miércoles, 13 de abril de 2016

Los diversos sabores de la culpa

Copio dos mails que tratan en profundidad sobre el tema de la culpa inconsciente, en este caso partiendo de una situación donde brota la emoción de pena:

Hola, Toni. Te escribo para que me ayudes a "afinar" en un tema concreto. Verás:

Resulta que mi padre es un anciano que vive en familia con nosotros.
Hace un año perdió la vista por un ojo a causa de un glaucoma, pero se defendía con el otro.
Este domingo pasado, antes de ayer, el ojo bueno se le "nubló" y hoy fuimos a urgencias. Se trata de una Degeneración Macular, y es irreversible. Como mucho se quedará como está, si lo consiguen detener. Eso quiere decir que ya no volverá a ver los rostros con claridad, ni la tele, ni podrá leer...

Ahora viene mi consulta.

He sentido mucha pena (por él y por mí...) y he aplicado lo que aprendí: "Recuerda que todo es un sueño". A continuación, he perdonado los elementos del sueño, las personas, la enfermedad...

Después me he fijado en la pena que yo sentía: "Esta pena no es por la razón que creo". "Esta lástima es una proyección de otra mucho mayor procedente del sueño secreto".

Pero ahí se detiene mi capacidad de discernir...

Me explico: la pena que siento no es temor, miedo, etc. Cuando sucede esto último ya sé que es miedo a Dios, al castigo divino.

Pero cuando es pena de alguien (mi padre) o de mí mismo (autocompasión) no alcanzo a identificar con seguridad el "dolor" original.

Podría ser el dolor que acompaña a la culpa cuando se da por hecho que se ha "roto" la Unidad, el Todo.

Sin embargo, no estoy seguro de esta última relación mediante la cual considero el dolor de la ruptura en el sueño secreto con la pena y la lástima sentidas en el sueño mundano.

Mira a ver si me arrojas la luz que me falta para discernir el origen en este caso y otros muy similares.

Te quedo muy agradecido de antemano.

Un abrazo.

Respuesta:

Básicamente, este mail es para confirmar —usando mis palabras— lo que ya sabes, pues ya lo expresas por ejemplo en esta frase de tu mail:

Podría ser el dolor que acompaña a la culpa cuando se da por hecho que se ha "roto" la Unidad, el Todo.

Estoy de acuerdo con eso que dices y me parece una intuición correcta, que comparto.

Comentemos un poco sobre eso, pero en realidad no es necesario afinar tanto, tu perdón llega hasta donde debe llegar, y del resto se ocupa el Espíritu Santo, pues eso es Su papel en el proceso del perdón.

De manera general, todo se origina con la creencia en la separación (en la mente profunda, el sueño secreto). Y hasta ahí estás practicando el perdón, lo haces correctamente. No es necesario más, aparte de estar atento cada vez que se va la paz (del modo que sea: miedo, pena, dolor, odio, se estropea el coche en un momento inoportuno, etc), y entonces perdonar (sabiendo que es una de las proyecciones de lo de siempre: la creencia en la separación a nivel del sueño secreto).

