jueves, 12 de noviembre de 2015

Facimoutreach P-933

¿Pueden las enseñanzas del Advaita Vedanta reconciliarse con el Curso? 

P-933: Sé que no se fomenta en absoluto que los estudiantes del Curso mezclen enfoques, así que espero que tengas paciencia conmigo y veas la sinceridad de mi pregunta. Es esta: el Advaita Vedanta, un enfoque también no-dualista, parece insistir en que no tengo opciones: lo que va a suceder, va a suceder cuando corresponda y de la manera que corresponda. El "objetivo" de este enfoque es la realización final de la ausencia de elección: ver que no hay nadie para ejercer la elección. Un Curso de Milagros también parece dirigirse hacia este punto, pero su práctica principal consiste en elegir repetidamente en favor del perdón hasta que nos demos cuenta de que el acto de elegir es ilusorio, pero para entonces ya ha efectuado su trabajo y nos ha lanzado a las puertas del cielo, donde, presumiblemente, la ausencia de elección es la regla. ¿Hay alguna forma de reconciliar estos dos puntos de vista? ¿Implicaría esto que el perdón no depende de mí sino que sucederá cuando tenga que suceder? Y si es así, entonces ¿qué implicaciones tiene esto para los estudiantes del Curso? ¿Tal vez somos meros testigos del despertar, en vez de hacedores del tipo que sea?

Respuesta: El Curso está escrito en dos niveles, como se ha discutido en otras preguntas (por ejemplo en P-3, P-291, P-612, P-710, P-782i): el nivel de la verdad no-dual, donde únicamente el Amor es verdadero y nada más es real, y un segundo nivel dualista, en el que la percepción del Espíritu Santo, aunque ilusoria, es verdadera (un reflejo de la verdad), y la percepción del ego, basada en la creencia en el pecado, la culpa y el miedo, es falsa. Esto hace al Curso único entre los caminos espirituales que hay en el mundo, pues al tiempo que proviene del más alto nivel, al igual que las enseñanzas del Advaita, sin embargo reconoce lo que erróneamente consideramos como cierto, y nos provee de un marco de referencia en el que podemos usar los egoicos símbolos del pecado, el ataque y la culpa —ilusorios y sin embargo muy reales en nuestra experiencia— para un propósito diferente (por ejemplo, T.14.VII.5 ; T.24.IV.3). Esto nos permite disminuir nuestra experiencia del pecado, la culpa y el miedo, mientras aún seguimos identificados con el sistema de pensamiento dualista del ego —lo cual, de hecho, hace del Curso una enseñanza muy compasiva. Porque aunque todo nuestro sufrimiento es ilusorio, lo cierto es que todavía nos parece muy real. Así que una enseñanza que puede ayudarnos a minimizar el dolor mientras seguimos creyendo que tenemos elección sobre nuestra experiencia —y que al mismo tiempo nos señala algo que se encuentra más allá de estas falsas creencias— puede ser de mucha más ayuda que simplemente tratar de convencernos a nosotros mismos insistiéndonos en que eso no es real.

Un posible peligro para muchos estudiantes de una práctica como el Advaita Vedanta —y este es un error que cometen muchos estudiantes del Curso también, que no consiguen distinguir entre los dos niveles del Curso— es que puede conducir a la negación de lo que estamos experimentando porque no es real, reprimiendo las creencias y los sentimientos de los que somos conscientes y expulsándolos de nuestra consciencia, lo cual simplemente prolonga en el tiempo (por muy irreal que sea el tiempo en última instancia) nuestra experiencia de la dualidad (T.26.V.2). Ahora bien, al final, reconoceremos que el poder de elección carece de sentido (por ejemplo T.5.II.6.4 ; T.27.III.7), si las opciones son Todo y nada. Y el resultado es inevitable, así que si negáramos la realidad de cualquier elección y simplemente presenciáramos todos los eventos que desde otro nivel hemos "elegido" experimentar, llegará el tiempo en el que el tiempo se acabará (T.29.VI).

Pero incluso simplemente presenciar los acontecimientos representa una decisión en nuestro actual nivel de experiencia. Y aceptar el papel del testigo imparcial que observa sin juzgar es, de hecho, a lo que el Curso llama "perdón" —pues no hay nada que hacer, simplemente deshacer—, no somos hacedores en el proceso del perdón, el cual ocurre en la mente fuera del tiempo y del espacio. En palabras de Jesús, «El perdón (...) es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa, espera y no juzga» (L.PII.Preg1.4.1-3). La única elección significativa mientras pensemos que la elección es posible es la manera de ver los acontecimientos que estamos presenciando —ya sea con o sin juicio. El juicio refleja siempre una perspectiva dualista, en la que se ve la posibilidad entre un buen o un mal resultado, o entre algo deseable o indeseable. Basta con observar sin juzgar los reflejos de la realidad no-dualista. Así que la decisión de perdonar que nos propone el Curso no es otra cosa que la decisión de vernos como el testigo —la mente— y no como el hacedor —el cuerpo en el mundo. En ese sentido, a pesar de usar palabras diferentes que parecen apuntar a prácticas diferentes, el Curso y el Advaita están diciendo en realidad lo mismo.

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions187.htm#Q933

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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