lunes, 14 de marzo de 2016

El sueño feliz (parte 3)

"El sueño feliz"

Extractos del seminario celebrado en la 
Fundación para Un Curso de Milagros (FACIM
en Temecula (California) 

Kenneth Wapnick


Parte 3

El soñador del sueño

Un párrafo posterior comienza diciendo: « eres el soñador del mundo de los sueños» (T.27.VII.13.1). El no es el que está leyendo este libro. Si el libro es una ilusión y tu cuerpo es una ilusión, entonces ¿qué está leyendo qué? Jesús está hablando del soñador del sueño. Si eres un terapeuta y acude a ti un paciente con un sueño, tratas de ayudarle a entenderlo (ayudas a la persona que soñó el sueño). No te pones a hablar con alguna de las figuras de su sueño ni a preguntarle a la figura cuál es su significado dentro del sueño. Con quien hablas es con el soñador del sueño. Entonces puede que le preguntes a ese paciente: "¿Qué asocias con ese sueño? ¿Qué asocias con tal personaje, objeto, color, o animal?". No le preguntas a la figura dentro del sueño para que ella te diga qué significa. Te diriges al soñador del sueño.

Eso es lo que Jesús está haciendo en este Curso. Él se dirige al soñador del sueño, al tomador-de-decisiones de nuestra mente, y nos pide que miremos a lo que hemos estado soñando para que podamos entender por qué hemos estado soñándolo. Él no se interesa por analizar las formas del sueño. Lo que él quiere es que entendamos por qué elegimos el sueño, cuál es el propósito del sueño. Lo importante no son las formas de los sueños o las formas de nuestras vidas, sino el propósito para el cual usamos esas formas.

Piensa en tus sueños cuando duermes en la cama y lo que sucede entre terapeutas y pacientes desde el punto de vista de lo que hace Jesús: él es nuestro terapeuta, nosotros somos el paciente y acudimos a él con nuestros sueños tan horribles. Estamos tan perturbados emocionalmente que no podemos ver la diferencia entre nuestros sueños secretos y los sueños del mundo, así que él tiene que instruirnos y empezar a sanar nuestras mentes, ayudándonos primero a reconocer que tenemos una mente, y luego a reconocer que el problema no son los asuntos externos de nuestras vidas, el problema no es por qué están fallando nuestras relaciones, o nuestros cuerpos, o por qué no podemos mantener nuestro trabajo, o por qué no le gustamos a nadie, por qué tenemos todos estos problemas, limitaciones y asuntos en nuestras vidas. Jesús no está interesado en nada de eso. Él se interesa por el significado que les damos a todas esas cosas, al igual que el terapeuta se interesa por el significado que los símbolos del sueño tienen para el soñador, en vez de interesarse por lo que de hecho esté sucediendo en el sueño.

Jesús se interesa en lo que simboliza cada acontecimiento de nuestra vida, y él hace que esto sea muy simple para nosotros. Todos los aspectos de nuestra vida simbolizan una de dos posibilidades: la separación y especialismo del ego, o la Expiación del Espíritu Santo. De eso se trata. Eso lo simplifica todo. Acorta la terapia en muchísimos años, con tan sólo unos minutos —de hecho, simplemente con un instante santo. No tienes que hacer un análisis interminable de lo que sucede en tu vida, porque todo es lo mismo.

Como nuestro terapeuta, una de las maneras en que Jesús nos ayuda es haciéndonos mirar el transcurrir de nuestras vidas y darnos cuenta de que todo es lo mismo. Por tanto, ¿por qué íbamos a molestarnos en analizar todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida, todas y cada una de nuestras relaciones? Es todo lo mismo. Todo es un intento de demostrar que Dios se equivoca y que es el ego quien tiene razón. A eso es a lo que todo se reduce. La separación es realidad, la victimización es realidad, y la Unidad es lo que es mentira. ¡Qué simple! Para decirlo de otro modo, todos los aspectos de nuestra vida expresan una de estas dos posibilidades: o la creencia del ego en los intereses separados mediante los cuales tú y yo estamos siempre en desacuerdo, o la creencia en los intereses compartidos en función de los cuales todos somos iguales.

Sin embargo no es tan simple cuando nos quedamos atascados en el nivel de los sueños del mundo, porque tales sueños, como todos sabemos, se vuelven increíblemente complicados de una manera extremadamente rápida. Las relaciones son extraordinariamente complicadas. Tratar con el cuerpo es extraordinariamente complicado, por no mencionar lo complicado que es tratar con los cuerpos de otras personas en las relaciones. Pero cuando te vuelves de nuevo a la mente, es muy simple. Se trata del sistema de pensamiento del ego o del sistema de pensamiento del Espíritu Santo. De los intereses separados del ego o de los intereses compartidos de Jesús. Pero eso no funcionará tan fácilmente mientras te sigas enfocando en el sueño del mundo. Tienes que regresar al sueño secreto y entonces usar todas las formas, todas las partes del sueño, para traer tu atención de vuelta a la simplicidad de lo que realmente está involucrado ((concienciando qué es lo realmente importante: cuál es el verdadero problema)).

