lunes, 24 de julio de 2017

Refranes populares a la luz de UCDM (XIV)

Errar es humano, perdonar es de sabios.

Los seres humanos no existen; son sólo una creencia, un símbolo de separación. Y la separación no existe realmente. Pero cuando la mente creyó en la separación y se imaginó ser un individuo separado, se experimentó a sí misma también como un ser humano (o como otros símbolos de separación).

Puesto que todos los símbolos de separación nacieron del error (de la creencia errónea de haberse separado de la Totalidad), es inevitable que generen más errores.

En otras palabras: es imposible ser humano y no cometer errores. No hay seres humanos que no cometan errores.

Por lo tanto, si asumimos esto, no haremos una montaña de un grano de arena cuando nosotros mismos o alguien cometa un error. Simplemente errar es humano. Es lo normal si aceptamos la hipótesis humana. No tiene nada de sorprendente, y los errores seguirán sucediéndose hasta que finalmente se rectifique el error primordial de creer en la separación. Al rectificar el error inicial (la creencia de la mente de haberse separado de la Totalidad), despertamos del sueño de estar separados y dejamos de imaginar que somos seres humanos. Y junto con el ser humano desaparecen los errores y los conflictos. Entonces se calman las aguas de nuestra mente y reconocemos la paz.

El proceso funciona igual con otros tipos de símbolos de separación, pero nos centramos en este (el ser humano) porque es el que nosotros mismos estamos expresando.

Finalmente, parafraseamos el refrán: Errar es humano y conduce al conflicto, pero el perdón nos saca del conflicto, deshace al humano, deshace el tiempo, y nos lleva a la paz y al despertar. Verdaderamente, perdonar es de sabios. Y como dice otro famoso refrán:

Rectificar es de sabios.

Y en el contexto de la enseñanza de Un Curso de Milagros, la rectificación es el perdón. El perdón deshace la causa de todos los errores y nos conduce a la paz. ¿Cómo no va a ser de sabios? Cuando uno se da cuenta de que ha cometido un error, ve la solución y la pone en práctica para rectificar el error, ha mostrado la sensatez de los sabios.

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Es de bien nacidos ser agradecidos.

Cuanto más agradecidos estamos, menos creemos ser víctimas. Cuanto más se ve uno a sí mismo como una víctima, menos motivos ve para estar agradecido. Podemos elegir entre el agradecimiento o el sentirnos víctimas. Una opción nos llevará a la paz y al despertar. La otra acentuará nuestro conflicto y nuestra sensación de ser víctimas.

Por mal que parezcan estar las cosas en el mundo, si logramos darnos cuenta de que el mundo es irreal y de que podemos elegir despertar a la feliz verdad nos sentiremos agradecidos. Podemos estar también agradecidos a Dios de que Su Voluntad sea que nuestra inmutable realidad sea el Cielo, el Ser que jamás podremos perder por mucho que insistamos en imaginar que hemos cambiado para convertirnos en pobres seres humanos separados y desvalidos. No somos desvalidos. Somos los inmortales Hijos de Dios, el Uno en Sí. Si reconocemos esto, ¿no es para estar agradecidos?

Yo no necesito gratitud, pero tú necesitas desarrollar tu mermada capacidad de estar agradecido o no podrás apreciar a Dios. (T.6.I.17.1)

Y siéntete agradecido de que haya un lugar donde la verdad y la belleza te aguardan. (T.16.VI.10.6)

Todo lo creado te está agradecido, pues nació gracias a tu voluntad. (T.30.II.3.7)

Siéntete agradecido por lo que Él ((Dios)) es, pues en ello reside tu escapatoria de la locura y de la muerte. (T.31.IV.11.5)

Sintámonos agradecidos hoy. (L.123.1.1)

En última instancia, todo agradecimiento remite finalmente a Uno Mismo, puesto que no hay otro Ser. Como Uno, estamos agracecidos a Uno Mismo, por SER.

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Encender una vela a Dios y otra al diablo.

Tenemos que elegir entre una de las dos posibilidades: o paz o individualidad. O el Cielo, o el infierno. O el Espíritu Santo, o el ego. No podemos tratar de conciliarlos o de mezclarlos, porque mientras no hayamos renunciado completamente al ego/individualidad, estaremos viviendo en el infierno del sueño dual.

No olvides que el sacrificio es total. No hay sacrificios a medias. No puedes renunciar parcialmente al Cielo. No puedes estar en el infierno sólo un poco. (M.13.7.1-4)

No lograrás ser un rehén parcial del ego, pues él no cumple sus promesas y te desposeerá de todo. (T.15.X.9.1)

O Dios está loco o bien es el ego el que lo está. Si examinas imparcialmente las pruebas que ambas partes presentan, te darás cuenta de que eso tiene que ser verdad. Ni Dios ni el ego proponen un sistema de pensamiento parcial. Ambos sistemas son internamente coherentes, aunque diametralmente opuestos en todo, de tal modo que una lealtad parcial es imposible. Recuerda también que sus resultados son tan diferentes como sus cimientos, y que sus naturalezas fundamentalmente irreconciliables no pueden ser reconciliadas alternando entre ellos. (T.11.introd.1.1-5)

Así que tenemos que elegir: o la verdad, o las ilusiones. No podemos combinar ambas, porque mientras tratemos de hacer eso estaremos ciegos a la verdad. No podemos servir a la vez a Dios y al ego:

No puedes aprender simultáneamente de dos maestros ((el Espíritu Santo y el ego)) que están en completo desacuerdo con respecto a todo. (T.8.I.6.2)

Hay solamente dos maestros, y cada uno de ellos señala caminos diferentes. (T.26.V.1.7)

No podemos seguir a la vez los consejos de dos maestros (el ego y el Espíritu Santo) que se contradicen entre sí. 

