"El sueño feliz"
Extractos del seminario celebrado en la
Fundación para Un Curso de Milagros (FACIM)
en Temecula (California)
Kenneth Wapnick
Parte 5
El soñador del sueño (continuación)
Ahora tenemos aquí el sueño del mundo:
(T.27.VII.12.1) Sueñas que tu hermano está separado de ti, que es un viejo enemigo, un asesino que te acecha en la noche y planea tu muerte, deseando además que sea lenta y prolongada.
Esa es la fantasía paranoica que todos tenemos, de modo que todos somos paranoicos. Así es como vivimos. Estamos siempre siendo acechados, y finalmente moriremos. Aquí el "hermano" último y definitivo es Dios, porque tal como enseñó Freud y muchas más personas han dicho, desde el momento en que nacemos estamos preparándonos para morir. Pero es una muerte lenta y prolongada. Con frecuencia nuestras vidas duran décadas, pero el final es seguro. Eso es nuestra vida aquí; esa es la proyección del pecado, la culpa y el miedo.
El comienzo del capítulo 13 tiene una de las descripciones más elocuentes de Un Curso de Milagros sobre en qué consiste realmente la vida corporal. Es horrible. El segundo párrafo de la introducción describe la vida corporal como una vida llena de sufrimiento, dolor, privación y carencia. Esta exposición culmina con la siguiente línea con la que comienza el párrafo siguiente: «Si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel» (T.13.introd.3.1). Se deduce claramente que este no es el mundo real. Es el mundo ilusorio, y Dios no sabe nada de él. Se trata del sueño del mundo. Se trata de la proyección de nuestra culpa (la proyección del sueño secreto del cual no somos conscientes) sobre el mundo, y ahora el mundo va a castigarnos: ahora no soy el pecador, sino la sufriente víctima contra la que se comete el pecado. Ya no soy el agresor que destruyó el Amor del Cielo, que mató a Dios y crucificó a Su Hijo; el culpable es cualquier otro que no sea yo: todos los demás. He proyectado mi pecado y mi culpa sobre ellos. Y ahora veo que el mundo me hace lo que yo creo secretamente (en mi sueño secreto) que le hice a Dios, al amor y a la verdad.
Y ahora se comenta sobre el sueño subyacente ((el sueño secreto, oculto, del que no somos conscientes)):
(T.27.VII.12.2) Mas bajo este sueño yace otro, en el que tú te vuelves el asesino, el enemigo secreto, el sepultador y destructor de tu hermano así como del mundo.
Todos llevamos dentro esta creencia tan horrenda y horrible de que somos el asesino y que todos los que nos rodean deberían ser precavidos y tener cuidado con nosotros. Por eso intentamos parecer que somos civilizados. A veces tratamos de fingir que somos agradables, amables, dulces y amorosos, pero por dentro somos unos carroñeros; por dentro somos unos caníbales al acecho de nuestra presa, esperando poder sacar el jugo y aprovecharnos de cualquier cosa que nuestro especialismo exija. Estamos abrumados por la culpa, y cuanto más abrumados estamos, menos conscientes somos de ello. Cuando somos inconscientes de la culpa la proyectamos, y eso lo único que consigue es reforzar el sueño secreto.
(T.27.VII.12.3) He aquí la causa del sufrimiento, la brecha entre tus míseros sueños y tu realidad.
La causa del sufrimiento no es el sueño del mundo, no es lo que le pasa a mi cuerpo, ni lo que ocurre dentro de mi cuerpo, ni lo que mi cuerpo le hace a otros cuerpos. La causa del sufrimiento está en el sueño secreto —la creencia de la mente de que ella ha pecado contra Dios y se ha separado de Él. Es la brecha, la grieta, el espacio que separa al ser del Ser, al cual creo haber destruido.
(T.27.VII.12.4) La pequeña grieta que ni siquiera ves, la cuna de las ilusiones y del miedo, el momento de terror y de un odio ancestral, el instante del desastre, están todos aquí [no en el mundo].
