viernes, 18 de septiembre de 2015

Gloria Wapnick: una inspiración y un referente

Entrevista hecha por Susan Dugan a Gloria Wapnick. Gloria es la esposa del actualmente fallecido Ken Wapnick. Esta entrevista se realizó aproximadamente en marzo de 2013. Publicada en inglés un mes más tarde debido a ciertos problemas técnicos (falló la grabación de la entrevista y hubo que reconstruirla como mejor se pudo).

El título de la entrevista hace alusión a la manera en que Ken llamaba a su esposa Gloria: «La inspiración y el referente de la Fundación», refiriéndose a la Fundación para Un Curso de Milagros (FACIM), que co-fundaron ambos juntos, Gloria y Ken. 

Gloria Wapnick: una inspiración y un referente

Por: Susan Dugan

((Nota de Toni: el formato de esta entrevista es a través de la narración de Susan Dugan, acompañada de los comentarios de Gloria, añadidos entre comillas angulares y coloreados en azul: «como en este ejemplo»)) 

Habiendo crecido en el Bronx en los años 1940s y 50s en una familia italiana católica, Gloria Wapnick siempre se sintió próxima a María y le rezaba con frecuencia para que la ayudara a reconciliar sus ambivalentes sentimientos con respecto a un Dios que hubiera sacrificado a su Hijo a morir en la cruz. «Era aterrador ir a la iglesia y ver un crucifijo todo el tiempo, y hacer las Estaciones de la Cruz ((es lo mismo que el Vía Crucis —o Viacrucis— y que la Vía Dolorosa)) era terrible. Yo no entendía cómo Dios podía hacer esto. Recuerdo que pensaba: ¿Qué hizo Jesús para merecer eso, cuando yo soy tan mala y pecadora?».

Al igual que muchas chicas católicas, ella soñaba a menudo con ser una monja —«una encerrada, una monja de clausura, lejos del mundo»— pero no podía seguir royendo dudas sobre sí misma. «Siempre estaba haciendo preguntas que les desagradaban a las hermanas y a los sacerdotes», dice. «Preguntaba cosa como que por qué ellos no animaban a nadie a leer la Biblia por sí mismos, y que cómo sabían que eso era la palabra de Dios. Y luego, más tarde, me surgieron preguntas sobre cosas como la transubstanciación. Nada de eso tenía sentido. Sin embargo, aprendí muy rápidamente que se suponía que no debía de preguntar».

El verano después de octavo grado, Gloria viajó a Italia con su madre y su hermana menor para visitar familiares. Una vez allí, su madre sufrió un ataque al corazón y se vieron obligadas a quedarse allí mientras ella se recuperaba. «Hablé con muchas personas —amigos y familia— sobre la Segunda Guerra Mundial, lo cual es lo que desencadenó mi posterior salida de la iglesia. Ellos me contaron historias de las fuerzas de liberación y de los bombardeos de los aliados, y de las atrocidades cometidas por las tropas coloniales que fueron enviadas por Inglaterra, Francia y otros. Me quedé muy traumatizada al saber todo eso. Pensaba: si esto es lo mejor que Dios puede hacer, no quiero formar parte de esto».

Al volver a los Estados Unidos, buscó el consejo de un sacerdote sobre su experiencia. «Él simplemente no lo entendía. Estábamos en la casa parroquial y él empezó a decir que yo debía mirar por la ventana y ver esa brizna de hierba en el césped, el esplendor de la creación de Dios, y todo eso. Y yo solo pensaba: "eso no me ayuda con lo que estoy sintiendo". Así que a la edad de catorce años tomé la decisión de dejar la iglesia y nunca regresé, aunque nunca dejé mi conexión con María. A lo largo de toda la escuela secundaria estuve buscando algún tipo de espiritualidad que tuviera sentido, pero ninguna de ellas lo tenía realmente».

