jueves, 27 de agosto de 2015

Un Curso de esperanza (VIII) Ken Wapnick

Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza

Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
 Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA) 

Doctor Kenneth Wapnick
 
Parte VIII
"Entrando en la Presencia de Dios" (continuación)

Una vez más, es uno o el otro. O existo yo como un objeto separado, una cosa separada, comenzando como un pensamiento separado en la mente y luego más tarde volviéndose un cuerpo separado, o la alternativa: es Dios lo que hay. Lo uno o lo otro. Dado que creemos que existimos, eso significa que no hay Dios, lo cual desde luego es lo que el ego quiere. Si no hay Dios, ¿cómo podemos entrar en Su Presencia? Eso, por supuesto, es lo que todos queremos ((que no haya Dios)). No queremos entrar en la Presencia de Dios porque en esa Presencia no hay individualidad, no hay exclusividad ((literalmente "uniquicidad": un ser diferente, especial, original, único, bien separado y diferenciado de los demás)), ni hay especialismo. Únicamente hay "una Unidad unida cual Una sola" ((T.25.I.7.1)). Al tener miedo de eso, siempre estamos eligiendo estar separados, y dado que el cuerpo es la encarnación de la idea/pensamiento de la separación, siempre estamos eligiendo hacer nuestros cuerpos reales.

Una de las mejores formas de hacer el cuerpo real es atacar a los demás, para vernos a nosotros mismos como separados ((tb: aparte, distintos)) de los otros cuerpos. Tú me has herido, tú has abusado de mí, tú me has ridiculizado, tú me has traicionado, tú me has abandonado, tú has sido desagradable conmigo. Hay un "tú" que ha sido el agresor, y un "yo" que es la víctima. Por lo tanto hay separación, y por consiguiente es uno o el otro.

Ver todo como lo mismo es la corrección para la creencia del ego de que todos somos diferentes. El principio de uno o el otro está diciendo que somos diferentes, comenzando con la percepción de que Dios es diferente de Su Hijo, el Hijo es diferente de Su Padre. Eso se traslada a todas las cosas de este mundo con nuestros cuerpos diciéndonos que somos diferentes de los otros cuerpos. No hay dos cuerpos iguales. Incluso los gemelos idénticos acaban no siendo perfectamente iguales. Ellos tendrán personalidades diferentes, gustos y aversiones diferentes, y desarrollarán síntomas ((síntomas de enfermedad, o también cualidades diferentes en general)) diferentes. Aquí nadie ni nada es lo mismo; aquí todos somos diferentes. Uno o el otro.

Pero en el nivel de la mente, en el cual está nuestra verdadera realidad, todos somos lo mismo, y es en ese nivel donde reconocemos la verdad del principio que dice: juntos, o de ningún modo en absoluto. No puedo entrar en la Presencia de Dios a menos que lo haga contigo. Esto no se refiere a que tenga que hacerlo contigo físicamente. Tú podrías haber fallecido hace 30 años, y yo todavía podría tener algún reproche ((queja)) contra ti. Eso es suficiente para mantenerme fuera del Cielo, lo cual es lo que quiero. Esa es la idea clave que subyace a todo en este Curso. No queremos entrar en el Cielo, porque si lo quisiéramos, estaríamos ya en él. Estaríamos ya en él porque ya estamos en él. En otras palabras, despertaríamos del sueño que nos dice que no estamos en el Cielo. "Estás en tu hogar en Dios, soñando con el exilio (...)" (T.10.I.2.1). Aquí todo es un sueño. Estamos en casa en Dios. Esa es nuestra realidad. Nunca nos fuimos. Aún somos el único Hijo de Dios, perfectamente unificados con Él ((con Dios)), indiferenciados de Él, pero estamos soñando que estamos en el exilio de la separación, protegidos por la defensa del especialismo ((el deseo de ser especial)).

