martes, 29 de septiembre de 2015

¿SER... o HACER?

El proceso de despertar del sueño de la dualidad podría describirse en términos de SER frente a HACER. ¿Qué voy a considerar importante: lo que hago o el hecho de que soy? ¿Mi nombre, profesión, mis circunstancias personales, lo corporal... o la conciencia de paz que realmente soy? 

Diferentes enfoques para el despertar, como el perdón, la autoindagación, el discernimiento+desapego, etc, tienen en común el centrarse en el área de SER, desenmascarando como ilusoria la faceta de HACER.

¿En qué nos vamos a centrar? ¿En el SER o en el HACER?

El SER: (Pistas para intuir el tema): Unidad, igualdad, conciencia, Momento, Presente, Mente, Espíritu, paz.

El HACER: Separación, división, especialismo, individualidad, cuerpo, conflicto, competencia, comparación, el mundo, las conductas, el pasado, el futuro, el tiempo, la culpa, el miedo.

Podríamos poner unas columnas para ver el contraste, así:

SERHACER
UnidadDivisión
actitud de unirseactitud de separarse
mente, espíritucuerpo, mundo
pazinquietud
despertardormir
atencióndistracción
presentepasado, futuro
Momentotiempo
colaboración: ambos ganamostú contra mí: si ganas tú, pierdo yo
amor desprendidoamor posesivo (miedo a perderlo)
inclusión (aceptación de todos y de todo)excluir a alguien o a algo
todo (entendido como todo lo verdadero)nada (real)
nada (ilusorio)todo (lo falso)
aquí y ahoraluego (o en el pasado)
eternidadtemporalidad
infinito limitado
estabilidad, inmutabilidad, constanciainestabilidad, cambio, fugacidad
salud interiorenfermedad
abstractoconcreto
validez universalválido especialmente para alguien en concreto
totalidad individualidad
igualdad
diferencias
concienciaolvido
reconocimientonegación
autoindagaciónproyección
discernimientofalta de conciencia
desapegoapego
perdonarcondenar
liberaraferrarse
inocenciaculpabilidad

etc.

Por ejemplo, cuando aplicamos el perdón, el ego intenta que hagamos un perdón basado en el HACER, o sea, a nivel de los cuerpos y del mundo: por ejemplo ir a ver a alguien y decirle verbalmente: "lo siento" (aunque mentalmente no lo sintamos). Sin embargo, el Curso nos enseña a aplicar el perdón a nivel de la mente: podemos ir a alguien y decirle verbalmente lo que sea oportuno, o no ir ni decir nada si no lo vemos conveniente, pero lo importante en ambos casos es el proceso interior: la mente, que es la puerta hacia el reconocimiento del espíritu. En la mente está el verdadero conflicto, la creencia de haberme separado de la Totalidad (el "Yo" que cree haberse separado no es el yo humano, sino el Yo Global, el Tomador-de-decisiones). Así que: SER o HACER. Elijamos. El verdadero perdón es más una cuestión de SER, o sea, no es obligatorio hacer nada en concreto a nivel de la conducta o del cuerpo, sino que se trata de discernir (esto es algo mental). Se trata de un asunto de conciencia: de darnos cuenta de lo que en verdad estamos eligiendo.

Lo mismo con la meditación y con todo. Hay del SER y del HACER. La meditación del SER es discernimiento, es ante todo tomar conciencia (por ejemplo ayudados por la metafísica de UCDM, o del modo que sea). Mientras que la meditación enfocada desde el HACER es más dependiente del cuerpo, del mundo: de la postura corporal, de que haya silencio físico, etc.

Hay una sección en el Texto del Curso (T.18.VII) que se titula "No necesito hacer nada", porque no necesitamos hacer nada a nivel de la forma, nada a nivel del cuerpo, sino que el perdón se trata de algo mental, se trata de simplemente tomar conciencia, y eso no es un HACER, sino que más bien se parece a lo que solemos llamar SER, o CONCIENCIA. Volverse hacia dentro, dejando de proyectar, es la esencia del perdón y de la autoindagación, es volver la atención del mundo (del cuerpo) al tomador-de-decisiones (la conciencia).