Activa en el movimiento por la paz, Gloria asistió al Hunter College ((una universidad de Nueva York)), donde se especializó en asuntos internacionales y se convirtió en vicepresidenta del club de relaciones internacionales de estudiantes, encargada de encontrar oradores sobre diversos temas de interés. Una invitación —a que diera una charla— al hijo de Raúl Roa, el embajador de Cuba ante la ONU, provocó que casi la expulsaran de la universidad. «Hubo esta increíble reacción por parte de los administradores de la universidad. Fue muy extraño porque él era un simple estudiante en aquel tiempo —creo que él podría haber ido a Harvard—, pero el tema fue tratado como si fuera algún tipo de incidente internacional».

Gloria conoció a su primer marido —un estudiante iraní que estudiaba en otra institución— por medio de un amigo en la ONU, y arregló las cosas para que él hablara para el club en un lugar fuera del campus universitario. «Yo no quería correr el riesgo de tener un nuevo incidente. Hubo auténticos problemas en aquellos días. Por ejemplo, el presidente de nuestro club de relaciones internacionales fue a Cuba y, cuando regresó, el FBI lo llevó aparte y lo retuvieron en un cuarto del aeropuerto JFK, donde le confiscaron todas sus películas ((sus "vídeos", aunque creo que en aquel entonces aún no había vídeos, pero en fin: sus filmaciones sobre la vida en Cuba)), sus notas y sus cintas ((grabaciones en audio, en el formato de aquella época)). Le advirtieron que si alguna vez hablaba de su viaje a Cuba nunca conseguiría trabajo. Él estaba muy agitado, y nunca volvió a hablar de eso».

Durante su último año de universidad, Gloria se casó con su marido iraní. «Yo había planeado entrar en el Foreign Service ((debe ser el equivalente en USA a Ciencias Políticas; o Ciencias Diplomáticas; en definitiva, asuntos externos, de relaciones internacionales)) pero en aquel momento no admitían a las mujeres casadas, así que eso lo cambiaba todo». Dio a luz a su hijo mayor en abril de 1962, y se mudó a Irán con su marido y su hijo en 1963. Su hijo menor nació allí el año siguiente. Casarse con un iraní la convirtió automáticamente en ciudadana iraní, lo cual más adelante complicó su regreso a los Estados Unidos. Ella consiguió un trabajo, enseñando inglés a los estudiantes iraníes en el Iran-American Institute, y más tarde enseñó estudios sociales en el American School in Iran, donde una vez más provocó sin querer un gran revuelo.

«Estaba enseñando sobre los diferentes tipos de gobiernos parlamentarios, tratando de ofrecer a los estudiantes un panorama comparativo, e incluí una descripción del gobierno de Irán. Estos chicos eran hijos de diplomáticos, militares, y familias estadounidenses de apoyo, y estaban realmente interesados. Yo no sabía que tenía en mi clase al hijo de todo un comandante estadounidense. Regresó a su casa y le dijo a papi lo que fuera que le dijera. Los administradores eliminaron mis clases y me dijeron que si algo me ocurriera, no vendrían en mi ayuda. Tuve que asumir otras funciones durante dos meses, hasta que los administradores me dieron una clase de nuevo y me amenazaron para que nunca más volviera a hablar de Irán».

A pesar de que ella se llevaba bien con sus suegros iraníes, con el paso del tiempo su matrimonio comenzó a deteriorarse. «Él era un revolucionario y, aunque éramos muy compatibles en nuestra postura política, empezamos a tener problemas personales. Yo quería salir del matrimonio pero como tenía pasaporte iraní y había venido como ciudadana iraní, necesitaba su permiso para marcharme».