Dicho esto, simplemente por profundizar más, comentemos un poco más. La creencia original de la separación (sueño secreto) es siempre lo mismo, para todo es lo mismo. Pero puede adoptar diversos "sabores", diversos aspectos (que aunque parezcan variantes más o menos diferentes, son en el fondo lo mismo, por eso tu perdón es suficiente). Esos sabores podrían ser, por ejemplo, el miedo, el odio, la pena, la culpa, etc. Estos sabores también percibimos sus reflejos en el mundo, pero en este comentario me estoy refiriendo a ellos en sus orígenes (en el sueño secreto). O sea: en el sueño secreto podemos hablar de varias fases o aspectos. Por ejemplo, al creer en la separación original, lo primero que sentimos es conciencia individual (todo esto siempre en el sueño secreto, no hablamos de individuos-personas sino de la Mente Dividida) y una sensación de malestar/carencia, que pronto se convierte en el tremendo sufrimiento de estar sin el Cielo aparentemente. Eso se corresponde con los reflejos de malestar y sufrimientos en el sueño del mundo. Pero en seguida, en el sueño secreto, podemos considerar otros aspectos como que a continuación surge la culpabilidad por lo sucedido. Esa culpabilidad del sueño secreto se corresponde con los reflejos de culpabilidad en el sueño del mundo. Para librarse de esa culpabilidad, la Mente Dividida echa la culpa a otro. Pero no hay otro a ese nivel. Entonces se inventa (recuerda los posts sobre las 4 divisiones de la mente) un "otro" (la 3ª división de la mente, todavía a nivel del sueño secreto). Ese otro es simplemente la misma mente que se ha dividido a sí misma. Ahora la mente se siente temporalmente inocente, pues la culpa se la ha echado a "otro" (Ella misma, la otra mitad). Ese "otro", en el sueño secreto puede percibirse mediante diversos "sabores" o aspectos. Por ejemplo podemos creer que es Dios que no ha muerto sino que ha sobrevivido y viene a vengarse de nosotros (lo cual tiene sus correspondientes reflejos en el sueño del mundo, como siempre). O podemos creer que Dios está enfadado con nosotros por haber asesinado a Su Hijo (y que viene a vengarse, y entonces a nivel de los cuerpos nos ponemos enfermos como una manera de autocastigarnos y pensando que cuando llegue Dios y vea lo mal que estamos y las enfermedades que tenemos, tal vez diga: bastante tiene ya... y se vaya).

El ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios. (T.5.V.5.6)

Como los ciclos de víctima-verdugo se repiten una y otra vez, a veces pensamos de ese modo... nos vemos víctimas, tenemos miedo del "otro" —Dios—, la culpa la tiene ese "otro"... pero ese "otro" es la misma mente, así que esa culpa acaba sintiéndose de nuevo, y entonces otra vez el ciclo vuelve a la otra dirección y ahora de nuevo la mente siente que ella misma tiene la culpa, y que el "otro" es ahora la víctima. Ese "otro" puede ser percibido como Dios (la mente siente culpa por haberle hecho daño a Dios), o como el Hijo de Dios (culpa por haber herido o matado al Hijo de Dios), o como el Cielo destrozado por nuestra negligencia, por nuestra maldad. Todo esto, como decía, es a nivel metafísico del sueño secreto. Y se puede sentir pena (lo cual es una variante de sentirse culpable). Por ejemplo, pena por haber destrozado el Cielo. Pena por haber herido a Dios, o por haber herido/matado a Su Hijo. Y como siempre, eso tiene sus reflejos en el sueño del mundo, en forma de los diversos modos de sentir pena (por ejemplo, en cierto modo la pena por tu padre podría tener un aspecto de culpa, por sentir que tú eres en cierto modo responsable de su situación, lo cual proviene de la culpa/pena que la mente metafísica siente por haber herido al Hijo de Dios). No olvidemos que la situación de tu padre (o de cualquiera) es la proyección de la culpa de la Mente Dividida, de lo cual todos somos responsables y todos nos sentimos culpables a nivel inconsciente por todos los males del mundo, hasta que perdonemos todo. Lo mismo sucede con cualquier otra pena en el mundo: pena al ver un río contaminado, pena al ver las noticias de guerras, asesinatos, violaciones, pobreza, etc. Nos sentimos responsables (pena y culpa van de la mano) porque es nuestra propia mente la que ha producido todas esas proyecciones. Lo hicimos por seguir la manera del ego de intentar librarnos de la culpa metafísica. Eso no funciona: la culpa sigue con nosotros. Pero la buena noticia, repitámoslo una vez más, es que en realidad somos inocentes porque el sueño secreto no ha sucedido: en realidad no nos hemos separado de Dios ni se ha roto el Cielo, por lo cual la culpa metafísica es también ilusoria. Todo está bien. Así podemos perdonarnos a nosotros mismos y empezar a ver con los ojos de Cristo (la percepción correcta, los ojos del perdón).

Y lo mismo con la vergüenza o cualquier otra cosa. En el caso de la vergüenza, la mente se avergüenza de haber hecho algo tan malvado como romper el Cielo, o por haber matado al Cristo, o por haberle arrancado un trozo a Dios: es robar y se siente vergüenza en algún momento del ciclo.

