sábado, 19 de marzo de 2016

El sueño feliz (parte 8)

"El sueño feliz"

Extractos del seminario celebrado en la 
Fundación para Un Curso de Milagros (FACIM
en Temecula (California) 

Kenneth Wapnick


Parte 8

El soñador del sueño

Ahora volvemos a la sección del Texto titulada "El soñador del sueño" ((parte de la cual ha sido comentada en las partes IV y V de esta serie, y también era el tema implícito de la parte III)):

(T.27.VII.13.1-2) eres el soñador del mundo de los sueños. Éste no tiene ninguna otra causa, ni la tendrá jamás.

Nota que la palabra "" viene en cursiva: « eres el soñador». El es el soñador, no el personaje o figura que aparece en el sueño. La figura del sueño es la persona que pensamos que somos —el nombre que nos damos a nosotros mismos, el cuerpo que experimentamos y percibimos, etc. El es el soñador, la parte de la mente que toma-las-decisiones. En otras palabras, el mundo no proviene de sí mismo —el mundo no contiene en sí mismo su propio comienzo y su propio final ((como ya se comentó en la parte IV, en el comentario a la frase T.27.VII.11.6)). El mundo es literalmente la proyección de nuestra mente —al igual que cuando dormimos por la noche, los sueños que tenemos son literalmente las proyecciones de nuestro cerebro. Las proyecciones no tienen realidad más allá de eso.

Y ahora Jesús se refiere una vez más al sueño secreto:

(T.27.VII.13.3) Todo lo que aterrorizó al Hijo de Dios y le hizo pensar que había perdido su inocencia, repudiado a su Padre y entrado en guerra consigo mismo no es más que un sueño fútil. 

El uso del adjetivo "fútil" (("idle"= fútil, inútil, vacío, sin importancia, vago, holgazán, improductivo)) nos indica que en realidad no está sucediendo nada. Cuando decimos que algo es improductivo (("idle", fútil)), queremos decir que con eso no se consigue nada. Si el motor de un coche está en marcha pero el coche no avanza, decimos que el coche no es útil, que es fútil, que no hace nada, que no nos lleva a ninguna parte: el coche está "holgazaneando", es inútil, improductivo. El "motor" de nuestra mente puede que esté en marcha, aliándose con el ego, pero así no nos lleva a ninguna parte. No sucede nada. Nunca hemos salido del Cielo. Por lo tanto, el sueño secreto del pecado, la culpa y el miedo, es un sueño fútil.

(T.27.VII.13.4-5) Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría despertar a la realidad sin verse inundado por el frío sudor del terror y sin dar gritos de pánico, a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y permitiese que su mente se calmara para poder acoger —no temer— la Voz que con amor lo llama a despertar; un sueño más dulce, en el que su sufrimiento cesa y en el que su hermano es su amigo. Dios dispuso que su depertar fuese dulce y jubiloso, y le proporcionó los medios para que pudiese despertar sin miedo.

Jesús está describiendo el sueño feliz. No podemos pasar directamente de las pesadillas al despertar porque, tal como Jesús explica aquí, eso nos llevaría a vernos inundados "por el frío sudor del terror y gritos de pánico". El ego nos dice que si regresamos a Dios, Él nos destruirá. Es este miedo a la ira de Dios lo que constantemente nos impulsa a mantenernos en un estado de inconsciencia ((de sin-mentalidad, mindlessness)). La manera de preservarnos de una segura destrucción a manos de Dios es salir de la mente, olvidando por completo que una vez que estemos en el mundo experimentaremos la muerte en el mundo también. Pero puesto que olvidamos cómo es que aparecimos aquí en el mundo, se nos olvida que fue el ego quien nos dijo que estuviéramos aquí. Por esta razón es tan importante que se entiendan las defensas del ego, las cuales funcionan increíblemente bien. Puesto que olvidamos que tenemos una mente, no recordamos cómo es que llegamos y aparecimos aquí en el mundo, no recordamos que sucedió porque decidimos seguir el consejo del ego: "Sal corriendo de tu mente, porque Dios te destruirá si te quedas aquí en la mente. Huye al mundo y al cuerpo, y estando allí, Él no podrá destruirte".

