miércoles, 13 de marzo de 2013

Librarse uno de la culpabilidad es lo que deshace completamente al ego

De un mail escrito en febrero de 2013:

(...) si llenamos nuestro corazón de amor y perdón dirigidos por el Espíritu Santo, no estaremos reservando un sitio para la culpa y por lo tanto estaremos diciendo sí a la paz.

Precisamente sobre la culpa quería enviarte una cita ayer, pero se me pasó. Y hoy, ya de paso, he visto que la cita se podría ampliar. La cita inicial era una simple frase que dice:

Librarse uno de la culpabilidad es lo que deshace completamente al ego. (T.13.IX.2.1) (Pág. 288)

La cual es una cita que no sé si ya te la habré enviado alguna vez, pero es bueno destacar que esas pocas palabras en cierto modo casi resumen UCDM. Porque la culpabilidad está tras todo error, y deshacernos de ella es lo que deshace el ego y por lo tanto nos conduce a la paz y a recordar a Dios.

Lo nuevo que se me ha ocurrido comentar hoy sobre este tema, es que es buenísimo releer las 3 últimas secciones del capítulo 13 del Texto (páginas 288 a 298). Son buenísimas, es lo que me ha tocado releer esta mañana y los dos días anteriores. La sección T.13.IX se titula «La nube de culpabilidad». La sección T.13.X se titula «Tu liberación de la culpabilidad». Son dos secciones seguidas una de la otra para explicar sobre la culpabilidad. A ellas les sigue algo muy dulce, la última sección del capítulo 13, T.13.XI que se titula «La paz del Cielo». Es muy dulce y viene a continuación de las otras dos porque las dos anteriores preparan el terreno (hablando de lo "oscuro", de la culpabilidad) y ahora (una vez que ya ha comentado sobre la eliminación de los obstáculos/culpabilidad) ya se permite hablar de lo "brillante", lo dulce, la paz, incluso dice algunas cosas bellas del Cielo. Voy a copiar aquí algunos fragmentos de esa última sección, aunque es muchísimo mejor leerla entera.

Pero primero tres palabras, de casi el final de la sección anterior. Tras haber explicado lo "oscuro" (sobre la culpabilidad), concluye con una preparatoria de la siguiente y última y dulce sección. Y dice algo tan simple como 3 palabras, las cuales cuando las sintamos plenamente con todo el corazón, las sombras inmediatamente se desvanecerán (esto lo digo yo jejeje). Las tres palabras son algo tan simple como que:

     Dios te ama. (T.13.X.14.7)

Y ahora ya sí:

Algunos fragmentos de la dulce sección T.13.XI, titulada «La paz del Cielo»:


     Nada destructivo ha existido nunca ni existirá jamás. (T.13.XI.2.7)

     Cuando todos estemos unidos en el Cielo, no valorarás nada de lo que valoras aquí. (T.13.XI.3.1)

     En el Cielo está todo lo que Dios valora. (T.13.XI.3.7)

     En el Cielo no hay tinieblas ni contrastes. Nada varía ni sufre interrupción alguna. Lo único que se experimenta es una sensación de paz tan profunda que ningún sueño de este mundo ha podido jamás proporcionarte ni siquiera el más leve indicio de lo que dicha paz es. (T.13.XI.3.10-13)

     No hay nada en este mundo que pueda brindarte semejante paz porque no hay nada en este mundo que se comparta totalmente. (T.13.XI.4.1)

     Tú, cuya mente está ensombrecida por las dudas y la culpabilidad, recuerda esto: Dios te dio el Espíritu Santo a Quien le encomendó la misión de eliminar toda duda y todo vestigio de culpabilidad que Su amado Hijo jamás se hubiese echado encima. Su misión no puede fracasar, pues nada puede impedir el logro de lo que Dios ha dispuesto que se logre. La Voluntad de Dios se hace sean cuales fueren tus reacciones a la Voz del Espíritu Santo, sea cual fuere la voz que elijas escuchar y sea cuales fueren los extraños pensamientos que te asalten. Encontrarás la paz en la que Dios te ha establecido porque Él no cambia de parecer. Él es tan estable como la paz en la que moras, la cual el Espíritu Santo te recuerda. (T.13.XI.5)

     En el Cielo no recordarás cambios ni variaciones. (T.13.XI.6.1)

