Pregunta: Queda claro, que la humanidad habida y por haber configura, por decirlo de alguna manera, esa extensión de Dios llamada Conciencia, Ser, Cristo, etc. Hace tiempo que me hago estas preguntas: ¿el reino animal, que papel juega?; ¿son los animales, también nuestros hermanos? Considero que ellos no son objetos, poseen mentes separadas y cerebros, con lo cual deduzco que un ser humano podría "reencarnar" también en animal, o viceversa. ¿Estoy equivocado, En algún rincón del Curso se toca este asunto?
Respuesta: Un Curso de Milagros dice, en el Texto:
¡Cuán sagrado es el más diminuto grano de arena, cuando se reconoce que forma parte de la imagen total del Hijo de Dios! (T.28.IV.9.4)
O mejor, veamos esa frase en el párrafo completo, que es muy claro:
Te doy las gracias, Padre, sabiendo que Tú vendrás a salvar cada diminuta brecha que hay entre los fragmentos separados de Tu santo Hijo. Tu santidad, absoluta y perfecta, mora en cada uno de ellos. Y están unidos porque lo que mora en uno solo de ellos, mora en todos ellos. ¡Cuán sagrado es el más diminuto grano de arena, cuando se reconoce que forma parte de la imagen total del Hijo de Dios! Las formas que los diferentes fragmentos parecen adoptar no significan nada, pues el todo reside en cada uno de ellos. Y cada aspecto del Hijo de Dios es exactamente igual a todos los demás. (T.28.IV.9)
Todo lo que en el universo ilusorio es percibido como fragmentos u objetos separados, en realidad son todos lo mismo: reflejos de un mismo y único Hijo de Dios. Esto se aplica a todo. Incluye a los animales, por supuesto, pero también los insectos, las sillas, los ríos, los átomos, las galaxias, los libros, los árboles, etc. Esos reflejos parecen estar "ahí fuera", externos a nosotros porque creemos ser un cuerpo, divididos entre "interior" y "exterior". Pero en realidad son reflejos en nuestra propia mente. Y más allá de los reflejos, cuando hayamos perdonado todos los reflejos y recuperemos el conocimiento puro, experimentaremos que todo está en nosotros como parte de nuestro ser. Esto puede experimentarse también mediante la revelación: entonces no hay reflejos, sino verdad; no hay fragmentos separados, sino Unidad, y en esa Unidad está contenido todo: la esencia, una con nosotros, de aquellos reflejos que percibíamos en la forma como si fuesen objetos separados: desde nuestros padres, amantes, amigos —y "enemigos", aunque en realidad no son tales— de todas nuestras "encarnaciones", mascotas, objetos, libros, aficiones, todo. Todos nuestros seres queridos están incluidos en la Unidad, pero no como reflejos, sino su esencia indisoluble con la nuestra. También están incluidos (pues también forma parte de nuestra plenitud de ser) todos aquellos a quienes detestamos, los hayamos conocido "personalmente" o no; esto incluye a Hitler, personajes históricos de todas las épocas, conocidos o no, pero no como formas, sino como esencia inocente: más allá de los reflejos, solo hay pureza.
