domingo, 20 de marzo de 2016

El sueño feliz (parte 9)

"El sueño feliz"

Extractos del seminario celebrado en la 
Fundación para Un Curso de Milagros (FACIM
en Temecula (California) 

Kenneth Wapnick


Parte 9

El soñador del sueño (continuación)

Ahora volvemos a la sección del Texto titulada "El soñador del sueño", párrafo 14:

(T.27.VII.14.3) Descansa en el Espíritu Santo, y permite que Sus dulce sueños [los sueños felices] reemplacen a los que soñaste aterrorizado, temiéndole a la muerte.

¿Cómo descansamos en el Espíritu Santo? Descansamos en el Espíritu Santo al despedir al ego, porque es uno o el otro ((no podemos tener al ego y al Espíritu Santo como nuestro maestro a la vez)). No elegimos al Espíritu Santo hasta que primero hayamos despedido al ego. Hay dos líneas del Texto que siempre me gusta citarlas juntas, a pesar de que aparecen separadas entre sí por cientos de páginas: «Renuncia ahora a ser tu propio maestro (,,,), pues no has sido un buen maestro» (T.12.V.8.3; T.28.I.7.1) ((citando la segunda frase más literalmente como se expresa en inglés podría ser: «Renuncia ahora a ser tu propio maestro (,,,), pues te has enseñado malamente»)). Primero tenemos que renunciar a ser nuestro propio maestro (al darnos cuenta de que nos hemos enseñado malamente a nosotros mismos) antes de que podamos aceptar a Jesús como nuestro maestro. En el Curso, la manera en que le decimos "sí" al Espíritu Santo es decirle "no" al ego. Decir "sí" es decir "no al no" (T.21.VII.12.3-4) (("no al no" es una forma de expresar más directamente la cita original en inglés: "not no")). Nuestra tarea, nos dice Jesús, es «negar la negación de la verdad» (T.12.II.1.5). Él no dice que nuestra tarea sea afirmar la verdad. ((Esto está obviamente relacionado con otras citas del Curso, como por ejemplo las dos siguientes: «Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está más allá de lo que se puede enseñar. Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural» [T.introd.1.6-7]; «Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él. No es necesario que busques lo que es verdad, pero sí es necesario que busques todo lo que es falso» [T.16.IV.6.1-2]; las negritas de ambas citas son mías)) 

La manera de elegir al maestro auténtico es mirar al falso maestro y decir: no quiero escucharte más. Eso es lo que significa que alguien está en la mente correcta, y eso es el sueño feliz. Es mirar a la pesadilla y decir alegremente: "no tengo por qué escucharte más". Nada podría hacernos más felices que mirar todas nuestras pesadillas, todos nuestros cuentos de abuso, culpa, dolor, ansiedad y terror; todos nuestros asuntos, preocupaciones y obsesiones, y decir que no tenemos por qué escuchar esas cosas más, y decirlo en serio. Así es como descansamos en el Espíritu Santo. No podemos descansar en el Espíritu Santo con nuestro ego. Y sin embargo eso es lo que todos quieren hacer. Ese es el juego de transigencias o juego de componendas al que todos juegan con Dios, con el Espíritu Santo, con Jesús, y lamentablemente con el Curso.

Eso no tiene sentido, y carece totalmente de significado hablar de un sueño feliz a menos que hablemos primero de lo que ese sueño feliz pretende corregir. El sueño feliz está destinado a corregir los sueños del ego —de terror, crueldad, dolor, sufrimiento, culpa y muerte—, lo cual implica que primero tenemos que tomar conciencia de nuestros sueños del ego. ¿Cómo hacemos eso? Prestamos atención a nuestros sueños del mundo, a lo que nuestro cuerpo está soñando —no por la noche necesariamente, sino a lo que estamos soñando durante todo el día, a todos nuestros pensamientos de especialismo. En ese contexto, pedirle ayuda a Jesús significa pedirle que nos ayude a mirar esos pensamientos de un modo diferente, y el modo en que él nos ayuda a mirar es recordándonos que esos pensamientos son proyecciones de lo que está en la mente. Tal como él nos dice en el capítulo 21, esos pensamientos son «la imagen externa de una condición interna» (T.21.introd.1.5).