Esto de ningún modo debería interpretarse como que no deberías acudir a un terapeuta si estás experimentando grandes dificultades. Esto no tiene nada que ver con lo que haces aquí en el mundo. Acudir a un terapeuta es un ejemplo de lo que el Curso llama magia, y el Curso no está en contra de la magia. La magia es cualquier cosa que hacemos para resolver un problema que no está en el nivel de la mente. El milagro trae de regreso el problema a la mente, por lo cual en el Curso se contrapone a la magia. La magia trae el problema al mundo y entonces nos incita a resolver el problema aquí. Sin embargo, tal como explica Jesús en el capítulo 2, el uso de la magia no es algo maligno ni pecaminoso porque no habríamos elegido el cuerpo como nuestro refugio ni nos habríamos identificado con el sueño del mundo si no tuviésemos un miedo atroz de la mente. Así que no sería beneficioso regresar directamente a la mente cuando tenemos tanto miedo de ella. Necesitamos lo que Jesús llama a veces un enfoque conciliatorio. De hecho, de eso es de lo que él habla en esa sección —de un enfoque conciliatorio (ver T.2.IV.4, 5).

El uso de la magia es un enfoque conciliatorio. Por lo tanto, si me duele la cabeza tomo una aspirina; si tengo problemas emocionales o de relaciones, voy a un terapeuta. Todo este tipo de cosas me resultan de ayuda en el nivel donde creo estar. Sin embargo, en algún momento llegaré a darme cuenta de que la magia va a aliviar mi ansiedad lo suficiente como para que pueda empezar a mirar no al sueño del mundo, sino al sueño secreto, y entonces darme cuenta de que la causa de todo mi sufrimiento/malestar en cualquier nivel es la decisión de mi mente en favor del ego. Pero rara vez podemos hacer eso de inmediato. De hecho, otro pasaje muy importante habla de que no pasamos directamente de las pesadillas al despertar (T.27.VII.13). No pasamos directamente del sueño externo al sueño secreto, y luego del sueño secreto al Cielo, debido a nuestro enorme miedo. En ese pasaje Jesús dice que lo que necesitamos son sueños más dulces, es decir, los sueños felices del Espíritu Santo que nos llevan lentamente, paso a paso, para que nos vayamos volviendo cada vez más seguros de que no vamos a ser destruidos al regresar a nuestra mente, y de que hay una presencia amorosa y reconfortante que caminará con nosotros a lo largo de todo este viaje/proceso de despertar.

Todos necesitamos la magia. Como siempre me gusta señalar, respirar es magia.Todos tenemos una relación muy especial con el oxígeno, porque creemos que sin oxígeno nos moriríamos. Aunque bueno, ¿qué es lo que moriría? Lo que moriría es una ilusión, pero no encontrarás en ninguna parte de este Curso que Jesús nos sugestione con que no deberíamos respirar o comer. De hecho él nos dice más de una vez que el Espíritu Santo no quiere quitarnos nuestras relaciones especiales; Él las transforma, lo cual significa que cambia el propósito que ellas tienen para ti (ver por ejemplo T.15.V.5; T.17.IV.2.3). Así que ahora la razón por la que acudes a un mago, tanto si se trata de un médico como de un psicoterapeuta, es que eso te ayudará. Esta manera de usar la magia te ayudará a llegar al punto en que puedas elegir el milagro en vez de la magia. Pero no estás listo aún, así que usas un enfoque conciliatorio, siendo totalmente consciente de que es eso lo que estás haciendo. Una vez más, esto no significa que no deberías hacer lo que es normal que la gente haga cuando tienen problemas —psicológicos, físicos, económicos, sociales, o cualquier otro tipo de problema.