Todos esos sabores son en realidad una misma cosa: las diversas formas que adopta la idea de la separación. Podrían llamarse todas con una misma palabra (por ejemplo "miedo", o "culpa", o "dolor"), pues en realidad se trata de lo mismo: del dolor por la supuesta separación. Al perdonar, basta con saber que lo que estamos perdonando es la idea original de la separación. E incluso si la perdonamos atendiendo a alguno de sus "sabores", es útil ser conscientes que de todos modos, en el fondo, todos los sabores se refieren a una misma idea más profunda: la de la separación como tal (creer que podemos estar separados de Dios; creer que no estamos tranquilamente en el Cielo).

La manera exacta de perdonar, el modo en que mejor funciona para cada uno, nos la va comunicando instante tras instante el Espíritu Santo intuitivamente. La referencia fundamental es la idea general de cómo va este proceso, que por tus palabras se ve que lo has comprendido. Con eso basta. El resto es entre el Espíritu Santo y tú (complementos colaterales para que el perdón sea óptimo en cada caso en concreto).

Recuerda que en última instancia todo es ilusorio excepto Dios. Todas las explicaciones sobre el sueño secreto, el sueño del mundo, las divisiones de la mente, etc, son ayudas metafóricas para facilitarnos el proceso del perdón y despertar. Pero no son verdades al pie de la letra. No es necesario que tengas un plano detallado de todos esos aspectos diversos del sueño secreto y del mundo, pues darle demasiado detalle (darle demasiada importancia) podría implicar concederle realidad en nuestra mente. En realidad basta con lo básico, que recordemos que el origen es la idea de la separación (tomarla en serio). Y como adorno útil, podemos tener en cuenta si queremos algunas de sus variantes principales, como la culpabilidad, el miedo, el resentimiento, etc. La inspiración (el Espíritu Santo) nos proveerá de intuiciones explicativas más concretas si las necesitamos, como esas de que el miedo es miedo a Dios en el sueño secreto, o que la pena es pena por haber roto algo valioso (el Cielo, o el Hijo de Dios, o Dios Mismo; en definitiva, nuestro propio Ser). ((Nota aclaratoria añadida: no es necesario averiguar en detalle todos los pormenores concretos de la proyección de la culpabilidad en cada caso específico; esto puede ser útil a veces —siempre que no le demos demasiada importancia, lo cual podría otorgarle realidad a la ilusión—, pero lo esencial es estudiar y procurar tener lo más claro posible el esquema general —por ejemplo conociendo bien el tema de las 4 divisiones de la mente— y entonces, sin darle importancia a eso [pues toda explicación sigue siendo metafórica y por lo tanto ilusoria en última instancia, aunque pueda ser útil], cuando apliquemos el perdón, todas estas ideas estarán en nuestra mente, independientemente de que nos acordemos de ellas conscientemente en un momento dado o no. Por ejemplo, cuando juzgamos a alguien y después nos damos cuenta de que lo hemos hecho, a veces puede ser útil detectar qué tipo de juicio sobre nosotros mismos —todavía a nivel humano— estamos escondiendo y proyectando sobre los demás, pero no siempre detectamos estos factores tan concretos, y lo realmente importante es recordar de dónde viene el juicio en última instancia: de la creencia en la separación, en el contexto de las 4 divisiones de la mente, etc. Así que al ser conscientes del esquema general y al entregarle al Espíritu Santo el asunto —mediante el perdón—, Él se ocupa entonces de todos los detalles y de limpiar completamente en todos los niveles de nuestra mente todo aquello que tenga conexiones con el asunto que Le hemos entregado/perdonado))