Así pues, todos los reflejos forman parte de la imagen (imagen=reflejo) total del Hijo de Dios. Los animales están incluidos. Y las sillas, las mesas, las bombillas, todo. No es necesario preguntar cómo se iluminarán los animales, o cómo podría iluminarse una silla, una mesa o una bombilla (bueno, la bombilla no es tan difícil, ¿no bastaría con hacer click en el interruptor? jeje). Porque eso sería tratar de darle realidad a los reflejos. Son solo reflejos en nuestra mente. No hay nada ahí fuera. No hay nada externo a nuestra propia mente. ¡No hay mundo! Y por eso, el Curso nos pide que simplemente nos ocupemos de nosotros mismos:
La única responsabilidad del obrador de milagros es aceptar la Expiación para sí mismo. (T.2.V.5.1)
Porque cuando hayamos perdonado totalmente, cuando hayamos aceptado completamente la Expiación, ya no hará falta preguntar cómo se iluminarán "los demás", porque al iluminarse uno, todos están ya iluminados, pues no estamos separados. Hay una sola mente, y si esa mente eres tú y despiertas, entonces todo está despierto. Por eso basta con ocuparse de uno mismo. No hay un mundo ahí fuera. No hay nada externo a mi propio ser. Reforcemos estas ideas con algunas citas del Curso en la misma dirección:
No hay nada externo a ti. (T.18.VI.1.1)
Nada externo a ti puede hacerte temer o amar porque no hay nada externo a ti. (T.10.introd.1.1)
Él [Dios] es lo único que te rodea. (T.18.VI.10.6)
No busques fuera de ti mismo. (T.29.VII.1.1)
¡El mundo no existe! (L.132.6.2)
No hay ni un solo instante en el que el cuerpo exista en absoluto. (T.18.VII.3.1)
La Unidad es simplemente la idea de que Dios es. Y en Su Ser, Él abarca todas las cosas. Ninguna mente contiene nada que no sea Él. Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las palabras carecen de sentido. No hay labios que las puedan pronunciar, ni ninguna parte de la mente es lo suficientemente diferente del resto como para poder sentir que ahora es consciente de algo que no sea ella misma. Se ha unido a su Fuente, y al igual que Ella, simplemente es. (L.169.5)
En la realidad todos somos uno (no como muchos unidos juntos, sino realmente uno en singular: no hay pluralidad, no hay individuos, ni juntos ni separados; aunque la Unidad tampoco es algo singular realmente, pues no está sola, en el sentido de que goza de una ilimitada plenitud, la cual es mucho más total y abundante de lo que nuestra imaginación podría concebir, es una Unidad que es mucho más que nuestra imaginada "multitud infinita"... en comparación, una "multitud infinita" parecería algo solitario y pobre comparada con la plenitud de la Unidad). En la ilusión percibimos lo Uno como reflejado en innumerables fragmentos diferentes, pero eso es una ilusión. Y si uno despierta, despierta la mente y todo ha despertado. Animales y sillas incluidas, por así decir. Porque, para empezar, nunca ha habido realmente humanos, ni animales ni sillas. Ni siquiera ha habido sueño. Pero una vez que parece haber un sueño de dualidad, el asunto es que cuando "uno" despierta, "todos" han despertado con él. Pero ese "uno" tienes que ser tú. Porque mientras tú te niegues a reconocer la verdad, parecerá haber conflicto, individuos, tiempo, cambio y pluralidad. Si bien en cuanto te canses de soñar y aceptes despertar, todo estará despierto junto contigo. Y en realidad nunca nada había quedado dormido. Porque Dios no duerme. Y sólo existe Dios.
Dios es.
PD: De lo anterior se deducen varias cosas. Mencionemos explícitamente un par de ellas: "¿Son los animales, también nuestros hermanos?": Sí, porque todo lo que percibo es un reflejo de mí mismo, y por lo tanto es mi hermano. "Considero que ellos no son objetos, poseen mentes separadas y cerebros": No hay un mundo ahí fuera. Ni cerebros o mentes separadas. Son alucinaciones, reflejos. Y aunque es cierto que hablamos de estas cosas, es conveniente recordar que lo hacemos por motivos prácticos pero que en realidad es importante que recordemos que todo eso no es verdad. "¿Podría un humano "reencarnar" también en animal, o viceversa?": De lo ya dicho, se deduce que no nos "reencarnamos" ni siquiera en seres humanos. La reencarnación es ilusoria. Si una creencia te hace sentirte mejor o sientes que te ayuda de algún modo, úsala, pero no la confundas con la verdad. No hay un mundo ahí fuera, con humanos o animales encarnando, ¡menos aún reencarnando! (M.24). Solo hay mente. La reencarnación puede ser utilizada como creencia de apoyo en caso de que la veas útil, pero no es verdad realmente. Por lo tanto, el tema no es si podemos reencarnar en humano o en animal (en un mundo inexistente). El tema es qué prefieres creer: qué sientes que te resulta más útil. Son meras creencias ilusorias y ninguna de ellas es verdad.
Estar separado de Dios es imposible. Dios es Ser, Dios es Existencia. Todo lo que existe, está en Él. Él es Vida. Todo lo que vive, vive en Él. “Él es lo que tu vida es. Donde tú estás, Él está. Hay una sola vida. Ésa es la vida que compartes con Él. Nada puede estar separado de Él y vivir” (2:5-9).
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