viernes, 25 de marzo de 2016

Facimoutreach P-385

¿Curó la oración un tumor, o fue un mal diagnóstico? 

P-385: A mi pareja le diagnosticaron un cáncer de pulmón a principios de marzo. El miércoles pasado iban a extirparle quirúrgicamente el tumor, pero descubrieron que no sólo el tumor no estaba en su pulmón, sino que era benigno. Todos están diciendo que eso fue un milagro... que la oración cambió el tumor. Como estudiante de Un Curso de Milagros, me avergüenza decirte que pienso que los médicos diagnosticaron erróneamente el tumor la primera vez. Pienso que los médicos están siempre atentos buscando detectar cualquier señal de cáncer y que por eso lo encuentran en todas partes. Me siento culpable por mi falta de fe. ¿Tienes algunas palabras de consuelo o de sabiduría para mí?

Respuesta: En tu pregunta hay una suposición implícita de la que tal vez no te hayas dado cuenta. Y es la suposición de que de alguna manera es más espiritual creer que la oración cambió el tumor que creer que hubo un error en el diagnóstico desde el principio. Desde la perspectiva del Curso, ¡ninguna de las dos posibilidades es cierta! A excepción de muy raras excepciones (en aquellos que han sanado su mente), por lo general los síntomas de la enfermedad en el cuerpo son siempre únicamente las sombras de la culpa que hay en nuestra mente, proyectada sobre el cuerpo. La enfermedad refleja siempre una decisión en nuestra mente de verse a uno mismo como víctima de fuerzas que están más allá del control de uno. Y todos tomamos repetidamente la decisión de ser víctimas una y otra vez a lo largo de nuestras vidas —siendo la enfermedad sólo una de las muchas expresiones concretas de esa decisión—, y luego nos olvidamos de que alguna vez hubiésemos tomado esa decisión, como una defensa contra la verdad de lo que somos como espíritu (L.136.2-4).

Puesto que todo síntoma representa una decisión mantenida dentro de nuestra mente en todo instante, podemos tomar una decisión diferente también en todo instante posterior. La decisión inicial —a favor de la enfermedad— es tomada con el ego. La decisión a favor de una experiencia diferente puede ser tomada tanto con el ego como con el Espíritu Santo, dependiendo de nuestro propósito. Si identificamos la culpa —en nuestra mente— que se esconde tras el síntoma y llevamos eso al Espíritu Santo para sanarlo, entonces el síntoma disminuirá o desaparecerá, pues no sentiremos más la necesidad de castigarnos a nosotros mismos. Es posible que este cambio suceda sin que seamos plenamente conscientes de eso, aunque el objetivo del Curso es hacer que nuestra toma de decisiones sea más consciente.

La alternativa a eso es que simplemente tomemos una decisión diferente pero nuevamente con el ego, sin abordar nunca realmente la culpa enterrada, y por lo tanto un síntoma desaparece, para ser reemplazado en algún momento por otro síntoma que tal vez sea similar o no. Esa es la forma en que todos experimentamos nuestras vidas cuando estamos identificados con nuestros egos, pasando de un problema a otro, pareciendo que perdemos nuestra paz ante cada problema, con una sensación de alivio cuando el asunto aparentemente se soluciona, y luego perdiendo otra vez nuestra paz aparentemente con la llegada del siguiente problema, sin entrar nunca en contacto con la verdadera causa de nuestra pérdida de paz —la continua decisión de vernos como separados del amor.

Esperemos que de esta explicación resulte obvio que Dios y la fe no tienen nada que ver con la curación de los síntomas físicos. La responsable de la aparición y desaparición de los síntomas es la parte tomadora-de-decisiones de nuestra mente, con la cual la mayoría de nosotros raramente entramos en contacto. A la luz de esto, entonces, puede que también resulte evidente que si el síntoma a nivel de la forma era cáncer y luego cambió, o si nunca fue realmente cáncer desde el diagnóstico inicial, es algo que en realidad es irrelevante. La única pregunta que queremos hacernos a nosotros mismos como estudiantes del Curso cuando nos volvemos conscientes de que estamos reaccionando ante síntomas que percibimos en nosotros mismos o en otras personas, es: "¿Con qué maestro quiero aprender la lección que este síntoma me trae?". Si elijo al ego, mi lección será que la culpa y el castigo son reales. Si elijo al Espíritu Santo, mi lección será que ahora tengo la oportunidad de tomar una decisión diferente con respecto a la culpa que creo que está enterrada en mi mente, liberándola en la sanadora luz del perdón, en vez de seguir aferrándome a ella y proyectándola en alguna forma disfrazada.

Link original en inglés: http://www.facimoutreach.org/qa/questions/questions69.htm#Q385

Índice de las P&R traducidas: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/11/indice-de-traducciones-de-p-de.html

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