Así que soy una persona especial con necesidades especiales, y tú eres una persona especial con habilidades especiales que pueden satisfacer mis necesidades especiales. Mis necesidades especiales y tus habilidades especiales se encontrarán, y ese es el "matrimonio hecho en el Cielo", que por supuesto es realmente el infierno, pero nosotros creemos que es el Cielo ((Ken no menciona la localización de la cita, además la modifica un poco al usar la palabra "matrimonio" en lugar de "unión", que aquí de todos modos significa lo mismo. Pero la cita a la que se refiere es la de T.16.V.8.3 la cual en inglés decía "a union made in Heaven", que se tradujo en español como "una unión bendecida en el Cielo", refiriéndose obviamente al infierno de las relaciones especiales, como se ve claramente si se lee el párrafo completo)). Es el Cielo, porque es nuestra versión del Cielo. Nuestra versión del Cielo es la existencia, y no importa si se trata de una existencia feliz o de una existencia miserable. No importa si estamos felices o tristes, vivos o muertos. Si estoy muerto, entonces existo en otro punto, y dependiendo de cuál sea mi sistema de creencias, puedo seguir existiendo después de que mi cuerpo muera. Mientras existimos, todo está en orden, todo marcha bien, todo OK. Eso es el Reino del Cielo para el ego.

El ataque es una manera maravillosa de reforzar nuestra existencia. Tu existencia amenaza la mía, así que tengo derecho a defenderme. Del mismo modo, tú crees que mi existencia amenaza la tuya y entonces crees que tienes derecho a defenderte. La mayoría de las relaciones se mueven en torno a eso. De hecho todas las relaciones giran en torno a eso hasta que nos damos cuenta de en torno a qué giran verdaderamente, y entonces cambiamos de mentalidad y pedimos ayuda. Todas ellas giran en torno a intentar reafirmar nuestra existencia ((por lo tanto, en torno a la culpa)).

Hay una importante sección hacia el final del capítulo 28 titulada "Los votos secretos" que habla de los votos ((juramentos, promesas)) que hacemos los unos con los otros (T.28.VI). El contexto del discurso es la enfermedad, pero el principio funciona con todo lo demás. Todos hacemos un voto —de hecho hay un párrafo que habla de un juramento ((oath en inglés: en T.28.VI.4.4 y en T.28.VI.5.4 aunque en esta segunda cita "oath" se tradujo en español como "voto", en lugar de como "juramento"))— que continuamente renovamos los unos con los otros para defender y apoyar nuestra existencia. No importa quién está en la cima ((quién manda)), quién triunfa, quién pierde o quién gana. No hay ninguna diferencia, en tanto que estamos ayudándonos los unos a los otros a confirmar la realidad de nuestra existencia aquí como cuerpos, como criaturas separadas. No importa si tú crees que estás en una relación de amor o en una relación de odio, porque son lo mismo. Y son lo mismo en última instancia porque sirven al mismo propósito, y no solo eso, por debajo de ese aparente amor lo que hay es odio subyacente de todos modos. Ellas ((las relaciones de amor especial y de odio especial)) reflejan un voto secreto, un juramento sagrado, una promesa que nunca romperemos de reforzarnos la existencia los unos a los otros. Al ego no le importa si nos amamos el uno al otro ((con cada relación especial)) durante 50 años o si nos odiamos el uno al otro durante 50 años, siempre que siga habiendo un "uno al otro".

Esa es otra forma de entender por qué, cuando escribimos nuestro guión como individuos y soñamos nuestro sueño, empezamos nuestra vida física con padres. Ellos son el "otro". En primer lugar, hay dos de ellos. Tienen que ser dos si va a haber un tercero. En algún momento el bebé nace. Ahora hay un "otro" en relación con los otros dos, o con los sustitutos de los padres. Eso no supone ninguna diferencia. Siempre hay un "otro". El bebé no puede sobrevivir sin la ayuda de alguien más. Si no hay alguien más, el bebé muere, porque no va a ser capaz de conseguir comida ni de protegerse a sí mismo. Por lo tanto, en el sistema está incluido el hecho de que hay un "otro". Eso es lo que creemos sobre nuestro nacimiento físico, pero es solo una reconstrucción ((o recreación)) del nacimiento del ego.

El ego nace a raíz de su oposición a Dios. Es por eso que el Curso aborda el problema de la autoridad. ((Quien quiera repasar este tema en el Curso, puede consultar sobre todo la sección T.3.VI y también echar un vistazo a T.3.VII y los alrededores de las citas T.5.V.3.3 y T.11.introd.2.3)) Aquí todo el mundo tiene un problema de autoridad. ¿Quién es el autor de mi existencia? Dios y el ego, desde el punto de vista del ego, están luchando por la autoría de nuestra existencia. Y evidentemente el dios que está luchando es solo una proyección del ego, porque el verdadero Dios ni siquiera sabe que nos fuimos, porque no nos fuimos. Siempre tiene que haber alguien en la oposición.