El sueño del mundo es ni más ni menos que la proyección del sueño durmiente, del sueño secreto en la mente. La causa de todo sufrimiento está en el sueño original.
(T.27.VII.12.5-6) He aquí la causa de la irrealidad. Y es aquí donde se deshará.
La última frase es la más importante de todas: «Y es aquí donde se deshará». No se deshará en el mundo. No tiene sentido intentar cambiar un mundo irreal, tratar de corregir un sueño que no existe. Es una proyección del sueño que creemos que existe, el cual está en la mente y no tiene absolutamente nada que ver con el cuerpo. Es aquí (en el sueño secreto o de la mente) donde se puede deshacer, y donde se deshará. En el sueño secreto es donde hallaremos la respuesta. Hay una cita espléndida en el capítulo anterior del Texto, que dice: «Junto a la crucifixión se extiende la redención» (T.26.VII.17.1). La crucifixión del Hijo de Dios no es algo que suceda en el cuerpo. No sucedió en el Calvario o Gólgota. No tiene nada que ver con lo que podemos leer en el Nuevo Testamento. La crucifixión del Hijo de Dios es el sueño secreto, en el cual creemos que lo que hicimos fue que "crucificamos" o destruimos a Cristo, y esto es algo que continuamente revivimos y proyectamos. Creemos que la cruxifixión está siendo revivida, y ((al proyectarla)) que somos las víctimas.
Una vez más, la brecha es la separación entre mi Ser-Cristo y mi ser egoico, entre la mente unificada y la mente dividida. Es cuando la diminuta y alocada idea se toma en serio. Se trata básicamente del pensamiento de separación hecho realidad. Esa es la brecha, y ese es el problema. Aún más concretamente, el problema es que mi mente tomadora-de-decisiones eligió la manera del ego de considerar la brecha, la manera de ver la diminuta y alocada idea, mirándola de manera opuesta a como la ve el Espíritu Santo. La manera en que el ego ve la brecha es decir que es pecaminosa y algo muy grave, algo serio. La manera en que el Espíritu Santo considera la brecha es decir: "¿qué brecha?" —nada ocurrió. Pero desde el interior de esa pequeña brecha surgió el mundo entero, porque la pequeña brecha es el sueño secreto. Esa pequeña brecha tomada en serio explota como el monstruoso pensamiento de que hemos destruido el Cielo, un pensamiento que a continuación se vuelve tan terroríficamente real que la única manera de escapar de la carga de la culpa que acarrea ese pensamiento es proyectarlo y deshacernos de él.
Por consiguiente, inventamos un mundo que no es más que un pequeño punto, un breve parpadeo, un pequeño pensamiento en una brecha que ni siquiera llegó a ocurrir. Pero dentro de esa pequeña brecha, creemos que todo ha sucedido, creemos que todo es gigantesco, monstruoso y terrible. En esa pequeña grieta se encuentra todo el dolor y el sufrimiento, salvo que no hay dolor ni sufrimiento porque esa grieta no existe. Por tanto, el problema es que creemos que hay una grieta; creemos que existe la separación, y por consiguiente que existen el dolor y el sufrimiento. Así que el dolor y el sufrimiento no son el problema, ni tampoco lo es la pequeña grieta o separación. El problema es que creemos que todo eso está ahí. Pero a continuación tapamos u ocultamos esa creencia sepultándola bajo la culpa y el miedo, y luego la volvemos a tapar otra vez con el sueño del mundo, para que no haya manera de volver a ella, y esto es el motivo por el que el mundo, como dice el Manual, se arrastra pesadamente y está muy cansado (M.1.4.4-5). El mundo está muy, muy cansado porque estamos siempre repitiendo y reciclando el mismo odio y la misma culpa, sin que nada cambie jamás realmente. Nada cambiará jamás, a menos que uno vaya más allá del sueño del mundo hasta regresar al sueño secreto.
