viernes, 28 de julio de 2017

Refranes populares a la luz de UCDM (XVIII)

La mayor riqueza es la voluntad contenta.

La felicidad es interior, no exterior. No depende de los objetos externos. Por lo tanto, no se trata de tener más, sino de estar contentos con lo que tenemos. Y lo que tenemos no es poco, pues es lo que somos: el Ser, que es infinito, que lo es Todo.

La música amansa a las fieras.

Por supuesto. Sobre todo la música del perdón, que amansa los resentimientos y nos lleva a la paz. Y en la Unidad del Cielo la Música del Amor es tan dulce que ya está todo eternamente amansado y no hay fieras.

La ocasión hace al ladrón.

No somos diferentes de los demás. Por muy santos que imaginemos que somos, mientras tengamos ego seremos ladrones (en acto o en potencia). Unos roban en lo mucho, otros en lo poco, otros simplemente no han tenido la oportunidad idónea. Y cuando no robamos a otros, nos robamos a nosotros mismos. El mero hecho de sentir resentimientos contra alguien significa que estamos robándonos nuestra propia paz. Al darnos cuenta de todo esto, y de que somos iguales a los demás (pues todos tenemos ego y la posibilidad de perdonarlo y deshacerlo), es cuando podemos darnos cuenta de la importancia de librarnos del ego mediante el perdón. Y lo practicaremos con frecuencia. Cuando el proceso del perdón se haya completado ya no seremos ladrones y habremos comprendido que el ego nunca existió. Habremos despertado del sueño de la separación. Ahora solo hay plenitud y paz. Ahora lo Uno disfruta de su propia Infinitud Inmutable.

La palabra convence, el ejemplo arrastra.

Significa que la teoría no tiene mucho de valor si no viene respaldada por la práctica: los hechos.

Citemos primero unos cuantos refranes sinónimos del anterior:

No hay mejor predicador que Fray Ejemplo.

Obras son amores, que no buenas razones.

El amor y la fe, en las obras se ven.

Palabras sin obras se venden barato.

También el Curso enseña el mismo mensaje:

Se puede enseñar de muchas maneras, pero ante todo con el ejemplo. (T.5.IV.5.1)

Es decir, que las palabras por sí solas son de poco valor. Lo realmente importante es la práctica. Lo que importa no es la teoría, sino los hechos, la honestidad sincera. Por ejemplo, decir "anhelo despertar de la dualidad" no significa nada si no respaldamos nuestras palabras con la práctica del perdón, pues es el medio para despertar. Por eso el Curso dice:

«Deseo la paz de Dios». Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo. Si pudieras decirlas de corazón, aunque sólo fuera por un instante, jamás volverías a sentir pesar alguno, en ningún lugar o momento. (L-185 - L.185.1.1-3)

Lo mismo pasa si decimos: "quiero iluminarme cuanto antes". Si realmente es cierto lo que decimos, entonces lo demostramos mediante nuestra constante práctica del perdón. Al entrenar nuestra mente en el perdón, demostramos que somos sinceros al decir que queremos iluminarnos: que lo estamos diciendo de corazón.

La práctica vale más que la gramática.

Similar a los refranes que acabamos de ver: no es la teoría, sino la práctica del perdón lo que nos despierta y libera del sueño de la dualidad. Más vale un año practicando el perdón que cien años de erudición. La teoría es útil, pero sólo como preparación para la práctica. Es la práctica lo que nos libera. Y por eso es la práctica lo que tiene más valor.

La perseverancia todo lo alcanza.

Si somos perseverantes con el perdón, tendremos muy cercana la liberación.

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La procesión va por dentro.

Lo que importa no es lo exterior, sino lo interior. Externamente podemos aparentar estar bien y sin embargo sentirnos interiormente deprimidos. Exteriormente nuestra vida puede aparentar ir bien, pero lo relevante es si interiormente estamos eligiendo al Espíritu Santo o al ego. Si lo primero, estaremos realizando lo único útil aquí: apoyar nuestro proceso de despertar. Si lo segundo, por bien que aparenten las cosas, estaremos girando en la noria sin sentido del ego, donde las cosas cambian constantemente hasta que los estropicios se vuelven evidentes. En cualquier caso, lo verdaderamente relevante es lo que estamos eligiendo interiormente en nuestra mente.

La realidad supera la ficción.