Su marido no estaba dispuesto a dar su conformidad. «Me dijo que si quería visitar a mis padres, él les enviaría billetes para que ellos vinieran a Irán, o que yo podría ir para una visita llevando conmigo a uno de mis hijos. Pero yo no iba a dejar en Irán a uno de mis hijos. Fui a la embajada de Estados Unidos y allí había alguien en el ala política que tenía un amigo en Pan Am ((Era una gran aerolínea estadounidense)), el cual reservó mis pasajes y se aseguró de que mi nombre no apareciera con el de mis dos hijos. La cosa se venía abajo hasta el último minuto. Yo tenía un amigo a quien di clases en la American School, quien me ayudó a escapar en ese día. Yo tenía miedo por todas las cuestiones políticas en torno a mi enseñanza. En ese momento las personas simplemente desaparecieron y nunca vuelves a saber de ellos».

Gloria y sus hijos regresaron sin incidentes al Bronx y allí ella comenzó de nuevo como una madre soltera, teniendo mucho apoyo por parte de su familia. «Mamá y papá se encargaban de los niños cuando me iba a trabajar. Aunque yo había estado enseñando durante muchos años, no tenía credenciales para enseñar en la escuela pública, así que enseñé durante un año en una escuela católica, y déjame decirte que eso fue divertido». Se ríe. «Les dije a las monjas: "Mira, aceptaré dar vuestra clase de historia si vosotras aceptáis mi religión". Volví a la escuela nocturna y enseñaba la secundaria y luego la secundaria-preparatoria ((esta clasificación es difícil de traducir porque no corresponde con las de otros países, pero más o menos enseñó a alumnos de 7-9 años y luego a los de 10-12 años)) —con el tiempo llegué a ser decana de admisiones, mientras seguía enseñando las dos clases en las escuelas públicas de Nueva York».

En 1977, una colega del departamento de estudios sociales de la secundaria estaba entusiasmada con una psíquica a la que ella había consultado, y animó a Gloria a que pidiera cita. «Yo estaba haciendo cursos nocturnos y no disponía de mucho tiempo. Pero ella insistió en eso y finalmente fui. Resultó ser Pat Rodegast, cuyo espíritu guía se llamaba Emmanuel. El espíritu guía me dijo que yo tenía que ir al Wainwright House, un centro de enseñanzas de la Nueva Era, en Rye, Nueva York, donde encontraría lo que había estado buscando toda mi vida. Eso me llamó la atención, aunque me parecía muy desafiante. Es decir, yo pensaba: "¿Cómo sabe lo que estoy buscando?"».

No obstante eso despertó su curiosidad y Gloria se inscribió un fin de semana a un ciclo de conferencias sobre Un curso de milagros, presentadas por un estudiante desde los comienzos del Curso, Bruce Gregory. «Estaba muy intrigada. Lo único que sabía es que tenía que tener como fuera estos tres libros (en aquel entonces el Curso se difundía separado en 3 partes), pero no tenía suficiente dinero a mano y no llevaba mi talonario de cheques conmigo. Pensé en darle a Bruce mi licencia como garantía de que volvería al día siguiente con el dinero, pero él confió en mí y me marché con los libros».

De vuelta en casa, se quedó despierta leyendo toda la noche. «Sentía que Jesús me estaba hablando directamente. Podía sentir la fuerza de esa presencia y simplemente me deslumbró. Me resonó de manera inmediata, completamente, con el Texto y la idea de que Dios no creó este mundo. Fue un momento de eureka para mí ((un momento muy revelador)), y pienso que fue el comienzo de la sanación de mi relación con Dios. Volví a asistir durante el resto del fin de semana, y con el tiempo leí los tres libros enteros, y pensé que debía iniciar un grupo porque este mensaje debería estar al alcance de todos».

Gloria entendió inmediatamente la metafísica no-dualista del Curso. «Creo que fui un antiguo gnóstico», dice ((en el contexto de alguna vida anterior, supongo)). «La psicología no me apasionaba tanto, y yo sentía muchas más resistencias con el Libro de ejercicios. Me venían todo tipo de excusas para justificar que no pudiera hacer lo que las lecciones decían durante mis clases diarias. Finalmente, alrededor de 6 meses después, simplemente me dije: "Gloria, deja de engañarte a ti misma"».