Y en fin, entonces acabamos en el mundo y en el cuerpo, ¿y adivinas qué? Resulta que somos destruidos. Pero para entonces ya nos hemos olvidado del sueño secreto, así que el hecho es que estamos aquí y no nos queda otra que tratar de sacar lo máximo que podamos de esta situación. Entonces nos inventamos todo tipo de cuentos de hadas. Decimos, por ejemplo, que hay una vida después de la muerte, y que por lo tanto morimos pero no morimos realmente. Las personas malas mueren y van al infierno. Pero ellas tampoco mueren realmente: simplemente son castigadas en el infierno eterno mientras que nosotros disfrutamos de la eterna felicidad. Existe también el concepto de las múltiples vidas: me muero pero regreso, y regreso otra vez, y otra vez, etc. ¡No es eso maravilloso?

No es que ese tipo de conceptos no puedan ser útiles, pero todos ellos son ilusorios. ¿Cómo podríamos regresar a un lugar en el que en realidad nunca estuvimos una primera vez? Las ideas no abandonan su fuente. La idea del Hijo separado de Dios nunca ha salido de su fuente en la mente. Ni siquiera estamos en un cuerpo, así que tanto si vivimos una sola vida como si vivimos miles de vidas, o incluso si hay una vida después de la vida, es todo lo mismo. Ni siquiera es una vida después de la vida, sino más bien una no-vida después de la no-vida. ¿Qué importancia tiene, o qué tiene de bueno, una no-vida después de la no-vida? No es más que una no-vida ((el ilusorio "más allá")) que viene tras una no-vida ((el sueño del mundo)) que también se originó en una no-vida ((el sueño secreto)). No es más que eso, pero nos inventamos historias porque estamos muy asustados.

Jesús también inventa para nosotros una historia, pero la suya es una historia dulce, amable y bondadosa. Él dice que Dios nos ama. Que Él no está enfadado. Sí, Dios sabe que nos fuimos del hogar y que nos separamos, pero no nos guarda rencor. Dios no está disgustado, molesto ni enfadado con nosotros. Dios no creó al Espíritu Santo para que nos engañara para que volviéramos al Cielo y así entonces Él pudiera destruirnos. Dios nos ama muchísimo. Él nos echa de menos y se siente solo sin nosotros. Él solloza cuando no estamos con Él; llora. Él anhela nuestro regreso. Quiere que volvamos con Él. En fin, todas estas frases o ideas son inventadas, pero son agradables, son una historia dulce y agradable que corrige el egoico sueño del pecado, la culpa y el miedo. El pecado, la culpa y el miedo son elementos que se basan en que Dios entró en ira porque nosotros le atacamos. El cuento de hadas de Jesús, y es un cuento de hadas, es que no atacamos a Dios. No sucedió nada realmente. Nuestro Papi no está enfadado, y el Espíritu Santo es nuestro Amigo.

Esto da comienzo al proceso de aprender a perdonarnos a nosotros mismos por lo que no hicimos. Puesto que lo que hicimos con lo que creímos haber hecho es proyectarlo sobre los demás, nuestro viaje comienza cuando logramos tener una percepción diferente de ellos gracias a un maestro diferente. En otras palabras, retiramos todas nuestras proyecciones de culpa que habíamos colocado sobre los demás. Reconocemos que nuestro sueño externo, en el cual otras personas son los agresores y los abusadores que nos hacen sufrir, es el sueño del mundo. Y el sueño del mundo es la proyección del sueño secreto en el cual creemos que somos nosotros los asesinos, los carroñeros, los pecadores, los traidores y los desertores o abandonadores. Pero ahora disponemos de una amorosa presencia en nuestra mente que no tiene miedo ni está enfadada, una presencia amorosa que nos dice que fuimos nosotros mismos quienes lo inventamos todo. Al final del todo, por lo tanto, nos damos cuenta de que la pesadilla del ego es una invención imaginada, pero el sueño feliz es una invención también, así que ambos desaparecerán y todo lo que quedará es la realidad.

(T.27.VII.14.1) Acepta el sueño que Él te dio en lugar del tuyo.

Ese es el sueño que Dios ofreció, aunque en realidad no es Dios Quien lo ofrece ((Recordemos que en realidad Dios no sabe nada del mundo ni del sueño de la dualidad, pues el mundo/dualidad no existe. Así que, para ser más precisos, podemos decir que es el Espíritu Santo Quien ofrece ese dulce sueño alternativo que nos ayuda a despertar, siendo el Espíritu Santo un símbolo de nuestro recuerdo de la Verdad o de Dios)). Se trata del sueño feliz. Es aún un sueño, pero es un sueño feliz, un sueño de perdón.

(T.27.VII.14.2) No es difícil cambiar un sueño una vez que se ha identificado al soñador.

