viernes, 28 de agosto de 2015

Un Curso de esperanza (IX) Ken Wapnick

Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza

Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
 Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA) 

Doctor Kenneth Wapnick
 
Parte IX
"Entrando en la Presencia de Dios" (continuación)

El siguiente pasaje habla sobre este proceso:

(T.11.IV.4.5-6) Las fases iniciales de esta inversión son con frecuencia bastante dolorosas [el cambio desde la mente errada a la mente recta], pues al dejar de echarle la culpa a lo que se encuentra afuera, existe una marcada tendencia a albergarla adentro. Al principio es difícil darse cuenta de que esto es exactamente lo mismo, pues no hay diferencia entre lo que se encuentra adentro y lo que se encuentra afuera. 

Este es otro pasaje que contiene todo el Curso ((que resume la esencia del Curso)), tanto la metafísica como la aplicación práctica. No hay diferencia entre dentro y fuera. Si no hay diferencia entre dentro y fuera, las mismas palabras son irrelevantes y sin sentido. La palabra dentro tiene significado solo cuando hay un fuera. Un interior es lo opuesto de un exterior. De lo contrario, ¿qué significa interior? Y si no hay interior, ¿entonces qué significa exterior? Tenemos que recordar que este es un sistema no-dualista; no hay dentro y fuera.

El principio central del Curso que explica o describe eso es que las ideas no abandonan su fuente. El pensamiento de la separación, la idea de la separación, nunca ha abandonado su fuente que es la mente, lo cual significa que la proyección no funciona ((Nota de Toni: la proyección es para sacar/separar las ideas de su fuente, pero si las ideas no han salido de su fuente, si no han salido de su origen en la mente, entonces la proyección no ha hecho nada)). La mentira fundamental del ego es que podemos deshacernos de lo que no queremos poniéndolo fuera de nosotros mismos. Dios no se ha olvidado, y Dios nos agarrará ((incluso: nos "cazará", nos atrapará)) en la mente, así que nos deshacemos del mundo interior que nos desagrada proyectándolo afuera y fabricando un mundo exterior. Pero las ideas no abandonan su fuente, no hay mundo exterior. No hay fuera; por lo tanto, no hay dentro. Lo único que hay es la mente.

Uno de los preciosos poemas de Helen titulado "Despierta en quietud" empieza con la línea: "La paz te recubre, dentro fuera lo mismo". No podemos tener paz exterior si no hay paz interior, y si hay paz interior, tiene que haber paz exterior, por lo que nunca va a haber paz en este mundo, porque las personas están siempre procurando forjar una paz que es externa. Dado que el mundo funciona con el principio egoico de uno o el otro, en cualquier clase de tratado de paz o de acuerdo de paz habrá siempre un vencedor y un perdedor. El perdedor, por supuesto, simplemente espera hasta tener fuerza, y entonces él se convertirá en el ganador y algún otro será el perdedor. Por eso es que cada revolución exitosa contiene las semillas de la siguiente revolución, y nada cambia jamás. Las personas tienen miedo de la paz interior.

Recuerda, "El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena ((tranquila))" (T.23.I.1.1). Así que la manera de no tener una mente serena ((tranquila)) es no tener un mundo tranquilo, por lo cual nuestro mundo es cualquier cosa menos tranquilo. Está siempre en estado de guerra, ya sea que estemos en guerra con otros gobiernos, con otras razas, otras religiones, u otras especies, como por ejemplo los microorganismos. Siempre estamos en guerra. Tenemos todas esas guerras personales en las que siempre estamos luchando, dentro de nuestra familia, con nuestros amigos y colegas del trabajo, etc.

Una vez más, todo es intencional ((deliberado)). Primero nos culpamos a nosotros mismos, nos atacamos a nosotros mismos, y luego mágicamente creemos que podemos librarnos de la culpa proyectándola sobre algún otro.

(T.11.IV.5.1-2) Si tus hermanos son parte de ti y los culpas por tu privación, te estas culpando a ti mismo. Y no puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos. 

"No puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos" porque la proyección da lugar a la percepción ((T.21.introd.1.1)). Cualquier cosa que hagamos real para nosotros mismos en nuestra mente, la proyectaremos, y debido a que la proyectamos, la percibiremos ahí fuera ((es el significado profundo del refrán que dice: "Cree el ladrón que todos son de su condición")). Percibimos nuestros propios "pecados secretos y odios ocultos" ((T.31.VIII.9.2)) y nuestra culpa. Hacemos todo eso real y entonces decimos que es intolerable y que tenemos que librarnos de eso. Proyectamos eso y ahora creemos que algún otro es el malo, el pecador. Como un pensamiento en la mente, digo que no soy yo el que se ha separado de Dios, algún otro hizo eso. Entonces ¡voilà! ((¡ahí está!)) he nacido, y ahora me doy cuenta de que fueron mis padres quienes me separaron de Dios. Yo no quería salir de mi reino del cielo en el vientre de mi madre. Alguien o algo me empujó afuera, y entonces ellos le dieron mucha importancia a eso. Nadie prestó atención al hecho de que yo estaba llorando, al hecho de que yo no quería venir aquí.

