martes, 16 de marzo de 2021

Sobre relaciones y preferencias (2)

Hola XXX :-)

Lo que dices de un deseo desprovisto de necesidad es lo que nos interesa (la noción usual de "deseo" es buscar algo que no se tiene, lo cual es ilusorio porque el ser que somos lo es/tiene todo y no desea nada porque desear implicaría que no se tiene, sería una carencia implícita, pero te entiendo, veo que la paradoja "deseo sin necesidad" es una forma para referirte a lo que yo llamo a veces "preferencia"). No es que sea fácil estar siempre en ese punto, lo fácil es dejarnos distraer por el ego jeje, pero esa actitud de desapego es lo que estamos aprendiendo. Un deseo sin necesidad no implica especialismo porque es una simple preferencia, en el sentido en que compañeros como Gary Renard o Ken Wapnick hablan de "preferencias", como algo inocente: ciertamente en el Cielo no hay preferencias porque es pura Totalidad y las preferencias por lo general implican parcialidad, pero durante el proceso de despertar el ideal es aprender a convertir nuestros apegos en meras preferencias. Ambas palabras son casi sinónimos, pero nosotros podemos usarlas de un modo útil considerando "apegos" lo que nos dolería si no lo alcanzáramos, y las preferencias lo que es un simple deseo pero sin obsesión, sin necesidad, y por lo tanto no duele si no se cumple. Por ejemplo, si planeábamos salir a pasear a tomar el sol y cuando llega la hora se ha nublado el cielo y se pone a llover, si debido a eso nos sentimos mal y nos lamentamos con tristeza estaríamos experimentando un apego (especialismo), pero si se tratase de una simple preferencia no haríamos una montaña de un granito de arena, simplemente nos diríamos a nosotros mismos algo del estilo de: "¡Pues en ese caso saldré a mojarme o bailar bajo la lluvia!", o simplemente "En ese caso me quedaré en casa leyendo y lo pasaré igualmente bien".

Me alegra que te sientas feliz. Esto me recuerda que la felicidad, como la paz, es una decisión que tomamos. Si decidimos esperar a "algo" para ser felices (que nos toque la lotería, conocer a alguien, bajar de peso, etc) entonces estamos poniéndonos en manos de cosas externas y dando realidad al mundo, pero si simplemente elegimos ser felices directamente, eligiendo a Dios como nuestro único verdadero propósito o meta, entonces abriremos la puerta de la felicidad independientemente de los acontecimientos externos. A menudo luego los acontecimientos externos reflejan esa felicidad, pero ni siquiera eso es necesario para quien ya es feliz de todos modos.

Todas estas ideas son más fáciles decirlas que llevarlas a la práctica y experimentarlas de un modo consistente, pero eso es lo que estamos aprendiendo y entrenando, y estamos en manos de un Entrenador espléndido: el Espíritu Santo. El cual, como siempre me gusta repetirme a mí mismo, está dentro de todos nosotros. Así que con un poco de práctica podemos verlo o vislumbrarlo cada vez más consistentemente en nosotros mismos y en los demás, apreciando lo bueno que percibimos en nuestros hermanos y perdonando lo que parezca malo, pues lo malo no puede ser real y tiene que ser nuestra propia percepción distorsionada. Este entrenamiento conduce paulatinamente a la iluminación, que es felicidad permanente, la bendición que todos deberíamos buscar para nosotros mismos y para compartirla con todos los demás.

Así pues, perdonando poquito a poco nuestros apegos, finalmente los apegos desaparecen y al final nos queda un único "apego" que es bueno: el apego a Dios :-)
 
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