miércoles, 19 de julio de 2017

Refranes populares a la luz de UCDM (IX)

¿Dónde va Vicente? Donde va la gente.

El ego nos distrae para que mantengamos nuestro "piloto automático" en el "modo ego", lo que nos conduce al conflicto una y otra vez. Por si esto fuera poco, en el mundo casi todos vamos con el "modo ego" conectado en "piloto automático". Y como todos o la inmensa mayoría hacemos lo mismo, parece lo normal. ¿Dónde va Vicente? ¿Dónde voy yo? Adonde todos vamos: de cabeza al conflicto. Vamos adonde todos vamos: directos a más conflicto, reforzando la ilusoria separación. Sin darnos cuenta de que en todo instante podemos desconectar el "piloto automático" del ego y en vez de eso elegir el "modo paz y unión" del Espíritu Santo.

Al principio de nuestro proceso de despertar, acordarnos de desconectar una y otra vez el piloto automático del ego requerirá entrenamiento mental y llevará tiempo. Pero poco a poco, cada vez nos acordaremos más de desconectarnos del ego. Y llegará el día, en una fase más avanzada del proceso, en que nuestro "piloto automático" esté conectado de manera casi automática al "modo Espíritu Santo". Cuando eso ocurra, la iluminación estará verdaderamente cerca de ser reconocida y plenamente aceptada.

Mientras tanto, no nos desanimemos cuando nos distraigamos y caigamos de nuevo en las trampas del ego. Simplemente reconozcamos nuestra resistencia a despertar, tomando conciencia de que una vez más hemos elegido ir a parar adonde todos estamos acostumbrados... adonde va Vicente... adonde va la gente y vamos todos cada vez que nos distraemos... de nuevo de vuelta al ego. Pero al tomar conciencia de esto, ya podemos cambiar esta decisión, desconectando de nuevo del "modo ego" y volviendo al "modo Espíritu Santo", es decir, al perdón/unión.

La unión/perdón nos lleva a la verdad. Cualquier otra opción son disfraces de separación y nos lleva siempre al mismo sitio: adonde Vicente está, con toda la gente, en el baile de conflictos del ego. Por lo tanto, cada vez que nos demos cuenta de esto, elijamos el perdón, en vez de la separación. ¿Dónde va quien perdona? Adonde fue Jesús. A la paz, a la iluminación y al Cielo de Unidad del Ser.

Vayamos adonde no hay gente porque allí no hay nadie: no hay personas humanas porque no hay seres separados. Esto no quiere decir que no haya nada: sí está el Todo que todos somos como Uno. Elegir el perdón es elegir ir adonde realmente nos corresponde estar: donde ya estamos realmente... donde no hay gente... donde solo hay plenitud y Ser... el Cielo de la Unidad donde no existe el sufrimiento.

De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco.

A simple vista podemos parecer unos diferentes de otros: en nuestro aspecto físico, en nuestra personalidad, en nuestras circunstancias de vida (inteligencia, dinero, salud, etc). Pero en realidad somos iguales en lo esencial: todos tenemos una mente dividida entre el sistema de pensamiento del ego y el sistema de pensamiento del Espíritu Santo; y todos tenemos la capacidad de elegir entre uno u otro de estos dos sistemas de pensamiento.

Así pues, cuando veamos a alguien que parezca comportarse como un loco, no le veamos tan diferente a nosotros: todos estamos locos en un grado u otro, en la medida en que aún nos dejamos afectar a veces por el ego. Y del mismo modo, cuando veamos a alguien que nos parezca santo, acordémonos de que todos tenemos en nuestro interior y compartimos por igual la santidad del sistema de pensamiento del Espíritu Santo.

Y todos, absolutamente todos, unos antes en el ilusorio tiempo y otros después, acabaremos cansándonos de elegir al ego y finalmente decidiremos aceptar de una vez por todas al Espíritu Santo. Lo cual quiere decir que, finalmente, todos acabaremos aceptando el despertar. Por lo tanto, el sufrimiento no solo es una ilusión, sino que es una ilusión que tiene fecha de caducidad.

Un refrán relacionado:

Mucho o poco, todos somos locos.