Podemos ver cómo la vida física comienza de esa manera. Vinimos a la existencia no a causa de una decisión tomada por nuestra mente, sino a causa de un espermatozoide y un óvulo. Toda la brillantez biológica que han aportado los científicos desde hace décadas describe espermatozoides, óvulos, cigotos, y luego aparecemos y estamos en marcha. Resulta obvio que es por eso por lo que estamos aquí; es por eso por lo que nacimos. Pero si las ideas no abandonan su fuente, nada sucede biológicamente, porque no existe lo biológico. Solo existe lo psicológico. No hay nada del cuerpo que estudiar ni entender. Lo único que hay es una mente y la manera en que esta funciona. No hay problemas biológicos, fisiológicos, ni neurológicos. Únicamente hay un problema psicológico: el de la mente eligiendo al maestro equivocado. Y hay una única solución: la de la mente eligiendo al maestro correcto. ¡Eso es! Muy simple. Entonces finalmente:

(T.11.IV.5.3) Por eso es por lo que la culpa tiene que ser deshecha, no verse en otra parte. 

Estas simples afirmaciones lo están diciendo todo. Donde vemos la culpa es en el mundo de los cuerpos. Las personas leen el Curso y por desgracia lo entienden todo mal. Creen que trata sobre la sanación de las relaciones. Pues bien, el Curso dice eso, pero no quiere decir eso ((o: "pero no significa eso")). Jesús no siempre dice la verdad (risas), no en la forma, de cualquier modo. Es el contenido de lo que él dice lo que tenemos que entender. Él siempre dice la verdad, pero no en el nivel de la forma. Él simplemente nos dice: "la culpa tiene que ser deshecha, no vista en otra parte", no vista en algún otro cuerpo. El problema no está en mi relación contigo. Mi relación contigo no tiene que ser sanada. Yo no tengo una relación contigo. No hay "fuera". La relación que tiene que ser sanada es la relación de mi mente con mi ego. Ese es el problema.

El Curso está escrito de la manera en que se escribió porque creemos que somos cuerpos, y resulta que los cuerpos están en relación con otros cuerpos. Puesto que es ahí donde nuestra atención mental está enfocada, es ahí donde el Curso comienza, únicamente para que podamos aprender que la proyección da lugar a la percepción ((T.21.introd.1.1)). La horrible relación que tengo contigo es un reflejo de la horrible relación que mantengo conmigo mismo. En mi mente elegí identificarme con el pensamiento equivocado, es decir, con el ego. Ahora bien, esto no significa que no sea útil decirle las cosas claras a otra persona, pero al final, si realmente estás haciendo las cosas bien, te darás cuenta de que no hay nada de qué hablar con la otra persona. La otra persona no es el problema. No importa lo que hayas hecho o lo que hayas dejado de hacer, tú no eres mi problema. Mi problema soy yo, pero ese "yo" no es la figura o el personaje que tiene un nombre y que está encerrado en un cuerpo. La persona que es el problema es mi mente que ha elegido al maestro errado ((o: "al mal profesor", o "al maestro equivocado", etc)). Ahí es donde la culpa es deshecha.

El problema no es la culpa. La culpa dice: "yo pequé"; y el pecado dice: "yo me separé". Pues bien, no me separé, así que no hay pecado ni culpa. ¿Cómo podría la culpa ser un problema? El problema no está en la culpa. El problema está en la decisión de mi mente de creer en la culpa. Hay una gran, gran diferencia. Así que no lucho contra mi culpa. No lucho contra la culpa que proyecté sobre ti. Lo que hago es usar la culpa que proyecté sobre ti para retroceder hasta la culpa en mi mente, a favor de la cual decidí en mi mente, para que así ahora pueda elegir de manera diferente. Esta distinción es absolutamente crucial. "Por eso es por lo que la culpa tiene que ser deshecha, no verse en otra parte".

Saltando una frase llegamos a esta:

(T.11.IV.5.5) Culparse uno a sí mismo es, por lo tanto, identificarse con el ego, y es una de sus defensas tal como culpar a los demás lo es. 

