Lección 5 — Nunca estoy disgustado por la razón que creo
Esta es una de las lecciones que cito con frecuencia, pues va al corazón de nuestra práctica. Obviamente, creemos que estamos disgustados o molestos por las cosas que están pasando en el mundo y por la manera en que eso nos afecta. Pero la única razón por la que estamos disgustados/molestos, lo cual no se enseña de manera explícita en esta lección (aunque está implícito en ella), es que hemos elegido al ego como nuestro maestro, en lugar de elegir a Jesús.
(1) Esta idea, al igual que la anterior, puede aplicarse a cualquier persona, situación o acontecimiento que creas que te está causando dolor. Aplícala específicamente a lo que, según tú, es la causa de tu disgusto, y usa, para describir el sentimiento, el término que te parezca más preciso. El disgusto puede manifestarse en forma de miedo, preocupación, depresión, ansiedad, ira, odio, celos o un sinnúmero de otras formas, y cada una de ellas se percibirá como algo diferente. Mas no es cierto que sean diferentes. Sin embargo, hasta que aprendas que la forma no importa, cada una de ellas constituirá materia apropiada para los ejercicios de hoy. Aplicar la misma idea a cada una de ellas por separado es el primer paso que te lleva a reconocer finalmente que todas ellas son lo mismo.
Aquí se expresa una vez más la paradoja de que estamos practicando con los asuntos concretos para llegar a aprender que todo es lo mismo e inconcreto. De hecho, este es el tema central del proceso que se nos da en Un curso de milagros para que en su momento despertemos del sueño. Al practicar el perdón todas y cada una de las veces que experimentamos disgusto o mal-estar —la forma de nuestra incomodidad— nos volveremos conscientes del contenido subyacente de culpa que es la fuente de ese malestar/incomodidad. Ahí es cuando finalmente aprendemos la igualdad inherente de todas las ilusiones. En este punto ellas desaparecerán, dejando únicamente el contenido del amor, nuestro único consuelo y la verdadera fuente de la paz. Esta lección es extremadamente importante porque todos nos disgustamos/alteramos/enfadamos, y estamos siempre seguros sobre la causa. Esta lección nos ayuda a darnos cuenta de que no estamos disgustados a causa de lo que está fuera, sino que es debido únicamente a la manera en que estamos mirando lo que está fuera.
La tarea específica de la lección, de identificar la forma específica de disgusto y la causa que le atribuimos, viene a continuación:
(2) Al aplicar la idea de hoy a lo que percibas como la causa específica de cualquier forma de disgusto, usa el nombre del disgusto de que se trate, así como la causa que le atribuyes. Por ejemplo:
No estoy enfadado con ________ por la razón que creo.Ahora Jesús nos lleva rápidamente del mundo corporal de las sensaciones al mundo mental de nuestros pensamientos:
No tengo miedo de _______ por la razón que creo.
(3) Pero una vez más, esto no debe substituir a las sesiones de práctica en las que primero examinas tu mente en busca de lo que crees que son las "causas" del disgusto, y las formas de disgusto que, según tú, resultan de ellas.
Jesús nos trae de regreso al aspecto de su entrenamiento basado en la búsqueda-mental. Nos va acostumbrando a mirar dentro, aprendiendo a prestar atención a la culpa que habíamos estado reprimiendo hasta este momento, la fuente última de lo que creemos que son nuestros disgustos o molestias.
(4) En estos ejercicios, incluso más que en los anteriores, es posible que te resulte más difícil ser imparcial y evitar concederles más importancia a unos temas que a otros. Tal vez te resulte útil encabezar los ejercicios con la siguiente afirmación:
No hay disgustos pequeños. Todos perturban mi paz mental por igual.Todos tendemos a discriminar (prejuzgar; diferenciar; ser parciales). Cuando algo menor nos molesta, creemos que solo estamos "ligeramente irritados". Luego, más tarde en el día, sucede algo mayor y nos enfadamos mucho. Y creemos que hay una diferencia. Este es el asunto del que se nos está avisando. El ego insiste en que reafirmemos el principio de que hay una jerarquía de ilusiones, ya que esto es una de sus defensas principales contra la Unidad de Dios: la especificidad del mundo dualista desmiente la realidad unificada de la Divina Abstracción, por usar una expresión del Texto (T.4.VII.5.4). Esta es la realidad que el ego jamás quiere que recordemos o reflejemos aquí, ya que eso significa el fin del ego.
