lunes, 4 de abril de 2016

¿Con cuánta frecuencia podemos llegar a perdonar?

En el post de ayer (la traducción de P-394), en los comentarios un lector hizo la siguiente pregunta:

Dice en la entrada: "El proceso para lograrlo consiste en perdonar cada pensamiento y creencia que tengamos que refuerce la idea de la separación"

Pero, o yo lo he comprendido mal, o eso puede significar tener que estar permanentemente "haciendo la práctica". Porque pensamientos que refuercen la idea de separación, al menos en mi caso, los hay con mucha frecuencia a lo largo del día.

Un abrazo.


Le respondí en un comentario (que podéis leer aquí en su versión original de ayer), y para tener el tema más a mano, o si alguien más quiere reflexionar en esto, he decidido copiar ese comentario aqui en forma de post, añadiéndole algunas cosillas más:

El proceso puede practicarse constantemente, sí. Pero no te preocupes, esto depende de la etapa en que esté nuestro proceso, de la intensidad y de la cualidad actual de nuestra capacidad de perdonar, etc. Aunque uno perdone con poca frecuencia, cada vez que sí lo hacemos se derrite una porción del iceberg de la culpa inconsciente. A más frecuencia, más rápidamente afrontamos el deshacimiento del iceberg, pero hay resistencia a esto. Y diversos factores a tener en cuenta. Por ejemplo, en los primeros años de nuestra práctica el perdón se centra mucho en la forma de un proceso mental (pensamos las ideas de mentalidad correcta aprendidas, o los "pasos del perdón", etc), pero con la práctica, el perdón se vuelve una actitud que funciona cada vez más automáticamente, sin ni siquiera pensar. Entonces, nuestra manera de ser en sí misma, es ya un constante perdón, que se activa constantemente ante cualquier eventualidad que nos encontremos (y con más rapidez, constancia y naturalidad que cuando necesitábamos procesar el perdón en forma de pensamientos).

Sobre las oportunidades constantes de perdón, en seguida me ha venido a la mente la siguiente cita:

Los maestros de Dios deben aprender a detectar las diversas formas de magia a lo largo de todo su entrenamiento, cada día y cada hora, e incluso cada minuto y cada segundo, y a percibir el hecho de que no significan nada. (M.16.11.9)

Al buscar esa cita para copiártela, he encontrado otras relacionadas:

Cada minuto y cada segundo te brinda una oportunidad más para salvarte. (T.9.VII.1.6)

Cada día, cada hora y cada minuto, e incluso cada segundo, estás decidiendo entre la crucifixión y la resurrección; entre el ego y el Espíritu Santo. (T.14.III.4.1)

Por eso es preciso que contestes la pregunta: "¿Qué es lo que quiero?". La contestas cada minuto y cada segundo, y cada decisión que tomas es un juicio que no puede por menos que tener consecuencias. Y éstas continuarán repitiéndose automáticamente hasta que tomes otra decisión. (T.5.V.6.2-4)

Atacas el mundo real cada día, cada hora y cada minuto, y, sin embargo, te sorprende que no lo puedas ver. (T.12.VIII.1.3) (Y por supuesto estamos invitados a perdonar esto en cualquier momento en que seamos conscientes de lo que estamos eligiendo)

Todo momento es una oportunidad para perdonar, porque (excepto que estemos iluminados) en cualquier momento estamos en esta situación:

Cada día, y cada minuto de cada día, y en cada instante de cada minuto, no haces sino revivir ese instante en el que la hora del terror ocupó el lugar del amor. (T.26.V.13.1)

Aunque en gran parte inconscientemente, nuestra mente está constantemente eligiendo la separación. Y esto abre igualmente una constante oportunidad de perdonar esa decisión, que aunque es a nivel de la mente inconsciente, el Curso nos enseña a perdonarla.

Sin prisas, cada uno a su ritmo. Conforme progresemos con el proceso del perdón, aplicarlo se volverá más frecuente, placentero y fácil, con menor esfuerzo, acabando por ser automático, simplemente como nuestra manera de ser: nuestra manera natural de reaccionar ante cualquier situación.

¡Un abrazo!