Las cosas nunca son lo que parecen. Puedo estar preocupado aparentemente por un asunto en concreto (la salud del cuerpo, asuntos de trabajo, desavenencias de pareja, lo que sea), pero no hay un cuerpo de Toni real ni un mundo ahí fuera donde pueda haber cuerpos y conflictos y preocupaciones. "¡El mundo no existe!" (L.132.6.2). Así que la verdadera preocupación no es eso. Como dice la lección 5 (No estoy preocupado por la razón que creo), en realidad la preocupación aparente es simplemente el reflejo del conflicto interior: la preocupación que hay en mi interior como Tomador-de-decisiones por supuestamente haberme separado de Dios. Una parte del tomador-de-decisiones realmente cree que se separó de Dios, y esa parte está tan asustada que para huir de afrontar eso y protegerse proyectó el mundo físico, dividiendo su preocupación en millones y millones de preocupaciones aparentemente más pequeñas, repartidas entre los millones de seres del universo. Al tomar conciencia de esto, podemos elegir reconocer que la separación no ha ocurrido, y así sanar eso (es a nivel mental, no de conducta), y así ayudar al tomador-de-decisiones (que eres tú, que soy yo: pues hay un solo Yo global) a ir reconociendo que es cierto que la separación no ha ocurrido, es solo algo imaginado y muy fácil de solucionar porque ya está solucionado.

Poco a poco, esa creencia en la separación se va disolviendo, como el iceberg se va derritiendo. Cada vez que perdonamos, es como si encendiéramos una vela y la acercáramos al iceberg de la culpa para derretir un trocito del iceberg.

Perdonar siempre funciona, aunque no lo percibamos a través de los sentidos. A veces puede que sí percibamos cambios. Son símbolos, pero lo importante es seguir acordándonos del perdón, hasta que el iceberg de la culpa inconsciente quede completamente deshecho y tengamos la experiencia de estar constantemente de vuelta en la mente y rodeados con toda su paz.

Así que, ¿SER o HACER? En cuanto a ser, todo es a nivel mental, a nivel de conciencia. En cuanto al hacer, todo se trata del cuerpo y del mundo, de los límites (incluso en otros "planos", al ser limitados, se experimentan a través de un cuerpo limitado, sea el cuerpo físico, el astral, el etérico, el causal, etc), y todo eso es ilusorio.

El Curso, cuando va a fondo, corta terminantemente con cualquier posibilidad de que el HACER sea real, pues es ilusorio e imposible. El hacer depende de algún tipo de cuerpo y de algún tipo de mundo, pero el cuerpo y el mundo no existen. El Curso lo expresa a veces muy directamente:

¡El mundo no existe! (L.132.6.2) (Pág. 258)

No hay ni un solo instante en el que el cuerpo exista en absoluto. (T.18.VII.3.1) (Pág. 432)

Por lo tanto, el mundo (y los cuerpos que el mundo parece incluir, incluido el "mío") es ilusorio, es solamente un espejo donde se refleja nuestro conflicto interior, para que así tomemos conciencia de ese conflicto que hemos reprimido y podamos soltarlo. 

