domingo, 9 de julio de 2017

Refranes populares a la luz de UCDM (IV)

Veamos algunos refranes más:

Cada maestrillo tiene su librillo.

Cada persona tiene su vida, sus circunstancias, su carácter, su manera de pensar. Por lo tanto, su proceso espiritual puede presentar peculiaridades diferentes a las que experimentan otras personas. Por eso el Curso dice:

No hay, sin embargo, una norma fija al respecto, toda vez que el entrenamiento es siempre altamente individualizado. (M.9.1.5)

También podemos decir que "cada maestrillo de Dios tiene su librillo del perdón", es decir, que cada uno afrontamos nuestras propias lecciones de perdón, por lo que no es conveniente comparar nuestro proceso con el de otras personas. Cada uno vive su propio proceso de despertar, diferente al de los demás, pero conduciendo a la misma meta final.

Aplicado a las diversas enseñanzas espirituales, también es cierto que cada una tiene su "librillo", sus propias características peculiares. Las enseñanzas pueden diferir en la forma, pero el contenido puede ser el mismo: el propósito de despertar del sueño de conflicto y reconocer la plenitud o no-dualidad.

A camino largo, paso corto.

Aquí se nos está aconsejando que cuando tenemos un objetivo, no nos precipitemos alocadamente, sino que demos con calma los pasos necesarios para lograrlo. Aplicado al camino del despertar, no pasamos de un solo paso del comienzo al final del camino. En la escalera del perdón no saltamos de golpe del primer peldaño al último de la escalera, sino que damos los cortos pasos del perdón, aprovechando las diversas oportunidades de practicar nuestras lecciones de perdón, subiendo los peldaños pasito a pasito, pero con una meta segura: cada peldaño nos conduce a la iluminación.

Significa lo mismo que este otro refrán:

Vísteme despacio, que tengo prisa.

Es decir, que si vamos con prisas entonces vamos con el ego, porque las prisas son impaciencia (intranquilidad), mientras que el Espíritu Santo es lo opuesto: paciencia, confianza y tranquilidad (M.4.VIII.1). Por lo tanto, no nos negamos a dar los pequeños pasos del perdón. En vez de darle la espalda a cada oportunidad de perdón que se nos presenta, la aprovechamos para practicar el perdón, hasta que finalmente el ego quede completamente deshecho y solo quede la paz. Cuando ya no haya apego al ego, la iluminación brotará por sí sola y gozaremos de una plenitud constante.

Otros refranes que significan lo mismo son los cinco siguientes:

Anda despacio, si quieres llegar temprano.

Date prisa despacio, y llegarás a palacio (El palacio simboliza la paz o el Cielo: es decir, que si vamos con tranquilidad sin saltarnos los pasos o lecciones de perdón, llegaremos antes al dulce resultado de la paz y finalmente a la iluminación).

Paso a paso se va lejos.

Quien caminando lleva priesa, en camino llano tropieza. (La palabra "priesa" es "prisa", pero escrita en castellano antiguo y produciendo la rima en el refrán).

Vente despacio si tienes prisa.

Y hay otro refrán que aunque se usa en otro contexto, para nosotros puede valer para reforzar el tema que estamos viendo:

A gran salto, gran quebranto.

Una vez más: si saltamos los peldaños de la escalera a lo bruto, en vez de llegar a la cima podemos darnos un batacazo (volver a sentirnos mal, en conflicto, con dolor). Es mejor no saltar pasos, sino perdonar en cada peldaño, pues sin perdón no puede aceptarse la iluminación.

Cambiemos de tema, con otro tipo de refrán que sigue relacionado con los anteriores:

A cualquier dolencia es remedio la paciencia.

De nuevo, la paciencia es clave. La impaciencia es conflicto y pertenece al ego. Cualquier dolencia proviene de estar siguiendo el sistema de pensamiento del ego. El remedio es siempre el mismo: el perdón, que conduce a la paz y a la iluminación. Así que paciencia, que perdonando una y otra vez, pasito a pasito, sin duda alguna llegaremos eventualmente a Casa.

La paciencia es la madre de la ciencia.