Hay otras maneras de ver esas cosas, que son maneras complementarias de ver. Por ejemplo, el miedo puede verse también como miedo a la verdad, ya que en parte sabemos que si aceptamos la verdad, desaparecerá nuestra individualidad (en otras palabras: si aceptamos nuestro verdadero Ser, desaparecerá nuestro falso ser egoico individual). Y la sensación de individualidad es el "regalo" que nos hizo el ego, al cual estamos tan apegados que nos cuesta soltarlo, y nos seguirá costando soltarlo mientras no nos demos cuenta del dolor que nos produce ese "regalo" traidor. Nuestra mente ha proyectado el mundo básicamente para defendernos de la verdad (nuestro Ser). El perdón nos ayuda a corregir esta falsa creencia, por lo que finalmente descubriremos que sólo la verdad (nuestro verdadero Ser) puede hacernos felices, y que es una felicidad tan grande y una plenitud tan arrolladoramente bella que ya nunca más tendremos el más mínimo interés en la individualidad, pues lo separado habrá sido descubierto como la nada dolorosa que es.

Otro ejemplo, volvamos al caso de la pena. Puede verse también del siguiente modo. La pena por haber herido a Dios, o a Cristo, o por haber roto el Cielo... en el fondo es también pena por uno mismo, pues creemos haber herido a nuestro Ser (sin importar que lo llamemos Dios, Cristo, Cielo, verdad, amor, unidad, etc). Por lo tanto, en el fondo, como siempre, se trata de la pena/culpa por la separación: la pena de haber "perdido" el Cielo. Toda pena es una reminiscencia o proyección de la pena o dolor por la ruptura, la rotura, la separación de Dios.

Recordemos también que todo perdón es realmente a uno mismo. Así que toda pena es también realmente pena de uno mismo. La mente siente pena (sufrimiento en diversas formas) por la creencia de haberse separado de Dios, o en otras palabras, por haberse roto a Sí Misma, a su propio Ser. El perdón es reconocer que esa creencia en la separación/ruptura es ilusoria y que en realidad no ha sucedido nada: no se ha roto nada; el Cielo/Ser/Dios sigue siendo la feliz plenitud rebosante de paz que siempre ES.

En resumen, toda falta de paz (todo malestar, toda incomodidad, grande o pequeña) es siempre la misma cosa: el dolor por la separación de Dios/Ser. No importa el nombre que le pongamos a este dolor. Podemos percibirlo como culpa, como pena, como miedo, como dolor, como tristeza, como angustia, etc. En todos los casos son diferentes percepciones de un mismo y único dolor, debido a la creencia en la separación (la idea de la separación, que en sí misma es inocua, cuando es tomada en serio se convierte en la creencia en la separación, la cual sí es dolorosa). Y este dolor a nivel de la mente metafísica (sueño secreto o inconsciente) tiene su reflejo en los símbolos del mundo (sueño del mundo), ya sea en la forma de dolor físico, de dolor psicológico, de culpa, de pena, de timidez (miedo), angustia, tristeza, conflictos diversos, etc etc etc. Pero es siempre lo mismo: dolor por la separación. Y por eso el proceso del perdón es tan simple. Perdonamos siempre lo mismo una y otra vez, hasta que hayamos perdonado por completo nuestra ilusoria creencia en la separación de Dios nuestro Ser.

Podemos llamarlo pena, pero es simplemente dolor. Lo perdonamos. Podemos llamarlo miedo, pero es simplemente dolor. Lo perdonamos. Podemos llamarlo culpa, pero es simplemente dolor. Lo perdonamos. Y así con toda falta de paz que percibamos (incluso en situaciones conflictivas en la forma, como podría ser por ejemplo un PC averiado, un mueble roto, un ruido insoportable —o simplemente molesto—, una enfermedad en uno mismo o en otra persona o animal, la percepción de fealdad, el hambre y la sed —son sensaciones de carencia por sentirnos incompletos debido a la supuesta separación—, el picotazo de una avispa —la avispa simboliza a Dios vengándose de nosotros por nuestro "pecado" de la separación—, etc... incluso que nos caiga encima una cagada de pájaro simboliza la "mancha del pecado" por la separación de Dios). Simplemente perdonamos la supuesta separación de Dios nuestro Ser, ya que es esta creencia la que nos produce la apariencia de dolor en sus diversas formas (no importa la intensidad del dolor: una ligera molestia o picor simboliza lo mismo que un cáncer: la separación). Mediante el proceso del perdón nos vamos liberando poco a poco del dolor en cualquiera de sus formas. Cuando nos hayamos perdonado completamente, una vez acabado el proceso del perdón ya no será posible ningún tipo de dolor. Entonces se reconoce que lo que realmente hay es lo que siempre ha habido y siempre habrá: completa plenitud, una paz insondable, felicidad intemporal.