     La Voluntad de Dios no fracasa en nada. (T.13.XI.6.9)

     Ten fe únicamente en lo que sigue a continuación, y ello será suficiente: la Voluntad de Dios es que estés en el Cielo, y no hay nada que te pueda privar del Cielo o que pueda privar al Cielo de tu presencia. Ni tus percepciones falsas más absurdas, ni tus imaginaciones más extrañas ni tus pesadillas más aterradoras significan nada. No prevalecerán contra la paz que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti. (T.13.XI.7.1-3)

     No conservarás lo que Dios desea que se elimine porque eso interrumpe Su comunicación contigo, que es con quien Él quiere comunicarse. Su Voz se oirá. (T.13.XI.7.6-7)

     El nexo de comunicación que Dios Mismo colocó dentro de ti y que une tu mente con la Suya, no puede ser destruido. Tal vez creas que ése es tu deseo, y esa creencia ciertamente interfiere en la profunda paz en la que se conoce la dulce y constante comunicación que Dios desea mantener contigo. Sus canales de extensión, no obstante, no pueden cerrarse del todo o separarse de Él. Gozarás de paz porque Su paz fluye todavía hacia ti desde Aquel Cuya Voluntad es la paz. Dispones de ella en este mismo instante. El Espíritu Santo te enseñará a usarla, y al extenderla, sabrás que se encuentra en ti. Dios dispuso que el Cielo fuese tuyo, y nunca dispondrá nada más para ti. Lo único que el Espíritu Santo conoce es la Voluntad de Dios. Es imposible que no alcances el Cielo, pues Dios es algo seguro, y lo que Su Voluntad dispone es tan seguro como Él. (T.13.XI.8)

     Aprenderás lo que es la salvación porque aprenderás a salvar. Es imposible que te puedas excluir de lo que el Espíritu Santo quiere enseñarte. La salvación es algo tan seguro como Dios. La certeza de Dios es suficiente. (T.13.XI.9.1-4)

     ¿Cómo iba a poder el Hijo de Dios perderse en sueños, cuando Dios ha puesto dentro de él la jubilosa llamada a despertar y a ser feliz? Él no se puede separar de lo que está en él. Su sueño no podrá resistir la llamada a despertar. Es tan seguro que la misión de la redención se cumplirá como que la creación permanecerá inmutable por toda la eternidad. No tienes que saber que el Cielo es tuyo para que lo sea. Lo es. Mas para saberlo, tienes que aceptar que la Voluntad de Dios es tu voluntad. (T.13.XI.10)

     El Espíritu Santo deshará por ti todo lo que has aprendido que enseña que lo que no es verdad tiene que ser reconciliado con la verdad. (...) El fracaso es cosa del ego, no de Dios. No puedes alejarte de Él, y es imposible que el plan que el Espíritu Santo le ofrece a todo el mundo para la salvación de todos, no sea perfectamente consumado. Serás liberado, y no recordarás nada de lo que fabricaste, salvo lo que fue creado para ti, y a su vez por ti. Pues, ¿Cómo podrías recordar lo que nunca fue verdad, o no recordar lo que siempre lo fue? En esta reconciliación con la verdad, y sólo con la verdad, radica la paz del Cielo. (T.13.XI.11.1,4-8)

Es una sección que merece el gozo de leerse entera, pues no sólo habla de la paz y del Cielo, sino que también puede servir para subir el ánimo cuando surjan dudas porque dice aquello de que la salvación es tan segura como Dios, y lo dice de varias maneras en diversos párrafos, de manera muy bella y serena.

He estado reojeando el capítulo para asegurar que puedo decir lo siguiente: el capítulo 13, entero, incluso la introducción también, es un capítulo espléndido que toca temas buenísimos. ¡Qué gran capítulo! Recuerdo que hace poco vi que el capítulo 18 (creo) también era buenísimo. Y los capítulos finales del Texto, del 27 en adelante, también son potentísimos. UCDM es tan bueno que conviene repasar todos los capítulos de vez en cuando, pero hay algunos que me atraen todavía más que otros.

¡Un abrazo y gracias por todo!

     El espíritu es inmortal, y la inmortalidad es un estado permanente. (T.4.II.11.9)

:-) :-) :-) :-) :-)

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