Esta es otra frase muy importante. Se está hablando de levantar el velo del olvido, para que podamos reconocer que no somos el cuerpo, sino la mente que es el soñador. No es la Mente de Cristo la que sueña, sino la mente dividida. Y eso es lo único que esa mente es: un soñador. No es difícil cambiar los sueños cuando nos damos cuenta de que somos el soñador, y entonces vemos claramente qué opciones tenemos. Tal como dice el Texto unos capítulos antes: «¿A quién que esté respaldado por el Amor de Dios podría resultarle difícil elegir entre los milagros y el asesinato?» (T.23.IV.9.8).

Cuando sabes que eres el soñador, y que un sueño es el sueño del asesinato y que el otro es el sueño del milagro, esto se convierte en una obviedad. Es algo tan fácil que hasta un niño o alguien sin-cerebro (sin-mente) podría elegir lo correcto. Pero tienes que saber que tú eres el soñador. La resistencia a eso es enorme. Nunca podré repetirlo lo suficiente. Eso es lo que tienes que reconocer; de lo contrario te confundirás con el Curso muy rápidamente, mientras estarás seguro de tener razón debido a que podrás repetir alguna cita del Curso y sin embargo no estarás entendiendo ni una palabra de lo que estés citando. Tienes que entender tu resistencia a darte cuenta de que tú eres el soñador, no la figura/personaje del sueño. Tú eres una mente, no el cuerpo. Jesús no te está hablando como si fueras una persona, por el nombre, usando palabras. Él es en tu mente un pensamiento de amor que es una luz, el cual por su mera presencia te está llamando a recordar que tú también eres una luz. El Curso se dirige al tomador-de-decisiones, al soñador. Así, en la sección del capítulo siguiente titulada "La inversión de efecto y causa" se dice:

(T.28.II.7.1-3) El milagro establece que estás teniendo un sueño y que su contenido no es real. Este es un paso crucial a la hora de lidiar con ilusiones. Nadie tiene miedo de ellas cuando se da cuenta de que fue él mismo quien las inventó. 

Recuerda que este libro se titula Un Curso de Milagros. "El milagro establece que estás teniendo un sueño". Tú eres el soñador, y lo que estás soñando no es real. "Este es un paso crucial a la hora de lidiar con ilusiones". ¿Cuál es el paso crucial? Darte cuenta de que tú eres el soñador. Por eso es un Curso de con-mentalidad (mindfulness), el cual corrige la sin-mentalidad (mindlessness) del ego. Simplemente ten eso en cuenta y siempre estarás en el buen camino con respecto al Curso.

Esto nunca va sobre el cuerpo. Nunca va sobre el mundo. Nunca va sobre tu personalidad. Nunca va sobre tu relación especial con otro cuerpo. Eso es el contexto porque nosotros pensamos que es ahí donde nos encontramos. Por eso Jesús usa el lenguaje del sueño para llevarnos hasta el soñador del sueño. Nadie tiene miedo de las ilusiones. Nadie tiene miedo de todos los sueños del mundo. Esto es el mismo punto que Jesús señaló en "Los regalos de Dios", como vimos antes ((En la parte VII)). Repitamos la tercera frase de la cita que tenemos entre manos ahora:

(T.28.II.7.3) Nadie tiene miedo de ellas [de las ilusiones] cuando se da cuenta de que fue él mismo quien las inventó.

Si sé que no hay monstruos ahí fuera, que yo los inventé, ¿qué habría que temer? Sólo cuando olvidamos que nosotros los hemos inventado es cuando nos asustamos. Cuando olvidamos que esto es nuestro sueño nos da miedo el cáncer, la guerra nuclear y la contaminación; tenemos miedo de toda la mala gente que hay ahí fuera, y de todas las personas abusivas que encontramos en nuestras vidas. Todos estamos muriendo de cáncer. Es un cáncer mental; es el cáncer de creer en la separación. En eso es en lo que tienes que concentrarte, porque eso es el asesino. De ahí es de donde viene la muerte, pero nosotros nos centramos en el cuerpo y en las enfermedades del cuerpo. Nos enfocamos en desarrollar el sistema inmunológico del cuerpo, lo cual no es una mala idea si eres un cuerpo, pero nos olvidamos del sistema inmunológico de la mente. Ese es el problema. La Expiación es el sistema inmunológico de la mente. Eso es lo que realmente te conviene desarrollar; con eso es con lo que te conviene identificarte.

Parte 9: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-parte-9.html

Fuente original en inglés: https://www.facim.org/online-learning-aids/excerpt-series/the-happy-dream.aspx

Índice en español (10 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-por-kenneth-wapnick.html

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