Un amigo me escribió hace poco (este mismo mes) por mail pidiendo mi opinión. Copio aquí el intercambio por si a alguien le apetece leer y le viniera bien algo de lo comentado. 
Pregunta: 
Buen día estimado Toni, espero estes super bien!!
Últimamente me ha estado rondando por la mente el 
tema la separación que percibimos en esta ilusión, en mi caso en mi 
infancia mi abuela católica cristiana siempre nos hablaba de Dios padre y
 estas cosas que enseñan en el catolicismo y
 el obedecer a Dios y respetarlo etc , etc., esto desencadeno en mí el 
efecto contrario sumado a otras cosas pues desarrollé un tipo de 
trastorno en el que tenía miedo a Dios y mi mente generaba pensamientos 
“malos” contra él y todo lo sagrado ,aun en contra
 de mis sentimientos.(esto era un conflicto horrible). Ya que al saber 
que Dios podía ver mi mente y mis pensamientos me iba a castigar por 
todo lo que involuntariamente pasaba en mi mente. (llámese trastorno 
obsesivo compulsivo). Y aunque parezca cómico aun
 muriendo en el cuerpo físico no ves la solución ya que sientes el temor
 de que estos pensamientos se generen luego de desencarnar y que te 
presentes ante Dios.(cabe mencionar que en esos tiempos tenía miedo 
hasta dormir ya que temía no poder controlar mis
 sueños y que aparecieran cosas malas contra lo sagrado).
En cuento a la no ilusión , la unidad con Dios que 
es todo lo que existe, a una persona que tiene tan arraigada otras 
creencias no le queda tan fácil. Suponiendo que le digas a alguien “eres
 una parte de Dios”, sientes que no estas completo.
 Y si le dices “tú eres todo lo que existe, eres Dios”, indica que más 
allá del cuerpo físico eres Dios sin separación y cuesta imaginarse 
 siendo Dios y que te hablen de  Guías ,ángeles , Jesús y esas cosas 
porque se percibe separación ( y siempre tienes presente
 las escalas a nivel humano: mayor, menor, mejor, peor, etc). Aunque sé 
que se percibe desde el punto de vista mental y esto da cabida al miedo e
 inseguridades.
Pienso según mi experiencia que aquí el detalle 
está en que al sentir separación y tener la convicción que estas a 
merced de alguien (llámese entidad, energía, etc) porque esta sea más 
poderosa que tú, genera un miedo que te separa más
 y te genera muchos dramas.
En tu experiencia ya estamos ante Dios?, es decir 
aún en esta ilusión, crees que cuando la trascendemos descubrimos que 
siempre hemos estado con Dios?, porque creo que uno de mis mayores 
temores siempre han sido que cuando me presente ante
 Dios, es decir un futuro..
Quise hablarte de esto, porque para mí es un tema 
que estaba como guindando, ya que como te mencioné en una ocasión a 
veces siento que avanzo y a veces que vuelvo, pero nunca vuelvo como al 
principio.(quizás me entiendas).jeje
Quisiera tu opinión referente al tema.
Respuesta (borro solamente el nombre en la primera línea, y más abajo añado una nota para añadir los links a los posts mencionados en esa parte del mail): 
¡Hola XXX, todo bien por aquí! Gracias por escribir de nuevo. 
Este tema que comentas podemos tratarlo mejor en dos partes, así vemos mejor sus dos aspectos principales: 
 
1) Ese miedo al final, al reencuentro con Dios: el fin de la ilusión. 
 
2) Lo práctico: qué podemos hacer aquí, mientras todavía nos experimentamos como un ser que vive dentro del sueño. 
 
Vamos con ellos: 
 
1) El miedo a Dios.  
Es
 un miedo común a todos cuando aún no estamos iluminados. Quienes no 
reconocen este miedo conscientemente, lo tienen inconscientemente. Para 
entendernos: incluso los ateos tienen este miedo a Dios, aunque no sean 
conscientes de esto. Puedes cambiar el nombre a esto y llamarlo también 
miedo a la Verdad, miedo a reconocerse a Uno Mismo, etc. Es lo mismo. 