Creo que de conversar contigo sobre esto algo he aprendido también yo, pues me parece que pocas veces me he puesto a considerar los detalles del sueño secreto de una manera tan concreta. Suelo usar el perdón de una manera muy general. Por ejemplo, suelo comenzar con mi frase-recordatorio (ya te la cité alguna vez) que dice: "Jesús (o Espíritu Santo), te entrego la decisión con la que he proyectado esta fantasía" (suelo decir "producido" en lugar de "proyectado", pero solo porque me suena más natural esa palabra, pero mentalmente sé que me refiero a "proyectado"). A continuación acepto la paz y me relajo: el resto queda en manos del Espíritu Santo. En ese relajamiento, en silencio, me abro a que si me surgen palabras o ideas para enfatizar ese perdón, entonces las aprovecho. Es entonces cuando pueden surgir intuitivamente ideas sobre el perdón a nivel del sueño secreto, algún "sabor" concreto en el que reflexionar, etc. Esta parte es intuitiva y puede ser muy diferente de una ocasión a otra, o incluso omitirse a veces. Pero la parte principal del perdón es la inicial, la forma general de perdón, que va a la raíz. El Espíritu Santo ya va cuidando Él de los detalles en todos los niveles, tanto del sueño secreto como del sueño del mundo (que en realidad es un pequeño rincón del sueño secreto).

Gracias por haber escrito. Esperemos que algo de lo comentado te sirva de algo, y si no, al menos a alguien ya le ha servido (¡a mí! jejeje).

¡Un abrazo!

Toni

PD: Como sabes, la única responsabilidad del obrador de milagros (tú mismo) es aceptar la Expiación para sí mismo. Como también sabes, esto produce determinados efectos, aunque no siempre seas consciente de ellos:

[El perdón, el milagro] Puede afectar a mucha gente que ni siquiera conoces, y producir cambios inimaginables en situaciones de las que ni siquiera eres consciente. (T.1.I.45.2)

Además de en el sueño secreto y de en tu volver a sentirte en paz, puede haber determinados resultados también en el sueño del mundo, pero no siempre perceptibles para nosotros. De todos modos, todos esos detalles se los dejamos al Espíritu Santo, que es Quien se encarga de esas cosas. Tu padre podría experimentar una mejora de sus síntomas físicos, simplemente por tu perdón, consciente de que compartís una misma mente. Pero también podría parecer que todo sigue igual, y no podemos juzgar. No nos conviene juzgar, pero es que ni siquiera somos capaces de juzgar nada (M.10.2.1). A nosotros puede darnos pena determinada situación de alguien, y sin embargo esa situación podría ser de ayuda para esa persona. Podría ser algo elegido a nivel de su mente inconsciente incluso para abrirse un poco más a la verdad, o podría por el contrario ser elegido por su ego para autocastigarse, pero nosotros no lo sabemos. La pérdida de la vista, como todas las demás cosas del mundo, es en sí misma algo neutro. Puede verse como algo negativo, pero también puede verse como algo favorable (por ejemplo para desapegarnos del sentido de la vista y disponer de más atención para nuestros pensamientos, para reflexionar, o puede hacer que uno sea más arropado por la familia y se permita sentir sentimientos de cariño que en otros contextos expresamos menos; ¡o simplemente para degustar los viejos tiempos de escuchar la radio o algo de música!). Sobre los detalles finales, la decisión última depende de la propia mente del paciente (ni siquiera el Espíritu Santo osaría profanar ese derecho), y a la larga, con la ayuda de la mentalidad correcta del Espíritu Santo, de todo acabará saliendo alguna cosita buena, a pesar de los intentos del ego por distraernos con las pegas de cada asunto.