Nosotros podemos interpretar este refrán bastante literalmente: La realidad (el Cielo, o su reflejo la mentalidad recta) supera a la ficción (lo ilusorio, el mundo). Parafraseando el refrán de varias maneras: 1) El conocimiento transciende el mundo. 2) El perdón desvanece los resentimientos. 3) La paz supera el conflicto. 4) El Amor transciende las ilusiones.

Un refrán relacionado:

La respuesta mansa la ira quebranta.

La respuesta mansa es el perdón, que quebranta o deshace la ira. Como ya hemos citado en el segundo refrán de este capítulo, la música (el perdón) amansa a las fieras (desvanece la ira).

Las cuentas claras y el chocolate espeso.

A cada cosa le damos el tratamiento que le corresponde. Ejemplos: 1) Al Amor le prestamos atención; al ego, en cambio, le damos perdón. 2) Al Espíritu Santo lo abrazamos, y al ego lo rechazamos. 3) Al perdón lo contratamos; al ego, lo despedimos y lo olvidamos.

El uso normal de este refrán se refiere a no mezclar la amistad con los negocios. Se parece al consejo popular de no mezclar el amor/placer con el dinero, por miedo a que por lo segundo, se pierda lo primero. Visto así, nosotros podemos usar la idea para recordar no mezclar los sistemas de pensamiento del ego con el del Espíritu Santo. Con el ego, las cuentas claras (el perdón siempre a mano). Con el Espíritu Santo, el chocolate bien espeso (confianza y amor).

La suerte de la fea la bonita la desea.

Este mundo dual no es un lugar de plenitud, por lo que no todos disponemos de todas las cualidades. Unas personas pueden ser bellas físicamente, otras puede que sean inteligentes, otras ricas, otras con una salud de hierro, etc. A pesar de las inevitables diferencias externas, no hay motivos para envidiar a nadie. No sólo porque las diferencias son ilusorias, sino porque interiormente todos somos iguales.

La suerte está echada.

El guión ya está escrito. (L.158.4.3)

Pero puesto que no somos conscientes de los detalles, podemos concentrarnos en lo que depende de nosotros: perdonar o no perdonar. Si perdonamos, estamos aceptando la paz y acercando el momento del total despertar. Con el perdón somos libres, incluso del guión. Pues si perdonamos completamente ahora, nos iluminamos inmediatamente ahora. Debido a nuestra resistencia a despertar, en vez de perdonarlo todo de golpe y despertar repentinamente, solemos cortar el iceberg del perdón trocito a trocito para irlo perdonando y derritiendo más despacito.

La suerte está echada también en el sentido de que el final es inevitable: todos despertaremos.

La unión hace la fuerza.

No puede haber un refrán más cierto. El perdón es unión y deshace la separación. El ego es incapaz de unirse, pues nacido de la separación su impulso es siempre a separar y seguir separando, y la división no produce fuerza sino debilidad. Unirnos al Espíritu Santo y a nuestros hermanos nos hace infinitamente fuertes, pues es perdón, conduce a la paz y al despertar, y finalmente nos permite reconocer la Unidad con Dios. Dios es la Fuerza Única e Infinita. La Fuerza que no tiene opuestos, que no lucha. La Fuerza de ser totalmente pleno y feliz. La Fuerza que simplemente ES. La Libertad de Ser.

La verdad es amarga.

La verdad es lo infinitamente dulce. Solo podríamos decir que es amarga en el sentido de que a veces uno no desea escucharla, por preferir las ilusiones. Al ego le resulta amargo pensar que la individualidad pueda ser una mentira, porque eso significa que el ego no existe. Por eso el ego tiene miedo de la verdad y se niega a escucharla.

En definitiva, la verdad es lo más dulce, pero nos negaremos a escucharla mientras sigamos apegados a las ilusiones, identificados con nuestra ilusoria individualidad.

El perdón desvela la verdad. Por eso al comienzo puede parecernos un poquito amargo, cuando aún tenemos suspicacias contra la idea de que desaparezca nuestra individualidad. Sin embargo cuanto más practicamos el perdón más dulce se vuelve y menos amarga imaginamos la verdad. Y de todos modos no deberíamos temer la disolución de nuestra individualidad. Es ilusoria y terminará desapareciendo, pero el proceso es muy gradual: mientras sigamos queriendo en alguna medida la experiencia individual, la tendremos:

No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad. El tiempo es benévolo, y si lo usas en beneficio de la realidad, se ajustará al ritmo de tu transición. (T.16.VI.8.1-2)