La paciencia (el perdón que conduce a la paz) es la madre de la ciencia (el conocimiento o iluminación).

A enemigo que huye, puente de plata.

No hay que buscar el conflicto o las complicaciones. Cuando el conflicto se va, dejémoslo ir y relajémonos en paz. Pero lo que muchas veces hacemos es lo contrario: cuando el conflicto se va, lo llamamos de vuelta. Por eso el Curso habla de cosas como la atracción de la culpabilidad (T.19.IV.A.i.10-ss; T.19.IV.B.i.9-ss; T.19.IV.C) y de nuestro deseo inconsciente de deshacernos de la paz (T.19.IV.A) buscando una y otra vez complicaciones. Es mejor cambiar nuestra actitud y permitir que las complicaciones se deshagan por sí solas, lo cual ocurre cuando dejamos de alimentarlas.

A la corta o a la larga, el tiempo todo lo alcanza.

Es decir, que si damos tranquilamente nuestros pasos de perdón, tarde o temprano lograremos la iluminación. Es una invitación a la paciencia y la constancia.

A la tercera va la vencida.

De nuevo el mismo tema: si tenemos paciencia y constancia, finalmente lograremos la meta. Si seguimos practicando el perdón con constancia, tarde o temprano el sistema de pensamiento del ego quedará totalmente deshecho y experimentaremos nuestro verdadero ser. Así se alcanza el reconocimiento de lo que ya es, la iluminación o resurrección, la paz inmutable que ya nunca se marchará. Para llegar al Cielo de nuestro Ser, simplemente tenemos que seguir insistiendo con el perdón, practicándolo una y otra vez. A la tercera será la vencida. O a la cuarta, o a la quinta... El final es indudable y está garantizado por Dios (C.Epílogo.1.10). A la tercera va la vencida porque cuando hayamos aceptado de manera definitiva el tercer paso del perdón, viviremos en paz eternamente.

A lo hecho, pecho.

No podemos cambiar el pasado, pero podemos cambiar nuestra actitud presente. En vez de lamentarnos por el pasado, o de desanimarnos ante las circunstancias presentes, podemos darle la mano al Espíritu Santo y cambiar nuestra manera de ver las cosas ahora en el presente. Si aprovechamos cualquier situación para perdonar, convertiremos cualquier aparente tragedia en una bendición, en una antorcha que ilumine nuestro camino al Cielo. Los aparentes males, cuando los miramos con los ojos del perdón, se convierten en los escalones que nos conducen al despertar.

Un refrán relacionado con este mismo tema es el de "A mal tiempo, buena cara", que ya vimos en la parte 1 de esta serie de posts sobre los refranes.

A perro flaco, todo son pulgas.

Si vivimos en el mundo de escasez del ego (el "perro flaco": la separación, la dualidad, el ilusorio mundo de espacio y tiempo) todo serán decepciones y conflictos, una y otra vez. Solo en el Cielo hay verdadera vida, con una plenitud sin opuesto. Pero mientras sigamos eligiendo el sistema de pensamiento del ego, estaremos identificándonos con el "perro flaco" y todo serán pulgas: tendremos obstáculos y problemas uno detrás de otro.

A poco caudal, poca ganancia.

Parecido al anterior. Si insistimos en vivir en el mundo de la separación, que es un mundo de limitación y escasez, será poco lo que obtengamos de valor. El mundo del ego no es nada, y de él no se puede sacar nada de verdadero valor. El verdadero valor y la única abundancia las encontramos en el Cielo de nuestro Ser. En otras palabras, si elegimos identificarnos con lo limitado, nos perdemos lo ilimitado, y entonces al vivir en lo poco, renunciamos a lo mucho... de hecho, renunciamos al todo.

A poco viento, remos sin cuento.

El viento es la inspiración de la mentalidad recta. Si hay poco viento (porque elegimos seguir al ego, desapareciendo el viento de inspiración del Espíritu Santo), entonces sufrimos, pues parece que todo se vuelve cuesta arriba, hay conflicto constante, parece que todo depende de nuestro esfuerzo individual, surge el estrés, la ansiedad, el miedo, las decepciones, etc. Pero:

A quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.