Eso es lo que significa pedir ayuda a Jesús en nuestras relaciones. No se trata de pedir que él arregle nuestras relaciones, ni que él nos diga qué debemos hacer o decir, ni adónde ir para conseguir un trabajo, o qué número de lotería elegir, o en qué tipo de valores o capitales invertir. Él no sabe nada sobre estos temas. Como siempre me gusta decirle a la gente, Jesús no puede contar más allá de uno. Así que no le pidas que te diga cuánto dinero deberías ganar, adónde deberías ir, qué numero de lotería deberías escoger, o por cuál caballo deberías apostar (¡a menos que sea el número uno!). Él no sabe sobre detalles concretos. Él sólo conoce la unidad del Hijo de Dios, así que la unidad que representa el amor de Jesús teje automáticamente todos los fragmentos y los convierte en uno. ¿Y qué significa eso? Significa darse cuenta de que aquí todas las personas son iguales: tanto los abusadores como los abusados, los opresores como los oprimidos, las personas buenas y las malas personas. Todas ellas tienen la misma mente dividida. Tienen el mismo ego, la misma mente correcta, al Espíritu Santo y al mismo tomador-de-decisiones. Cada persona, sin excepción; esa es la clave. Aprender eso es el sueño feliz. Pero primero tenemos que mirar la necesidad de nuestro ego y la inversión que hacemos en ver la separación, y en ver los intereses especiales y separados.

(T.27.VII.14.4) El Espíritu Santo te brinda sueños de perdón, en los que la elección no es entre quién es el asesino y quién la víctima.

Ese es el sueño del ego. ¿Quién sale ganando? ¿Quién sale perdiendo? ¿Quién va a ir al Cielo? ¿Quién al infierno? ¿Quién es un verdadero estudiante de Un Curso de Milagros y quién no lo es? ¿Quién está estudiando Un Curso de Milagros de manera correcta y quién no? Es uno contra otro.

(T.27.VII.14.5) Los sueños que Él te ofrece no son de asesinatos ni de muerte. 

No hay un ganador frente a un perdedor. Sólo hay uno; sólo hay unidad. ¿Cómo podría haber un ganador frente a un perdedor si solamente hay uno? Esto significa que si te veo como a un perdedor, yo tengo que ser también un perdedor, porque sólo hay uno, lo cual se interpreta como igualdad en este mundo de multiplicidad. Somos lo mismo. Si te considero un villano o una mala persona, o si te considero "el hogar del mal, de la oscuridad y del pecado", y en realidad somos uno, eso implica que somos lo mismo aquí, y entonces todo eso lo estoy diciendo sobre mí mismo.

Por otro lado, si reconozco que tu ego es en realidad una petición de ayuda, y que por debajo de todo tu odio y de tu despiadada crueldad hay una pequeña voz suplicando lastimeramente que "Por favor, muéstrame que estoy equivocado; por favor, muéstrame que no tengo por qué hacer esto para poder sobrevivir; por favor, muéstrame que soy amado a pesar de la persona despreciable en que me he convertido", escucharé la misma súplica lastimera en mí mismo. Cualquier cosa que veamos en otro, la vemos en nosotros mismos, porque no hay otro. Pero como pensamos que hay otros, tenemos que practicar. Así que practicamos en todas nuestras relaciones, comenzando el proceso de aprendizaje en el que al final todos somos iguales, y más allá de nuestra inherente igualdad está nuestra inherente unidad. Como dije antes, todos somos fragmentos de una misma mente dividida ((por ejemplo en el penúltimo párrafo de la parte VII)), y reconocer esto nos ayuda a despertar finalmente a la verdad de que todos somos uno como Cristo. Es el sueño del perdón, el sueño feliz del Espíritu Santo que nos conduce suavemente y con seguridad hasta el final del camino.

(T.27.VII.14.6) El sueño de culpabilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están cerrados.

No hemos despertado todavía, pero vamos camino del despertar. Aún percibimos cuerpos separados. Aún creemos que entablamos relaciones separadas. Aún creemos que hay situaciones o circunstancias en la vida, y que algunas son buenas y otras son malas. Aún creemos que el cuerpo cambia, crece y envejece. Aún creemos que algún día nuestro propio cuerpo y el de nuestros seres queridos morirán. Aún estamos dormidos, pero estamos empezando a darnos cuenta de que todas las figuras o personajes de nuestros sueños son lo mismo. Eso es la clave.

No se nos pide que abramos los ojos, porque el ego nos dice que la luz nos cegaría. El ego nos dice que no miremos en nuestro interior porque, si lo hacemos, nuestros ojos se posarán sobre el pecado y Dios nos cegará (T.21.IV.2.3), lo cual es una manera amigable de decir que Dios nos destruirá. No abrimos todavía los ojos porque antes tenemos que aprender que la luz es nuestra amiga. De hecho, la luz es nuestro Ser, lo que significa que tenemos que aprender poco a poco a dejar de invertir en el falso ser que creemos ser, porque mientras valoremos este ser que percibimos, consideraremos como algo demasiado aterrador la opción de desaparecer dentro del Ser único de Dios. Así que todavía seguimos con los ojos cerrados, pero empezamos a abrirlos un poco para que algo de luz se filtre a través de ellos. Esa luz es la que nos enseña que todos somos lo mismo. Nuestros ojos cerrados y nuestros sueños aún perciben diferencias porque los cuerpos son diferentes unos de otros. Pero nuestra mente está curándose y empieza a entender que las diferencias no establecen ninguna auténtica diferencia, y que a pesar de todas las diferencias perceptuales que nuestros ojos nos muestran, es la percepción de nuestra mente la que nos dice que todos somos lo mismo.

