viernes, 4 de noviembre de 2016

Actitud ante los elogios

(Del foro):

¿Es ego, o no es ego?

Pregunta: Hola. Una pregunta: Si mi jefe, un amigo, quien sea, alaba algo que he hecho eficazmente y me siento bien, ¿esa sensación proviene del ego? Gracias.

Respuesta: Como siempre, las circunstancias ilusorias son neutras en sí mismas, así que puede que sí o puede que no, depende de cada caso: de la actitud desde la cual estamos enfocando el asunto. Porque aunque toda verdadera sensación de bienestar procede de Dios (o a nivel ilusorio de Su reflejo: el Espíritu Santo o la mentalidad correcta), no todo lo que identificamos como agradable o placentero lo es realmente, sino que a veces es un simple cebo para que nos concentremos en lo corporal, en la limitada individualidad.

El jefe puede decir lo que sea. Y puedo sentirme bien (o mal) al respecto. El problema es la creencia de que ese "sentirme bien" (o mal) se debe a las palabras de mi jefe. Eso sería creer que algo externo puede afectarme, sea para bien (placer) o para mal (dolor). Eso es lo que el ego quiere que creamos, y en eso se basa la posibilidad de convertirnos en víctimas. Porque si elijo creer que mi bienestar depende de las palabras bonitas de mi jefe (o de mi familia, o de que gane mucho dinero a la lotería, etc), entonces estoy haciendo el mundo real, considerando lo externo como causa, en vez de ser un simple reflejo o efecto de mi decisión interna de sentirme como me siento.

Una lección muy citada del Libro de ejercicios dice: «Nunca estoy disgustado por la razón que creo» (L.5). Podríamos formularla así, refiriéndonos a la misma enseñanza: «Nunca me siento bien por la razón que creo».

La razón de que me siento bien no es que acabo de tomarme mi helado preferido, ni que mi jefe me ha elogiado, ni que mi novia finalmente ha aceptado casarse conmigo. La verdadera razón de mi bienestar, cuando es genuino, es la decisión en mi mente en favor del Espíritu Santo (es decir, de reconocer la verdad y despertar). Y los símbolos externos son solo el reflejo de esa decisión mental.

Por lo tanto, si mi jefe me elogia y me siento bien:

1) Si reconozco que eso es el reflejo de mi decisión de perdonarme a mí mismo y reconocer la verdad, entonces estoy siguiendo al Espíritu Santo y colaborando con mi despertar.

2) Pero si creo que mi bienestar se debe a las palabras que el jefe ha dicho sobre mí, entonces estoy reforzando la creencia de que soy una persona, en vez de utilizar la experiencia para recordar que soy una mente libre del espacio/tiempo. Al reforzar esa creencia, estoy siguiendo al ego, pero si me doy cuenta y cambio mi actitud de especialismo por una actitud de perdón/discernimiento, puedo cambiar del ego al Espíritu Santo y convertir la situación en una oportunidad para entrenar mi proceso de despertar.

La actitud profunda, por lo tanto, es recordar que no hay nada externo que tenga poder sobre nosotros: nada tiene el poder de darnos paz ni de quitarnos la paz. Ninguna cosa del mundo puede hacernos felices (ni siquiera las palabras del jefe) ni infelices (ni siquiera, de nuevo, las palabras del jefe).

Nada externo a ti puede hacerte temer o amar porque no hay nada externo a ti. (T.10.introd.1.1)

Lo reconozcamos o no de manera consciente, toda sensación de bienestar proviene de unificarnos con la Voluntad de Dios. Y en este mundo de dualidad, la Voluntad de Dios se refleja en la forma del perdón.

Todo placer real procede de hacer la Voluntad de Dios. (T.1.VII.1.4)

Déjame perdonar y ser feliz. (L.64.6.4)

Por cierto, ni que decir tiene que aparte de lo comentado, si las palabras de mi jefe me hacen sentir "bien" debido a un egoico enfoque de especialismo, entonces he caído en la red del ego (por ejemplo, si mi jefe me dice que soy excepcional, que soy muy eficiente, y eso lo interpreto como que soy mejor que otros colegas del trabajo y hago depender mi sensación de valía de esa comparación, donde uno triunfa y otro es rebajado, como hace siempre el especialismo). Si hay actitud de especialismo (comparaciones donde alguien es mejor o peor que otro), hay ego. Pero podemos sentirnos bien desde una actitud de mentalidad correcta, por ejemplo interpretando las elogiosas palabras del jefe como un ejemplo del talento que existe potencialmente en todos nosotros, aunque el jefe haya ilustrado la idea tomándome a mí como ejemplo.

Dios, que abarca todo lo que existe, creó seres que lo tienen todo individualmente, pero que quieren compartirlo para así incrementar su gozo. (T.4.VII.5.1)

En cuanto creemos que tenemos alguna capacidad que alguien no tiene, o que alguien tiene alguna capacidad que nosotros no tenemos, podemos estar seguros de que estamos creyéndonos el cuento del ego. Y si nos acordamos de esto, al darnos cuenta, podemos poner remedio a esto, reconociendo que ninguna mente posee nada que no pertenezca a la totalidad. Así volvemos a la actitud del perdón, según la cual todos somos iguales, no diferentes, y nos sentimos bien por nuestra igualdad, y no por los ilusorios y muy temporales especialismos del ego, que nos hacen parecer diferentes a unos de otros.

1 comentario:

  1. Me ha encantado leer este blog tambien amigos.
    Me ha hecho recordar el elogio que me echo un amigo cuando le comentaba que pase la depresion sin medicamentos.Me dijo que para pasar una depresion tan aguda sin medicacion hay que tener una mente muy poserosa.Realmente le dije que no me sentia ni orgulloso ni poderoso pero si sentia admiracion por el poder que tiene la mente en todos nosotros aunque creamos que no es asi.
    Saludos amigos

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