El ego surgió de su creencia de que él estaba en oposición a Dios y de que Dios está en oposición con nosotros. Uno o el otro. Hay una cita del Manual para el maestro que dice: "No creas que Él se ha olvidado" (M.17.7.4). Dios nunca se ha olvidado de nuestro pecado. Así que Él, el padre enfadado ((o iracundo)), "persigue a su hijo culpable. Mata o muere ((mata o te matarán)) (...)" (M.17.7.10-11). Uno o el otro. Ese es el fundamento ontológico de cualquier cosa que haya acontecido jamás. La totalidad del universo físico, abarcando miles y miles de millones de años —no solo nuestro sistema solar ni solo nuestra galaxia— surge de la proyección de ese único pensamiento de uno o el otro. Nosotros (el único Hijo) nos opusimos a Dios al abandonarle y decirle, en definitiva, que Su Amor no era suficiente, y que queríamos algo más que el Todo. Luego proyectamos esa idea hacia fuera y creímos que Dios ahora estaba abandonándonos y que estaba enfadado con nosotros. Esa es la eterna batalla de la que tratamos de escapar; pero nunca escaparemos. No podemos escapar porque el recuerdo de eso está siempre ahí: "No creas que Él se ha olvidado". Dios nunca se olvidará de lo que hicimos.

Eso es lo que continuamente nos impulsa a hacer real el mundo. La pregunta que la gente a veces se hace es: ¿por qué la gente sigue viniendo aquí? ¿Es que no saben lo que se van a encontrar? ¿No se acuerdan de lo horrible que era? ¿Quién quiere pasar otra vez por la adolescencia? ¿Quién quiere luchar con todas estas relaciones horribles? ¿Quién quiere experimentar el dolor de hacerse viejo y luego morir? ¿Quién quiere hacer eso? ¿Por qué seguimos haciéndolo? Bueno, no es que nos olvidemos. Lo recordamos sobradamente ((el original tiene un tono algo más picante, tal vez parecido a "lo recordamos jodidamente bien", o "lo recordamos condenadamente bien", etc)). Queremos el sufrimiento, el dolor, el Sturm und Drang de nuestras vidas ((Sturm und Drang puede traducirse como "tormenta e ímpetu", o "arrebato y asalto"; en realidad es una corriente literaria y artística de Alemania, del siglo XVIII, que se oponía a las normas usuales y prefería la sorpresa, el drama, el dejarse llevar por las emociones, lo rebelde: ver por ejemplo en la Wikipedia)). Queremos el conflicto, porque el conflicto es lo que demuestra que existimos. Eso es lo que la gente no entiende. Recordamos nuestro propósito. Nos gusta ser individuos, motivo por el cual Jesús nos llama constantemente dementes ((locos)). Nos olvidamos del dolor —no del dolor físico y psicológico: ese lo recordamos y nos encanta. Nos encanta el hecho de que estamos aquí. Lo que olvidamos es el dolor de estar separados, lo costoso que es para nosotros. Ese momento fugaz del placer de decirle a Dios que se largue ((que se esfume, que queremos perderle de vista, que queremos que se vaya lejos y deje de molestar)), creyendo que nos salimos con la nuestra ((en que perdimos a Dios de vista, o sea, que ¡conseguimos la "independencia"!)), y entonces fabricar un mundo entero para apoyar el hecho de que nos salimos con la nuestra, un mundo que nos sostuviera —y nos olvidamos de la agonía. No hay palabras en ningún idioma que puedan verdaderamente expresar la punzante agonía y dolor de estar separados. Lo único que sabemos es que apreciamos nuestra existencia, y estaríamos encantados de morir, y de hecho morimos una y otra vez, para apoyar-sostener-mantener-continuar esa existencia.

