Desear es pedir. Todo deseo es implícitamente una petición. Y toda petición es inmediatamente contestada y satisfecha. Me conviene, por lo tanto, ser consciente de lo que estoy pidiendo/deseando, y así desear solamente la verdad en lugar de las ilusiones (o en lugar de la verdad mezclada con ilusiones). El que desea solamente la verdad, la reconoce. Y así va a ser con todos en su momento, pues la verdad es el único "deseo" verdadero y eterno, es el único amor en lo profundo de nuestro corazón.
El deseo es una forma "primitiva" (en el sentido de "distorsionada") o "inferior" de oración. La verdadera oración es gratitud por lo que ya es. Es júbilo, es agradecimiento, felicidad y celebración. La verdadera oración va más allá del deseo porque no pide nada, pues sabe que se tiene todo y se es todo.
En otras palabras: en la verdadera oración solamente se desea la verdad, la cual ya ha sido concedida.
Sobre este tema se puede consultar el Anexo de UCDM titulado "El Canto de la Oración". Y también está relacionado con citas semejantes a las siguientes:
Desear completamente es crear, y crear no puede ser difícil si se tiene
en cuenta que Dios Mismo te creó para que fueses un creador. (T.6.V.B.8.8) (Pág. 119)
Recordarás todo en el instante en que lo desees de todo corazón, pues si
desear de todo corazón es crear, tu voluntad habrá dispuesto el fin de
la separación, y simultáneamente le habrás devuelto tu mente a tu
Creador y a tus creaciones. (T.10.I.4.1) (Pág. 202)
La oración, en la forma que adopta inicialmente es una ilusión, ya que
no se necesita escalera alguna para llegar hasta aquello de lo que uno
nunca se alejó. (S.1.II.8.3) (Pág. 13)
El secreto de la verdadera oración es olvidarte de las cosas que crees
que necesitas. Pedir algo específico es igual que ver el pecado primero y
y luego perdonarlo. Del mismo modo, al orar pasas por alto tus
necesidades específicas tal como las ves, y las dejas en Manos de Dios. (...) ¿Cuál podría ser Su respuesta sino tu recuerdo de Él? (S.1.I.4.1-5) (Pág. 9)
El Ser que Dios creó no necesita nada. Está eternamente a salvo y es
eternamente íntegro [entero, completo], amado y amoroso. Busca compartir
en vez de obtener; extender en vez de proyectar. No tiene necesidades
de ninguna clase y sólo busca unirse a otros que, como él, son
conscientes de su propia abundancia. (Prefacio, pág. XIV)
Dios, que abarca todo lo que existe, creó seres que lo tienen todo
individualmente, pero que quieren compartirlo para así incrementar su
gozo. (T.4.VII.5.1) (Pág. 77)
Al aceptar su compleción, desea extenderla uniéndose a otro, tan pleno
como él. No ve diferencias entre su ser y el ser del otro, pues las
diferencias sólo se dan a nivel del cuerpo. (T.22.IN.3.3-4) (Pág. 522)
Los que perciben y reconocen que lo tienen todo no tienen necesidades de ninguna clase. (T.1.IV.3.5) (Pág. 12)
Mas la única oración que tiene sentido es la del perdón porque los que han sido perdonados lo tienen todo. (T.3.V.6.3) (Pág. 49)
En realidad no necesitamos nada, pero cuando creemos tener necesidades proyectamos un mundo que en apariencia refleja tal condición. Al creernos necesitados, estamos pidiendo un mundo de necesidades y separación, de modo que nos autoengañamos al creer que somos un cuerpo limitado incluido en un mundo externo a él. Perdonar esta creencia nos conduce al despertar y a la verdadera oración, la cual es un canto de felicidad por la bondad ilimitadamente disfrutada.
Toda petición es inmediatamente contestada. Incluso el tiempo, que es otra ilusión, es el resultado de una petición en favor de lo ilusorio, en favor de la separación. Pero como todo lo ilusorio, bien empleado puede usarse para despertar (si lo dejamos en manos del Espíritu Santo, que es el sabio y amoroso Maestro interior).
