viernes, 12 de abril de 2013

Perdonando la creencia en los cuerpos

Copiado de un mail escrito en marzo de 2013:

Lo que perdonamos unos y otros, nos sirve a todos. Y lo que perdonó Jesús nos sirve también, pues compartimos una misma mente.

Leyendo UCDM he visto un párrafo que nos da esperanzas. Cerca de él, vi también unas frases que pueden ser buenas para este mail:

     No pienses que perdonar a tu hermano os beneficia sólo a vosotros dos. (T.20.IV.7.2)

Por lo tanto, todos nos estamos ayudando a todos cuando perdonamos.

     No podrías dejar ni a uno solo afuera tal como yo tampoco podría dejarte a ti afuera, y olvidarme así de una parte de mí mismo. (T.20.IV.7.6)

Se refiere a que no dejamos fuera a ningún hermano, puesto que todos forman parte de nuestra eterna Plenitud.

Y el párrafo que vi primero para copiar:

     Tal vez te preguntes cómo vas a poder estar en paz si, mientras estés en el tiempo, aún queda tanto por hacer antes de que el camino que lleva a la paz esté libre y despejado. Quizá te parezca que esto es imposible. Pero pregúntate si es posible que Dios hubiese podido elaborar un plan para tu salvación que pudiese fracasar. Una vez que aceptes Su plan como la única función que quieres desempeñar, no habrá nada de lo que el Espíritu Santo no se haga cargo por ti sin ningún esfuerzo por tu parte. Él irá delante de ti despejando el camino, y no dejará escollos en los que puedas tropezar ni obstáculos que pudiesen obstruir tu paso. Se te dará todo lo que necesites. Toda aparente dificultad simplemente se desvanecerá antes de que llegues a ella. No tienes que preocuparte por nada, sino, más bien, desentenderte de todo, salvo del único propósito que quieres alcanzar. De la misma manera en que éste te fue dado, asimismo su consecución se llevará a cabo por ti. La promesa de Dios se mantendrá firme contra todo obstáculo, pues descansa sobre la certeza, no sobre la contingencia. Descansa en ti. ¿Y que puede haber que goce de más certeza que un Hijo de Dios? (T.20.IV.8)

Y después en la página siguiente que también se encuentra a la vista al ver las frases anteriores, dice:

     No juzgues lo que es invisible para ti, o, de lo contrario, nunca lo podrás ver. Más bien, aguarda con paciencia su llegada. Se te concederá poder ver la valía de tu hermano cuando lo único que le desees sea la paz. Y lo que le desees a él será lo que recibirás. (T.20.V.3.5-7)

De la frase anterior destaco lo de tener paciencia, ya que la paciencia nos lleva por el buen camino, es un indicio de que nuestra confianza va aumentando. Lo de "no juzgues lo que es invisible", se refiere a no juzgar la verdad, no juzgar a nuestros hermanos, quienes son invisibles. Creer que nuestros hermanos son cuerpos es juzgarlos, es creer erróneamente que son visibles. Creer que uno mismo es un cuerpo es juzgarse a uno mismo. El consejo es que no juzguemos, que dejemos los juicios en manos del Espíritu Santo.

La última frase toca también este tema típico tanto en UCDM como en Ramana Maharshi, que es que no demos importancia a la identificación con un cuerpo, pues no somos un cuerpo y nuestros hermanos tampoco lo son:

     El cuerpo de tu hermano tiene tan poca utilidad para ti como para él. Cuando se usa únicamente de acuerdo con las enseñanzas del Espíritu Santo, no tiene función alguna. Pues las mentes no necesitan el cuerpo para comunicarse. La visión que ve al cuerpo no le es útil al propósito de la relación santa. Y mientras sigas viendo a tu hermano como un cuerpo, los medios y el fin no estarán en armonía. ¿Por qué se han de necesitar tantos instantes santos para alcanzar una relación santa, cuando con uno solo bastaría? No hay más que uno. El pequeño aliento de eternidad que atraviesa el tiempo como una luz dorada es sólo uno: no ha habido nada antes, ni nada después.      Ves cada instante santo como un punto diferente en el tiempo. Mas es siempre el mismo instante. Todo lo que jamás hubo o habrá en él se encuentra aquí ahora mismo. (T.20.V.5)(T.20.V.6.1-3)

Sin embargo es normal durante algunas etapas que le demos mucha importancia a los cuerpos. Poco a poco nos vamos dando cuenta del sufrimiento que esta creencia en los cuerpos nos produce, y como consecuencia de darnos cuenta sucede que nos mostramos cada vez más dispuestos a seguir perdonando, discerniendo lo ilusorio de lo verdadero.