 
En
 tu caso, parte de la educación que tuviste reforzó en ti este miedo a 
Dios, pero eres libre de superarlo soltando tus miedos, por ejemplo 
uniéndote a Jesús o siguiendo algún otro símbolo que te inspire amor y 
confianza sin miedo. Todo depende de ti, pues tú lo elegiste a un nivel 
de la mente profunda inconsciente (tu vida corporal, incluida aquella 
educación, no es más que un símbolo de lo que elegiste a nivel de la 
mente inconsciente: separación). Ahora puedes revertir eso 
conscientemente, por ejemplo mediante los consejos que se te dan en UCDM
 o la vía que te guste. Revertir esta creencia en la separación —y el 
miedo que conlleva— es el propósito del Curso de Milagros, es la 
mentalidad correcta o percepción correcta de la que hablaremos 
brevemente más abajo en el punto 2 (lo práctico que podemos hacer aquí, 
para liberarnos). Es más fácil de lo que parece primera vista porque no 
se trata de revertir algo real, sino simplemente de reconocer la verdad 
que nunca ha cambiado. Reconocer el Amor que nunca nos ha abandonado. 
 
Por
 tanto, el miedo a Dios/Verdad es un miedo común a todos los no 
iluminados. En UCDM, en el capítulo 19 del Texto, donde se habla de los 
cuatro obstáculos a la paz, el último de ellos, que subyace bajo los 
anteriores, es el miedo a Dios: (T.19.IV.D) (Pág. 468-473). Nos 
resistimos a reconocer la verdad debido a este miedo (nos pasa a todos, 
seamos conscientes de ello o no). Para ir deshaciendo este miedo, UCDM 
nos ofrece el sistema de pensamiento del perdón. 
 
Así que 
una parte de nuestra mente está asustada de volver a Dios. Es la parte 
que cree haber atacado a Dios, porque cree que al elegir separarse de 
Él, rompió la Unidad del Cielo, rompió a Dios, al arrancarLe un trozo: 
YO. Como explica Ken Wapnick en sus escritos, esta parte de la mente 
está azorada (atontada, confundida y asustada), porque por un lado cree 
haber matado a Dios (lo cual produce una abismal desesperanza porque se 
siente la enorme carencia y el convencimiento de que ya no es posible 
recuperar la Plenitud porque la hemos matado), y a la vez cree que Dios 
ha sobrevivido al ataque y que ahora busca venganza y si nos encuentra 
nos castigará terriblemente, lo cual nos produce pánico (a nivel de la 
mente profunda) y es el motivo por el que decidimos proyectar el 
universo del espacio/tiempo de las formas, para así olvidarnos de esto y
 "escondernos" en un lugar donde Dios no está. Y en efecto Dios no está 
en lo que no existe (en este mundo dual), pero sí está el reflejo de Su 
Amor, que nos acompañará siempre, y que nos ayuda a despertar en cuanto 
le pedimos ayuda (incluso antes, pero no nos obliga a despertar contra 
nuestra voluntad, pues sabe que tarde o temprano querremos libremente 
dejar atrás estos juegos absurdos). 
 
De modo que tenemos 
miedo a Dios, y para tranquilizarnos, algunos sabios nos explicaron con 
ejemplos metafóricos que Dios es Amor y solamente quiere que estemos 
bien. Y eso es la verdad. 
Algunos de estos ejemplos metafóricos son las parábolas de Jesús, como la del hijo pródigo y la de la oveja perdida. 
La
 parábola del hijo pródigo es una respuesta del Espíritu Santo a una 
parábola del ego que refleja nuestro miedo: la parábola bíblica de la 
creación. Supongo que conoces todas estas parábolas. Brevemente, la de 
la creación es la popular historia de Adán y Eva (o sea, nosotros). 
Según esa parábola del ego, Dios nos expulsó del Paraíso debido a 
nuestro pecado y por eso vivimos en este mundo desdichado. Esta historia
 es un reflejo de nuestro miedo, en la cual proyectamos sobre Dios 
nuestros propios pensamientos: como nuestra mente inconsciente cree que 
se separó de Dios, y eso le produjo una enorme carencia y sufrimiento, 
no quiso asumir esa responsabilidad y proyectó esa decisión sobre Dios: 
"no abandoné el Cielo, sino que Dios me expulsó por mi pecaminosidad". 
Como dice 
Un Curso de Milagros, al negar a Dios, creemos que fue Él Quien nos negó a nosotros: «
¿Cómo podría el Hijo negar al Padre sin creer que el Padre lo ha negado a él?»