Toda petición es inmediatamente contestada porque lo que vemos es lo que deseamos. Como dice UCDM:
El propósito de la vista es mostrarte aquello que deseas ver. (L.PI.161.2.5) (Pág. 326)
Y lo que deseas se te concede para que lo puedas ver. (T.27.II.7.8) (Pág. 641)
Lo que deseas es verdad para ti. (T.24.V.1.6) (Pág, 571)
Y nadie puede dejar de ver lo que cree desear. (L.PI.130.1.6) (Pág. 250)
Lo que desees para ti es lo que manifestarás, y lo aceptarás del mundo porque al desearlo lo ubicaste en él. (T.12.VII.7.5) (Pág. 255)
Ves lo que esperas ver y esperas ver aquello que invitas. Tu percepción
es el resultado de tu invitación, y llega a ti tal como la pediste. ¿De
quién son las manifestaciones que quieres ver? (T.12.VII.5.1-3) (Pág. 255)
Nunca te olvides de que siempre ves lo que buscas, pues lo que buscas lo encontrarás. (T.12.VII.6.3) (Pág. 255)
La verdad se restituye en ti al tú desearla, tal como la perdiste al desear otra cosa. (T.20.VIII.1.2) (Pág. 493)
Los sueños te muestran que tienes el poder de construir un mundo a tu gusto, y que por el hecho de desearlo lo ves. (T.18.II.5.1) (Pág. 419)
La fe y el deseo van de la mano, pues todo el mundo cree en lo que desea. (T.21.II.8.6) (Pág. 502)
Verás aquello que desees ver. (T.21.II.9.5) (Pág. 502)
La visión se amolda a lo que se desea, pues la visión siempre sigue al deseo. (T.20.VII.5.6) (Pág. 492)
Esto concuerda con la ley fundamental de la percepción: ves lo que crees que está ahí, y crees que está ahí porque quieres que lo esté. (T.25.III.1.3) (Pág. 588)
Alegrémonos de que ves aquello que crees, y de que se te haya concedido poder cambiar tus creencias. (T.31.III.6.1) (Pág. 735)
No podrás ir más allá de las creencias hasta que no creas plenamente. (T.6.V.C.7.7) (Pág. 122)
Esto es lo único que tienes que hacer para que se te conceda la
visión, la felicidad, la liberación del dolor y el escape del pecado. Di
únicamente esto, pero dilo de todo corazón y sin reservas, pues en ello
radica el poder de la salvación: Soy responsable de lo que veo. Elijo
los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero
alcanzar. Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me
concede tal como lo pedí. No te engañes por más tiempo pensando que eres
impotente ante lo que se te hace. Reconoce únicamente que estabas
equivocado, y todos los efectos de tus errores desaparecerán.
Es imposible que el Hijo de Dios pueda ser controlado por sucesos
externos a él. Es imposible que él mismo no haya elegido las cosas que
le suceden. Su poder de decisión es lo que determina cada situación en
la que parece encontrarse (...). (T.21.II.2.1 hasta T.21.II.3.3) (Pág. 500)
Mas debes conocer la ley que rige toda visión y no dejar que tu mente se
olvide de ella: contemplarás aquello que sientas en tu interior. (L.PI.189.5.3) (Pág. 385)
Ves el mundo que deseas. El mundo es un reflejo de nuestros deseos. Sin embargo los deseos superficiales (producidos por nuestra identificación con el ego) no son lo que verdaderamente deseamos, pues nuestro unico deseo es Dios: la Realidad. Y más que un deseo es un Hecho, pues la Verdad ya ES. Solamente tenemos que reconocerla (no desear nada opuesto a ella) para poder disfrutar eternamente de Ella, que es nuestro propio Ser.
Tú no deseas realmente el mundo que ves, pues no ha hecho más que decepcionarte desde los orígenes del tiempo. (T.13.VII.3.1) (Pág. 281)
No hay ningún mundo aparte de lo que deseas, y en eso radica, en última instancia, tu liberación. (L.PI.132.5.1) (Pág. 258)
¿Qué otra cosa podría desear sino la verdad acerca de mí mismo? (L.PII.231.1.6) (Pág. 441)
No hay nada más relevante que darnos cuenta de nuestro único verdadero deseo, y no desear nada más. No estamos pasivos a merced de lo que vemos, sino que todo pende de nuestra decisión:
Sólo la mente decide si lo que vemos es real o ilusorio, deseable o indeseable, placentero o doloroso. (M.8.3.11) (Pág. 27)
La cita anterior se refiere a nuestra conciencia de lo que vivimos: si elegimos las ilusiones, las experimentaremos como si fuesen verdaderas (mientras queramos seguir autoengañándonos). Pero más allá de nuestros jueguecillos la Verdad es inmutable y esto es la garantía de nuestra liberación de las ilusiones. Sin embargo, como se ha dicho, nuestra experiencia depende de lo que decidamos ver. Y es mucho más sabio y placentero decidirnos por la verdad, en lugar de seguir padeciendo el autoengaño de experimentar los sobresaltos de las fugaces ilusiones.
Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su propia
decisión. Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. Nadie
puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que
eso sea lo que desea. Y nadie muere sin su propio consentimiento. Jamás
ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega
nada de lo que eliges. He aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo
detalle. He aquí toda la realidad que tiene para ti. Mas es sólo ahí
donde se encuentra la salvación. (L.PI.152.1) (Pág. 301)
Como dice una de las citas que más me gustan del Curso:
[El mundo que ves...] Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. (T.21.IN.1.5) (Pág. 497)
El párrafo donde aparece dicha cita es bueno considerarlo entero, pues es muy inspirador:
La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de
aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero si bien no es nada más,
tampoco es menos. Por lo tanto, es importante para ti. Es el testimonio
de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal
como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de
cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de
él. La percepción es un resultado, no una causa. Por eso es por lo que
el concepto de grados de dificultad en los milagros no tiene sentido.
Todo lo que se contempla a través de la visión es sano y santo. Nada que
se perciba sin ella tiene significado. Y donde no hay significado, hay
caos. (T.21.Introd.1) (Pág. 497)
Otra aclaración sobre lo mismo:
El mundo que vemos refleja simplemente nuestro marco de referencia
interno: las ideas predominantes, los deseos y las emociones que
albergan nuestras mentes. "La proyección da lugar a la percepción"
[(T.21.Introd.1) (Pág. 497)]. Primero miramos en nuestro interior y
decidimos qué clase de mundo queremos ver; luego proyectamos ese mundo
afuera y hacemos que sea real para nosotros tal como lo vemos. Hacemos
que sea real mediante las interpretaciones que hacemos de lo que estamos
viendo. (Prefacio, páginas XIII y XIV)
En el fondo, el mundo que vemos refleja lo que creemos de nosotros mismos, es un juicio sobre uno mismo y si creemos ser unos seres débiles y limitados, ese será el mundo que veremos y en el que pareceremos estar: nos sentiremos como si fuésemos un cuerpo limitado el cual viviera en un mundo externo a él mismo. Pero si decidimos creer en nuestra grandeza ilimitada, aceptando la visión que el Espíritu Santo tiene de nosotros, pronto veremos un mundo brillante que será una ayuda para despertar, y tras despertar disfrutaremos del Cielo, que no es visto sino más bien vivido y plenamente gozado, y que es desde siempre y para siempre nuestro verdadero Hogar más allá de los cuerpos y de los límites de todo tipo, nuestra verdadera Vida la cual es ilimitada, nuestro verdadero Ser eternamente bello, pleno y feliz, el cual es Uno y no tiene límites.
El mundo que ves no es sino un juicio con respecto a ti mismo. No existe en absoluto. (T.20.III.5.2-3) (Pág. 479)
Ése es el mundo que ves: un juicio contra ti mismo, que tú mismo has emitido. (T.20.III.5.5) (Pág. 479)
Todo el mundo ve sólo lo que cree ser. (T.22.I.5.2) (Pág. 524)
El mundo que ves tan sólo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. (T.21.IN.2.7) (Pág. 497)
El mundo que ves es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. (T.31.I.7.4) (Pág. 729)
La idea de hoy introduce el concepto de que son tus pensamientos los que determinan el mundo que ves. (L.PI.11.1.3) (Pág. 19)
El mundo que ves no tiene nada que ver con la realidad. (L.PI.14.1.4) (Pág. 24)
El mundo que ves es lo que es imposible. (M.11.4.5) (Pág. 34)
El mundo que ves no es más que la ilusión de un mundo. (C.4.1.1) (Pág. 92)
De uno mismo depende todo. Pues somos libres de reconocer nuestra amorosa unidad. Somos libres de reconocer la verdad. Y para reconocerla, somos libres de dejar de juzgar (lo que equivale a perdonar) en lugar de seguir jugueteando a condenar/juzgar.
Podemos reconocer la verdad inmediatamente, pues Ella se acerca a nuestra conciencia en la misma medida que nuestro deseo por Ella. El tiempo no es un obstáculo, pues es ilusorio.
El que te hayas descarriado tan completamente ha requerido tiempo, pero ser lo que eres no requiere tiempo en absoluto. (T.15.I.9.3) (Pág. 335)
Llevar a cabo la corrección en su totalidad no requiere tiempo en absoluto. (T.26.VIII.6.1) (Pág. 629)
El camino que nos propone UCDM es elegir el perdón en lugar de la condenación. Elegir así funciona, independientemente de que el concepto de elegir en sí sea una ilusión (al igual que el perdón es otra ilusión). Son ilusiones que ayudan a despertar del sueño y así volver a ser conscientes de que el despertar es un "viaje sin distancia" hacia una meta que nunca ha cambiado ni nunca ha estado alejada de nosotros: nuestro propio Ser, que ya es perfecto tal como es y lo seguirá siendo eternamente.
Elegir no es conocimiento (sabiduría absoluta) sino percepción (ilusión), pero dentro del mundo dual de las percepciones, elegir sabiamente es lo que despierta. Elegir atender las inspiraciones del Maestro Interior es la única manera de recordar el conocimiento.