Nos vamos dando cuenta de que la felicidad no depende de los cuerpos. De que no somos un cuerpo y nuestra felicidad no depende de que otros cuerpos estén a mayor o menor distancia (cuando están por debajo de cierta distancia, consideramos que alguien está "cerca" y nos sentimos contentos si ese cuerpo nos gusta, y descontentos si ese cuerpo nos disgusta; y cuando la distancia sobrepasa cierta distancia, consideramos que ese cuerpo está "lejos" y eso nos produce disgusto si ese cuerpo nos gusta, o nos produce gusto que esté "lejos" si ese cuerpo nos disgusta). Cuando nos damos cuenta de que todo eso son espejismos, porque las distancias y el tiempo son ilusorios, así como son ilusorios los cuerpos, comenzamos a poner nuestra atención en la mente y en nuestro corazón, encontrando la verdadera felicidad inagotable de la unión total con todos y todo, brillando mucho más cerca de nosotros mismos de lo que ningún cuerpo jamás podrá estar.

Mientras aún nos sentimos atraídos por la creencia en los cuerpos, nos corresponde tener paciencia y seguir perdonando. Eso en el mejor de los casos. En el peor de los casos, como decía Nisargadatta: "¡Entonces sufre!" (si uno no está dispuesto a ser lo bastante osado como para considerar la posibilidad de que los cuerpos sean una mera creencia irreal, ya que si no estamos dispuestos a poner esto en duda... evitar el sufrimiento será provisionalmente imposible, ya que el sufrimiento se basa en la creencia en los cuerpos). Todos los conflictos son conflictos entre cuerpos. Todos los sufrimientos son sufrimientos de cuerpos. Cuando nos damos cuenta de esto, nuestra disposición a abandonar la creencia en los cuerpos aumenta, y somos ayudados para desvanecer esta falsa creencia y recibir a cambio la feliz verdad.

Yo apuesto por tener un poquito de paciencia al principio, porque el resultado del perdón pronto salta a la vista y sus recompensas son amplias y felices. Como dice la cita del párrafo largo:

Él irá delante de ti despejando el camino, y no dejará escollos en los que puedas tropezar ni obstáculos que pudiesen obstruir tu paso. Se te dará todo lo que necesites. Toda aparente dificultad simplemente se desvanecerá antes de que llegues a ella. No tienes que preocuparte por nada, sino, más bien, desentenderte de todo, salvo del único propósito que quieres alcanzar. (T.20.IV.8.5-8)

Con un poco de paciencia, pronto el perdón arraiga y los resultados son muy dulces. Yo creo que lo más duro ya ha pasado para quienes han descubierto el perdón, o también para quienes ya han empezado a sospechar que el mundo sea un simple espejismo. Lo duro, me parece a mí, lo más duro, es la situación de quienes viven vidas problemáticas sin sospechar siquiera que sus problemas sean un simple sueño y que las dificultades desaparecerán sin que haya quedado daño alguno. Lo duro es quien cree haber perdido a un ser querido sin saber que eso es un sueño irreal, o quien pierde el trabajo y la casa y la familia sin saber que eso no es verdad, o quien cree vivir en problemas sin sospechar sobre la bella Realidad que nos invita a despertar. Es duro para quienes no intuyen la verdad y por lo tanto viven con miedo y a veces sin ninguna esperanza cuando todo parece haberse torcido. Por suerte, podemos ayudarles, porque al reconocer la verdad para nosotros, eso sirve para ellos también. Quien conoce la verdad y practica el perdón, ese ser se convierte en un tesoro para sí mismo y para los demás.

Lo bueno será cuando todo acabe, con el ilusorio "iceberg" de la culpa completamente deshecho para todos. La Fiesta en el Cielo será incomparable, indescriptible. Mientras llegamos a eso, seguimos con paciencia, perdonando, con nuestro corazón abierto a la meta, a la verdad, a la felicidad, procurando que mientras despertamos, la buena onda resuene también para todos los demás, y así compartimos nuestro despertar.

Como vamos perdonando, todo va bien. Y va bien para todos, incluso para quienes no perdonan. Muchos todavía no han escuchado ni siquiera la idea de que el mundo de los cuerpos sea un sueño. Pero Jesús sí tuvo en cuenta la idea. Y otros también. Y Jesús y quienes confiamos en Él, seguimos perdonando, en beneficio de todos. Así que todo va bien para todos sin excepción.

Un abrazo :-)

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