No negamos lo que el cuerpo nos dice. No negamos lo que nuestro cuerpo ve, oye, huele o saborea. Lo único que negamos es la interpretación del ego. El Espíritu Santo no nos quita nuestros sueños. No nos quita las figuras que aparecen en nuestro sueño, ni la relación que entablamos con esas figuras. Lo que el Espíritu Santo nos ofrece es otra manera de verlas. Esa es la transformación. Por consiguiente sigo relacionándome contigo, pero ahora estoy comenzando a ver que somos iguales. Mi ego es tu ego, el mismo ego. La corrección que el Espíritu Santo lleva a cabo en mí es la misma que lleva a cabo en ti, y tanto tú como yo disponemos del poder de elegir. Ambos estamos aterrados de usar este poder de elegir debido a la insignificante voz odiosa que constantemente nos susurra: "Si regresas adentro hasta retornar al poder de elegir, ¿adivinas qué? Volverás a abusar otra vez de este poder. Volverás a atacar, a dar rienda suelta a tus necesidades egoístas y egocéntricas, y a apropiarte del amor de otro y del ser de otro para moldearlo a tu gusto. Así que no te acerques al poder de tu mente, porque si lo haces, pecarás otra vez".

Así que nos mantenemos alejados de la mente, y empezamos a ver qué es lo que todos hacen. ¿Qué problema hay? (vemos que no es para tanto). Después de un tiempo, todos estos sueños se vuelven aburridos porque todos son iguales. Ya sabes, te encuentras con algunos artistas y escritores que no están muy inspirados, y cada cuadro, novela, obra y película es lo mismo. Encuentras compositores y todas las composiciones musicales que componen son iguales: aburridas. En fin, en cierto sentido basado en la mentalidad-correcta, algo así es lo que deberíamos empezar a ver en nuestras vidas. Todo es lo mismo. Sin embargo no será aburrido, porque nos daremos cuenta de que ver a todos como lo mismo es el trampolín que nos ayuda a despertar del sueño. Eso no es aburrido, porque ahora el propósito de nuestra vida aquí ha cambiado de manera notable. Ya no se trata de conseguir todo lo que podamos, ni de maximizar nuestro placer y de minimizar nuestro dolor. Se trata de elegir estos sueños felices del perdón, que nos llevarán más y más hacia delante hasta que un día ya no tendremos miedo de la luz, y entonces podremos abrir nuestros ojos y darnos cuenta de que no estamos en nuestras camas ((durmiendo)). Estamos en el hogar en Dios. Simplemente estuvimos soñando con el exilio, y el sueño ya se ha terminado ((T.10.I.2.1)).

(T.27.VII.14.6-8) El sueño de culpabilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente. Duermes apaciblemente ahora, pues estos son sueños felices. 

Todavía estamos dormidos; todavía estamos en un cuerpo. Jesús no nos está diciendo que tengamos que dejarlo todo de repente. Él no nos está quitando nada. No nos está quitando a nuestra familia, nuestros placeres, ni nuestras preferencias. Él simplemente nos ayuda a que nos demos cuenta de que aquí todas las cosas y todas las personas son lo mismo. Todavía estamos dormidos, pero «una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente». Podemos entender ese "iluminar" de dos maneras: "iluminar" en el sentido de luz o iluminación, la cual pone fin a la oscuridad, o en el sentido de no seguir llevando la pesada carga de la culpa sobre nosotros y alrededor de nosotros. Todavía estamos dormidos, pero el sueño es ahora tranquilo (duermes apaciblemente). Nada ha cambiado excepto que ahora nos hemos dado cuenta de que somos el soñador. Una vez más, «el milagro establece que estás teniendo un sueño y que su contenido no es real» (T.28.II.7.1).