 (T.11.IV.2.2) (Pág. 222-223). O sea, que proyectamos sobre Dios lo que 
creemos haber hecho nosotros (separarnos), y en el mundo repetimos el 
mismo error: proyectamos sobre los demás lo que creemos haber hecho 
nosotros mismos (el rechazo, la separación, el ataque), o proyectamos 
sobre los demás los defectos que inconscientemente creemos que están en 
nosotros. 
 
A esa parábola bíblica de la expulsión del 
paraíso, que es una parábola proveniente de la percepción errada del 
ego, Jesús contrapuso la historia del hijo pródigo, que refleja la 
verdad: el hijo eligió separarse de su padre, abandonó la casa familiar 
para experimentar por su cuenta, y cuando se cansó de sufrir tanta 
carencia, se acordó de su padre y pensó que mejor sería volver, y cuando
 volvió fue recibido con los brazos abiertos y una enorme fiesta se hizo
 en el Cielo. Puedes leer esta parábola en la Biblia o mejor aún la 
versión breve que da Jesús en el Curso, aquí: 
     
Escucha
 la parábola del hijo pródigo, y aprende cuál es el tesoro de Dios y el 
tuyo: el hijo de un padre amoroso abandonó su hogar y pensó que había 
derrochado toda su fortuna a cambio de cosas sin valor, si bien no había
 entendido en su momento la falta de valor de las mismas. Le daba 
vergüenza volver a su padre porque pensaba que lo había herido. Mas 
cuando regresó a casa, su padre lo recibió jubilosamente toda vez que el
 hijo en sí era su tesoro. El padre no quería nada más. (T.8.VI.4) (Pág. 165) 
 
Resumiendo:
 que no fuimos expulsados del Paraíso, pues es imposible dejar de ser lo
 que somos: el Ser es inmutable. Lo que pasó es que imaginamos habernos 
ido, pero podemos dejar de creer en esta imaginación cuando queramos, y 
despertar aplicando el pensamiento corrector del perdón. 
La
 parábola bíblica de la oveja perdida es también muy dulce: el pastor 
ama a su rebaño de 100 ovejas, y cuando una de ellas se pierde, se 
apresura a buscarla y cuando por fin la encuentra es grande su alegría. 
Dios solamente quiere nuestra felicidad, y en nuestra felicidad se halla
 la Suya. Ni uno solo de Sus Hijos podría perderse, pues nuestra 
naturaleza es estar a salvo en Él. 
En la pura Realidad, Dios es,
 y nada más es. No hay separación entre Él y Su creación. No hay 
separación entre Él y nosotros. Todo es Uno. Dios no es realmente 
consciente de las ilusiones, porque las ilusiones no existen. Dios no 
sabe nada de este mundo de dualidad que pensamos que es real. A este 
nivel Total, como dije, Dios es, y nada más es. 
Pero
 hasta que despertemos a Eso, mientras vivimos en este mundo usamos los 
símbolos que reflejan la verdad, y practicamos el sistema de pensamiento
 del perdón. Estos símbolos de ayuda son por ejemplo el concepto de 
dividir a Dios en una Trinidad: Padre, Hijo, Espíritu Santo. Así 
atribuimos funciones diferentes temporalmente, como ayuda para que 
despertemos de esta ilusión. El Padre no sabe nada de este mundo 
inexistente (representa la Verdad pura). Pero el Hijo cree vivir aquí, y
 el Espíritu Santo sí percibe todo lo que percibe el Hijo, sin 
restricciones. El Espíritu Santo sí percibe el mundo ilusorio, 
completamente de una, o sea que ve a la vez todo: el presente, el pasado
 y el futuro; sabe lo que sucede en todas las épocas, por eso sabe que 
todos despertaremos, y Él sabe cuándo (por cierto, esa "fecha" ilusoria 
fuimos nosotros quienes la elegimos, pues no estamos separados del 
Espíritu Santo). Cada uno despierta en el momento oportuno, que sea lo 
mejor para todos. A nadie se le obliga a despertar, pero todos vamos 
deseando despertar, poco a poco, cada vez más. 
El 
Espíritu Santo sí lo sabe todo (incluso a nivel de las ilusiones), sí 
sabe todo lo que pensamos y todo lo que nos preocupa, pero no nos juzga.