Hasta aquí el comentario que escribí ayer (al que solamente le he añadido la frase entre paréntesis al final del primer párrafo, y el color azul de las citas de UCDM). Ahora añadiré alguna cosilla más, directamente relacionada con esto.

Primero unas frases del primer libro de Gary Renard, «La desaparición del universo». Es interesante releer todo el capítulo 7, centrado en la práctica del perdón (ahí podéis leer la explicación del perdón en términos lineales, con los 3 pasos del perdón; explicaciones que no copio aquí porque abarcan varias páginas). De ese capítulo sí extraemos aquí las siguientes breves citas:

El perdón es una actitud. Todo lo que aprendas se incorporará a esa actitud hasta que el perdón se produzca automáticamente. Para la mayoría de la gente, especialmente durante los primeros años, el perdón requiere pensar en ello. Te conviertes en maestro teniendo procesos mentales de perdón. Estos pensamientos de la mentalidad recta acaban por dominar tu mente —en lugar del ego. (PURSAH)

El resto de ese párrafo y el siguiente tampoco viene mal leerlos a continuación (quien tenga a mano el libro), pero nosotros pasaremos aquí a la siguiente cita relacionada, que viene unas páginas más adelante del mismo capítulo 7:

PURSAH: (...) Y llegará el día en que despiertes del sueño. 

GARY: ¿Cuándo? ¿Cuándo? 

PURSAH: Diré solamente que será mucho más rápido de lo que habría sido si no hubieras estado dispuesto a aceptar el Curso. Finalmente el sistema de pensamiento del Curso será como tu segunda naturaleza, y podrás aplicarlo cada vez con menos esfuerzo. A veces no requiere pensar en absoluto, simplemente es un modo de ser. Otras veces tendrás que pensar en las ideas del Curso, lo que fortalecerá tu actitud de perdón. Es necesaria la ilusión del tiempo y mucha práctica para llegar al punto donde todo el sistema de pensamiento del Espíritu Santo es simplemente tu forma de ser, y en último término lo que eres. Pero llegará, y conocerás el Curso tanto visceral como intelectualmente. Esa es una experiencia maravillosa. 

Todo ese capítulo 7, titulado "La ley del perdón", es siempre útil de releer.

Pasemos ahora a unas pocas citas más, igualmente breves, sacadas de otras partes del libro. En el capítulo 5, titulado "El plan del ego", Pursah dice:

Te sorprenderá comprobar lo simple que es cuando todo esto pase a ser parte de tu actitud. 

Temporalmente iremos diviéndolo [la explicación del proceso del perdón, y su práctica inicial] por pasos, pero al final los pasos se funden en una actitud. El resultado final es la paz de Dios. 

Tres o cuatro páginas después, en ese mismo capítulo 5, Arten dice:

El único modo de perdonar lo que está dentro es perdonar lo que parece estar fuera.

Unas 30 páginas más adelante, pero todavía en ese capítulo 5, casi al final del capítulo Pursah dice:

Sólo te juzgas a ti mismo y sólo te perdonas a ti mismo.

Estas dos últimas citas han de entenderse en el contexto de la metafísica que se explica detalladamente en "La desaparición del universo" y en "Un curso de milagros". 

Así que las oportunidades para perdonar son constantes, pero seremos más conscientes de esto conforme el proceso avance. Podría hablarse también de una especie de "afinamiento del perdón", en el sentido de que determinadas cosas que antes nos pasaban desapercibidas empiezan ahora a resultarnos molestas, convirtiéndose así en oportunidades para perdonar. Esto es normal, pues al volvernos más conscientes, nos damos cuenta más intensamente de que no hay motivos para retrasar el reconocimiento del Cielo, por lo que nuestra agudeza para perdonar aumenta. Por ejemplo, quizás en los primeros tiempos de nuestro proceso, solamente nos pareciesen dignas de usar el perdón las circunstancias más inquietantes, como por ejemplo enfermedades graves, muertes de seres queridos, etc. Pero con el paso del tiempo, vemos que incluso el mero hecho de sentirnos en un cuerpo es una sensación limitada que nos sentimos felices de perdonar. Esto no siempre se hará mediante procesos mentales de perdón. A veces será mediante la mera actitud.