Tu padre ya ha sido perdonado, como todos lo hemos sido por el Espíritu Santo. Ahora solo toca que nos demos cuenta. Y esto lo vamos haciendo cada uno poco a poco, ayudados por los demás (por la mentalidad correcta que todos compartimos) y ante todo por el Espíritu Santo. Darnos cuenta de esto es el objetivo del proceso del perdón. Y es lo único que necesitamos hacer: aceptar la Expiación para nosotros mismos, y así comprender que todos están ya salvados desde el principio, y nosotros también junto con ellos.

¡Un abrazo!

Nota (añadido para este post): en uno de los párrafos anteriores he mencionado que una de las formas que adopta el dolor/culpa es "la percepción de fealdad". Esto es otro de los aspectos del proceso del perdón, al igual que los otros ejemplos que puse arriba. En el caso de la fealdad, si vemos fealdad estamos viendo proyectada ante nosotros —como si estuviera fuera— la fea mancha del "pecado de la separación" —el cual tiene su origen en el interior de nuestra mente, en la creencia de la separación. La fealdad, al igual que la enfermedad, son una especie de aperitivo de la muerte, en el sentido de que simbolizan la muerte de una manera más "light". La fealdad (al igual que la enfermedad) simboliza la muerte porque es uno de los símbolos del asesinato del Hijo de Dios, lo cual es realmente algo muy feo, horrible y que solamente cometería alguien enfermo (de ahí también el símbolo de la enfermedad) —y ese "alguien" enfermo es el ilusorio ego, con el cual erróneamente nos identificamos. De ahí las "manchas" de fealdad y pecado que vemos a nuestro alrededor y en nosotros mismos. Pero aunque percibimos enfermedad o fealdad, en realidad las cosas no son así. Todo lo que nos rodea es puro, bello e inocente:

     No hay nada a tu alrededor que no forme parte de ti. (T.23.introd.6.1)

     Él [Dios] es lo único que te rodea. (T.18.VI.10.6)

     Ves el mundo al que atribuyes valor. (T.16.VI.5.1)

(Atribuimos valor a la verdad o a la falsedad, a la inocencia o al pecado, a la unidad o a la separación, a la belleza o a la fealdad).

     El mundo que ves no es sino un juicio con respecto a ti mismo. (T.20.III.5.2)

     El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. (T.21.introd.1.2)

     El mundo que ves tan sólo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. (T.21.introd.2.7)

     La percepción selecciona y configura el mundo que ves. (T.21.V.1.1)

     La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. Por lo tanto, es importante para ti. Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. (T.21.introd.1.1-7)

Todas estas citas presentan uno de los aspectos del perdón. Cuando vemos belleza a nuestro alrededor, estamos viendo un símbolo reflejado de la abundancia/inocencia/belleza de Cristo. Cuando vemos fealdad, estamos viendo el reflejo/mancha de nuestro supuesto pecado, y por lo tanto es una oportunidad para perdonar, pues la fealdad solamente existe en nuestra loca imaginación. En cierto modo, percibir fealdad es una forma de dolor, un símbolo de pecado y culpa. Pero podemos perdonar y abrirnos a la belleza que hay en todo. Si besamos a la "rana" con el beso del perdón, la rana se transformará en lo que realmente es: descubriremos al príncipe. La fealdad se transforma en belleza cuando la perdonamos. Podemos aprender a ver la belleza que hay en todo cuanto nos rodea.

Si queréis leer sobre este tema en un lenguaje diferente al del Curso, escribí sobre esto en otro de mis blogs:

Búsqueda externa (I): La belleza está en el que la ve

Creo que muchos de los posts que escribí en aquel mes de diciembre de 2014 en ese blog están relacionados de un modo u otro:

Búsqueda externa (II): Buscando camorra

Búsqueda externa (y III): Sé práctico: vive temporalmente en la dualidad, pero no te la creas

¿Soy valioso?

No hay barreras: justo ahora ya lo eres todo

Y ya que estamos tocando diversos aspectos del perdón, este otro post (esta vez de este mismo blog sobre UCDM) presenta una serie de aspectos relacionados con el perdón, todos ellos centrados en la dicotomía entre ser y hacer:

¿SER... o HACER?

Saludos

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