Porque todos tenemos una parte egoica en nuestra mente. Por eso no debemos considerarnos superiores a nadie. También nosotros tenemos ego. Solamente los iluminados (que son muy pocos, más la excepción que la norma) están totalmente libres de ego.

De inteligentes y de sabios es perdonar injurias y olvidar agravios.

Lo que nos libera es perdonar; pero no mediante el perdón-para-destruir (El canto de la oración.2.I y II), que es el perdón del ego, sino mediante el verdadero perdón (El canto de la oración.2.III), que no ve como real el agravio, sino como un sueño en el que una de dos: se nos está expresando amor, o en caso contrario se nos está pidiendo amor y ayuda para despertar (T.12.I.3). El verdadero perdón es señal de sabiduría.

De tal palo, tal astilla.

Cada causa produce efectos similares a sí misma. La verdad solo produce efectos verdaderos. Lo ilusorio solo produce efectos ilusorios.

Del sistema de pensamiento del ego, nacido de la creencia en la separación, lo que surge es siempre más y más conflicto y separación. Por lo tanto, todo lo similar: soledad, conflicto, culpa, escasez, vacío, miedo, carencia, dolor, sufrimiento, insatisfacción, enfermedad, desesperanza, inquietud... LO ILUSORIO Y TEMPORAL.

Del sistema de pensamiento del Espíritu Santo, nacido del recuerdo de la Verdad en nuestro interior, lo que surge es siempre lo que se asemeja a la verdad: paz, unión, intereses compartidos, felicidad, esperanza, confianza, armonía, plenitud... Lo que conduce a LO VERDADERO Y ETERNO.

Cuando despertemos por completo de la dualidad, la felicidad que experimentaremos será infinita, inexpresable en palabras. Nos daremos cuenta de que lo único que existe es Dios, y que Él crea solamente a semejanza de Sí Mismo. Por lo tanto, el sufrimiento y la separación son imposibles. Solamente existe la inmutable plenitud, tan constantemente deliciosa que no puede describirse con palabras. Pero que será experimentada eternamente por todos, conforme vayamos aceptando el perdón, permitiendo que todas las cosas temporales sean deshechas.

Sin embargo, este Hijo tiene que haber sido creado a semejanza de Sí Mismo: como un ser perfecto, que todo lo abarca y es abarcado por todo, al que no hay nada que añadir ni nada que restar; un ser que no tiene tamaño, que no ha nacido en ningún lugar o tiempo ni está sujeto a límites o incertidumbres de ninguna clase. (T.24.VII.7.2)

Ve en él ((en nuestro hermano; mediante la inocencia/perdón)) la creación de Dios, pues en él su Padre aguarda tu reconocimiento de que Él te creó como parte de Sí Mismo. (T.24.VI.1.8-9)

El Amor te creó a semejanza de Sí Mismo. (L.67.6.4)

Dios te conoce sólo en paz, y ésa es tu única realidad. (T.3.IV.7.16)

De tal cepa, tal vino.

Es un refrán similar al anterior. Añadamos que tanto este refrán como el anterior se pueden utilizar también en el mismo sentido del refrán que dice: "Cuando el río suena, agua lleva", que ya comentamos justo al principio de la parte VIII. Otra manera de expresar esta idea es la cita bíblica: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7:16; Lc 6:43-44). Es decir, que si nos sentimos en paz, eso nos dice que en la mente inconsciente estamos eligiendo al Espíritu Santo y el despertar. Y si nos sentimos en conflicto, eso nos indica que en la mente inconsciente estamos eligiendo el sistema de pensamiento del ego, y al darnos cuenta de eso, podemos cambiar de decisión. Como dice el Evangelio (Lc 6:43-44), al árbol se le conoce por sus frutos: un árbol bueno (el sistema de pensamiento del Espíritu Santo) no da frutos malos, ni un árbol malo (el ego) produce frutos buenos; no se vendimian uvas de las zarzas. Ni conseguiremos paz si acudimos al sistema de pensamiento del ego. Pues del ego (conflicto), solo sale más ego/conflicto/separación.

Y otro refrán también relacionado con los dos anteriores:

Dios los cría y ellos se juntan.