La percepción se basa en elegir, pero el conocimiento no. (T.25.III.3.1) (Pág. 589)
Comparto tres citas más referidas al tema del elegir:
En este mundo hay que tomar decisiones, y hay que tomarlas tanto si son ilusorias como si no. (S.1.I.2.4) (Pág. 8 de El Canto de la Oración, en la edición publicada por Grano de Mostaza)
La idea de que hay alternativas entre las que elegir es una ilusión. Aun
así, dentro de esta ilusión yace el des-hacimiento de todas las
ilusiones, incluida ella. (T.26.III.6.4) (Pág. 615)
Este es el mundo de los opuestos. Y tienes que elegir entre ellos a cada
instante mientras el mundo siga siendo real para ti. No obstante, debes
aprender cuáles son las alternativas que verdaderamente tienes (...). (S.2.I.10.1-3) (Pág, 25)
Las alternativas son solamente dos. No nos engañemos con el truco de creer en las diversas alternativas ilusorias, pues todas ellas son solamente una sola: dormir en lo absurdo de la separación. Por lo tanto sólo hay dos opciones, o elegimos el amor o el miedo... o elegimos el perdón que nos despierta, o los juicios que nos mantienen dormidos. Y de estas dos opciones (perdonar o juzgar) solamente una de ellas es real, en el sentido de que nos despierta y así nos conduce a recordar la Realidad, la Plenitud de nuestro eterno Ser inmutable.
Todas las ilusiones son una. Y en el reconocimiento de este hecho radica
el que puedas abandonar todo intento de elegir entre ellas y de
hacerlas diferentes. ¡Qué fácil es elegir entre dos cosas que obviamente
son distintas! En esto no hay conflicto. (T.26.III.7.2) (Pág. 615)
O elegimos seguir jugueteando a soñar ilusiones de padecimientos y separación, o elegimos despertar de todo lo ilusorio. No podemos mezclar ambas opciones. No podemos estar despiertos y a la vez durmiendo. No podemos estar sufriendo y a la vez disfrutando del perfecto gozo de la eternidad.
¿Crees acaso que la verdad puede ser tan sólo meras ilusiones? Las
ilusiones son sueños precisamente porque no son verdad. El hecho de que
la verdad esté ausente de todas ellas por igual es la base del milagro,
lo cual quiere decir que has entendido que los sueños sueños son, y que
escaparte de ellos depende, no del sueño en sí, sino de que despiertes.
¿Cómo iba a ser posible conservar algunos sueños y despertar de otros?
La elección no es entre qué sueños conservar, sino sólo si quieres vivir
en sueños o despertar de ellos. De ahí que el milagro no excluya de su
benéfica influencia algunos sueños. No puedes quedarte con algunos
sueños y despertar de otros, pues o bien estás dormido o bien despierto.
Y soñar tiene que ver únicamente con una de estas dos posibilidades. (T.29.IV.1) (Pág. 690)
Lo opuesto a las ilusiones no es la desilusión sino la verdad. Sólo para
el ego, para el que la verdad no tiene significado, parecen ser las
ilusiones y la desilusión las únicas alternativas, las cuales son
diferentes entre sí. Pero en verdad son lo mismo. Ambas aportan el mismo
cúmulo de sufrimiento, aunque cada una parece ser la única manera de
escaparse de la aflicción que la otra ocasiona. Toda ilusión alberga
dolor y sufrimiento entre los tenebrosos pliegues de las pesadas
vestiduras tras las que oculta su inexistencia. Sin embargo, esas
sombrías y pesadas vestiduras son las que cubren a aquellos que van en
pos de ilusiones, y las que los mantienen ocultos del júbilo de la
verdad. (T.22.II.1) (Pág. 527)
La verdad es lo opuesto a las ilusiones porque ofrece dicha [alegría,
gozo, felicidad]. ¿Qué otra cosa sino la dicha podría ser lo opuesto al
sufrimiento? Abandonar un tipo de sufrimiento e ir en busca de otro no
es un escape. Cambiar una ilusión por otra no es realmente un cambio.
Tratar de encontrar felicidad en el sufrimiento es una insensatez, pues
¿cómo se iba a poder encontrar felicidad en el sufrimiento? (T.22.II.2.1-5) (Pág. 527)
Somos inmensamente amados y disponemos de todo lo valioso. Esto es así tanto en el Cielo (que es donde vivimos realmente, como sabemos cuando estamos despiertos) como en la "tierra" o "sueño", donde también disponemos de todo lo que resulte útil para despertar. ¡Basta desearlo y el proceso de despertar ya ha comenzado! Y disfrutamos de este proceso con amor y paciencia, sin prisas porque sabemos que el tiempo ya no es un obstáculo, sino que desde ahora es una ilusión que nos sirve de ayuda, al ser puesto al servicio del Espíritu Santo en favor de nuestro deseo de despertar a la verdad.
¡Gracias!
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