miércoles, 10 de agosto de 2016

Facimoutreach P-964

¿Qué pasa con la perspectiva filosófica de que la paz eterna es aburrida y sin sentido?

P-964: Estoy teniendo un pequeño dilema filosófico que espero que podáis ayudarme a resolver. Un punto de vista contemporáneo afirma que el propósito de este mundo relativo es que seamos capaces de experimentar nuestra naturaleza divina, en vez de sólo conocerla; y que sólo teniendo la posibilidad de algo opuesto es como se puede experimentar lo que uno realmente es. Esto parece implicar que este mundo, aunque es un sueño de separación, sigue siendo de alguna manera necesario para que Dios "se conozca experimentalmente a Sí Mismo". Soy consciente de que esto contradice lo que enseña Jesús en Un Curso de Milagros, que es el que mundo es totalmente carente de sentido y no tiene absolutamente ningún propósito, pero esta explicación alternativa parece tener sentido. Me refiero a que si el Cielo es paz y alegría eternas, y nada más que paz y alegría, por siempre inmutable, ¿no se volvería entonces muy pronto sin sentido, ya que no habría nada con lo que compararlo? Por ejemplo, si en baloncesto encestas un triple desde tu propio campo al primer intento, eso puede ser estimulante. Pero si únicamente lanzas triples que siempre encestas y siempre pasa lo mismo, acabaría siendo aburrido, convirtiéndose en algo sin sentido y vacío. Por lo tanto, ¿no es este mundo ilusorio en realidad una cosa "buena" —siempre que sepamos que es sólo una ilusión y que lo estamos usando para conocernos a nosotros mismos como el Hijo de Dios? ¿No es de hecho necesario que nos experimentemos como Eso? 

((Nota: como se trata de un argumento relativamente típico, ha sido planteado en numerosas ocasiones en las diversas tradiciones. En otro de mis blogs posteé sobre este mismo tema, centrando la respuesta principalmente en comentarios de los libros de Gary Renard. En el mismo post también se menciona brevemente la postura de Ramana Maharshi al respecto. Si a alguien le interesa leerlo (es un poco largo), es el post titulado: ¿Es necesaria la dualidad para que el Absoluto pueda experimentarse a Sí Mismo? Uno de los aspectos de este tema lo comenté en otro post de ese blog: el asunto de si la Verdad puramente no-dual podría llegar a ser algo aburrido. Esta vez las citas que usé como complemento se centraron en las enseñanzas de Nisargadatta Maharaj, y el post al que ahora me estoy refiriendo es este: Creación inmutable: El Ser no es una especie de Gran Cubito de Hielo Aburrido. Ambos posts forman parte de la colección de links incluida al final del post titulado: Síntesis del perdón))

Respuesta: Tal punto de vista es de hecho común y corriente en la teología del proceso, de la que Alfred North Whitehead es un notable representante. (("la teología del proceso", al igual que "la filosofía del proceso", son conocidas y pueden encontrarse algunos comentarios en la Wikipedia en español, en la biografía de Alfred Whitehead, aunque para entender esta respuesta no es necesario conocer los detalles))

Hay dos niveles aquí que hay que considerar por separado ((este párrafo se centra en el nivel de la verdad absoluta; el siguiente párrafo habla de lo inconveniente que es mezclar ambos niveles intentando imponer los parámetros de nuestra percepción dualista para evaluar la experiencia no-dualista; mientras que el párrafo final se centra en nuestra experiencia dentro del ilusorio mundo dual)). Un Curso de Milagros enseña que en el Cielo no hay un ser separado o mente separada que pueda evaluar su estado en relación a otro ser o estado: «Lo que Él crea no está separado de Él, y no hay ningún lugar en el que el Padre acabe y el Hijo comience como algo separado» (L.132.12.4). Por definición, no puede haber carencia en la Perfección infinita, así que no hay nada que aprender ni ningún potencial que tenga que ser completado. De igual modo, estar aburrido o cansado de ver la misma cosa presupone la existencia del tiempo y del espacio, y Dios y el Cielo transcienden completamente las limitaciones del tiempo y del espacio. Para el ego, la paz es aburrida, y el conflicto y los desafíos le parecen estimulantes, pues el ego busca constantemente hacer real su propio mundo de separación y de diferencias. Por lo tanto, en la medida en que nos identifiquemos con el ego, nos parecerá que la vida sin contrastes y sin opuestos es inconcebible y ciertamente muy poco atractiva.

