sábado, 16 de enero de 2016

Facimoutreach P-1040

Tres preguntas sobre el sueño y la ilusión

P-1040: Con respecto a partes de la pregunta P-167: Puesto que siempre estamos únicamente "revisando mentalmente lo que ya pasó" porque "este mundo hace mucho tiempo que se acabó", ¿qué sentido tiene el perdón a menos que por medio del perdón uno (cualquier mente/cuerpo individual) pueda realmente saltarse parte o todo este sueño/ilusión al perdonar todo a la vez, si eso es posible, y dejar que todo este mundo/cosmos quede verdaderamente acabado y zanjado de una vez por todas?

Y el concepto de iluminación/despertar es una fuente de conflicto para mí porque no entiendo como uno puede estar a la vez despierto y dormido (el concepto de "despierto en el sueño"), porque, una de dos, o uno está despierto y no soñando, o bien uno está dormido y soñando. 

Y puesto que tanto Jesús como Un Curso de Milagros son también ilusión/sueño, diciéndole al ilusorio estudiante/lector que él no existe realmente excepto como un personaje soñado en el sueño de algún soñador, ¿cómo puede uno confiar en nada perteneciente a esta experiencia mundana, incluyendo a Jesús y el Curso? A mí me parece que ningún sueño es fiable, puesto que todos los sueños pueden cambiar y de hecho cambian en un instante, y si verdaderamente somos solamente personajes soñados, todo lo que parece ocurrirnos no depende de nosotros —personajes soñados— en absoluto.

Respuesta: Abordando tus preguntas en el mismo orden en que las presentas —sí, el perdón, al cual el Curso se refiere también como milagro, nos permite saltarnos parte o todo el sueño. Para la mayoría de nosotros, nuestro perdón en cualquier momento dado es incompleto o parcial, así que nos saltamos solo parte del sueño. Jesús menciona esta característica del milagro —la de ahorrar tiempo— varias veces al principio del Texto: «El milagro es un recurso de aprendizaje que reduce la necesidad del tiempo. Establece un intervalo temporal fuera de lo normal que no está sujeto a las leyes usuales del tiempo» (T.1.I.47.1-2).

Y unas pocas páginas después: «El milagro reduce al mínimo la necesidad del tiempo. En el plano longitudinal u horizontal el reconocimiento de la igualdad de los miembros de la Filiación parece requerir un tiempo casi interminable. El milagro, no obstante, entraña un cambio súbito de la percepción horizontal a la vertical. Esto introduce un intervalo del cual tanto el que da como el que recibe emergen mucho más adelantados en el tiempo de lo que habrían estado de otra manera. El milagro, pues, tiene la propiedad única de abolir el tiempo en la medida en que hace innecesario el intervalo de tiempo que abarca. No existe relación alguna entre el tiempo que un milagro tarda en llevarse a cabo y el tiempo que abarca. El milagro substituye a un aprendizaje que podría haber durado miles de años. Lo hace en virtud del reconocimiento implícito de la perfecta igualdad que existe entre el que da y el que recibe en la que se basa el milagro. El milagro acorta el tiempo al producir su colapso, eliminando de esta manera ciertos intervalos dentro del mismo. Hace esto, no obstante, dentro de la secuencia temporal más amplia» (T.1.II.6).

En el siguiente capítulo, Jesús profundiza aún más: «Del mismo modo en que la separación abarcó un período de millones de años, así el Juicio Final [la sanación final] se extenderá por un período igualmente largo, o tal vez aún más largo. Su duración, no obstante, puede acortarse enormemente mediante los milagros, el recurso que acorta el tiempo, pero que no lo abole» (T.2.VIII.2.5-6).

En realidad sería posible dejar de lado toda la ilusión a la vez, un completo y total colapso del tiempo por así decirlo, si no fuera tan grande nuestro miedo a perder este yo que creemos que somos. Pues no se trata simplemente de que "todo este mundo/cosmos [quedará] verdaderamente acabado y zanjado de una vez por todas", sino que también se acabará este yo con el que nos identificamos, o cualquier yo específico con el que pudiéramos desear identificarnos, para el caso. Y entonces, nuestro yo-ego se pregunta: ¿qué sería de nosotros? Es por eso por lo que Jesús nos asegura: «No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad» (T.16.VI.8.1).

