jueves, 18 de abril de 2013

Fluir alegremente desde la espontaneidad divina

Este tema está tomado de un par de mails escritos hace menos de 24 horas. Ahí van ambos mails:

Mail 1:

 Hola Toni, hoy voy por la lección 135 " Si me defiendo he sido atacado" que habla sobre no hacer planes basados en el pasado, porque hacer planes es defenderse y no hay nada de que defenderse y hay que confiar y escuchar los planes de Dios que es la felicidad, y dice si tienes que hacer planes ya se te diran cuales son, hay que entregar pero uno va pensando voy a hacer esto voy a hacer lo otro jaj es una linea fina para darse cuenta si estoy confiando o estoy planeando con el ego no?
Gracias

Mail 2: 

Esto es el tema de la espontaneidad divina (en mis palabras). Lo podemos aplicar a todo, incluida la actividad de planear. Los planes surgen, simplemente surgen por sí mismos y se desvanecen por sí mismos cuando no son necesarios, sin esfuerzo por nuestra parte y sin necesidad de temer ni de controlar nada ("controlar" siempre implica miedo). Así es como lo vivimos cuando lo dejamos todo en manos del Espíritu. Pero si nos obsesionamos en querer controlar los resultados entonces la actividad de planear se convierte en defensas o caprichos basadas en el punto de vista del ego.

¿Cómo distinguir si nos estamos dejando llevar por el Espíritu o por el ego? Esto requiere práctica, pero con la práctica se vuelve muy fácil discernirlo, porque sólo podemos escuchar dos voces (o planear siguiendo los consejos de uno de estos dos consejeros), que son la voz del ego o la Voz del Espíritu Santo, y discernir ambas voces se vuelve muy fácil una vez que tenemos en cuenta lo siguiente: seguir la voz del ego siempre nos produce miedo, preocupaciones, intranquilidad, obsesión por controlar, separación, tristeza, proyección obsesiva hacia el futuro, etc. Seguir la Voz del Espíritu nos produce paz, unión, tranquilidad, felicidad, etc, y todo eso sin perder contacto con la tranquilidad del presente, sin temor al futuro.

Son dos voces completamente opuestas, así que con la práctica lograremos distinguirlas cada día más fácilmente (para esto es UCDM, tanto leer el Texto como practicar las lecciones del libro de ejercicios nos ayudan a esto). La voz del ego se disfraza bajo todo tipo de formas, a veces en maneras aparentemente "agradables" o en forma de sugerencias aparentemente "interesantes", pero si miramos sus frutos, veremos que siempre produce la pérdida de la paz, el ego nos conduce a salir del presente y preocuparnos por el futuro, nos conduce a planear para nuestro cuerpo o personalidad sin tener en cuenta a los demás, sin incluir el bienestar de los demás en el plan. Los planes del ego son separadores: mío, para mí, mi futuro, mi cuerpo, mis cosas, etc. La voz del ego se disfraza con miles de maneras diferentes, pero al final el resultado es el mismo sea cual sea el disfraz que adopta superficialmente: la pérdida de la paz y el aumento de centrarse en el propio cuerpo/personalidad sin incluir a los demás.

Un truco rápido para distinguir ambas voces: cada vez que perdemos la paz, es síntoma de que hemos tomado alguna decisión dejándonos guiar por el ego en lugar de por el Espíritu Santo.

La Voz del Espíritu Santo no separa, por lo que no ve nuestros intereses separados del bienestar de los demás, por lo que en Sus planes hay cabida para el bien de todos y nunca se pierde de vista el objetivo de despertar. Las sutilidades no necesitamos saberlas conscientemente, pero si dejamos todo en manos del Espíritu, Él se ocupa de todas las sutilidades: Él consigue que nuestras aparentes necesidades sean cubiertas teniendo en cuenta a todos y en sincronía con el bienestar de todos los demás.

Los planes del ego están obsesionados con el futuro. Acuérdate del tema del no-hacedor (no existe un "hacedor" individual separado de los demás; esto incluye hacer planes). El ego es el "hacedor" porque intenta hacerlo todo él, para controlarlo, pues teme al futuro (debido a su creencia en la carencia y en la separación) y por eso quiere controlarlo todo para tratar de hacer que su futuro sea el deseado y evitar los peligros, pues el ego cree que los peligros son posibles porque no sabe que la Vida es Amor.

