domingo, 28 de marzo de 2021

¿Qué soy?

La pregunta básica para la liberación, la madre de todas las preguntas, la indagación acerca del ser (volviendo la mente hacia dentro, retirando la adicción a proyectar/juzgar y en vez de eso volverse hacia dentro hacia el ser), es un tema que puede resultar familiar a quienes han explorado el Advaita o a maestros espirituales como Ramana Maharshi o Adyashanti, entre otros muchos. Ramana enfatizaba la relevancia de ahondar en "¿quién soy?". Muchos maestros (como Adyashanti) han utilizado tanto la forma ¿quién soy? como la forma ¿qué soy?, ambas apuntan a lo mismo. Generalmente, cuando uno empieza a explorar sobre esta indagación del ser o autoindagación, se suele resonar más con la forma ¿quién soy? porque el principiante suele identificarse en gran medida con un cuerpo humano, con una nacionalidad, edad, personalidad, determinadas características, etc. Conforme se le va enseñando a autoindagar, va aprendiendo que todo eso que cambia no es la verdadera Identidad, por lo tanto uno empieza a vislumbrar y experimentar cada vez más claramente que uno no es un cuerpo ni una personalidad. Se empieza a ver que uno es más un "qué" que un "quién", en el sentido usual del vocabulario que relaciona los "quién" con personas humanas y los "qué" con un espectro de posibilidades mucho más amplio: algo, tal vez algo que momentáneamente parecemos haber olvidado, pero algo hemos de ser... y uno finalmente acepta la revelación y la experiencia directa de que lo que uno es no es un cuerpo ni nada limitado, sino mente... consciencia... y en última instancia, lo que está mucho más allá de la mente y de la conciencia conocidos en el mundo, Aquello que no puede definirse en palabras, el puro Ser (Dios, la Plenitud no-dual). 
 
Para permitir que Eso se nos revele debemos tener la humildad de primero reconocer que estábamos equivocados al creernos un cuerpo, reconociendo que en realidad no sabemos lo que somos, permitiéndonos así ser receptivos para que la Gracia nos lo revele. El ego teme que seamos así de receptivos porque aceptar la Gracia conduce a la disolución de las ilusiones, incluida la ilusión llamada "ego", por lo tanto el ego trata de inducirnos a sustituir la receptividad por la arrogancia de creer que sabemos muy bien quiénes somos (lo cual creemos cuando nos decimos que sabemos que somos un cuerpo, sin darnos cuenta de que el cuerpo es simplemente un símbolo, de hecho una ilusión). Por tanto el Curso comenta en la importante sección T-31.V, titulada "El concepto del yo frente al verdadero Ser":

No busques tu Ser en símbolos ((como por ejemplo el cuerpo)). No hay concepto que pueda representar lo que eres. (...) No hay afirmación que el mundo ((el ego)) tema oír más que ésta: «No sé lo que soy, por lo tanto, no sé lo que estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo considerar al mundo o a mí mismo». Sin embargo, con esta lección nace la salvación. Y Lo que eres te hablará de Sí Mismo. (T-31.V.15:1-2; 17:6-9; negritas mías; cursivas del propio Curso)

Por lo tanto, el ego teme que empecemos a cuestionarle y a ponerle en duda con la simple pregunta, ¿quién o qué soy?

Un curso de milagros también hace uso de esta perspectiva de la autoindagación, y el Curso adopta la forma "¿qué soy?" para tan fundamental cuestionamiento, y le da un lugar relevante en su enseñanza, por ejemplo destaca esta pregunta al situarla como título de la última de las secciones de la segunda parte del Libro de ejercicios, la sección 14 titulada ¿Qué soy?, con la que se corona el Libro de ejercicios. Pero esta pregunta también es mencionada en otros pasajes del Curso, tanto en el Texto como en otras lecciones. Voy a incluir a continuación unas citas donde el Curso menciona esta pregunta. La respuesta a tal pregunta, por cierto, no son palabras sino una experiencia revelatoria, conocimiento puro del Ser, pero el Curso nos da también algunas palabras como pista para nuestra intuición.

Sobre la pregunta en sí:
 
     El ego planteó entonces la primera pregunta que jamás se hizo, pregunta que él jamás podrá contestar. La pregunta: "¿Qué eres?" representó el comienzo de la duda. Desde entonces el ego jamás ha contestado ninguna pregunta, aunque ha hecho muchas. Las actividades más ingeniosas del ego no han hecho más que enmarañar la pregunta, pues dispones de la respuesta y el ego te tiene miedo.(T-6.IV.2:6-9)
 
     Simplemente le preguntaron con un leve susurro: "¿Qué eres?". Y Aquel que cuida de toda percepción les respondió. No aceptes los juicios del mundo como la respuesta a la pregunta: "¿Qué soy?". (...) No le preguntes a ese transeúnte ((al ego)): "¿Qué soy?". Él es la única cosa en todo el universo que no lo sabe. Sin embargo, es a él a quien se lo preguntas, y es a su respuesta a la que deseas amoldarte. Este pensamiento torvo y ferozmente arrogante, y sin embargo tan ínfimo y carente de significado que su pasar a través del universo de la verdad ni siquiera se nota, se vuelve tu guía. A él te diriges para preguntarle el significado del universo. Y a lo único que es ciego en todo el universo vidente de la verdad le preguntas: "¿Cómo debo contemplar al Hijo de Dios?". (T-20.III.6:5-7; 7:5-10)
 
En el Libro de ejercicios tenemos también algunas referencias:
 
     Mas yo no soy un cuerpo. ¿Qué soy? (L-91.6:4-5)
 
He preferido traducirlo tal como está en inglés, eliminando la palabra superflua "entonces" en la pregunta que fue traducida como "¿Qué soy entonces?". En inglés:

     But I am not a body. What am I?
 
