miércoles, 5 de julio de 2017

Refranes populares a la luz de UCDM (II)

Seguimos con la serie de posts sobre los refranes. La primera parte la posteé aquí.

Ande yo caliente y ríase la gente.

¿Qué importan las críticas de la gente mientras no me falte nada? ¿Qué importa lo que dice el sistema de pensamiento del ego mientras yo esté en paz? Parafraseando el refrán: Ande yo perdonando, y poco importará lo que el ego esté ladrando (porque estaré abierto a la paz).

También podemos interpretarlo como un recordatorio de que si uno conoce la verdad, ¿qué importa que se burlen quienes están dormidos en las "verdades" del ego? Al conocer la verdad, uno está en paz y eso es lo que realmente importa, tanto si los demás aceptan la realidad como si no. Otra manera de decirlo: si estoy en paz, no me afectan las opiniones que puedan tener los demás, ni reaccionaré negativamente hacia ellas. Hay muchas otras interpretaciones relacionadas con este refrán.

Dame pan y dime tonto.

Lo interpretamos de manera similar al anterior de "Ande yo caliente y ríase la gente". Si tengo "pan" (paz, bienestar, plenitud), lo demás deja de importar. Y recordemos, por otro lado, que el perdón garantiza que reconozcamos el pan/paz que ya tenemos y somos.

A palabras necias, oídos sordos.

Este refrán es muy ucedemiano, nos vale incluso la explicación normal: "Alude a la indiferencia ante la necedad de los otros. Aconseja no prestar atención ni molestarse por comentarios ajenos e impertinentes que no buscan nuestro bien ni constituyen observaciones dignas de tener en cuenta" (copiado de aquí). Es, por lo tanto, una invitación a no reaccionar ante las tonterías (ante las ilusiones). Si nos enfadamos por meras ilusiones, es debido a que interiormente creemos que hay algo de razón o de realidad en esas ilusiones. De lo contrario, no nos enfadaríamos. Uno no se enfada si le llaman algo que él sabe a ciencia cierta que no es. Por ejemplo, si me llaman pato y yo sé que soy un humano, no me enfado. Si me llaman vizco y yo sé que no lo soy, no me enfado, porque sé que no pueden estar refiriéndose realmente a mí. Pero si me llaman vizco y en mi interior hay dudas sobre que mi vista (mi comprensión, lucidez, etc) esté derecha o torcida, podría enfadarme por considerarlo algo posiblemente real. O si me llaman tonto y no tengo la certeza de no serlo, igualmente podría enfadarme. Como dice el Curso:

¿Quién reaccionaría ante las figuras de un sueño a no ser que las considerase reales? (...) El mundo no hace sino demostrar una verdad ancestral: creerás que otros te hacen a ti exactamente lo que tú crees haberles hecho a ellos. (...) El secreto de la salvación no es sino este: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. (...) No reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño. (T.27.VIII.4.4; 8.1; 10.1,5-6)

El Espíritu Santo puede ayudarnos a percibir las "palabras necias" como meras ilusiones, o de un modo práctico como "peticiones de ayuda o de amor". Así, no reaccionaremos de otro modo que no sea con amor.

El consejo de "A palabras necias, oídos sordos" está muy relacionado con los siguientes dos refranes:

Ladran, luego cabalgamos.

Los perros del ego siempre ladran (critican) a todo, especialmente cuando ven la nobleza de quien se apoya en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es como un noble caballo que nos sostiene; si seguimos su ruta de paz sabiendo que se nos conduce al Cielo, ¿qué importan entonces los ladridos del ego? Este refrán me suena al Quijote, aunque no lo recuerdo con certeza; tal vez don Quijote dijese algo a Sancho parecido a esto: "Ladran, Sancho; señal de que cabalgamos".

El otro refrán similar a los dos anteriores es el mensaje bíblico de Jesús de poner la otra mejilla:

Cuando te abofeteen en una mejilla, pon también la otra.

