cuán cerca de nuestra meta! ¡Cuán corto es el trecho que aún nos queda por recorrer! (L-194.1:3-6)

No hay un solo instante en que se pueda sentir depresión, experimentar dolor o percibir pérdida alguna. No hay un solo instante en que se pueda instaurar el pesar en un trono y adorársele. No hay un solo instante en que uno pueda ni siquiera morir. Y así, cada instante que se le entrega a Dios, con el siguiente ya entregado a Él de antemano, es un tiempo en que te liberas de la tristeza, del dolor y hasta de la misma muerte. 

Tu futuro está en Manos de Dios, así como tu pasado y tu presente. Para Él son lo mismo, y, por lo tanto, deberían ser lo mismo para ti también. Sin embargo, en este mundo la progresión temporal todavía parece ser algo real. No se te pide, por lo tanto, que entiendas que el tiempo no tiene realmente una secuencia lineal. Sólo se te pide que te desentiendas del futuro y lo pongas en Manos de Dios. Y mediante tu experiencia comprobarás que también has puesto en Sus Manos el pasado y el presente, porque el pasado ya no te castigará más y el miedo al futuro ya no tendrá sentido. 

Libera el futuro. Pues el pasado ya pasó, y el presente, libre de su legado de aflicción y sufrimiento, de dolor y de pérdida, se convierte en el instante en que el tiempo se escapa del cautiverio de las ilusiones (...). (L-194.3-4; 5:1-2)

¿Qué preocupación puede asolar al que pone su futuro en las amorosas Manos de Dios? ¿Qué podría hacerle sufrir? ¿Qué podría causarle dolor o la sensación de haber perdido algo? ¿Qué podría temer? ¿Y de qué otra manera podría contemplar todo sino con amor? Pues el que ha escapado de todo miedo a futuros sufrimientos ha encontrado el camino de la paz en el presente y la certeza de un cuidado que el mundo jamás podría amenazar. Está seguro de que aunque su percepción pueda ser errónea, jamás le ha de faltar corrección. Es libre de volver a elegir cuando se ha dejado engañar; de cambiar de parecer cuando se ha equivocado. (L-194.7)

Lección 200

Deja de buscar. No hallarás otra paz que la paz de Dios. (L-200.1:1-2)

Pedir lo que ya tienes te lleva al éxito. Pedir que lo que es falso sea verdadero sólo puede conducir al fracaso. (L-200.3:3-4)

Regresa a casa. Jamás encontraste felicidad en lugares extraños ni en formas que te son ajenas y que no tienen ningún significado para ti, si bien trataste de hacer que lo tuvieran. No perteneces a este mundo. Aquí eres un extraño. Pero te ha sido dado encontrar el medio a través del cual el mundo deja de parecer una prisión o una cárcel para nadie. (L-200.4)

Pues la paz es unión, si procede de Dios. Hemos abandonado toda búsqueda. (L-200.11:6-7)

Introducción a la 2ª parte del Libro de ejercicios

Lo único que nos interesa ahora es tener una experiencia directa de la verdad. (...) Abandonamos el mundo del dolor y nos adentramos en la paz. Ahora empezamos a alcanzar el objetivo que este curso ha fijado y a hallar la meta hacia la que nuestras prácticas han estado siempre encaminadas. (...) Aguardamos con serena expectación a nuestro Dios y Padre. Él nos ha prometido que Él Mismo dará el paso final. Y nosotros estamos seguros de que Él cumple Sus promesas. (...) Diremos más bien algunas palabras sencillas a modo de bienvenida, y luego esperaremos a que nuestro Padre se revele a Sí Mismo, tal como ha prometido que lo hará. (...) Le extenderemos esa invitación y Él la aceptará. (...) La hora de la profecía ha llegado. (...) Siéntate en silencio y aguarda a tu Padre. (...) Estoy tan cerca de ti que no podemos fracasar. (...) Y ahora aguardamos en silencio, sin miedo y seguros de Tu llegada. (...) El recuerdo de Dios despunta en los vastos horizontes de nuestras mentes. Un momento más y volverá a surgir. Un momento más y nosotros, que somos los hijos de Dios, nos encontraremos a salvo en nuestro hogar, donde Él quiere que estemos. 