Jesús continúa instruyéndonos en la misma línea:
(5-6) Luego busca en tu mente cualquier cosa que te esté afligiendo, independientemente de si te parece que te está afligiendo mucho o poco.
Es posible también que te sientas menos dispuesto a aplicar la idea de hoy a algunas de las supuestas causas de disgusto que a otras. De ocurrir eso, piensa en primer lugar en lo siguiente:
No puedo conservar esta forma de disgusto y al mismo tiempo desprenderme de las demás. Para los efectos de estos ejercicios, pues, las consideraré a todas como si fuesen iguales.Esto es lo que hemos de decir cuando somos tentados a establecer una jerarquía de lo que nos disgusta o molesta. Y luego Jesús reitera el punto en la siguiente frase:
(7.1) Escudriña luego tu mente durante un minuto más o menos y trata de identificar algunas de las diferentes formas de disgusto que te estén perturbando, haciendo caso omiso de la relativa importancia que tal vez les atribuyas.
En estas primeras lecciones podemos ver que Jesús nos recuerda muchas veces que estamos tratando continuamente de establecer una jerarquía de nuestras experiencias, creyendo que algunas cosas son importantes y otras no. Él nos está entrenando para que nos demos cuenta de que todas son iguales. Una vez más, una ilusión es una ilusión es una ilusión.
Un estudio más profundo de lo que se enseña en Un curso de milagros produce una revelación un tanto inquietante: cuando estamos disgustados, queremos estar disgustados, porque eso demuestra que somos las inocentes víctimas de lo que el agresor nos está haciendo. Más tarde volveremos sobre esta importante enseñanza del Curso, pero por ahora vamos a mencionar dos secciones concretas sobre esto: "El cuadro de la crucifixión" (T.27.I) y "El concepto del yo frente al verdadero Ser" (T.31.V).
El resto del párrafo repite la instrucción anterior, haciendo hincapié en la necesidad de ser a la vez específicos y amables en nuestra práctica.
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Fuente: Journey Through the Workbook of a Course in Miracles, de Ken Wapnick.
Índice de capítulos traducidos en este blog, aquí: link-indice.
Excelente el trabajo realizado y gracias por ponerlo disponible al público en general.
ResponderEliminarEn la alegría del servicio recibe un abrazo de luz.
Un amigo desde Bolivia
Muchas gracias, excelente.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por compartir!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu esfuerzo. Quería dejar planteada la siguiente cuestión, por si me podéis confirmar fehacientemente una respuesta de Ken W. al respecto: según Ucdm, «el entrenamiento dura un año», a una lección por día. Eso significa, desde cómo yo lo entiendo, implícitamente que el ritmo de realización de los ejercicios no se deja sujeto a preferencias personales (ego) , como quedarme más de un día enganchada a un ejercicio porque me llame más la atención o me guste más...etc. Sin embargo, sí he leído en «El amor no ha olvidado a nadie» de Gary Renard y a algún facilitador del Curso que considero serio que esto sí se puede hacer, con tal de que no se haga más de un ejercicio al día. Para mí, contradice el Curso, como también me resulta contradictorio que haya personas que hagan el entrenamiento con los ejercicios más de un vez en sus vidas, cuando el entrentamiento dura un año claramente, por lo que da a entender que si necesitamos hacerlo más de una vez es porque con una vez no basta y, por tanto, está mal diseñado por J... ¿Alguien podría aportar claridad a esta aparente contradicción, por favor? Me gustaría conocer la opinión explícita de Ken W. al respecto, si hay algún libro o documento que la recoja. Muchas gracias.
ResponderEliminarHola. Según Kenneth Wapnick pueden establecerse pausas, también pueden repetirse algunas lecciones si uno lo ve conveniente, y el Libro de ejercicios basta con hacerlo una sola vez pero si alguien se ve guiado a realizarlo de nuevo es una opción válida. Por ejemplo, Helen Schucman y Bill Thedford hicieron el Libro de ejercicios al menos 3 veces. El propio Ken Wapnick hizo el Libro de ejercicios al menos un par de veces.
EliminarLo explico más a fondo en un post que acabo de escribir, aquí:
https://hablemosdeucdm.blogspot.com/2019/01/puede-repetirse-el-libro-de-ejercicios.html
Ahí hay más aclaraciones, además de una serie de referencias de Ken Wapnick sobre este tema.
Saludos