 Su único juicio sobre nosotros es que somos el Hijo perfecto de Dios, y
 Él sabe que somos perfectos y completamente amados, y que todos somos 
uno, pero también sabe que nosotros no nos vemos así porque nos estamos 
juzgando a nosotros mismos, y Él sabe cómo ayudarnos a despertar de esta
 creencia a la que hemos querido jugar. Cuando deseamos despertar, 
estamos recordando al Espíritu Santo dentro de nosotros, que inspira en 
nosotros la llamada a despertar, el recuerdo de la verdad. 
Para
 el Espíritu Santo, nuestros pensamientos ilusorios son simplemente 
jueguecillos imaginarios sin importancia. Él ve nuestros pensamientos 
reales que compartimos con Él (pensamientos de amor y unidad), y también
 ve nuestros pensamientos ilusorios, y los ve únicamente para así 
podernos ayudar sabiendo lo que nos asusta y sabiendo dar una ayuda que 
sea conveniente tanto desde nuestro punto de vista (que nuestras 
necesidades sean solucionadas) como desde el punto de vista elevado (en 
el que lo más importante es ayudarnos de la manera más dulce a 
despertar). 
Otros símbolos de ayuda son 
Jesús, Buda, Krishna, o muchos otros, cada cual puede usar el que le 
funcione, el que sienta inspirador o que le transmite tranquilidad. UCDM
 es simplemente otro símbolo más que podemos usar como ayuda. Los libros
 son ilusorios, pero UCDM es un reflejo de la verdad, y sin idealizarlo,
 podemos usarlo en la medida en que nos resuene. UCDM es simplemente un 
reflejo (entre muchos otros) de tu propia sabiduría interior, un reflejo
 de la unidad del amor. 
La Ayuda de la que disponemos
 es perfecta, porque el Espíritu Santo o Maestro interior lo sabe todo y
 está constantemente velando por nosotros y ayudándonos. Él sabe la 
Verdad del Cielo (y si nos abrimos de corazón, puede incluso 
revelárnosla), y también es consciente de cómo percibimos nosotros el 
mundo, es consciente de nuestros miedos y preocupaciones, es consciente 
de nuestros problemas, sabe que no son problemas pero que nosotros los 
vemos como problemas, y Él sabe cómo ayudarnos para que superemos el 
miedo y despertemos a la felicidad. Incluso en lo ilusorio, nada sucede 
por casualidad, y cada evento contiene la oportunidad de acordarnos del 
Espíritu Santo para pedirle que nos ayude a percibir esa situación desde
 Su punto de vista amoroso que ayuda a despertar (percibir con los ojos 
del perdón). Nunca estamos solos y nada es casual. Siempre estamos 
siendo ayudados. Siempre estamos acompañados por la Providencia.  
Somos guiados suave y dulcemente. Y cuando nos cerramos a Su ayuda, podemos elegir volver a abrirnos cuando lo queramos. 
Desde la perspectiva del Cielo, todos somos felices en Unidad y el sueño de la dualidad jamás ha sucedido
 (esto responde a una de tus preguntas en el mail). Eso lo 
experimentaremos cuando despertemos, pero mientras tanto lo que nos 
interesa es la perspectiva del Espíritu Santo, y Él sabe que todos 
despertaremos, porque Él ve (todo el tiempo sucede a la vez) que ya 
hemos despertado. En último término el tiempo es ilusorio, pero mientras
 percibimos que vivimos en el tiempo, lo usamos para amar y perdonar: o 
sea, que lo usamos para despertar. Mientras parezca haber tiempo, usamos
 el tiempo para deshacer el tiempo jejeje. 
Y mientras
 este proceso transcurre, siempre estamos completamente a salvo y 
perfectamente cuidados. Podemos negarnos a reconocer que estamos a 
salvo, pero cuando aceptamos la verdad nos sentimos más tranquilos y 
podemos elegir aceptar la verdad ahora. 
Dios está con nosotros y Su Amor nunca falta. 
2) Lo práctico: qué podemos hacer aquí, mientras todavía nos experimentamos como un ser que vive dentro del sueño. 