Unas citas relacionadas:

Te irás dando cuenta cada vez más de que una leve punzada de molestia no es otra cosa que un velo que cubre una intensa furia. (L.21.2.5)

Como resultado de ello, la mente se vuelve cada vez más sensible a lo que antes habría considerado sólo pequeñas molestias. (T.2.III.4.7)

O recurriendo de nuevo a una cita de «La desaparición del universo», del capítulo 10, "Sanar a los enfermos", sobre la salud y la enfermedad en relación al perdón, Pursah llega a decir con toda franqueza que:

En último término, el universo mismo es un síntoma que desaparecerá. 

Así que el mero hecho de percibir un mundo físico y limitado es, por lo tanto, un aspecto de la enfermedad de la mente, lo cual es sanado también por el perdón.

No es necesario ni conveniente obsesionarse con el perdón. Nuestra afición a él crecerá de manera natural conforme lo practicamos. No es necesario buscar frenéticamente símbolos (acontecimientos) que perdonar, pues ya irán surgiendo por sí mismos. Basta con estar atentos. Por ejemplo, no es necesario tragarnos las noticias de la televisión para ir perdonando las malas noticias que dan, pero si de manera natural solemos ver el informativo de la televisión, entonces sí, de paso que lo vemos, podemos usarlo para el perdón si nos sentimos afectados por alguna noticia. Pero buscar las noticias a propósito para "acelerar" las ocasiones para perdonar, es una actitud errónea, porque de lo que se trata es simplemente de estar atentos de manera natural: observar, reconocer al ego en cualquier circunstancia, y entonces perdonar. No es necesario ir a las noticias, o irnos de paseo por un barrio donde suele haber violencia, o viajar a un país en guerra. Actitudes así es más probable que sean cosa del ego, tratando de autocastigarse. Basta con estar atentos al momento presente. Y estando atentos, discernir algo muy simple: ¿estoy en paz o no? Si no lo estoy, es hora de perdonar.

Es útil perdonar todo aquello que parezca afectarnos, tanto si nos parece algo intenso como si nos parece algo muy pequeño o simplemente una leve incomodidad (sea a nivel corporal, emocional o mental). Sea cual sea la intensidad aparente, simboliza lo mismo (la culpabilidad inconsciente por la creencia en la separación) y se perdona de la misma manera, pues no hay una jerarquía de las ilusiones. Es igual de importante perdonar las molestias "pequeñas" como las "grandes molestias" o incluso las tragedias o asuntos "graves". Todas las ilusiones son lo mismo, y perdonarlas nos lleva a casa (recordar lo que ya somos).

Algún día podría parecernos natural perdonar casi cualquier sensación corporal: el calor, el frío, un ligero picor en el ojo, la sensación de ser un cuerpo, etc. Pero de lo que se trata es de detectar cuándo no estamos en paz, y entonces perdonar. Nos iremos dando cuenta, como vimos en algunas de las citas de este post, de que a nivel inconsciente nuestra mente ha elegido al ego, y que ese es el único motivo de nuestra falta de paz. De hecho, si no estamos ya iluminados, es porque una parte de nuestra mente todavía se resiste a dejar de apoyar la creencia egoica de la separación. Y esta parte se resiste intensamente a corregir esa creencia, por miedo a dejar de existir, por miedo a la desaparición de la individualidad. El proceso del perdón es suave para que poco a poco vayamos dándonos cuenta de que el deshacimiento de la individualidad no es el deshacimiento de nuestro ser: porque no somos la individualidad que hemos creído ser, sino que somos el Ser/Cristo que siempre hemos sido y que siempre seremos. Con los pequeños pasos del perdón, esta resistencia de nuestra mente se va derritiendo y finalmente no quedará nada de esta resistencia: la iluminación sucederá sin esfuerzo y espontáneamente entonces.

Simplemente, en cada momento, estoy atento a si pierdo la paz. Cuanto más practico esto, más rápido me doy cuenta de las pérdidas de paz, y antes perdono.

Y como dice Arten en la última de las citas de este post, del capítulo 15 de «La desaparición del universo», titulado "Mirando hacia el futuro":

Y quienes antes busquen a Dios, antes lo encontrarán.

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