El mundo... «Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna». (T.21.introd.1.5) (Pág. 497)

Así que, ante cualquier circunstancia aparente en el mundo, podemos elegir mantenernos en paz, porque la paz es una decisión nuestra, no algo que dependa de las circunstancias externas (excepto que les demos a las circunstancias externas ese poder de influirnos). Si lo que nos molesta o preocupa es en realidad un sueño ilusorio, al tomar conciencia de esto volvemos a la paz que somos realmente. Ampliemos la cita anterior:

(El mundo) «Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él». (T.21.introd.1.5-7) (Pág. 497)

Volvernos a la paz, una y otra vez, es también nuestra práctica: llevar todas nuestras preocupaciones a la paz interior para que sean disueltas. En nuestro interior está ese Oasis interior, inmutable, inafectado por las ilusorias circunstancias del mundo. Ese centro tranquilo que no puede ser tocado por las ilusiones. Ese tranquilo centro del que se habla en esa sección T.18.VII: «No necesito hacer nada», especialmente en los dos últimos párrafos de la sección, que copio aquí:

Hacer algo siempre involucra al cuerpo. Y si reconoces que no tienes que hacer nada, habrás dejado de otorgarle valor al cuerpo en tu mente. He aquí la puerta abierta que te ahorra siglos de esfuerzos, pues a través de ella puedes escaparte de inmediato, liberándote así del tiempo. Ésta es la forma en que el pecado deja de ser atractivo en este mismo momento. Pues con ello se niega el tiempo, y, así, el pasado y el futuro desaparecen. El que no tiene que hacer nada no tiene necesidad de tiempo. No hacer nada es descansar, y crear un lugar dentro de ti donde la actividad del cuerpo cesa de exigir tu atención. A ese lugar llega el Espíritu Santo, y ahí mora. Él permanecerá ahí cuando tú te olvides y las actividades del cuerpo vuelvan a abarrotar tu mente consciente. 

Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siempre estará ahí. Y serás más consciente de este tranquilo centro de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. Este tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindándote descanso en medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. Pues desde este centro se te enseñará a utilizar el cuerpo impecablemente. Este centro, del que el cuerpo está ausente, es lo que hará que también esté ausente de tu conciencia. (T.18.VII.7.1-9; 8.1-5) (Pág. 434)

El hacer es temporal, es fugaz, todo eso aparece y luego desaparece, todo eso pasa, caduca, cambia hasta desaparecer. 

El ser es una cualidad interna que está en nosotros siempre. Siempre somos. Es algo eterno.

Ante cualquier circunstancia preocupante o molesta, podemos tomar conciencia de que eso es ilusorio y fugaz (tarde o temprano se irá), pero incluso en mitad del "huracán", cuando estamos preocupados o molestos, podemos tomar conciencia de que más allá de las circunstancias del hacer, la verdad es que aún somos. Y centrarnos en la pureza del ser, sin añadirle nuestras cavilaciones o conceptos, nos devuelve al centro de paz, a esa parte en nuestro interior que está siempre calmada.

¿Dónde vamos a elegir poner nuestra atención? ¿En el ser o en el hacer? El hacer significa sufrir, cambiar, preocupaciones, conflictos, diferencias. El ser es una constante invitación a la paz. 

Cuando nos sentimos preocupados, molestos o sin paz, es porque ya hemos elegido el hacer, pero al tomar conciencia de esto, podemos retornar al ser. Elegir el ser es, de momento para nosotros, un asunto de práctica, de entrenarnos, debido al fuerte hábito que tenemos de años y años centrándonos tanto en el hacer. Pero ahora, conscientes de esto, podemos empezar a practicar el centrarnos en el ser. Poco a poco, día tras día, momento a momento. Cada vez que sintamos que estamos sin paz, acordarnos de que hemos caído en el hacer, y volver al ser. 

Esta actitud se enseña con mucho más detalle y más refinadamente en Un curso de milagros, por supuesto. Pero la actitud básica es muy simple. El hacer es cambiante, temporal. El ser es lo que hay en nuestro interior que nunca cambia. Invitémonos a centrarnos aquí, en el ser. Vayamos una y otra vez a este oasis de paz. Y luego, cuando nos impliquemos en las aparentes obligaciones del mundo, llevemos con nosotros este relajante oasis de paz interior. Este oasis de paz interior siempre está con nosotros, porque es lo que somos, nuestro ser.

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