Es muy importante que reconozcamos lo aterrados que estamos de hacer eso, y cuán grande es la resistencia que tenemos a pasar desde el sueño del mundo hasta el sueño secreto. Ese es realmente uno de los puntos principales de esta clase. Es realmente importante que nos demos cuenta de cuánto nos resistimos a hacer eso. Por eso es por lo que pensamos que Jesús está hablando de cuerpos, y es el motivo por el que las personas piensan que lo que Jesús quiere es que ellas lleven este Curso al mundo. ¿Qué mundo? ¿Acaso hay un mundo ahí para salvarlo? Eso es el sueño del mundo. El ego quiere que salvemos el mundo. Al ego le encanta cuando la gente pone libros espirituales en todas las habitaciones de un motel. El ego quiere que creamos que los cuerpos tienen que ser salvados, y que cuanto mayor sea el número de cuerpos que entren en el redil, mayor será la salvación.
Pero el sueño secreto sucede en la mente, y cada uno de nosotros somos un fragmento de esa única mente. Cuando nuestro propio "fragmento" de mente es sanado, somos esa mente única ((completa)) quedando sanada, pero la resistencia a dar este paso es enorme. Y una vez más, el motivo de esta aclaración es ayudar a las personas a que no cometan ese error con el Curso. ((El proceso que se explica en el Curso no tiene realmente nada que ver con el cuerpo, con la conducta ni con el mundo o las formas)). Esto no se trata del cuerpo; no se trata del sueño del mundo. Un Curso de Milagros es parte del sueño del mundo. La fuente del Curso es el sueño feliz de la mente que llamamos con el nombre de Jesús, pero la fuente u origen real del Curso es el pensamiento de Amor que está en la mente de todos. Le damos un nombre porque creemos que nosotros tenemos un nombre, así que el Curso juega a este juego con nosotros hasta que eso nos ayude a darnos cuenta de que hay una verdad más allá del juego. Y esa verdad está en la mente; no está en el cuerpo. No está en un conjunto de páginas ni en un grupo de palabras; no está en una persona de la que se dice que es el autor ((sea Jesús o quien sea)). Eso es un cuento de hadas. Es un cuento de hadas agradable, muy significativo para nosotros, pero si te quedas en eso y no vas más allá del símbolo hasta reconocer la fuente, estarás dando realidad al sueño del mundo.
Recuerda que lo que al ego le gusta mucho hacer y es muy experto haciéndolo (casi mejor que cualquier otra cosa de las que hace el ego) es espiritualizar los sueños del mundo. El ego lleva la religión y la espiritualidad adentro del mundo, hacia el cuerpo, hacia la presencia de gurus, hacia las enseñanzas espirituales, textos espirituales, lugares santos/sagrados, libros santos, reliquias santas —cualquier cosa que hagan al mundo y al cuerpo reales, en vez de considerar todo lo de aquí —sin excepción— como un símbolo potencial que nos lleve de regreso al sueño secreto. El sueño feliz es la corrección o antídoto para el sueño secreto, en tanto que Jesús reinterpreta el sueño del mundo para nosotros. Él nos ayuda a que entendamos que el sueño del mundo es un símbolo, una proyección del sueño secreto. Una vez que regresamos al sueño secreto de la mente errada, podemos entonces tener acceso a la mente correcta, porque en ella es donde está Jesús, y ella —la mente o mentalidad correcta— es el sueño feliz. Si intentas perdonar el mundo externo, no estarás haciendo nada. Si hicieras eso, simplemente te atarías al mundo externo y así nunca regresarías a la mente. Mientras sigamos sin acceder a la mente correcta, la decisión equivocada de la mente eligiendo a favor del ego nunca será mirada, y por lo tanto, si esa decisión equivocada no es mirada ni reconsiderada, la mente nunca será sanada, con lo que nuestro ser individual seguirá estando vivito y coleando.
Parte 6: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-parte-6.html
Fuente original en inglés: https://www.facim.org/online-learning-aids/excerpt-series/the-happy-dream.aspx
Índice en español (10 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-por-kenneth-wapnick.html
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