"Culparse a uno mismo", lo cual sigue siendo culpabilidad ((como ya se ha dicho, si en vez de culpar a otros nos culpamos a uno mismo, eso no cambia nada: sigue siendo una manera de expresar culpa)), "es, por lo tanto, identificarse con el ego", lo cual nos indica que ese es el problema. La identificación de la mente con el ego es el problema. Muy claro. Aquí se explica punto por punto. ¿Por qué elegimos la culpa si es tan dolorosa? La razón es que la culpa dice que nos separamos, y si nos hemos separado, ya no estamos en la Presencia de Dios. La culpa también nos dice que lo que hemos hecho es tan inadmisible ((excesivo, irrazonable, desmesurado)) que incluso si creyéramos que hemos deshecho nuestra culpa, aún así Dios no nos permitiría regresar con Él, no nos admitiría de nuevo en el Cielo. Esto nos revela la importancia de la culpa como defensa. Es una defensa, tal como lo son también la ira, la enfermedad, la depresión y todo lo demás aquí. La culpa dice que nunca podremos estar en la Presencia de Dios porque nos separamos de Él, y no solo eso, nosotros no merecemos estar en Su Presencia.

Me gusta siempre recordar a la gente que si piensan que yo o el Curso hemos inventado todo esto, simplemente lean la historia de Adán y Eva en el tercer capítulo del Génesis. Ese es el mito de Occidente. El capítulo 3 es absolutamente brillante. Los que lo escribieron eran expertos ((maestros)). Es una brillante representación del surgimiento del sistema de pensamiento del ego con los mismos conceptos exactamente que encontramos en el Curso, culminando en el castigo final. Por si fuera poco que Adán y Eva fueran castigados con el sufrimiento y la muerte por su pecado, además de eso fueron también expulsados del jardín, desterrados del reino, con Dios poniendo ángeles con lanzas de fuego para evitar que pudieran regresar. Eso es el destierro definitivo.

¿Por qué es ese el mito de Occidente? ¿Por qué la totalidad de la Biblia desde el capítulo 3 del Génesis se deriva de ese mito? De acuerdo a las historias cristianas, Jesús no habría sido enviado a este mundo si no fuera por el pecado. Todo en la Biblia tiene sus raíces en ese tercer capítulo. Por eso ruego a los estudiantes del Curso que no piensen ni por un minuto que el Curso es una ampliación de la Biblia, un "tercer testamento". No tiene absolutamente nada que ver con la Biblia excepto en su lenguaje, pero no en su enseñanza. En la Biblia, el pecado es hecho tan real que incluso Dios responde a él con mano dura, lo cual obviamente certifica la realidad del pecado. Parece como si Él tuviese un lado tierno en su corazón. Él siente un poco de lástima por algunas de sus criaturas, pero no por todas. Entonces Él envía a Jesús a redimir al mundo del pecado que cometió Adán. San Pablo, el arquitecto de la teología cristiana, habla sobre el pecado de Adán.

Ese es el sistema de pensamiento que subyace tras todas las personas de este mundo, independientemente de si creen en Dios o no. Es la idea de que hemos hecho algo totalmente inadmisible, inconcebible. La culpa es lo que nos mantiene fuertemente vinculados con esa idea, motivo por el cual la culpa es la defensa del ego de la que surge todo lo demás. Pero es una defensa, lo que significa que la elegimos para protegernos de lo que tememos. Lo que tememos como egos individuales, como entidades individuales, como seres únicos ((en el sentido de exclusivos, o sea, únicos en cuanto a diferentes de otros)) y especiales, es recordar que todo esto es un sueño y que nosotros lo inventamos todo, porque en aquel punto era obvio que desapareceríamos en la Presencia que hay más allá del velo, y el mundo habría desaparecido —no solo el mundo tal como lo conocemos, sino que la totalidad del mundo desaparecería. El mundo es "el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido" (T.13.introd.2.2). Si eliminas la culpa deja de haber mundo. Y si no hay mundo, el "yo" que pienso que soy, instalado/acomodado en este cuerpo, cesaría de existir. Por lo tanto protejo el mundo y a mí mismo usando todo tipo de defensas, todas las cuales provienen en última instancia de la culpa. Sin embargo la culpa es una decisión, al igual que el ataque, la enfermedad y la depresión son decisiones.

Es necesario para nosotros, entonces, darnos cuenta del propósito para el que sirve la culpa. Es una defensa del ego. Eso es lo que atacarse a uno mismo es. El ataque es una defensa del ego. Más adelante en el Texto hay una sección muy importante titulada "Los dos cuadros", en la que Jesús dice que "todas las defensas dan lugar a lo que quieren defender" (T.17.IV.7.1). El propósito de una defensa es protegernos de lo que tememos. El mero hecho de que usemos una defensa está diciendo que tenemos miedo de algo. En consecuencia, cada vez que elegimos una defensa y luego nos identificamos con ella, estamos eligiendo identificarnos con su propósito, el cual es escapar del miedo, lo cual nos dice que hay algo de lo que debemos tener miedo.

Parte X: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-x-ken-wapnick.html

Índice de las traducciones (esta serie consta de 12 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-milagros-una-espiritualidad.html

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