No estoy seguro de dónde has sacado la conclusión de que el Curso dice que estamos "despiertos en el sueño". Jesús ciertamente dice que «Estás en tu hogar en Dios, soñando con el exilio», pero esto no es lo mismo que decir que estamos despiertos y soñando al mismo tiempo, porque a esa idea él le añade: «pero siendo perfectamente capaz de despertar a la realidad» (T.10.I.2.1). Repetidas veces a lo largo del Curso, Jesús contrasta los estados alternativos de sueño y despierto, como en el siguiente pasaje: «¿Cómo iba a ser posible conservar algunos sueños y despertar de otros? La elección no es entre qué sueños conservar, sino sólo si quieres vivir en sueños o despertar de ellos. De ahí que el milagro no excluya de su benéfica influencia algunos sueños. No puedes quedarte con algunos sueños y despertar de otros, pues o bien estás dormido o bien despierto. Y soñar tiene que ver únicamente con una de estas dos posibilidades» (T.29.IV.1.4-8, cursivas añadidas).

El Curso ciertamente dice que no podemos cambiar nuestra realidad (T.19.II.3), y que el Ser que verdaderamente somos sigue siendo como siempre fue, inafectado por nuestros sueños de pesadilla (por ejemplo T.30.III.10; L.190.6; L.PII.Preg6.1). Pero el término "despertado" ((y sus sinónimos, como "iluminado", "mundo real", etc)) no describe nuestro estado en el Cielo. Es un término dualista que se refiere al estado de la corrección final en la mente dividida por el soñar del ego, cuando reconocemos que todo esto es un sueño (T.17.I.1). Otro término que Jesús usa para describir el estado de haber despertado es el mundo real, pero este es todavía parte de la ilusión (por ejemplo, T.26.V.12.3). En el mundo real sabemos que la separación nunca ocurrió y que pensar que pudiera ocurrir es solo una tontería. Todavía somos conscientes del sueño, pero ya no estamos identificados personalmente con ninguna de las figuras del sueño, aunque otros que están aún dormidos y soñando puedan seguir viéndonos como una figura dentro de sus sueños. Puede haber un paso intermedio, antes de que despertemos, en el que nos volvemos conscientes de que estamos soñando, parecido al estado de sueño lúcido que algunas personas experimentan en la noche, en el que estamos aún dormidos pero nos volvemos conscientes de que estamos dormidos y soñando, pero que elegimos seguir durmiendo y soñando.

En cuanto al último tema que planteas, has quedado atrapado en el engaño muy deliberado del ego de que tú eres "el personaje soñado en el sueño de algún soñador" (por ejemplo T.27.VII.8), en vez de ser tú mismo el soñador del sueño (T.27.VII.9). Si te mantienes identificado y centrado en los símbolos del sueño, las figuras soñadas, de las cuales el yo que tú piensas que eres es simplemente una de ellas, en ese caso estás en lo cierto: nada en el sueño puede ser digno de confianza, pues nada de él es verdadero, ni siquiera Jesús ni el Curso. Pero los símbolos pueden usarse para servir a cualquiera de los dos únicos propósitos contrarios entre sí, y es en el nivel del propósito en el que podemos distinguir entre qué es digno de confianza y qué no lo es. El propósito para el sueño siempre se asigna, no dentro del sueño mismo, sino en la mente fuera del sueño. Y sencillamente, los símbolos dentro del sueño pueden ser usados tanto para el propósito de mantenernos dormidos y soñando al apoyar la identificación de la mente con las figuras del sueño, como para el propósito de despertar ayudando a la mente a desidentificarse del sueño y sus figuras (T.28.II.4). Es evidente que las personas pueden —y lo hacen— usar a Jesús y el Curso para ambos propósitos. Así que no se nos está pidiendo que confiemos en Jesús o en el Curso como figuras/símbolos dentro de nuestro sueño. Nuestro único cuidado debería ser si estamos usando esos símbolos en nuestra mente para mantener nuestra creencia de que hay algo de valor en lo que sucede en el sueño, y así que sigamos contentos con seguir soñando, o si los estamos usando para señalar hacia una realidad que está más allá del sueño, lo que refuerza nuestro deseo de despertar. Nosotros somos los únicos que podemos tomar esa decisión. Al final, todos acabamos despertando, y ese desenlace es seguro, ya que dormir y soñar son solamente ilusiones. Pero podemos seguir creyendo que estamos dormidos y soñando por tanto tiempo como queramos, con todas las tristes consecuencias de una vida aparente, vivida fuera del amor. Sin embargo, volviendo a lo que dijimos más arriba, siempre podemos elegir acortar la duración de la pesadilla por medio de la práctica del perdón, o lo que es lo mismo, el milagro.

Para más indicaciones sobre la naturaleza del sueño y del despertar, puede que desees revisar la pregunta P-893.

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions213.htm#Q1040

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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