Bueno,
 esto puede explicarse largamente, UCDM es para esto y son más de 1000 
páginas jejeje. También puedes sondear todo lo que encuentres de Gary 
Renard y de Ken Wapnick, son buenísimos explicando. Como complemento si 
quieres, puedes leer también unos posts que precisamente estos días 
estoy posteando en mi blog de 
Sois Dioses: la trilogía de "
Búsqueda externa"
 y también los posts que tengo ya preparados para los próximos días, 
culminando el próximo martes  16 de diciembre con un post donde copio un
 capítulo (el capítulo 6) del libro 
«Cuando 2+2=5», de Ken
 Wapnick, que explica brillantemente cierto asunto interesante, 
acompañando la explicación con algunos ejemplos muy buenos. El primer 
post de la trilogía "Búsqueda externa" lo tienes aquí: 
http://jugandoalegremente.blogspot.com/2014/12/busqueda-externa-i-la-belleza-esta-en.html
 La parte 2 ya está posteada también (en el panel lateral puedes ver 
todos los posts que voy posteando de este mes); y cuando leas este mail 
tal vez ya esté posteada la parte 3, pues está programada para 
publicarse automáticamente dentro de unas horas, a las 7 de la mañana 
hora española. Los otros 3 posts saldrán los 3 días siguientes. El 
último es el de Ken Wapnick; los otros son todos relacionados pero 
explicado con mis propias palabras.
Nota añadida para el blog: como hoy, al contrario que el día en que escribí este mail, ya he posteado esos posts a los que hacía referencia ahí, incluyo aquí todos los links de esos posts relacionados: 1) «Búsqueda externa (1)». 2) «Búsqueda externa (2)». 3) «Búsqueda externa (3)». 4) «¿Soy valioso?» 5) «No hay barreras: justo ahora ya lo eres todo». 6) «Cuando 2+2=5». Fin de la nota; seguimos con la copia del mail.  
Bien, el asunto 
práctico es despertar. Cuando despertemos, nuestra experiencia será que 
nunca hubo sueño, pero mientras aún dormimos, lo útil es despertar 
(aunque el despertar sea una apariencia, pero es la última de las 
apariencias, tras la cual finaliza la creencia en la dualidad). Para 
despertar, cada tradición habla de sus conceptos. En el advaita se habla
 del discernimiento y desapego, o de autoindagación. En UCDM se habla 
del perdón (que tiene mucho en común con los anteriores, aunque con 
algunos matices diferentes). 
Preguntas por mi experiencia. Yo no
 estoy iluminado (usando el concepto de "iluminación" del modo más 
tradicional). Por supuesto que sé que el Ser que todos somos siempre 
está iluminado y nunca se ha dormido (por lo tanto también sé que no 
estoy "no-iluminado", pues lo que no está iluminado es el cuerpo o la 
mente limitada, y sé que no soy ni el cuerpo ni la mente limitada). Pero
 mi experiencia es aún vivir en un cuerpo; y aunque disfruto de bastante
 paz debido a mi confianza en la verdad, a veces se cuelan miedos por 
aquí y allá, preocupaciones por el futuro, molestias o dolores, etc. 
Generalmente estoy muy bien, pero cuando no es así, aprovecho para 
perdonar. Y aquí vamos al tema: ¿Qué podemos hacer en este mundo para 
salir de nuestros problemas, para escapar de nuestro sufrimiento? 
Simplemente perdonar. 
Reconocer la Verdad pura no nos
 resulta fácil aquí en lo ilusorio; si nos fuese así de fácil, no 
percibiríamos estar aquí en un mundo limitado. Pero lo que sí acaba 
siendo fácil cuando lo practicamos mucho, es aprender a despertar: el 
perdón. No captamos la verdad pura porque aún no estamos iluminados, 
pero sí vemos los símbolos que podemos perdonar, sin prisas, uno por 
uno. Esto es suficiente. Simplemente tenemos que mantenernos perdonando hasta que la iluminación suceda
 (en el Curso se usa más la palabra "resurrección", pero en UCDM la 
iluminación y la resurrección son lo mismo, equivalentes a despertar). 
En
 el Curso puedes leer que "no hay que hacer nada" (por ejemplo la 
sección T.18.VII). En otra parte dice que no hay que hacer nada, excepto
 no interferir (T.16.I.3.12). Así pues, no se trata de hacer cosas sobre
 el mundo para salvarnos. De lo que se trata es simplemente de perdonar 
(discernir y desapegarse, volviendo así al reconocimiento del ser), y 
esto no requiere que cambiemos nada en el mundo, así que en el mundo 
podemos seguir haciendo lo que nos vaya bien, según nuestras 
preferencias, pero sin darle importancia ni creer que eso es real, pues 
no lo es (leer por ejemplo el capítulo 6 del libro «Cuando 2+2=5», que como te dije más arriba planeo copiarlo al blog el próximo martes). 