Esto parecería aburrido únicamente si pensáramos que la paz y el amor son aburridos. Al ego esto le parecería aburrido porque el ego se nutre del drama. Basta pensar en el pensamiento original de la separación. Ese pensamiento es un agudo drama. Ese es el argumento o guión con el que se hacen las mini-series y las telenovelas, ¿a que sí? Destruimos a Dios y ahora Dios viene a por nosotros. Esa (y sus variantes) es una idea que nunca pasa de moda. La Biblia es un intenso drama, y ese es el motivo de que sea un libro tan popular. Es un enorme mito, y desde el punto de vista del ego cualquier otra cosa sería aburrida. Pero desde el punto de vista de la mentalidad-correcta, esto ((el sueño feliz que nos conduce a la paz, al amor, a la ausencia de drama/conflicto)) es algo tremendamente jubiloso porque nos está sacando de aquí, y a un ritmo suave, amable y paciente, un ritmo que nos resulte cómodo. Eso es lo que es tan encantador y amoroso de este Curso.

Jesús es tajante en cuanto a qué es verdad y qué no lo es; no hay lugar para la discusión, pero él es dulce, amable y paciente. Él dice que todo esto es un sueño, que todo esto es imaginario, inventado, pero él nos va a enseñar a descansar y dormir más confortablemente hasta que estemos listos para abrir los ojos, y entonces todo habrá acabado. Así que este sueño tranquilo —en el que soñamos que todos son lo mismo— no resulta aburrido. Se vuelve maravillosamente jubiloso porque ya no hay culpa. Pero por supuesto que para el ego eso es aburrido porque todo es igual y uniforme. Todos nos alimentamos de los altibajos, de los vaivenes, de las buenas y las malas experiencias, de los continuos éxitos y fracasos cotidianos. Eso es lo que sucede en el gran drama de la "vida" en el mundo, ¿no es así? Eso es lo que capta nuestro interés, lo que nos atrae.

Si descubrimos que de hecho nos regodeamos y nos alimentamos de tal caos, podremos salir de esto al darnos cuenta de que esta dinámica no nos ha hecho felices —este reconocimiento tiene que venir primero. Al principio del Texto Jesús dice (lo cual es una reminiscencia de lo que sucedió originalmente con Helen y Bill) que: «La resistencia ((tolerancia)) al dolor puede ser grande, pero no es ilimitada. A la larga, todo el mundo empieza a reconocer, por muy vagamente que sea, que tiene que haber un camino mejor» (T.2.III.3.5-6). Todo el mundo tiene un umbral del dolor, y cuando se cruza ese umbral reconocemos que esto ya no nos compensa, ya no nos sale rentable; nada funciona. En las experiencias mundanas —o altibajos—, los altos son magníficos, pero los bajos son horribles, y empezamos a darnos cuenta de que no podemos tener los altos sin los bajos. "Todo lo que sube tiene que bajar", por lo que tenemos que reconocer que nuestra vida aquí no funciona. En el capítulo 14 hay una sección que tiene cierta semejanza con lo que estamos diciendo ahora, titulada "El alumno feliz", en la cual Jesús empieza diciendo que el Espíritu Santo nos necesita y quiere que nos demos cuenta de lo desdichados que somos:

«El Espíritu Santo necesita un alumno feliz en quien Su misión pueda llevarse a cabo felizmente. Tú que eres tan partidario de la aflicción, debes reconocer en primer lugar que eres infeliz y desdichado. El Espíritu Santo no puede enseñar sin este contraste, pues tú crees que la aflicción es felicidad» (T.14.II.1.1-3).

Hasta que reconozcamos lo desdichados que somos y el hecho de que nuestras vidas de relaciones especiales no nos han funcionado, no estaremos motivados para dejarlas atrás y para pedir la ayuda de Jesús. Por lo tanto, Jesús se ve obligado a esperar pacientemente entre bastidores hasta que nos cansemos del teatro y del drama y finalmente vayamos hacia él y le digamos: "Sabes, tiene que haber otro juego. Tiene que haber otro grupo de actores. Tiene que haber otro autor, otro dramaturgo, porque esto ya no funciona. Es demasiado doloroso". Lo que él intenta con el Curso es convencernos de lo desdichadamente infelices que somos. Esto se debe a que si tú piensas que tu vida está funcionando para ti, entonces no te vas a poner a estudiar el Curso. Puedes ahorrarte el dinero, porque el Curso es para quienes piensan que sus vidas no están funcionando, es para quienes están hartos de su sueño y quieren que se les enseñe otra cosa. Y por supuesto que lo que se nos enseña es que nuestro sueño, el sueño del mundo, es un espejo o reflejo del sueño secreto, que es una defensa para obstaculizar que elijamos la Expiación.

Parte 10: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-parte-10.html

Fuente original en inglés: https://www.facim.org/online-learning-aids/excerpt-series/the-happy-dream.aspx

Índice en español (10 partes en total): http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2016/03/el-sueno-feliz-por-kenneth-wapnick.html

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