Lo que tenemos que hacer con este Curso es permitirnos a nosotros mismos elevarnos por encima del campo de batalla ((ver por ejemplo la sección T.23.IV: Por encima del campo de batalla)) y mirar de nuevo con Jesús hacia abajo a este mundo para ver a qué se parece realmente. Por eso hay tantos pasajes en el Curso que hablan de a qué se parece el mundo. En el Curso se habla muy poco de a qué se parece el Cielo, pero se habla mucho de a qué se parece el mundo y a qué se parece la vida en el cuerpo. El comienzo del capítulo 13 es uno de esos pasajes incisivos que describen esto. El pasaje empieza con la línea que dice: "El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido" (T.13.introd.2.2). Esa culpabilidad se refiere al sentimiento de culpa por la creencia de que hemos destruido el Cielo. Uno o el otro: si yo existo, el Cielo tiene que ser destruido. Después Jesús describe a qué se parece el mundo y a qué se parece estar en un cuerpo. Y acaba el pasaje diciendo: "Si este fuese el mundo real, Dios sería cruel" (T.13.introd.3.1). Si esto es lo que la realidad realmente es, Dios sería cruel, porque ¿quién crearía un mundo en el que hubiera tanto dolor y sufrimiento? Bueno, la respuesta es obvia: Dios no. Nosotros lo hicimos, y hay un método en nuestra locura, una razón por la que hacemos esto, y la razón es que esto prueba que hicimos posible lo imposible ((que conseguimos sacar adelante lo imposible)). Esto demuestra claramente que nunca volveremos a casa. Creemos eso porque no queremos volver. No queremos entrar en la Presencia de Dios.

Hay otra importante cita que dice: "El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena" (T.23.I.1.1). Pues bien, no queremos el recuerdo de Dios. Si permitimos que ese recuerdo se abra paso en nuestra conciencia, desapareceremos en él, porque no podríamos soportar el Amor de ese pensamiento si nos permitiésemos experimentarlo. Así que no nos permitimos experimentarlo. Si "el recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena" ((quiet mind significa mente serena o mente quieta, mente silenciosa, o mente tranquila, mente aquietada, etc)), lo único que tenemos que hacer es mantener nuestra mente ocupada. Bueno, el pecado, la culpa y el miedo mantienen a nuestra mente muy ocupada ((atareada, inquieta)). Después nuestra mente proyecta todo esto fuera, fabricamos un mundo, y entonces estamos constantemente ocupados reforzando el hecho de que hay un mundo aquí. Parece como si nuestros cuerpos estuviesen ocupados. Ellos están siempre haciendo algo. Incluso cuando creemos estar durmiendo, nuestro corazón está latiendo, nuestros pulmones están respirando, nuestro sistema digestivo está funcionando. Cuando estamos despiertos, todos sabemos lo ocupados que solemos estar, no solo con lo que nuestros cuerpos hacen, sino en términos de cómo pensamos ((cómo pensamos y cuánto pensamos: siempre aferrados a alguna actividad mental limitada, ya sea preocuparnos por algo, criticar a alguien, compararnos con alguien, etc, sin apenas concedernos un momento de descanso)). Siempre estamos muy ocupados, y todo esto es intencional ((deliberado)) porque "el recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena".

Si tenemos miedo de esa calma ((serenidad, silencio, quietud)) a causa de adónde nos conducirá, simplemente tenemos que mantener nuestra mente y nuestro ser en un perpetuo estado de inquietud, y todos somos muy buenos en la invención de un problema tras otro. Somos expertos en eso, maestros de eso. Solo con la manera en que hicimos al cuerpo tan imperfecto ya tenemos prueba de eso. Siempre tenemos que comer, que respirar, que evacuar. Siempre tenemos que hacer algo, y a medida que envejecemos, las cosas se vuelven más y más problemáticas. Entonces toda la idea de las relaciones entra en un nivel psicológico, y (("it": la vida, las relaciones, el pensamiento/idea general de "relación")) se vuelve casi imposible. Es todo intencional. No queremos entrar en la Presencia de Dios, así que atacamos continuamente a Su Hijo, siendo Su Hijo nosotros mismos y todo aquel que aparezca en nuestra vida. Una vez más, no importa si nos atacamos a nosotros mismos o a algún otro.

Parte IX: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-ix-ken-wapnick.html

Índice de las traducciones (esta serie consta de 12 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-milagros-una-espiritualidad.html

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