jueves, 3 de noviembre de 2016

Sobre la autoestima

(Del foro): 

Pregunta: ¿Son la autoestima, el honor y la dignidad inventos del ego?

Respuesta: Depende del sentido que se les dé a esas palabras. Si son referidas a la individualidad, entonces sí son inventos del ego (y por lo tanto, ahora son neutrales para nosotros, puesto que podemos cambiarles el propósito, como con todas las ilusiones, usándolas para aprender el perdón, en vez de para el especialismo).

Y si esas palabras son referidas a la esencia, entonces pertenecen al ámbito de la mentalidad correcta, lo que significa que a lo que nos referimos entonces es al perdón. La verdadera autoestima proviene del perdón, lo cual deshace la individualidad y revela el verdadero Ser, que se ama a Sí Mismo (Autoestima) porque es Uno y completo. La verdadera dignidad, en este mundo, consiste en perdonar. Y el verdadero honor es igualmente el honor de perdonar, para así reconocer lo único honorable: la Verdad.

Por lo general, en la sociedad esas palabras suelen usarse referidas a individuos y suelen contener bastante potencial de especialismo, pero como decíamos más arriba, podemos unirnos al Espíritu Santo para cambiar el propósito de estos conceptos, utilizándolos como oportunidades para perdonar.

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Y en la práctica, cuando captamos lo esencial, todo resulta ser bastante simple. Por ejemplo, poniendo como ejemplo la autoestima: si logramos recordar el principio básico de elección (prestar atención al propósito: si hay intereses compartidos o intereses separados... unión o rechazo... unicidad o especialismo), entonces nos resultará bastante simple distinguir cuándo estamos en una actitud de especialismo, y cuándo en una de unicidad. Y el ejemplo con el tema de la autoestima podría ser así: si estoy basando mi autoestima en los intereses separados (o tú, o yo), entonces hay especialismo y separación. Por ejemplo, si para sentirme valioso necesito ser mejor que algún otro, o tener un coche más caro o más rápido, o tener un sueldo mayor en el trabajo, o si necesito considerarme más inteligente para poder sentirme valioso y amarme a mí mismo, etc... o todas esas cosas al revés: sentirme víctima porque mi coche es peor o no tengo coche, por ganar menos dinero que mi vecino, etc... Todas esas proyecciones provienen del conflicto básico de la mente egoica entre la mente global dividida y Dios, un conflicto en el que solo uno podía ganar: o Dios o Yo. Y si mi autoestima está basada en los intereses compartidos (reconociendo que todos somos esencialmente iguales, aunque en la forma seamos diferentes... lo cual refleja que no hay separación entre la mente y Dios), entonces no hay una actitud de necesitar ser mejor o peor que nadie, sino un deseo de compartir con todos, reconociendo que en el fondo todos somos igualmente valiosos porque todos podemos tomar la misma decisión de despertar del sueño y reconocer la Unidad que todos compartimos en la Plenitud del Uno.

La autoestima del especialismo, de necesitar ser especialmente mejor o peor que algún otro, es un invento del ego para reforzar la creencia en la individualidad. El propósito de eso es olvidarnos de que somos una mente que puede elegir despertar del sueño de la dualidad, y reforzar la creencia de que somos personas, cuerpos separados los unos de los otros, lo cual necesariamente nos pone en la situación de tener que competir, pues en el mundo físico los recursos son limitados.

Pero observar ese especialismo con discernimiento, sin juzgarlo sino comprendiendo lo que simboliza y el "daño" que nos causa (la aparente pérdida de nuestra paz/plenitud), ese observar tranquilo es perdón: lo cual deshace el especialismo y deshace el ego, devolviéndonos la experiencia de la paz y de la plenitud.

No es necesario ni conveniente inflar a la ilusoria persona de autoestima basada en el especialismo (necesitando que alguien gane y otros pierdan). Más bien, al reconocer que no somos una persona, de manera natural vamos a amar lo que realmente somos todos en unidad, lo cual es completamente digno de ser amado y es completamente compartido, lo cual es infinitamente gozoso. Si nos amamos desde una mentalidad correcta, no sentiremos necesidad de pisar a nadie para sentirnos queridos y valiosos. Y tampoco nos sentiremos víctimas, porque comprenderemos que tampoco nadie puede pisarnos: pisan los cuerpos, pero nosotros somos mentes y utilizamos los cuerpos no para pisar, sino simplemente como micrófonos para compartir susurros de amor: esto es usar el símbolo "cuerpo" como un medio de comunicación.

No somos mejores ni peores que nadie, pues todos compartimos un mismo y pleno INFINITO. ¿Qué mayor "autoestima" podría haber que ésta, que es eterna, ilimitada y compartida con el Todo?

Lo que se limita es del ego ("soy especial: tengo esto y tú no... soy capaz de esto y tú no"... etc). Lo que se comparte es del Espíritu Santo ("en esencia somos iguales, y en cuanto a las diferencias en la forma, procuremos usarlas de tal modo que sean de ayuda para todos"). Intereses separados, o intereses compartidos. Siempre estamos eligiendo entre estas dos opciones. Cuando captamos esto, y estamos atentos para ver cuál propósito de estos dos estamos dando a cada situación, de repente todo se vuelve muy simple. O es una cosa, o la otra. O estamos separándonos mediante el especialismo, o uniéndonos mediante el reconocimiento del valor que todos compartimos por igual. Cultivar la actitud de la unión nos hace sentirnos inmensamente amados, porque entonces reconocemos el Amor real (que transciende completamente la limitada autoestima de una persona separada), el Amor eterno e inmutable, el cual no tiene ningún tipo de forma o límite y se ama infinitamente a Sí Mismo en "todas partes".

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