Lo similar atrae lo similar. Si en nuestra mente elegimos al ego, no atraeremos otra cosa que sus frutos: separación, conflicto, sufrimiento, miedo. Pero si elegimos la paz del Espíritu Santo, atraeremos sus bendiciones: amor, unión, bienestar, confianza, paz, despertar. Nosotros elegimos qué sembrar, qué criar. Pero lo que elijamos se multiplicará y experimentaremos sus efectos.

Pasemos a otro refrán: 

Dime con quién andas y te diré quién eres.

Este refrán sigue funcionando si le damos la vuelta: "Dime cómo eres (o cómo te sientes) y te diré con quién andas" (con el ego o con el Espíritu Santo).

Si en mi camino he elegido al ego como mi acompañante, entonces seré alguien egoísta, con tendencia a separar, dispuesto a entrar en conflictos, a sufrir y hacer sufrir, etc.

Pero si he elegido al Espíritu Santo como acompañante, entonces lo que soy es lo que Él es: bondad, unión, inocencia, amor, paz, despertar.

Si nuestro comportamiento/actitud es egoísta, podemos deducir qué es lo que estamos eligiendo en el nivel inconsciente de nuestra profunda mente ontológica: estamos eligiendo la creencia en la separación, en la culpa, en el sufrimiento, en el ego.

Pero si somos bondadosos, amables, perdonadores, se deduce que en la mente inconsciente estamos eligiendo la paz y unión del Espíritu Santo.

Por lo tanto, cuando nos demos cuenta de que hemos caído en actitudes egocéntricas, en vez de culparnos sin piedad simplemente reconozcamos que esto indica que hemos vuelto a elegir inconscientemente al ego, y que podemos cambiar nuestra decisión si lo que ahora queremos es paz. Somos libres de elegir la paz.

De donde no hay, no se puede sacar. 

En el mundo todo es temporal/ilusorio. Solo lo eterno tiene verdadero valor, pues es lo único que no desaparecerá como si nunca hubiese existido. En el mundo no hay nada eterno. En el mundo no hay nada de valor para nosotros. En el mundo no hay nada real. En el mundo lo único que hay es separación, conflicto y sufrimiento. Es decir, ilusiones: nada. Por mucho que nos cansemos, no podemos encontrar la felicidad donde no está. En el mundo no hay nada real, nada permanente. Por lo tanto, no nos apeguemos al mundo. Usémoslo únicamente como un aula en la que aprender a despertar del mundo.

El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee. (L.128)

Cuando depositamos nuestras esperanzas en el mundo per se, no encontramos nada. La felicidad se escurre de nuestras manos hasta desaparecer de nuestra vista. Pero cuando utilizamos el mundo como un aula donde aprender el perdón y así despertar, el mundo adquirirá otro color para nosotros. Visto así ya no nos producirá sufrimiento, sino que será un mundo deseable porque nos ayuda a despertar:

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo. (L.129)

Veremos en él paz y finalmente el mundo real. Tal mundo finalmente desaparecerá también cuando hayamos aceptado completamente la salvación, pues en el Cielo no hay mundo ni aulas. Solo hay Unidad.

Pasemos a otro refrán:

De aquellos polvos vienen estos lodos.

Nada sobreviene por casualidad. Todo lo que nos sucede lo hemos pedido. Puede que lo hayamos olvidado, reprimido, menospreciado. En nuestra mente profunda, antes incluso de existir el universo de espacio/tiempo, decidimos creernos la idea de la separación. Ahora hemos olvidado/reprimido aquella ancestral decisión, de modo que nos parece algo lejano, remoto, incluso inexistente. Nos parece nada. Pero esa "nada", esos "polvos", son el origen de todos nuestros sufrimientos en el mundo de las formas (los lodos).

Y sin embargo, a pesar de todo, seguimos manteniendo activa aquella antigua decisión de creer en la separación. La hemos olvidado, pero la pusimos activada con el "piloto automático", por así decir.

La buena noticia es que al darnos cuenta de esto (al ver "los lodos" del mundo y no querer seguir sufriéndolos) podemos elegir deshacer aquella decisión. Podemos elegir desactivar el piloto automático del ego. Hacemos esto mediante el proceso del perdón no-dual.

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Índice de la serie sobre los refranes populares a la luz de UCDM: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2017/08/refranes-populares-la-luz-de-ucdm-indice.html

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