Un
 ejemplo típico: si miras en el espejo y te ves la cara manchada, no 
limpias la cara del espejo, sino tu propia cara a este lado del espejo. 
Limpiar la cara del espejo no limpiaría la mancha, y eso es lo mismo que
 querer arreglar nuestros problemas cambiando el mundo (el mundo es un 
espejo que nos refleja nuestras creencias interiores). Limpiar la propia
 cara (no la del espejo) es lo mismo que perdonar: es mirar dentro de 
uno mismo y cambiar nuestra mentalidad. Esto es lo que nos hace 
despertar. Lo hacemos poquito a poco. Elegimos sentirnos en paz, independientemente de la apariencia que aparezca reflejada en el espejo llamado "mundo". 
Cuando
 un acontecimiento nos molesta, debemos darnos cuenta de nuestra 
reacción mental. Si sucede algo y sentimos miedo, debemos darnos cuenta 
de que ese acontecimiento no es la causa de nuestra falta de paz. Al 
revés: nos está señalando (simbólicamente) para que miremos en nuestro 
interior, en nuestra propia mente, y cambiemos nuestra creencia en la 
separación. Son nuestras creencias las que nos roban la paz, no los 
acontecimientos externos. La lección 5 del Libro de ejercicios se titula
 "Nunca estoy disgustado (o asustado, enfadado, preocupado, etc) por la razón que creo".
 No son los acontecimientos los que causan nuestro estado mental de 
miedo, sino nuestra decisión de creer que nos hemos separado de Dios. Y 
esto se corrige al perdonar y elegir reconocer la paz, suceda lo que 
parezca suceder. 
El miedo a Dios, del que hablábamos 
arriba en el apartado 1 de este mail, es un miedo tan enorme que no 
podemos tratarlo directamente todo a la vez. Así que lo práctico es ir 
tranquilamente, paso a paso, perdonando uno a uno los símbolos de ese 
miedo, pues los símbolos sí los vemos en nuestra vida cotidiana y son de
 una intensidad manejable (si elegimos no darles el poder de perturbar 
nuestra paz). Cada vez que algo nos perturba (pérdida de paz, o una 
enfermedad, accidentes, las noticias de la televisión, lo que un amigo 
nos dice, las interacciones con el jefe, o se estropea algún 
electrodoméstico, falla el PC, o cualquier cosa parece ir mal, a 
nosotros o a alguien) debemos perdonar, dándonos cuenta de que si eso 
nos hace sentir mal o sin paz, es porque le hemos dado al ilusorio mundo
 externo el poder de molestarnos. Somos nosotros quienes elegimos cómo 
reaccionar. Al creer en la separación, esos símbolos nos producen 
inquietud. Pero conforme los vamos perdonando confiando en el Espíritu 
Santo, cada vez nos resulta más fácil permanecer en paz, 
independientemente de la forma que tomen los "acontecimientos externos".
 Uno puede llegar a sentirse en paz incluso en mitad de la guerra, o 
incluso aunque el cuerpo parezca enfermo. Por ejemplo Ken Wapnick murió 
de cáncer, y dicen que tenía una gran paz en sus últimos días, nunca le 
preocupó esa aparente enfermedad, pues no se identificaba con el cuerpo.
 Así que en esos últimos días estuvo tan tranquilo, con la misma paz y 
la misma felicidad y sentido del humor que durante cualquiera de los 
años anteriores, sin importar que en la apariencia ahora parecía tener 
su cuerpo esa "grave" enfermedad (como dice el Curso, no hay realmente 
grados o jerarquía en las ilusiones, por lo que una enfermedad como esa 
puede perdonarse exactamente igual que un resfriado o que a uno le caiga
 en el abrigo una cagada de pájaro). A la hora de perdonar, todo es lo 
mismo. Todo se vuelve igual de fácil si lo elegimos así. A veces nos 
resistimos a elegirlo así, pero también podemos perdonarnos por eso. En 
el fondo, todo perdón es autoperdón: me perdono a mí mismo por lo que 
percibo "en mí" o "fuera de mí". Seamos dulces con nosotros mismos (y 
con los demás, que nos devuelven el reflejo de nosotros mismos). 