Ella formó un grupo de estudios fuera de su casa. «Era un grupo muy heterogéneo. Una de las cosas que sucedían era que las personas siempre trataban de traer el camino espiritual del que ellos venían y trataban de hacer huevos revueltos con el Curso ((mezclando ideas del Curso con ideas de sus caminos espirituales previos)). Eso hacía que yo me subiera por las paredes ((ponía a prueba su paciencia)). La gente venía de todo tipo de caminos religiosos. En retrospectiva, pienso que el Curso resultaba muy amenazador para los católicos. Para mí era muy liberador, pero ellos se atormentaban con tonterías. Discutíamos sobre el significado de una frase o de un párrafo y todos tenían una opinión. Los católicos se mostraban especialmente desafiantes con el tema de la transubstanciación. Ellos tomaban ciertas líneas y pasajes y decían que ahí se apoyaba la transubstanciación, y yo no podía verlo debido a mi vida».

Su frustración con respecto a estos argumentos recurrentes la llevó a asistir a una conferencia en el hotel Barbizon Plaza para oír hablar a Ken Wapnick en junio de 1977. «Cuando él subió allí vi alrededor de él un aura blanco-dorada, y eso realmente me produjo inquietud. Yo nunca había visto auras antes. Fue impactante. Más tarde intenté encontrarle para preguntarle si podía ayudarme a clarificar lo que decir a mi grupo sobre la transubstanciación, pero él había desaparecido».

Un año más tarde, Gloria asistió una vez más a una de las charlas de Ken celebrada en el Barbizon Plaza, y más tarde se le acercó con sus preguntas. «Estábamos rodeados de gente y él dijo: "Eso requiere una larga explicación. Llámame, estoy en la guía telefónica". Pero no llamé. Trabajo con un principio dentro de mí en el que intuyo una luz verde o roja, y esa vez no me venía ninguna luz verde ni roja, así que no hice nada». Posteriormente, en una conferencia sobre religión, salud mental y espiritualidad, celebrada en el condado de Westchester en la que Ken hablaba, Gloria se le acercó de nuevo. «Otra vez había un enjambre de personas rodeándonos y él me dijo que le llamara. Pero yo todavía no captaba una luz verde, así que no le llamé». 

Finalmente, Gloria asistió a una conferencia de un fin de semana para facilitadores de Un curso de milagros en la que estaba programado que Ken hablara en la mañana del domingo. «Él entró y dijo: "Oh, ahí está mi amiga católica". En ese momento yo quería golpearle en la cabeza», recuerda entre risas. «A la hora de comer me pegué a él como una lapa y le dije: "Necesito la respuesta a estas preguntas". Caminamos por el césped hasta el salón comedor. Me senté a su lado y tuvimos una larga conversación sobre todos los temas que me estaban incordiando en el grupo. Y luego le hablé de mi miedo a las alturas y a las serpientes, y él me dijo que eso no era el verdadero problema. Dijo: "El problema es que estás huyendo de Jesús". Eso fue como si un grifo se abriera dentro de mí. Empecé a llorar y llorar, y seguí llorando durante todo el camino de regreso a casa; mi amiga estuvo a punto de echarme del coche. Algo se había desatado. Hasta el día de hoy, realmente no puedo explicar por qué estuve llorando».

Gloria invitó a Ken a asistir a su grupo. «Él habló sobre la transubstanciación y sobre todo lo que ellos habían estado debatiendo. Se podía oír caer un alfiler. Fue increíble. Nadie discutió con él». Ken acudió a unas cuantas clases más, y Gloria y Ken empezaron a salir. Se casaron el 5 de septiembre de 1981. Ken adoptó a los hijos de Gloria, ahora en su adolescencia, y empezaron a ver pacientes en el garaje (de una sola plaza de coche) que habían transformado para la ocasión, el garaje de su casa en Ardsley, Nueva York, donde Gloria y Ken celebraban también sus clases de UCDM.