Si elegimos al Espíritu Santo (el "buen árbol") en vez del ego, entonces no nos agobiará el sol del verano, disfrutando en la fresca sombra de la inspiración que conduce sin esfuerzo a la paz. En vez del arder en el infierno de conflictos del ego, estaremos tranquilos refugiados en la agradable sombra del Espíritu Santo.

A quien mucho tiene, más le viene.

Si vivimos en la plenitud no-dual, que es el Cielo y nuestro verdadero Ser, es mucho lo que tenemos (se tiene y se es todo, pues solo existe esta Unidad/Totalidad) y esto no es más que el comienzo de una eternidad en que más de lo Mismo nos viene: más y más y más felicidad no-dual.

A rey muerto, rey puesto.

No puede haber dos reyes a la vez en nuestra mente. O elegimos identificarnos con el ego, o con el Espíritu Santo. Si elegimos al ego, seguimos sufriendo. Pero si dejamos al ego de lado, al no apoyarle desaparece. Y tan pronto como desaparece, el Espíritu Santo ocupa su lugar. A rey muerto, rey puesto. Nosotros elegimos a qué rey escuchar.

Agua estancada, agua envenenada.

El agua estancada no fluye, y al estar separada pierde su pureza y se deteriora, convirtiéndose en un veneno que produce dolor. La individualidad o ego es como el agua estancada, porque una vida separada, al estar aislada de la plenitud, no fluye, no se comunica, no se renueva y pierde su pureza. La escasez, el estancamiento y la separación refuerzan la ilusión de carencia/conflicto. Si elegimos identificarnos con esta carencia, nos envenenamos y sufrimos. Pero si renunciamos a esta falsa identificación, retornaremos a la infinitud de nuestro Ser, recobrando nuestra pureza natural. Porque, como dice el refrán complementario:

Agua que corre, nunca mal coge.

Es decir, que si renunciamos al egoico sistema de pensamiento de la separación, entonces ya no estamos aislados, sino unidos en plena comunicación, como el agua que fluye y mantiene su pureza.

Afortunado en el juego, desgraciado en amores.

En el mundo de la dualidad nadie lo tiene todo: siempre hay algo que falla. Quien tiene mucho dinero, tal vez no esté satisfecho con su vida de pareja. Quien está contento con su vida afectiva, tal vez esté descontento con su estado de salud. Y quien disfruta de dinero, salud y una buena vida afectiva, tal vez tenga alguna otra preocupación, o tarde o temprano viene la guadaña de la muerte. El del ego es un juego en el que nunca se gana la partida. Pero se puede dejar de jugar, si elegimos la guía del Espíritu Santo, Quien nos enseña a despertar mediante la práctica del perdón. Cuando practicamos el perdón asiduamente, de repente le hemos dado la vuelta al juego, porque siempre salimos ganando: suceda lo que suceda, nos sirve como otro peldaño para acercarnos al despertar. Podríamos parafrasear el refrán para decir: Quien tiene la fortuna de practicar el perdón, es afortunado en la tierra, en el agua e incluso en un avión. (La palabra tierra simboliza lo físico; el agua simboliza las emociones; y el avión simboliza los pensamientos o las ideas. En los 3 niveles se es afortunado porque al practicar el perdón, surja lo que surja se utiliza para el propósito de despertar).

Donde las dan las toman.

Si elegimos el ego, como el ego es separación/conflicto, eso es lo que experimentaremos. Si sembramos ego, cosecharemos ego: separación, escasez, sufrimiento, miedo. Este refrán tiene un significado parecido a otros refranes que ya hemos visto, como el de "El que a hierro mata, a hierro muere", que ya vimos en la Parte 1. Es el dilema del cazador cazado, o del matando hasta morir. Si elegimos al ego, seguiremos recibiendo coscorrones hasta que finalmente nos cansemos de ello y elijamos confiar en el Espíritu Santo. Todo depende de nuestra decisión.

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Índice de la serie sobre los refranes populares a la luz de UCDM: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2017/08/refranes-populares-la-luz-de-ucdm-indice.html

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