La perfecta y eterna Unidad del Cielo está más allá de nuestra comprensión, no teniendo nada en común con la experiencia dualista de nuestro mundo, que consiste en individuos separados e imperfectos, limitados por el espacio y el tiempo. No se pueden tomar los principios de la experiencia dualista y aplicarlos a la experiencia no-dualista. Son estados mutuamente excluyentes. El error que muchos de nosotros cometemos es usar nuestra experiencia humana como punto de referencia para entender el reino del puro espíritu —Dios y el Cielo. Esto es parte de la estrategia del ego para aniquilar al verdadero Dios y fabricar otro Dios que dé validez a su propio sistema de pensamiento; y por consiguiente nos olvidamos de que los seres humanos son el efecto de la decisión de la mente separada de borrar la verdad de su conciencia, y sustituirla por otro sistema de pensamiento completo —falso de principio a fin— que ocupe su lugar. Si esa es nuestra base, ¿cómo entonces íbamos a poder entender alguna cosa? Eso es lo que Jesús está tratando de decirnos en su Curso —que estamos confundidos con respecto a todo: «Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es verdad se volvió invisible para ti» (T.12.VIII.3.1). Así que tenemos que ser extremadamente cautelosos al sacar conclusiones de nuestra experiencia —aparte de eso hemos estado completamente equivocados, y tiene que haber un camino mejor.

Sin embargo es aquí donde Un Curso de Milagros se vuelve tan útil. Aunque nos dice que hemos inventado este mundo «como un ataque contra Dios» (L.PII.Preg3.2.1), y que «el cuerpo no fue hecho por el amor» (T.18.VI.4.7), también nos dice que en nuestras mentes divididas retenemos el recuerdo de la verdad, y por lo tanto podemos usar el mundo y el cuerpo para restaurar esa verdad a nuestra conciencia eligiendo contra el propósito de mentalidad-errada del ego de reforzar la separación, eligiendo en vez de eso el propósito de mentalidad-recta del Espíritu Santo de deshacer nuestra creencia en la separación. En este nivel, el mundo sirve para un importante propósito: puede llevarnos de regreso desde el estado de estar sin-mente ((mindlessness)) hasta el poder de nuestra mente para elegir la verdad en vez de la mentira del ego. Y en este nivel, nuestro aprendizaje se lleva a cabo principalmente por medio del contraste: «Los contrastes y las diferencias son recursos de aprendizaje necesarios, pues gracias a ellos aprendes lo que debes evitar y lo que debes procurar. Cuando hayas aprendido eso, encontrarás la respuesta que elimina la necesidad de las diferencias. La verdad viene por su cuenta a encontrarse consigo misma. Cuando hayas aprendido que tú le perteneces a la verdad (...) no necesitarás ningún contraste que te ayude a comprender que eso, y sólo eso, es lo que quieres» (T.13.XI.6.3-7). Por lo tanto, cuando la cordura y la verdad hayan sido restauradas en nuestra mente, el mundo se disolverá en la nada de donde provino ((M.13.1.2; C.4.4.5)), pues no tiene valor en sí mismo: «(...) si tal como lo contemplo no veo nada de valor en el mundo, ni nada que desee poseer, ni ninguna meta que anhele alcanzar, entonces éste se alejará de mí. Pues no habré intentado reemplazar la verdad con ilusiones» (L.226.1.4-5).

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions194.htm#Q964

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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