Quien planea con el Espíritu no teme al futuro porque sabe que el Espíritu cubre siempre sus necesidades en todo tiempo y lugar, y por eso si surgen planes los deja fluir sin aferrarse a ellos (esto es desapego), sin perder contacto con el feliz presente. Una pista: a veces los planes "se vienen abajo" por determinadas circunstancias (si sucede es porque es bueno que eso suceda así), y cuando sucede eso el ego lo vive como una catástrofe porque estaba aferrado a ellos y le da miedo porque esos planes eran su defensa contra la vida, contra el futuro. En cambio quien planea unido al Espíritu Santo no está aferrado a los planes y no se inquieta cuando a veces "se vienen abajo", pues intuye que el propósito de esos "planes provisionales" quizás escapaba a su consciencia y que si se vienen abajo es porque surgirán cosas mejores, por lo que confía en el fluir de la vida, sabiéndose protegido por el Espíritu que siempre le acompaña, por lo que estando tan amado y protegido no necesita construir sus propias defensas egoicas. La única verdadera protección es el amor, es la luz que desvanece amorosamente (sin atacar) los ilusorios "obstáculos", y esta luz adopta en el sueño la forma del perdón.

Para el ego es una catástrofe que los planes se vengan abajo, porque sus planes son ídolos que substituyen a Dios, son su "salvación", su "defensor", su "seguridad". Pero quien decide seguir la Voz del Espíritu no se inquieta por nada que parezca suceder, ni siquiera si hay planes provisionales que debido a la espontaneidad del momento acaban desapareciendo antes de ser usados aparentemente, y no se inquieta porque ha puesto su seguridad en Dios y no en los planes. Si ponemos nuestra seguridad en los planes, perderemos la paz cuando inevitablemente fallen (los planes separados siempre acaban fallando de alguna manera), pero si ponemos nuestra seguridad en Dios, Él nos proveerá siempre, y si un plan requiere dejarse, se deja, pues las cosas se solucionan en ese caso sin plan o si se necesita otro plan, surgirá otro sin esfuerzo, espontáneamente. Dios es eterno. Los planes no. Por lo tanto lo sabio es ponernos bajo la amorosa protección de Dios, no de los planes.

Esto no significa que no podamos planear, tal como explica esa lección 135, sino que simplemente decidimos no planear separados del Espíritu Santo, y por lo tanto todo fluirá mediante las intuiciones y las circunstancias oportunas, y su surgen planes inspirados por el Espíritu, serán planes amorosos que no nos sacarán del amor presente ni perturbarán nuestra paz.

     La mente que ha sanado no planifica. Simplemente lleva a cabo los planes que recibe al escuchar a una Sabiduría que no es la suya. Espera hasta que se le indica lo que tiene que hacer, y luego procede a hacerlo. No depende de sí misma para nada, aunque confía en su capacidad para llevar a cabo los planes que se le asignan. Descansa serena en la certeza de que ningún obstáculo puede impedir su avance hacia el logro de cualquier objetivo que sirva al gran plan que se diseñó para el bien de todos. (L.PI.135.11) (Pág. 270)

Resumiendo: cuando hacemos planes desde el ego, estamos planeando para uno mismo separadamente (por miedo a la escasez con respecto a nuestro cuerpo/personalidad), mientras que cuando dejamos todo en manos del Espíritu todo fluye sin necesidad de controlar nada, y todo sucede por sí mismo ("no-hacedor"), es espontaneidad divina, en la práctica surgirán por sí mismas las circunstancias apropiadas que nos benefician a todos, y estas circunstancias apropiadas incluyen los pensamientos que nos convenga tener y los planes que nos convenga sopesar, que serán espontáneos y no nos aferraremos a ellos ni necesitamos controlar nada, pues todo se armoniza espontáneamente y estaremos seguros de esto conforme nos damos cuenta de que no hay más voluntad que la de Dios... y es feliz saber que la Voluntad de Dios es una y es lo único que existe, y esta amorosa Voluntad solamente dispone una cosa, que es nuestra total felicidad.