Incluso venir aquí a estas clases es una forma de magia, pero eso no significa que no deberías venir. El propósito de venir aquí debería ser ayudarte a entender mejor el mensaje del Curso para que puedas practicarlo con más eficacia. Pero date cuenta de que Un Curso de Milagros es magia. Es un libro, ¿a que sí? Eso es magia. Es una ilusión, un símbolo de estar volviéndote a tu mentalidad-correcta, un símbolo de estar recurriendo al Espíritu Santo en tu mente para pedirle ayuda. Pero puesto que creemos que somos cuerpos en vez de mentes, necesitamos algo que se llama Un Curso de Milagros. Necesitamos a alguien llamado Jesús al que podamos identificar como nuestro maestro, porque aún tenemos demasiado miedo de la presencia inespecíficamente abstracta del amor en nuestra mente. Necesitamos formas específicas de ese amor. El peligro radica en que nos volvamos tan enamorados de la forma que lleguemos a pensar que la salvación es Un Curso de Milagros, o que la salvación es Jesús, o cualquier otro cuerpo terrenal. Tal como Jesús indica en cierto momento del Texto, el "verdadero y único objetivo" de cualquier maestro es hacerse a sí mismo dispensable, o sea, que no se le necesite más (T.4.I.5). De modo que aprendes tanto como puedas. En el contexto de este Curso eso significa aprender a reconocer la diferencia entre la sin-mentalidad (mindlessness) y la con-mentalidad (mindfulness) para que puedas regresar cada vez más a la mente cuando llegues a reconocer que tú eres tu propio maestro, ¡pero no tú como un ego! El Espíritu Santo es simplemente un símbolo de ti mismo en tu mentalidad correcta, y eso sucede justo al final de tu viaje/proceso. Hasta que llegues a ese punto, necesitas la magia.

Centrarte en el propósito para el cual usas la magia te ayudará a evitar conflictos innecesarios. Por tanto, si uso la magia para evitar regresar al hogar y para no despertar del sueño, entonces pagaré el precio de la culpa y el castigo, etc. Si uso la magia para que me ayude en mi viaje para poder aprender finalmente que no necesito la magia, que no necesito las formas, entonces no hay culpa, porque la magia que estaré usando se vuelve entonces un símbolo del objetivo, que es el Amor de Dios. Si uso las cosas de este mundo como un medio para reforzar mi existencia en el mundo, entonces se convertirán en símbolos de culpa y de separación.

No podemos evitar usar la magia. Todo es una espada de doble filo. Se podría decir que estudiar el Curso es magia "buena" porque su propósito es que despiertes del sueño, excepto que desarrollaras una relación especial ((apego idealizado)) con él. Entonces eso te haría especial porque tú eres un estudiante del Curso y otras personas no lo son, o porque tú te considerarías un alumno del maestro adecuado del Curso y otros no lo son. Es evidente que se ha entablado una relación especial con el Curso cuando te das cuenta de que no puedes desenvolverte con normalidad a lo largo del día a menos que hagas una lección del Libro de ejercicios y leas un sección del Texto; o cuando no puedes sentarte en un restaurante y pedir el menú sin antes preguntarle al Espíritu Santo qué es lo que deberías pedir; o cuando no puedes tomar una galleta de la fortuna sin primero poner tus manos sobre las galletas de la fortuna que hay sobre la mesa y dejar que el Espíritu Santo guíe tu mano a la galleta correcta que tiene el mensaje correcto para ti. Cuando te internas en ese tipo de especialismo, entonces el Curso, que podría conducirte a casa, acabará llevándote al otro sitio. El Curso no ha cambiado; su propósito ((el propósito que le das, tu modo de usarlo)) sí.

De manera similar, digamos que eres un adicto, ya sea al alcohol, a las drogas, al juego o a lo que sea, lo cual al principio es obviamente una manera de mantenerte en este mundo. En algún momento, cuando llegues a pensar que tiene que haber un camino mejor, esa misma adicción se convierte ahora en un medio para ayudarte a despertar del sueño, porque ahora has invitado al Espíritu Santo a que entre, lo cual significa que Le permites que mire la adicción junto contigo. Él no te la quita. Te ayuda a darte cuenta de cuál ha sido el propósito de tal adicción: la culpa. Ahora se cambia el propósito y pasa a ser el perdón. Ahora se convierte en un símbolo de tu proceso de regresar al hogar, en vez de ser un medio para llevarte al infierno. Una vez más, no puedes evitar eso en este mundo. Todo lo de aquí es magia. Que algo te beneficie o te perjudique, o en otras palabras, que algo te ayude a despertar o a seguir durmiendo, sólo depende de cuál es su propósito para ti.

Parte 4: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-parte-4.html

Fuente original en inglés: https://www.facim.org/online-learning-aids/excerpt-series/the-happy-dream.aspx

Índice en español (10 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-por-kenneth-wapnick.html

2 comentarios:

  1. Muy clarificador, Toni.
    Habrá que tener cuidado con la escalera que nos ayuda a saltar el muro, no sea que la llevemos a cuestas una vez al otro lado, jaja.
    Un abrazo.
    Codorníu.

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  2. Estupendo post...queda bien clarito todo lo que respecta a la magia y los símbolos.
    Muchas gracias Toni

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