Ese otoño, a Gloria se le ocurrió la idea de iniciar una fundación. «Es algo que salió de la nada —las cosas me suceden a mí de esa manera. Yo sabía que él necesitaba algún tipo de vehículo para escribir y enseñar, y el garaje simplemente se estaba volviendo demasiado estrecho. Esto era antes de los ordenadores y estábamos tratando de sacar su primer libro, el Glosario-Índice para Un Curso de Milagros. Yo no sabía nada sobre el mundo editorial, era algo bastante desafiante. Fue entonces cuando tuve la idea de iniciar una fundación sin fines de lucro y le conté la idea a Kenneth. Al principio él no quería hacerlo, pero después de unos días dijo: OK».

Poco después de eso, Ken y Gloria conocieron a un empresario de California y estudiante del Curso, Bob Draper, y a su esposa, Kathy. «Ellos vinieron de visita y en el mismo instante en que vi a Bob por primera vez, sentí que le conocía. Más tarde supe que él había sido hermano mío en una vida pasada. Con el tiempo me armé de valor y se lo dije, y de hecho él resonaba también con eso. Bob nos dijo que empezáramos a buscar una propiedad para la fundación y que él nos ayudaría con el dinero, porque nosotros no teníamos nada de dinero».

Su búsqueda les llevó a adquirir una propiedad en Crompond, Nueva York, que incluía espacio habitable, dos enormes salas para la celebración de las clases y un completo sótano para oficinas. «Kenneth comenzó a dar clases sobre temas particulares, como las relaciones especiales. Tratábamos de acomodar a las personas que se inscribían, pero había un único hotel abajo en Peeksill, y solo otro más en una carretera en dirección a Crompond, así que los alojamientos para las noches eran limitados. Y teníamos muy poco sitio para aparcar los coches. Así que, muy rápidamente, ya estábamos superando el espacio que teníamos. Bob Draper dijo que nos ayudaría otra vez con la financiación y empezamos a buscar otra propiedad».

To be continued... ((Continuará)) 

Fuente: http://www.foraysinforgiveness.com/gloria-wapnick-an-inspiration-and-guiding-light 

Nota de Toni: Esto es lo que hay. Fue posteado en abril de 2013 en la web de Susan, pero que yo sepa, de momento no ha habido continuación de esa entrevista. Tal vez han tenido mucho ajetreo, con la muerte de Ken a finales de 2013 y luego todo lo que están teniendo que organizar para mantener la Fundación y que no pierda fuelle tras la muerte de Ken. Pero si en un futuro me entero de que Susan postea una continuación, o alguna otra entrevista a Gloria, veré la posibilidad de traducirla. 

Por otro lado, en los comentarios de esta entrevista en inglés (el link es ese que acabo de poner un par de párrafos atrás), hay un comentario de una de las personas mencionadas en la entrevista, de Bruce Gregory. Comentó el 31 de diciembre de 2013, apenas unos días después del fallecimiento de Ken. Traduzco ese comentario para despedir este post: 

31 diciembre 2013
Bruce Gregory: Querida Susan, gracias por tu maravillosa historia de la vida de Gloria Wapnick. Ella ha bromeado conmigo, con el paso de los años, diciendo que fui responsable de conducirla hasta Ken, pero tu historia arroja luz sobre la notable manera en que Dios nos usa a todos para traer la mejor solución o milagro a nuestros desafíos. Cuando di esa charla en el Wainwright House hace tantos años, no tenía ni idea de que Gloria había sido enviada allí por una psíquica. Todo lo que yo sabía era esa gran oración de salvación: «Estoy aquí únicamente para ser útil. Estoy aquí en representación de Aquel que me envió. No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará. Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo. Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar» ((T.2.V.A.18.2-6)). Que Dios bendiga y consuele a Gloria, ahora que Ken se ha ido a casa. —Bruce Gregory

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