Oísteis que fue dicho a los antiguos: «Ojo por ojo, y diente por diente». Mas yo os digo: no resistáis al mal, sino que a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, preséntale también la otra. (Mt 5:38-39).

El consejo aquí es el mismo que el de "A palabras necias, oídos sordos", y que el de "Ladran, luego cabalgamos". No es un consejo sobre el comportamiento físico, sino sobre nuestra actitud mental. Es decir, podemos ir a lo nuestro (la paz) y no reaccionar ante las tonterías o provocaciones del ego. En resumen, como dice la cita bíclica: No resistáis al mal. Resistir al mal es responder con odio al odio, responder con enfado a las críticas: ojo por ojo, diente por diente. Pero responder al mal con bien pone fin al mal, que a fin de cuentas es ilusorio. Al dejar de alimentar la ilusión, desaparece. Al dejar de ver el mal, y verlo como una simple petición de ayuda, la apariencia de mal desaparece y solo vemos motivos para amar.

Después de todo, nadie puede criticar nuestra verdadera naturaleza, pues es indefinible en palabras. El ego no puede ver nuestro Ser. Lo único que puede ver y criticar el ego es la falsa imagen o caricatura que él imagina que es nuestro ser. Lo que realmente Somos no puede ser definido, ni fotografiado, ni criticado. Se puede profundizar en este tema en otro de mis blogs: ¿Soy valioso? De ahí extraigo este fragmento: «Tú no eres tu personaje, sino que eres Tú, la conciencia pura, la Unidad eternamente inmutable. Tu personaje/cuerpo en apariencia puede ser criticado, fotografiado, atacado, perjudicado, etc. Pero lo que verdaderamente eres no puede ser visto ni fotografiado ni criticado ni atacado, etc. Lo que eres solamente puede "serse"». Como dicen diversas fuentes espirituales:

Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. (Un Curso de Milagros, introducción 2, 2-3)

El Ser es invulnerable: no se quema, ni se moja, ni se seca. El Ser es eterno, omnipresente, permanente (inmóvil), inmutable y único. (Bhagavad Gita, II, 24)

Por eso el Curso habla de la indefensión, pues ¿qué necesidad hay de defender lo que es inmutable? La verdad no necesita ser defendida. Simplemente es, y nada la puede atacar, pues no existe nada aparte de la verdad. Las defensas refuerzan al ego porque, si uno cree necesitar defensas, eso indica que se ha identificado con algo limitado, vulnerable, separado de la inmutabilidad.

Cree el ladrón que todos son de su condición.

Tal como me considero secretamente a mí mismo, así consideraré a los demás. Este mecanismo es similar tanto si uno proyecta sobre los demás los "pecados" del ego (sensación interna de culpabilidad), como si uno extiende sobre los demás el amor/inocencia del Espíritu Santo (sensación interna de inocencia).

Para profundizar en este tema se puede sondear este post: Vemos lo que queremos ver (lo que busquemos, eso es lo que encontraremos). De ese post extraigo el siguiente fragmento:

La percepción puede dar forma a cualquier imagen que la mente desee ver. (M.19.5.2)

Y así, ante una misma situación externa, diferentes personas tienen puntos de vista diferentes y ven cosas diferentes. Uno ve a alguien como simpático, otro como odioso, uno ve culpabilidad, otro miedo, otro una llamada de amor, etc. El ladrón cree que todos son de su condición... el pecador cree que todos son pecadores... el engañador cree que todos engañan... el santo cree que todos son santos.

(Fin del fragmento copiado)

Y también comenté en relación a esto en un post de otro de mis blogs, al que puse por título precisamente este refrán: Cree el ladrón que todos son de su condición.

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Continuaremos con más refranes en otra ocasión. Saludos.

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Índice de la serie sobre los refranes populares a la luz de UCDM: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2017/08/refranes-populares-la-luz-de-ucdm-indice.html

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