Escuchar la Voz del Maestro Interior (Espíritu Santo) es fácil, para empezar basta con una pequeña dosis de buena voluntad: simplemente estar dispuestos a escucharle, lo que significa estar dispuestos a aceptar que nuestro bien no está separado del bien de los demás (puesto que nuestro ser no está separado de los demás: compartimos el mismo y único Ser), y por lo tanto así aceptamos una onda amorosa en la cual no necesitamos recurrir a la ilusión de competir, sino que nos relajamos en la unión de compartir la Totalidad que todos somos. El bien es ilimitado y completo para todos (aquí se explica brevemente este matiz: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2013/04/union-o-separacion-compartir-o-trocear.html).

Todo esto es un asunto de práctica, es seguir practicando estando atentos a cuando sentimos la pérdida de la paz, para rectificar eso volviendo la mente hacia Dios, hacia la Voz del Espíritu, hacia Adentro, donde eternamente descansa nuestra ilimitada paz. Todas las lecciones se relacionan con este tema, en especial algunas como la 194 que se titula: "Pongo el futuro en Manos de Dios", que ya la encontrarás en su momento pero tal vez te agrade leer una cita del Texto que se relaciona con ambas lecciones, es la siguiente:

     Sólo el Espíritu Santo sabe lo que necesitas. Pues Él te proveerá de todas las cosas que no obstaculizan el camino hacia la luz. ¿Qué otra cosa podrías necesitar? Mientras estés en el tiempo, Él te proveerá de todo cuanto necesites, y lo renovará siempre que tengas necesidad de ello. No te privará de nada mientras lo necesites. Mas Él sabe que todo cuanto necesitas es temporal, y que sólo durará hasta que dejes a un lado todas tus necesidades y te des cuenta de que todas ellas han sido satisfechas. El Espíritu Santo no tiene, por lo tanto, ningún interés en las cosas que te proporciona. Lo único que le interesa es asegurarse de que no te valgas de ellas para prolongar tu estadía en el tiempo. Sabe que ahí no estás en casa, y no es Su Voluntad que demores tu jubiloso regreso a tu hogar.

     Deja, por lo tanto, todas tus necesidades en Sus manos. Él las colmará sin darles ninguna importancia.
(T.13.VII.12.1-8; 13.1-2)

Aparte de llamar a este tema "espontaneidad divina" también podemos llamarlo por su nombre clásico: el tema de la entrega. En el fondo toda enseñanza de no-dualidad son siempre ambas cosas: tanto una autoindagación repleta de discernimiento como una entrega. ¡Nuestra práctica mejorará conforme más practicamos jejeje!

¡Un abrazoooooooooooooo!

Los niños jugando a enviarse mails, ¡y los hemos enviado sin necesidad de hacer planes propios ni controlarlos!  ¡Viva la felicidad y la paz que nos incluyen a todos! :-)

Ahí acaba el mail (el cual he adaptado para el blog modificando alguna cosilla y añadiéndole algunos comentarios más). Finalicemos con una cita del Texto que nos puede ayudar a entender mejor esta onda del fluir en la espontaneidad divina (también podemos llamarla la onda de la "no-planificación") mediante la escucha de la Voz del Maestro Interior. Copio la cita:

     Puedes hacer mucho en favor de tu propia curación y la de los demás si en situaciones en las que se requiere tu ayuda piensas de la siguiente manera:

Estoy aquí únicamente para ser útil.

Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.

No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará.

Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.

Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar.
(T.2.V.A.18) (Págs. 30-31)

Y así acaba este post. ¡Saludos!

Actualización: Acabo de ver en el blog Advaita Tenerife un post que trata alguno de los temas que explica Un Curso de Milagros, incluido el de este post y el de ser sensatos (prácticos) en la vida cotidiana, explicado con otras palabras y con brevedad, mediante unos comentarios del sabio Annamalai Swami: http://advaitatenerife.blogspot.com/2013/04/todo-es-uno.html

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