Así que el perdón se va volviendo cada vez más dulce. Conforme disminuye nuestra individualidad, más dulce se vuelve el perdón y su paz/felicidad. Pero seguiremos experimentando la individualidad casi hasta el final del proceso. Solo muy al final de la escalera espiritual es cuando nos desprendemos de la individualidad, y para cuando llega ese momento ya estamos maduros, preparados y deseosos de que la individualidad desaparezca de una vez por todas. Y sucede de manera muy espontánea. Pero antes de eso, pasamos por el resto de escalones de la escalera espiritual, en los peldaños en los que aún tenemos individualidad, pero conforme perdonamos vamos teniendo una individualidad más ligera: cada vez con menos preocupaciones y resentimientos, con menos sufrimiento y con más paz y amor. Y cuando el proceso finalice por completo, nos reiremos a carcajadas del refrán de que "la verdad es amarga"; diremos: "¡la verdad es tan dulce que es lo único que quiero!".

La verdad, como el aceite, quedan encima siempre. 

Por mucho que el ego la quiera ocultar, a la larga la verdad sale siempre a flote. ¿Con cuánta rapidez? Con tanta rapidez como la deseemos. Quien quiere la verdad, la tiene y la es.

La vida no es un camino de rosas.

¿Será porque las rosas tienen espinas y la vida no? Pero no va por ahí el refrán, pues no se refiere a la Vida, sino a la vida en el mundo. Y no debemos idealizar el mundo, creyendo que está diseñado para darnos felicidad (un lecho de suaves y aromáticas rosas). El mundo fue diseñado por el ego para ser un lugar de dolorosas espinas, no un lugar de cómoda felicidad. Por lo tanto, la vida no es un camino de rosas. Es un camino de espinas, sin las rosas. O de vez en cuando con alguna rosa para despistar (de lo contrario, abandonaríamos al ego en seguida). Puesto que la vida no es un camino de rosas, convirtámosla al menos en un camino de azucenas (violetas). Las azucenas son uno de los símbolos que utiliza el Curso para representar el perdón. Si aprovechamos cada oportunidad para perdonar, sustituyendo las espinas (conflicto, culpa) por azucenas (perdón, unión), convertiremos esta vida en un aula en la que aprender feliz y tranquilamente a despertar. Por eso el Curso nos anima a ofrecer azucenas a nuestros hermanos, en lugar de las espinas que les hemos estado ofreciendo durante eones.

Hazle a tu hermano la ofrenda de las azucenas, no la de una corona de espinas; el regalo del amor, no el "regalo" del miedo. Te encuentras a su lado, con espinas en una mano y azucenas en la otra, indeciso con respecto a cuál le vas a dar. Únete a mí ahora, deshazte de las espinas y, en su lugar, ofrécele las azucenas. (T.20.I.2.5-7)

Ofrécele espinas y te crucificas a ti mismo. Ofrécele azucenas y es a ti mismo a quien liberas. (T.20.II.3.8-9)

Las apariencias engañan.

Lo que importa no es lo externo (la apariencia, la forma), sino lo interno (la mente, el propósito o contenido de la mente). Como ya hemos comentado en otro refrán más arriba, "la procesión va por dentro". Por lo tanto, no nos dejemos engañar por las apariencias. Porque el mundo son apariencias, y sus formas engañan y tratan de ocultar el contenido:

Nada es tan cegador como la percepción de la forma. (T.22.III.6.7)

Pero si prestamos atención a lo esencial, a si estamos en paz o no, aprenderemos a fijarnos en el contenido y nos daremos cuenta de cuándo hemos caído en la trampa del ego, por lo que podremos aplicar la solución del perdón. Cuando no estoy en paz, deduzco que he elegido mal y que es hora de perdonar.

Las comparaciones son odiosas.

Las comparaciones son uno de los recursos preferidos del ego para establecer diferencias. Las usa para menospreciar a alguien, o para encumbrar a alguien: en ambos casos separando, dando importancia a las diferencias. Las comparaciones son para el ego un medio de reforzar la separación.

Ya hemos hablado de las comparaciones en el capítulo X (comentando el refrán de "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces"). Si estás interesado en un par de citas oportunas del Curso, y en unas explicaciones aclaratorias sobre las comparaciones, allí puedes leerlas.

De todos modos las diferencias externas son ilusorias, por lo que es de sabios darnos cuenta de que en lo esencial, interiormente, todos somos iguales. Y si somos iguales, no hay necesidad de comparaciones.

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Índice de la serie sobre los refranes populares a la luz de UCDM: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2017/08/refranes-populares-la-luz-de-ucdm-indice.html

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