De
 manera, que aunque no soy completamente consciente del miedo a Dios que
 todos tenemos en la profundidad de la mente, sí puedo ver los símbolos 
que representan eso, por ejemplo cuando me duele algo, o cuando se 
estropea alguna cosa que creo que necesito, etc. Al perdonar, recuerdo 
que estos símbolos no tienen poder para quitarme la paz, y que puedo 
elegir mantenerme en paz a pesar de todo, sabiendo que son símbolos 
temporales y que en la realidad mi Ser está a salvo en Dios. Perdonar 
nos permite recuperar la paz, la cual es constante: siempre está 
disponible. Así que perdono cada incidente, cada símbolo, hasta que 
estar en paz se convierte en lo habitual. Esta práctica, finalmente, 
culminará en el despertar. El Espíritu Santo sabe que eso ya ha 
sucedido. 
Nada nos separa de Dios. Nada nos separa de
 nuestro propio Ser. Dios nos sonríe y nos espera con Sus Brazos 
abiertos. El hijo pródigo es libre de volver a casa. Si realmente quiere
 volver a casa ya, usará el perdón, pues el perdón es el medio para 
volver a casa. Y nada puede evitar que perdonemos, si así lo elegimos. 
Por lo tanto, somos libres. 
El despertar es 
completamente inevitable. El tiempo parece separarnos de este momento de
 despertar, pero el tiempo es ilusorio. Eso sí, mientras nos percibimos 
viviendo en el tiempo, tendremos paciencia porque sabemos que nada puede
 impedir nuestro despertar (de hecho ya ha sucedido, pero aún nos 
negamos a verlo, por miedo). Si queremos reconocer esta verdad, entonces
 elegiremos perdonar. Pues perdonar es la manera de volver dulcemente a 
casa, poquito a poco, sin sustos. 
No necesitamos ver 
de golpe (entero) todo el iceberg de la culpa y el miedo. Solo somos 
conscientes del trocito que sobresale del iceberg. Eso de lo que somos 
conscientes son los símbolos que vemos en el mundo, y la perdida de paz 
que sentimos en nuestro interior. Podemos corregir eso de lo que somos 
conscientes, aceptando la ayuda del Espíritu Santo (o de Jesús, etc) y 
confiando en Él. Perdonaremos un símbolo, y surgirá otro, y otro más, y 
otro y otro... Hasta que un día, habremos completado todas nuestras 
lecciones de perdón y nuestra experiencia será que estamos en casa: 
todavía percibiremos el cuerpo y el mundo, pero ya nada nos perturbará, 
porque ya nada podrá afectar a nuestra paz. Esa paz completa y constante
 es el sueño feliz (o mundo real), que en otras tradiciones se llama 
iluminación. Ese sueño feliz es totalmente dulce, y es el cómodo y 
amoroso puente que nos conduce a casa. Finalmente, algún día el 
iluminado sabe que ha completado su papel en el teatro del mundo, y deja
 el cuerpo suavemente a un lado, volviendo completamente a Dios, a la 
Unidad del Cielo, al puro Ser. Es entonces cuando, completamente, se 
vive eternamente que Dios ES, y nada más es. Y ese SER, es lo más
 maravilloso, infinitamente satisfactorio, totalmente pleno, tan 
perfecto que no se puede hablar con palabras de Eso. Solamente se puede 
vivirlo. Y para vivirlo, tenemos primero que despertar. Por lo tanto, 
primero tenemos que perdonar. 
Estamos todos salvados y
 en paz en el Abrazo de Dios. Si aún no lo sabemos es porque hemos 
elegido jugar a dormirnos, pero el despertar es inevitable y podemos 
elegirlo ahora. Elegimos despertar cada vez que perdonamos. Podemos 
empezar a perdonar justo ahora, en este mismo momento. ¿Estoy en paz 
ahora mismo? Si estoy en paz, entonces es momento de celebrar y 
agradecer. Si no lo estoy, entonces es momento de perdonar. En cualquier
 caso, soy libre de elegir así el despertar. 
¡Un abrazo!
Toni
(Fin del intercambio) 
Saludos