Y en esa misma sección añade (elimino también los "entonces" superfluos en las preguntas): 
 
La pregunta con la que finaliza esta declaración es crucial para los ejercicios de hoy. Lo que piensas que eres es una creencia que debe ser erradicada. Pero lo que realmente eres es algo que tiene que serte revelado. La creencia de que eres un cuerpo necesita ser corregida, ya que es un error. (...) Si no eres un cuerpo, ¿qué eres? (...) Si no eres un cuerpo, ¿qué eres? Hazte esta pregunta honestamente... (L-91.6:6-9; 7:1; 8:1-2)
 
Vemos que incluso repite la misma frase con la misma pregunta al inicio de los párrafos 7 y 8. 
 
En la lección 136 tenemos otro recordatorio de este importante tema:
 
     He olvidado lo que realmente soy, pues me confundía mí mismo con mi cuerpo. (...) Mas yo no soy un cuerpo. (L-136.20:3,5)
 
Y en otra lección posterior, toda la lección 139 va relacionada con este tema, voy a citar solo este fragmento:

     ¿Y qué es elegir sino tener incertidumbre con respecto a lo que somos? No hay duda que no esté arraigada en esto. No hay pregunta que no sea un reflejo de ello. No hay conflicto que no entrañe la simple pregunta: ¿Qué soy? Mas ¿quién podría hacer esta pregunta sino alguien que se ha negado a reconocerse a sí mismo? (L-139.1:3-6; 2:1)

Algunas pistas en palabras para insinuar por dónde van los tiros de la Respuesta, la cual es la Experiencia de la Verdad:
 
     "Aquiétate y sabe que Yo soy Dios". Estas son palabras inspiradas porque reflejan conocimiento. (T-4.introd.2:2-3)

     No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó. (L-199 y L-201, entre otras lecciones)

     Soy espíritu. (L-97)
 
     Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo. (L-171 entre otras)
 
     Dios, al ser Amor, es también felicidad. (L-103)
 
     Soy el santo Hijo de Dios Mismo. No puedo sufrir ni sentir dolor, no puedo sufrir pérdidas ni dejar de hacer todo lo que la salvación me pida. (L-191.7:3-4)
 
     Soy tal como Dios me creó. Su Hijo no puede sufrir. Y yo soy Su Hijo. (T-31.VIII.5:2-4 y también en L-110.6:2-4; negritas y cursivas en el original)

    Se te ha dado el conocimiento de que eres una mente, de que te encuentras en una Mente y de que no eres sino mente, por siempre libre de pecado y totalmente exento de miedo al haber sido creado del Amor. No has abandonado tu Fuente, por lo tanto, sigues siendo tal como fuiste creado. Esto se te dio en forma de un conocimiento que no puedes perder. Ese conocimiento se les dio asimismo a todas las cosas vivientes, pues sólo mediante él viven. (L-158.1:2-5)
 
     La Unidad es simplemente la idea de que Dios es. Y en Su Ser, Él abarca todas las cosas. Ninguna mente contiene nada que no sea Él. Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las palabras carecen de sentido. No hay labios que las puedan pronunciar, ni ninguna parte de la mente es lo suficientemente diferente del resto como para poder sentir que ahora es consciente de algo que no sea ella misma. Se ha unido a su Fuente, y al igual que Ella, simplemente es. 
 
No podemos hablar, escribir, ni siquiera pensar en esto en absoluto. Pues aflorará en toda mente cuando el reconocimiento total de que su voluntad es la de Dios se haya dado y recibido por completo. Ello hace que la mente retorne al eterno presente, donde el pasado y el futuro son inconcebibles. El eterno presente yace más allá de la salvación; más allá de todo pensamiento de tiempo, del perdón y de la santa faz de Cristo. El Hijo de Dios simplemente ha desaparecido en su Padre, tal como su Padre ha desaparecido en él. El mundo jamás ha tenido lugar. La eternidad permanece como un estado constante. (L-169.5-6)
 
     Soy el Hijo de Dios, Su único y eterno amor. (L-318.1:7)
 
Y finalmente en la sección 14 (y la última) de la 2ª parte del Libro de ejercicios, , titulada ¿Qué soy?, se dice:

¿Qué soy? Soy el Hijo de Dios, pleno, sano y completo, resplandeciente en el reflejo de Su Amor. En mí Su creación se santifica y se le garantiza vida eterna. En mí el amor alcanza la perfección, el miedo es imposible y la dicha se establece sin opuestos. Soy el santo hogar de Dios Mismo. Soy el Cielo donde Su Amor reside. Soy Su santa Impecabilidad Misma, pues en mi pureza reside la Suya Propia. (L-PII.Preg14.1)

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