Una persona no puede montar dos caballos ni tensar dos arcos. Y un sirviente no puede servir a dos amos, pues honrará a uno y despreciará al otro. (Evangelio de Tomás, 47)

No sirve de nada tratar de solucionar nuestros problemas al nivel de las formas. Lo sabio es estar dispuesto a superar las formas por completo. Lo contrario es como estar en una casa incendiada y tratar de solucionarlo cambiando los muebles de sitio, en vez de escapar completamente del problema saliendo de la casa incendiada. El mundo de las formas no es para que lo arreglemos (está diseñado para que no tenga arreglo), sino para que salgamos/despertemos de él.

Pero si insistimos en seguir apegados al mundo y quedarnos en él para tratar de arreglarlo y de obtener felicidad en él, nos llevaremos decepción tras decepción y nuestros problemas se multiplicarán. El mundo está diseñado para que los problemas no puedan ser resueltos. Cada solución genera nuevos problemas. Cuando algo parece solucionarse, tarde o temprano el problema acaba resurgiendo de alguna otra manera. El problema básico es la infelicidad. Y la felicidad no puede obtenerse estando apegados al mundo.

Permanecer apegados al mundo implica haber elegido ser individuos separados. Y al imaginar que efectivamente estamos separados, atraemos un conflicto tras otro. Y este estado mental de conflicto atrae cada vez más conflictos. Pues los conflictos parecen atraerse entre sí, tal como se refleja en el resto de refranes de este capítulo. Veámoslos:

Éramos pocos y parió la abuela.

Elegir el mundo (la individualidad o separación) es elegir la escasez, ya que la plenitud solamente se encuentra en la Totalidad del Uno que somos realmente. Al imaginar que somos humanos vivimos separados unos de otros, en escasez y rodeados de conflicto. Y por si fuera poco, los conflictos parecen seguir multiplicándose. ¡Éramos una familia pobre, numerosa, con poca comida y muchas bocas que alimentar, y ahora encima pare la abuela!

Otro refrán que expresa un mensaje similar es el siguiente:

Pongo un circo y me crecen los enanos.

Pero no deberíamos sorprendernos de que los problemas aumenten y las cosas parezcan salir al revés de cómo queríamos. En realidad habíamos pactado que todo fuera así (lo pactamos o elegimos a nivel de nuestra mente inconsciente), porque al elegir creer en la separación/individualidad, el resto del lote viene incluido. Siempre sucederá algo que mantenga el problema o empeore la situación. O pare la abuela, o crecen los enanos, o el jefe nos despide del trabajo, o enfermamos... y finalmente morimos... y ni siquiera acaba ahí, pues al seguir apegados a la separación, renacemos para volver a sufrir nuevos ciclos de conflicto.

Y si buscamos soluciones a nivel del mundo, nuestros intentos de solucionar los problemas fracasarán una y otra vez en última instancia, porque como dice otro refrán:

Es peor el remedio que la enfermedad.

Por supuesto que nos referimos a los remedios del ego, que están diseñados para perpetuar el problema fundamental. Por eso es tan frecuente que las soluciones que aplicamos parezcan resolver un problema pero generen otro tipo de problemas, o aparezca otro problema en otro sitio de todos modos.

El ego no quiere que nos demos cuenta de que los intentos de resolver problemas a nivel del mundo no conducen a ninguna parte. Porque no resuelven la raíz del problema. Simplemente cambian las apariencias, con lo que el problema se transforma en otro. Mientras sigamos creyendo que somos humanos (individuos separados), no podremos alcanzar la plenitud. La plenitud se encuentra únicamente al reconocer nuestro verdadero Ser.

Al seguir al ego e insistir en solucionar las cosas a nivel del mundo, nos damos un coscorrón tras otro. A veces al tratar de salir de una dificultad acabamos en una situación incluso más difícil. Como dicen los dos últimos refranes de este capítulo:

Escapé del trueno y di en el relámpago.

Escapar del charco para caer en el lodazal.

Por ejemplo, me duele algo y trato de solucionarlo tomando un medicamento, pero luego el medicamento resulta tener contraindicaciones y me produce algún otro problema de salud. O me echan del trabajo y tras muchas gestiones consigo otro trabajo pero poco después es mi mujer la que es echada de su trabajo, con lo que apenas tenemos dinero para pagar nuestra hipoteca, etc. O consigo salirme con la mía en un negocio, pero más adelante tengo problemas de salud o sucede alguna tragedia en la familia. El ego nos mantiene distraídos del problema real. El problema real es haber elegido creer en la separación, pero el ego nos distrae de esto presentándonos multitud de problemas a nivel del mundo de las formas. Y al creer en el ego, tratamos de resolver los problemas a nivel del mundo. A veces parecemos tener éxito, pero en realidad seguimos sin gozar de plenitud (generalmente no hacemos más que cambiar un problema por otro). Además nuestro cuerpo sigue envejeciendo, nuevos problemas se siguen presentando, etc. En el juego del ego nuestra vida nunca está completamente libre de problemas. Nunca gozaremos de plenitud mientras nos imaginemos como seres separados. Nuestras "soluciones" o "remedios" serán como decía uno de los refranes que acabamos de mencionar: peores que la enfermedad. Porque estarán reforzando nuestra creencia de que somos seres separados que viven en carencia y necesidad.

El único verdadero remedio es el perdón, que nos ayuda a despertar del sueño de la separación, dejando atrás los ilusorios conflictos y así volviendo a reconocer la Verdad. El perdón nos lleva a reconocer nuestro verdadero Ser. Solo ahí gozamos de eterna paz, unidad y plenitud.

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Índice de la serie sobre los refranes populares a la luz de UCDM: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2017/08/refranes-populares-la-luz-de-ucdm-indice.html

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