A la necesidad de practicar casi le ha llegado su fin. Pues en esta última etapa llegaremos a entender que sólo con invocar a Dios, toda tentación desaparece. En lugar de palabras, sólo necesitamos sentir Su Amor. En lugar de oraciones, sólo necesitamos invocar Su Nombre. Y en lugar de juzgar, sólo necesitamos aquietarnos y dejar que todas las cosas sean sanadas. Aceptaremos la manera en que el plan de Dios ha de terminar, tal como aceptamos la manera en que comenzó. Ahora ya se ha consumado. (L-PII.introd.1:3,4-5; 2:2-4; 3:3; 4:4; 5:1,5; 6:1; 7:1; 9:5-7; 10:1-7)

Lección 248

He renegado de la verdad. Que sea ahora igualmente firme y reniegue de la falsedad. Lo que sufre no forma parte de mí. No soy aquello que siente pesar. Lo que experimenta dolor no es sino una ilusión de mi mente. Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí. Reniego ahora de todos los conceptos de mí mismo y de los engaños y mentiras acerca del santo Hijo de Dios. Ahora estoy listo para aceptarlo nuevamente como Dios lo creó, y como aún es. (L-PII.248.1)

Lección 284

Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. Más tarde se considera cada vez más seriamente y finalmente se acepta como la verdad. (L-284.1:5-6)

P-II, Pregunta 14ª, ¿Qué soy?

El conocimiento volverá a aflorar en nosotros cuando hayamos desempeñado nuestro papel. Lo único que nos concierne ahora es dar la bienvenida a la verdad. (L-PII.Preg14.3:6-7)

Y al ver las puertas del Cielo abiertas ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios. (L-PII.Preg14.5:5)

Manual para el maestro

Capítulo 16: ¿Cómo debe pasar el día el maestro de Dios?

Hay un pensamiento en particular que debe recordarse a lo largo del día. Es un pensamiento de pura dicha, de paz; de liberación ilimitada; ilimitada porque todas las cosas se liberan dentro de él. (M-16.6:1-2)

Capítulo 20: ¿Qué es la paz de Dios?

¿Cómo se encuentra esta quietud? Nadie que busque únicamente sus condiciones puede dejar de encontrarla. La paz de Dios no puede hacer acto de presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia de la paz. Todo aquel que de alguna manera o en cualquier circunstancia considere que la ira está justificada, proclama que la paz es una insensatez y no podrá por menos que creer que no existe. En esas condiciones no se puede hallar la paz de Dios. El perdón es, por lo tanto, la condición indispensable para hallarla. Lo que es más, donde hay perdón tiene que haber paz. (M-20.3:1-7)

Clarificación de términos

Una teología universal es imposible, mientras que una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria. Alcanzar esa experiencia es lo que el curso se propone. Sólo cuando ésta se alcanza es posible la consistencia porque sólo entonces se acaba la incertidumbre. (C-introd.2:5-7)

El ego exigirá muchas respuestas que este curso no provee. El curso no reconoce como preguntas aquellas que sólo tienen la apariencia de preguntas, pero que son imposibles de contestar. El ego puede preguntar: "¿Cómo sucedió lo imposible?", "¿A qué le ocurrió lo imposible?", y lo puede preguntar de muchas maneras. Mas no hay una respuesta para ello; sólo una experiencia. Busca sólo ésta y no permitas que la teología te retrase. (C-introd.4)

El conocimiento no es el remedio para la percepción falsa, puesto que al proceder de distintos niveles, jamás pueden encontrarse. La única corrección posible para la percepción falsa es la percepción verdadera. (C-4.3:1-2)

Un mundo perdonado no puede durar mucho. (C-4.5:1)

No olvides que una vez que esta jornada ha comenzado, el final es seguro. Las dudas te asaltarán una y otra vez a lo largo del camino, y luego se aplacarán sólo para volver a surgir. El final, no obstante, es indudable. Nadie puede dejar de hacer lo que Dios le ha encomendado que haga. (...) El final es indudable y está garantizado por Dios. (C-Epílogo.1:1-4,10)

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